Lucas 17:11-19
La madurez en la jornada cristiana puede definirse de muchas maneras, pero una de ellas es el balance que existe entre recibir y dar. La fe cristiana es una experiencia continua de encuentro con Dios que debe dar como resultado una experiencia de servicio a los demás. Los metodistas le llamamos a esto el balance entre la santidad personal (encuentro con Dios) y la santidad social (encuentro con nuestro prójimo). Dar por gracia, lo que por gracia hemos recibido. La realidad es que este balance no siempre se consigue, y por lo tanto, es importante ser intencionales en alcanzarlo.
Existe una disciplina que nos sirve muchísimo en nuestro deseo de alcanzar la madurez o balance entre recibir y dar: la gratitud. La gratitud es la experiencia de reconocer las bendiciones con las que contamos en nuestra vida. Es un acercamiento a la vida en el que nos enfocamos en ver el vaso medio lleno y dar gracias a Dios por lo que tenemos. No se trata de ignorar aquello que carecemos, sino de enfocarnos en todo lo bueno. Por eso cantamos ese himno que dice: “Cuando pienso en lo que has hecho en mi vida…”. Esa es la actitud que demuestra el salmista cuando dice:
Bendice, alma mía, a Jehová,
Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
4 El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias;
5 El que sacia de bien tu boca
De modo que te rejuvenezcas como el águila.
Cada ves que veo este templo, doy gracias por las decenas de personas que aportaron su tiempo, talentos y sobre $100,000 para su reconstrucción. Cuando pienso en el doctorado que estoy culminando no puedo olvidar cómo personas aportaron para cubrir los $30,000 que costó el mismo. Al recordar lo que Dios ha provisto tanto para nuestra iglesia como para mi vida, siento un deseo profundo de dar a los demás de la misma forma en que Dios nos ha dado. La gratitud reconoce que lo que tenemos ha sido un regalo de Dios, y que de la misma forma en que fuimos bendecidos con estos regalos, podemos ser instrumentos de Dios para que otros también los experimenten.
La gratitud puede verse en aquel niño que nos dice Juan 6:9, “Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?”, que decidió dar lo que tenía para que una multitud fuera alimentada, dando paso así al milagro de la multiplicación de los panes y peces. Este niño dio a los demás porque muy probablemente se enfocó en lo que tenía, aunque fuera poco. La gratitud nos lleva a reconocer que de la misma forma en que Dios ha sido bueno y generoso con nosotros, lo va a ser en el futuro, y por tanto me puedo desprender de lo que tengo para bendecir a otros con la confianza de que Dios proveerá. El corazón agradecido da porque sabe que dar tendrá como resultado tres cosas:
Primero: trae paz al corazón, al contrario de acumular, que refleja miedo y desconfianza en la provisión de Dios. Lucas 12 nos dice:
16 Luego les contó una historia: «Un hombre rico tenía un campo fértil que producía buenas cosechas. 17 Se dijo a sí mismo: “¿Qué debo hacer? No tengo lugar para almacenar todas mis cosechas”. 18 Entonces pensó: “Ya sé. Tiraré abajo mis graneros y construiré unos más grandes. Así tendré lugar suficiente para almacenar todo mi trigo y mis otros bienes. 19 Luego me pondré cómodo y me diré a mí mismo: ‘Amigo mío, tienes almacenado para muchos años. ¡Relájate! ¡Come y bebe y diviértete!’”. 20 »Pero Dios le dijo: “¡Necio! Vas a morir esta misma noche. ¿Y quién se quedará con todo aquello por lo que has trabajado?”. 21 »Así es, el que almacena riquezas terrenales pero no es rico en su relación con Dios es un necio».
Acumular en exceso, según Jesús, es un acto que demuestra miedo y desconfianza en la provisión de Dios; y uno en el que ponemos nuestra seguridad en las riquezas, aunque terminemos perdiéndolas y desaprovechando oportunidades para servir. Acumular en exceso impide que un ser humano “sea rico en su relación con Dios”, es decir, que disfrute de la paz que viene al saber que Dios proveerá mientras sirve a los demás. Por eso Jesús continúa diciendo en Lucas 12:
22 Luego, dirigiéndose a sus discípulos, dijo: «Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento para comer o suficiente ropa para vestirse. 23 Pues la vida es más que la comida, y el cuerpo es más que la ropa. 24 Miren los cuervos. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque Dios los alimenta. ¡Y ustedes son para él mucho más valiosos que cualquier pájaro! 25 ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida? 26 Y, si por mucho preocuparse no se logra algo tan pequeño como eso, ¿de qué sirve preocuparse por cosas más grandes? 27 »Miren cómo crecen los lirios. No trabajan ni cosen su ropa; sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. 28 Y, si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe? 29 »No se inquieten por lo que van a comer o lo que van a beber. No se preocupen por esas cosas. 30 Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos en todo el mundo, pero su Padre ya conoce sus necesidades.
Segundo: dar nos permite compartir lo que tenemos con personas en necesidad, nos da la oportunidad de darle trascendencia y propósito a nuestra vida. Por eso Jesús continúa diciendo en Lucas 12:
31 Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás, y él les dará todo lo que necesiten. 32 »Así que no se preocupe, pequeño rebaño. Pues al Padre le da mucha felicidad entregarles el reino. 33 »Vendan sus posesiones y den a los que pasan necesidad. ¡Eso almacenará tesoros para ustedes en el cielo! Y las bolsas celestiales nunca se ponen viejas ni se agujerean. El tesoro de ustedes estará seguro; ningún ladrón podrá robarlo y ninguna polilla, destruirlo. 34 Donde esté su tesoro, allí estarán también los deseos de su corazón.
Tercero: dar permite que otras personas experimenten también la gratitud, creando así una cadena sin fin. 2 Corintios 9:12-15 dice:
Entonces dos cosas buenas resultarán del ministerio de dar: se satisfarán las necesidades de los creyentes de Jerusalén y ellos expresarán con alegría su agradecimiento a Dios. Como resultado del ministerio de ustedes, ellos darán la gloria a Dios. Pues la generosidad de ustedes tanto hacia ellos como a todos los creyentes demostrará que son obedientes a la Buena Noticia de Cristo. 14 Y ellos orarán por ustedes con un profundo cariño debido a la desbordante gracia que Dios les ha dado a ustedes. 15 ¡Gracias a Dios por este don que es tan maravilloso que no puede describirse con palabras!
Durante esta pandemia, personas me han preguntado si deberían diezmar debido a la crisis económica y pérdidas de empleo, entre otras cosas. Mi respuesta a esta pregunta es otra pregunta: ¿No será el ofrendar y diezmar una oportunidad para…agradecer a Dios por lo que tenemos aun en una crisis? ¿…confiar en su continúa provisión? ¿…recolectar dinero para ayudar a los que tienen más necesidad? ¿…provocar una cadena de agradecimiento y alabanza de manera que las personas den gloria a Dios por una iglesia que no ha permitido que la pandemia detenga su misión de construir el reino de Dios en nuestra comunidad? La iglesia continúa diezmando porque es una disciplina espiritual que nos da la oportunidad de establecer prioridades, darle lo mejor a Dios y experimentar plenitud de vida al depender de Dios y confiar en su provisión mientras servimos a los demás.
¿Duele diezmar? Sí, duele. Si el diezmo no es un sacrificio que duela, no está cumpliendo su propósito de confiar que podemos ser generosos y no acumular porque Dios siempre proveerá. Si no hay una experiencia de total dependencia de Dios, el diezmo no tiene sentido. También me preguntan por qué tenemos que dar el 10% de nuestros ingresos. Primero, le contesto que nada es obligado. La tradición bíblica así lo presenta en el Antiguo Testamento, pero Jesús nos invitó a superarlo cuando fuera necesario para servir a los demás y experimentar total dependencia en Dios.
¿Cómo puedo hacer para diezmar? Prepara un presupuesto personal y familiar, y establece lo que sería el 10% de tus ingresos. Si no puedes dar esa cantidad, comienza con un porciento menor hasta llegar a la meta del 10%. Aquellos que ya damos frecuentemente, les invito a pensar en la posibilidad de aumentar sus aportaciones de manera que reflejen sus ingresos actuales.
En resumen, ¿por qué diezmar? Muyiwa Benralph dijo lo siguiente en la meditación de El Aposento Alto para el sábado 29 de agosto:
El exceso que gozamos es la porción que pertenece al prójimo, puesto en nuestras manos por Dios. Demos con amor.
Lucas 17 nos dice que:
Mientras Jesús seguía camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y Samaria. 12 Al entrar en una aldea, diez leprosos se quedaron a la distancia, 13 gritando: —¡Jesús! ¡Maestro! ¡Ten compasión de nosotros! 14 Jesús los miró y dijo: —Vayan y preséntense a los sacerdotes.[b] Y, mientras ellos iban, quedaron limpios de la lepra. 15 Uno de ellos, cuando vio que estaba sano, volvió a Jesús, y exclamó: «¡Alaben a Dios!». 16 Y cayó al suelo, a los pies de Jesús, y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano. 17 Jesús preguntó: «¿No sané a diez hombres? ¿Dónde están los otros nueve? 18 ¿Ninguno volvió para darle gloria a Dios excepto este extranjero?». 19 Y Jesús le dijo al hombre: «Levántate y sigue tu camino. Tu fe te ha sanado[c]».
¿Por qué diezmar? Porque es una forma de ser agradecidos a Dios por sus bendiciones. Hoy culminamos nuestra serie La mochila: revisando lo esencial para el camino, y te invito a que en la misma haya más agradecimiento y menos olvido.
Cuando pienso lo que has hecho en mi vida, las grandezas que Tú haces cada día, yo me postro humillado ante ti mi Salvador, te alabo Dios, te adoro Dios.
Alzo mis manos para darte la gloria y ofrecerte mi vida Señor en sacrificio a ti.