Predicación 1 de abril de 2018
Marcos 16:1-8
Cuando era niño llegó al cine una película que al día de hoy todavía me encanta, Back to the future. Esta película tenía algo especial para mí: el final de la película en efecto no era el final, sino el comienzo de una próxima. El ver lo que sería la próxima película era demasiado emocionante para mí. Pueden imaginar cuál era mi parte favorita de la película…
Hoy, domingo de Resurrección, celebramos un evento que es parte esencial de nuestra tradición cristiana. Todos los años buscamos en las escrituras bíblicas los textos que nos hablan de la resurrección de Jesús. ¿Usted se ha percatado que la resurrección aparece en el último capítulo de cada uno de los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) y en el penúltimo capítulo del evangelio de Juan? Al percatarnos de este detalle, pareciera ser que la resurrección de Jesús es el final de la historia; el final de la película. ¿Pero saben qué? Al igual que en Back to future la resurrección de Jesús no es el final, sino el comienzo de una nueva historia.
Marcos 16:1-7 nos dice que:
Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungir el cuerpo de Jesús. El primer día de la semana muy temprano, en cuanto salió el sol, fueron al sepulcro. Y unas a otras se decían: «¿Quién nos quitará la piedra para entrar al sepulcro?» Pero, al llegar, vieron que la piedra ya había sido removida, a pesar de que era muy grande. Cuando entraron en el sepulcro, vieron que en el lado derecho estaba sentado un joven, vestido con una túnica blanca. Ellas se asustaron, pero el joven les dijo: «No se asusten. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. No está aquí. Ha resucitado. Miren el lugar donde lo pusieron.
Es importante recordar que estas mujeres fueron las que presenciaron la crucifixión de Jesús, y desde el viernes hasta el domingo en la mañana lo que pensaban era que el cuerpo de Jesús iba a estar allí. Su preocupación era quién les movería la piedra para ver a Jesús. Ante una situación que parecía el final de la historia, el joven les dice que la película no había terminado, sino que estaba por comenzar, porque Cristo había resucitado.
No hay duda que creer que alguien ha resucitado es difícil; yo nunca he visto a alguien resucitar, e imagino que ellas tampoco lo habían experimentado. Es por eso que cuando el joven les dice Jesús ha resucitado, les está invitando a creer algo que nunca antes habían creído. La resurrección de Jesús fue el evento que invitó a las mujeres a moverse de la incredulidad a la fe. El joven les invita a creer lo que fue el primer credo del cristianismo: Jesús resucitó, Jesús es el Señor. Fue una invitación a no solo creer en Jesús como su líder y maestro, sino como Dios. Y si Jesús era Dios, para Jesús y quiénes creyeran en Él todo sería posible; tal y como Jesús mismo dijo: “Para quien cree, todo es posible” (Marcos 9:23).
¿Cuántos de nosotros también luchamos con la incredulidad? ¿Cuántos tenemos dificultad para creer que lo imposible puede ser posible? ¿Realmente creemos? ¿O creemos que creemos? ¿Está nuestra vida dominada por el miedo o por la esperanza? ¿Creemos realmente que Jesús resucitó, y que así como Cristo resucitó, Dios puede hacer lo imposible posible? La resurrección es la invitación a que creamos que las películas no tienen que acabarse, sino que pueden tener una segunda parte, en donde Cristo puede hacer lo imposible posible, porque Jesús es el Señor.
El joven también les dice otras palabras: “Pero vayan ahora y digan a sus discípulos, y a Pedro, “Él va delante de ustedes a Galilea.” Allí lo verán, tal y como él les dijo.»”
El joven no solo les invita a la fe, sino que les anuncia que ha comenzado un nuevo movimiento. La resurrección fue el comienzo de una fe llamada cristianismo. Ahora ya no serían judías, sino judeo-cristianas. Esa fe que ahora tendrían en Jesús como Dios y Señor, iría acompañada de una misión: vayan y digan. Ya no se quedarían mirando la tumba para buscar el cuerpo, sino que eran llamadas a compartir con otras personas, y en este caso con los discípulos, que Cristo había resucitado, y que por consiguiente, era el Señor.
Ahora bien, el joven fue específico en decir que ese movimiento comenzaría en Galilea. ¿Por qué? Marcos 1:14-17 nos ayuda a entenderlo:
Después de que Juan fue encarcelado, Jesús fue a Galilea para proclamar el evangelio del reino de Dios. 15 Decía: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse, y crean en el evangelio!»16 Mientras Jesús caminaba junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés. Estaban echando la red al agua, porque eran pescadores. 17 Jesús les dijo: «Síganme, y yo haré de ustedes pescadores de hombres.»
Galilea había sido el lugar en donde Jesús había comenzado su ministerio, y en donde había reclutado a sus primeros discípulos. En el evangelio de Marcos la mayor parte de los milagros de Jesús ocurren en Galilea, al norte de Israel. No es hasta el final de su ministerio que Jesús se dirige hacia Jerusalén, al sur de Israel, para ser crucificado. ¿Por qué Jesús comenzó su ministerio allí? Entre muchas razones, porque Jesús era de Nazaret; esa era su casa. Jesús comenzó a predicar entre “los suyos”. Y por otro lado, los galileos eran “los del campo” en comparación con los judíos de Jerusalén que eran “los de la ciudad”. “Los del campo” eran visto como inferiores, y la gente se preguntaba si algo bueno podía salir de Nazaret (Juan 1:46).
El joven entonces le está diciendo a las mujeres, que así como Jesús había comenzado su ministerio en Galilea, ahora ellas también debían comenzar su misión en Galilea. Ir a Galilea representaba volver a su lugar de origen, su casa; volver a quiénes eran vistos como inferiores por otros. ¿Qué nos querrá decir esto a nosotros hoy? Que nuestra fe y misión comienzan en casa, y en los lugares que quizás hemos dado por perdidos: nuestra casa, comunidad, patria, matrimonio, hijos, trabajo, entre otros. ¿Cuál es tu Galilea? ¿Nuestra Galilea? ¿En dónde estás siendo invitado a creer y proclamar que Jesús es el Señor? ¿A quiénes hemos dado por perdidos?
Por último, Marcos nos dice que las mujeres “se espantaron, y temblando de miedo salieron corriendo del sepulcro. Y era tanto el miedo que tenían, que no le dijeron nada a nadie.” El consenso entre los biblistas es que el autor de este evangelio, Marcos, terminó su obra en el verso ocho. Todo lo que aparece después del verso ocho es también Palabra de Dios, pero no fue escrito por el autor original. ¿Por qué el autor termina de esta forma tan inesperada? Existen muchas razones, pero hay una que quiero resaltar. El autor quiso ser consistente con lo que hizo durante todo su evangelio: mostrar la humanidad (incapacidad) de los/as discípulos/as para cumplir la misión; pero que a pesar de esa humanidad, Jesús siempre continuó contando con ellos/as.
La evidencia nos dice que a pesar de la desorientación de las mujeres, en algún momento y de alguna forma lograron proclamar la resurrección de Jesús. Esta evidencia es simple: desde el primer siglo ha existido una comunidad de personas que se identifican como cristianos que afirman que Jesús resucitó y que es el Señor. No sabemos cómo, pero las mujeres lo lograron.
Las mujeres se parecen a nosotros, que no siempre creemos de la primera que Jesús es el Señor, y que una vez creemos se nos hace difícil cumplir con la misión de testificar entre los nuestros. Pero aun así Jesús nos sigue dando oportunidades para comenzar de nuevo.
VIDEO: https://www.youtube.com/watch?v=mxZ7YrhnvGs
Así como el papá ayudó a su hijo a comenzar de nuevo y terminar la carrera cuando el hijo pensaba que era el final, la resurrección de Jesús nos invita a creer que lo que vemos con nuestros ojos no es el final; la película no ha terminado, está por comenzar. Así como las mujeres, hoy somos invitados a cambiar nuestra incredulidad por fe, a testificar nuevamente entre los nuestros que quizás hemos dado por perdidos, y a comenzar de nuevo a pesar de nuestros errores. Dios nos sigue dando la oportunidad; nunca es tarde para creer y proclamar que Jesús es el Señor.
“De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo!”
2 Corintios 5:17