Apocalipsis 2:8-11
¿Cuántos recuerdan un anuncio del gobierno invitando a la población a conservar el encanto de la isla de Puerto Rico? Ese anuncio decía: No lo dejes caer boricua, conserva su encanto. Al día de hoy este anuncio se ha quedado en mi mente, y ha sido el “pie forzao” para la predicación del día de hoy: ¡No lo dejes caer! Hoy, al estudiar el libro de Apocalipsis, seremos invitamos a la fidelidad y perseverancia en nuestra fe cristiana. Apocalipsis nos recordará que hay cosas pasajeras y cosas eternas en la vida, y que somos llamados a escoger las eternas.
Apocalipsis es una carta dirigida a la iglesia del primer siglo. El contexto de vida de esta iglesia era uno complejo: era tentada todos los días a adorar al emperador y abandonar su fe cristiana. Ante esta tentación, el autor de Apocalipsis les recuerda que Cristo era el único que merecía su adoración, y que debían mostrar fidelidad ante las fuerzas del mal. Si resistían y eran fieles, disfrutarían de vida eterna. El mensaje de Apocalipsis para la iglesia del primero siglo se puede resumir de la siguiente manera: Resiste, porque al final de todo, Cristo vendrá y reinará otra vez sobre la tierra. El saber que Cristo regresaría, vencería y reinaría, les consoló y motivó a la fidelidad.
El texto de hoy precisamente resume el mensaje central del libro de Apocalipsis. Este texto es parte de las siete cartas que el autor de Apocalipsis dirige a siete iglesias, señalando cosas positivas y negativas de cada una de ellas. Aunque estaban dirigidas a iglesias en particular, su mensaje era para todas las iglesias, o mejor dicho, para toda la iglesia cristiana. Hoy veremos el mensaje para la iglesia de Esmirna:
«Escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: Así dice el primero y el último, el que estuvo muerto y ha vuelto a vivir: »Yo conozco tus obras, tus sufrimientos, y tu pobreza (aunque en realidad eres rico). Sé cómo te calumnian los que dicen ser judíos, pero que en realidad no son sino una sinagoga de Satanás. 10 No tengas miedo de lo que vas a sufrir, pues el diablo pondrá a prueba a algunos de ustedes y los echará en la cárcel, y allí tendrán que sufrir durante diez días. Tú sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. 11 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: El que salga vencedor, no sufrirá el daño de la segunda muerte.» Apocalipsis 2:8-11
Tal y como mencioné, esta carta a Esmirna contiene lo que pudiera ser un resumen del libro de Apocalipsis: “Tú sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” Es interesante que esta invitación a la perseverancia y fidelidad a Dios viene luego de que Juan le dice a la iglesia que tendrá que pasar por el sufrimiento, pero que a pesar del sufrimiento, había que ser fieles a Jesús como Señor. En particular, Juan dice que este sufrimiento será durante diez días. ¿Por qué diez días? ¿Qué significan estos diez días?
Para entender el significado de los diez días, es importante recordar la forma en que se escribe el libro de Apocalipsis. Apocalipsis utiliza imágenes, metáforas y símbolos para enviar un mensaje; por lo que no tiene la intención de ser interpretado de forma literal, sino de forma simbólica. Uno de esos símbolos son los números. A lo largo de la Biblia hay números que simbolizan plenitud o completo (3, 4, 7, 12). Todos aquellos números que no sean 3, 4, 7 o 12 simbolizan aquello que no es completo. Por ejemplo, el número diez representa un tiempo largo, pero incompleto o pasajero. Por eso Apocalipsis también habla de mil años (múltiplos de diez), como un símbolo de un tiempo largo, pero que tendrá un fin.
Ese es el caso del verso diez que dice “y allí tendrán que sufrir durante diez días”. Lo que el autor quiere decir es que tendrán un tiempo largo de sufrimiento, pero que el mismo será pasajero o que tendrá un fin. El sufrimiento no será eterno. Sin embargo, lo que sí es eterno para el autor es la corona de la vida o la vida eterna que viene como consecuencia de la gracia de Dios y la fidelidad hasta la muerte.
En pocas palabras, el autor está comparando dos elementos: el sufrimiento y la corona de la vida. El sufrimiento es pasajero mientras que la corona de la vida es eterna. Ante esta realidad, Juan invita a la iglesia a perseverar diciéndole que pusieran su mirada en lo eterno y no lo pasajero. La iglesia podía dejar de sufrir si quería, adorando al emperador; y se librarían de un sufrimiento pasajero. Sin embargo, el costo sería que perderían la corona de la vida; algo que era eterno. Juan entonces invita a la iglesia a no claudicar ante el emperador, a perseverar hasta el final. Jesucristo era el Señor.
La invitación de Juan es una muy parecida a la que se nos presenta en el libro de Colosenses 3:1-3: “Puesto que ustedes ya han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios.2 Pongan la mira en las cosas del cielo, y no en las de la tierra.3 Porque ustedes ya han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios.”
Les pregunto, ¿cuántas veces somos tentados a poner nuestra atención en asuntos pasajeros con el riesgo de perder cosas que son eternas? ¿Cuántas veces dejamos de buscar las cosas de arriba por buscar las de la tierra? ¿Cuántas veces sacrificamos lo eterno por obtener lo pasajero?
La realidad es que nadie en esta vida es capaz de mantener su mirada en las cosas del cielo en todo momento. Nadie puede ser fiel a Jesús de forma perfecta. Todos/as nos desenfocamos en algún momento, perdemos de perspectiva lo que verdaderamente es importante. Yo lucho cada semana por perseverar en mis disciplinas espirituales, y la realidad es que no siempre logro perseverar como quisiera. Perseverar y ser fieles a Jesús es un asunto de toda la vida, y cuando más creemos que estamos enfocados, nos damos cuenta que no lo estamos.
Debido a nuestra humanidad, e incapacidad para mantenernos firmes y fieles a Jesús todo el tiempo, lo más importante es reconocer la necesidad que tenemos de que el Espíritu Santo nos ayude a perseverar. Necesitamos reconocer que es el Espíritu Santo quien produce en nosotros/as el fruto del Espíritu que se menciona en Gálatas 5:22-23: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”. Necesitamos recordar lo que nos dice Filipenses 2:13 “porque Dios es el que produce en ustedes lo mismo el querer como el hacer, por su buena voluntad.” En pocas palabras, necesitamos del Espíritu Santo para perseverar.
Hace unos años atrás, dialogando con el liderato de la iglesia, establecimos que todo miembro de nuestra iglesia debe comprometerse con seis cosas: orar, adorar, madurar, servir, diezmar e invitar. Bajo ninguna circunstancia la meta de este compromiso era ni será crear una carga en nuestros miembros. La meta de este compromiso es recordarles que estas disciplinas espirituales son medios para encontrarnos con Dios; que al encontrarnos con Dios producimos el fruto del Espíritu; y que ese fruto del Espíritu será el que nos ayudará a perseverar y ser fieles a Jesús. Veamos cómo cada disciplina nos ayuda a encontrarnos con Dios.
La oración nos mantiene comunicados con Dios. Es la vía principal para recibir dirección y descanso de parte de Dios. Por medio de la oración le decimos al Padre: “si quieres, haz que pase de mí esta copa; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” Lucas 22:42.
El estudio de la Biblia nos expone a la fuente primaria de transformación de los/as seguidores/as de Jesús. La Biblia es “viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Hebreos 4:12.
Cuando nos congregamos afirmamos nuestra identidad como hijos/as de Dios por medio de la adoración, nos motivamos, nos consolamos, aprendemos unos de otros, maduramos y escuchamos la Palabra de Dios que aumenta nuestra fe como dice Romanos 10:17: “la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de Dios.”
El servicio nos permite ser más como Jesús, que no giró su vida alrededor de sí mismo, sino del servicio a los demás. El servicio nos permite salir del egoísmo e imitar “al Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” Mateo 20:28.
Cuando diezmamos somos transformados en la medida en que nos libera del apego al dinero, que muy fácilmente puede convertirse en un dios. Además, nos permite darle a nuestro dinero un propósito mucho más eterno: atender las necesidades de otras personas. Esto fue lo que Jesús quiso decir cuando nos invitó a hacer tesoros en el cielo: “No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corroen, y donde los ladrones minan y hurtan. 20 Por el contrario, acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corroen, y donde los ladrones no minan ni hurtan.” Mateo 6:19-20
Por último, testificar de Cristo e invitar a otras personas a nuestra iglesia es la oportunidad para poner nuestra mirada en lo grande que es Dios, en vez de poner nuestra mirada en lo que nos falta. Testificar es la oportunidad para impactar vidas en la medida en que pensamos “en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello.” Filipenses 4:8.
Esta semana me sentía cansado mientras tomaba una taza de café en la mañana del miércoles. Cerré mis ojos por unos segundos y cuando los abro me encuentro con la taza de café que me habla y me dice: sigue caminando (ver foto). Jesús dijo “Nadie que mire hacia atrás, después de poner la mano en el arado, es apto para el reino de Dios.” Lucas 9:62
Nadie puede perseverar de forma perfecta, todos/as fallamos. Lo importante es enfocarnos nuevamente, volver a tener disciplina espiritual y permitir que el Espíritu Santo nos ayude a mantener nuestra mirada en las cosas de arriba y a ser fieles hasta la muerte. Lo eterno siempre es mejor que lo pasajero. No lo dejes caer, se fiel hasta la muerte.
Excelente…