2 Samuel 11:1-6,14-15,26-27; 12:13-14
Hoy comenzamos una de las series que más reto me trae como pastor. Hablar de la familia nunca es fácil por varias razones. En primer lugar, el tema no es sencillo y hay que prepararse bien para hablar del tema. En segundo lugar, mi familia no es perfecta. Esta realidad de que mi familia no es perfecta en ocasiones me hace pensar dos veces si debo decir una u otra cosa. Sin embargo, mi familia no es la única imperfecta; todas lo son. Así que cuando abordamos el tema de la familia lo hacemos con humildad, pero también reconociendo que las familias se van construyendo poco a poco, por medio de procesos que nos hacen aprender y crecer.
Aunque las familias no son perfectas, sí puede haber familias más saludables que otras. Así como en la construcción de casas hay unas que son más fuertes y resistentes porque fueron mejor construidas y con mejores materiales, las familias pueden ser más fuertes y resistentes a la adversidad cuando son mejor construidas. Es por eso que en las próximas tres semanas hablaremos de cómo construir familias saludables, fuertes y resistentes a la adversidad.
Hoy, nuestro primer día, hablaremos de lo primero que hay que hacer para construir una casa fuerte y resistente: tener un buen fundamento o zapata. Sin un buen fundamento, la casa no resistirá por mucho tiempo, sino que se derrumbará ante los huracanes de la vida. Por medio de la historia de David y Betsabé, veremos que una familia con un buen fundamento, es una que se mira hacia adentro: se enfoca en sus fortalezas más que en sus debilidades, asume responsabilidad ante la adversidad y no se la pasa echando culpas a los demás.
2 Samuel 11 y 12 nos narra la historia en que se sacan los “trapos sucios” de David. Al contrario de otros eventos que resaltan las fortalezas de David, hoy vemos a un hombre que muy probablemente violó a una mujer y mató al esposo de ella. Un día David quiso estar con una mujer llamada Betsabé, que estaba casada con Urías. David se las ingenia para estar con la mujer y embarazarla. Luego también se las ingenia para matar a Urías y traer a Betsabé para su casa. Ante este pecado, David es confrontado por el profeta Natán, quién le dice el pecado cometido y las consecuencias del mismo.
Ante todo esto David hace algo bueno entre todo lo malo, y le dice a Natán: “Reconozco que he pecado contra el Señor”. David reconoció su error. Es importante notar este detalle, porque pudo no reconocer su error, y por el contrario echarle la culpa a Betsabé por estar bañándose cerca del palacio o culpar a alguien más. David pudo haberse enfocado en factores externos a él y no asumir responsabilidad por lo que hizo.
Una diferencia fundamental entre las familias saludables y las no saludables, es que las saludables asumen responsabilidad por sus acciones y enfrentan la adversidad; mientras que las no saludables no asumen responsabilidad por sus acciones y echan culpas. Para entender mejor la diferencia entre ambas familias, podemos decir que las familias saludables tienen un sistema inmunológico más fuerte que las familias no saludables. ¿Qué es el sistema inmunológico?
El sistema inmunológico es la defensa del cuerpo ante organismos infecciosos y otros invasores. El sistema inmunológico ataca a los organismos y sustancias que invaden los sistemas del cuerpo y causan las enfermedades. Un sistema inmunológico fuerte no necesariamente previene la enfermedad, pero sí puede combatirla con éxito. Un buen sistema inmunológico es el que usa todos los recursos internos disponibles (glóbulos blancos) para combatir la enfermedad.
En el caso de las familias es similar. Las familias saludables son las que no necesariamente previenen la adversidad, pero la combaten con éxito; lo que no sucede en las familias no saludables. ¿Cómo es que esto ocurre en las familias? ¿Cómo es que una familia puede llegar a tener un buen sistema inmunológico o uno débil? Empecemos con las familias no saludables. Cuando llega la adversidad, las familias no saludables comienzan a poner su atención en la crisis, más que en los recursos internos que tienen para enfrentarla; no miran hacia adentro para ver sus fortalezas, sino hacia afuera para ver la enfermedad.
Las familias no saludables tienen un pobre sistema inmunológico porque antes de “hacerse cargo” de la crisis, comienzan a echar culpas a los demás por la misma, y son incapaces de poner “la casa en orden”. Estas son las familias que cuando llega la crisis usan más el “tu” que el “yo”, porque prefieren buscar un culpable, antes de asumir responsabilidad. Son las familias que no enfrentan sus crisis de frente, sino que las evitan para no tener que reconocer errores. Son familias que les gusta distraerse con muchos asuntos, menos con los asuntos verdaderamente importantes. ¿Cuál es el problema con que una familia se la pase buscando culpables, más que asumir responsabilidad? Que mientras hacen eso, minimizan las capacidades que tienen para enfrentar la crisis. En palabra sencillas, se subestiman a sí mismas.
Le doy algunos ejemplos de familias con sistema inmunológicos débiles. Tenemos a los padres que no permiten que sus hijos/as sean corregidos/as por sus familiares y maestros/as porque sus hijos/as son casi perfectos/as. Estas son familias sobreprotectoras que no se miran hacia adentro, que no miran la conducta de sus hijos/as. El resultado de esto es que cuando sus hijos/as cometen un error, todas las personas alrededor de sus hijos/as son los culpables de la mala conducta de sus hijos/as. No reconocen que ellos mismos son el problema porque no permiten que su hijos/as sea corregidos/as.
Tenemos a las familias que cuando llega las crisis, antes de sentarse a dialogar y ver cómo pueden enfrentarla, ya hicieron una cita en el psicólogo y compraron todos los libros de autoayuda existentes. Aunque la ayuda de un profesional de la salud mental es un recurso muy valioso, los mismos no son los que toman decisiones por nosotros/as. Estas son las familias que se pasan buscando soluciones rápidas a problemas complejos y quieren que factores externos a ellas mismas (profesionales, libros, eventos) le resuelvan sus crisis. Son familias que no miran hacia adentro para ver todos los recursos internos que ya tienen para enfrentar la adversidad. Estas son las familias que crean codependencia con los profesionales, porque creen que el profesional será la solución a todos sus problemas. Además, son las familias que rechazan a aquellos profesionales que les confrontan con la realidad de que deben mirar hacia adentro, reconocer sus errores y asumir responsabilidad por sus vidas.
También tenemos a los matrimonios que cuando le llega la crisis, en vez de mirar hacia adentro e identificar cómo cada una de las partes ha contribuido a la crisis, se echan la culpa el uno al otro; o comienzan a culpar al trabajo, los suegros, los hijos o hasta la misma iglesia. Un ejemplo concreto es la historia de una pareja que demandó a un cuido porque su hija estaba teniendo pesadillas luego de haber visto una película en el cuido, sin prestar atención a que ellos habían dado la autorización y que era responsabilidad de ellos primero saber cómo era la película.
En resumen, las familias no saludables no tienen en perspectiva que la crisis le llega a todas las familias, y que más que estar poniendo la atención en la crisis, hay que mirarse hacia adentro, tal y como hacen las familias saludables: se enfocan en sus fortalezas más que en sus debilidades, asumen responsabilidad ante la adversidad y no se la pasan echando culpas a los demás. Son familias que aceptan que las crisis llegan, y que no se resolverán a menos que sean proactivos/as y hagan algo para cambiar las circunstancias. Son familias que se organizan y preparan para enfrentar la adversidad.
Visto de otra forma, las familias saludables no se ven a sí mismas como “víctimas” que ponen su atención en el pasado para lamentarse y echar culpas, sino que se enfocan en el presente (aceptando la realidad y asumiendo responsabilidad por sus errores) y en el futuro (buscando soluciones). Son familias que saben que asumir el rol de “víctima” no lleva a la solución, sino al estancamiento.
Eso fue lo que Jesús enseñó en la parábola de los talentos en Mateo 25:14-30. Un señor les pide a tres personas que administren parte de su dinero. Todos tenían algo, aunque en diferentes cantidades. Dos de ellos miraron lo que tenían, lo invirtieron, y ganaron más. Sin embargo, hubo uno que puso su atención en que el Señor era duro y exigente, y no en lo que tenía en las manos para invertir. El resultado fue que por estar enfocado en lo externo, no hizo nada con el dinero y le echó la culpa al Señor por su error; y el señor le llamó siervo inútil. Las familias saludables son las que miran las pocas o muchas capacidades que tienen y las usan para enfrentar la vida, en vez de estar echando culpas a los demás. Son familias que creen lo que dice 2 Timoteo 1:7: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.»
Tener salud como familia no es carecer totalmente de crisis, sino creer que tenemos los recursos internos para enfrentarla. Creer que Dios nos ha dado el poder. Una casa fuerte es una que tiene un buen fundamento, una buena zapata, un sistema inmunológico fuerte. Una casa fuerte es la que mira hacia adentro y asume responsabilidad.
¿Qué circunstancias de nuestra vida familiar necesitamos asumir responsabilidad y dejar de echar culpas?
Me parece una postura muy cierta!!! Le felicito por educar a la congregación. El reconocimiento y responsabilidad de nuestros actos ante las situaciones es de valientes, nos mueve. La culpa paraliza y crea nuevas fricciones entre los integrantes en este caso los de una familia.