Juan 1:1-14
¿Cuántos tenemos miedo a la oscuridad? ¿Cuántos todavía prendemos alguna luz en la noche para ir a la cocina? ¿Cuántos duermen con alguna luz en el cuarto? La oscuridad ha sido asociada con la maldad a través de muchas tradiciones religiosas y culturas. Al día de hoy, la oscuridad todavía nos provoca miedo. Pero no solo la oscuridad del pasillo de nuestra casa, de la cocina o el cuarto; sino la oscuridad que vemos a través de las noticias alrededor del mundo: guerras, hambre, asesinatos, injusticias, pobreza…Cuando vemos estos representantes de la oscuridad, el miedo nos ataca y nos preguntamos si verdaderamente la luz podrá resplandecer en medio de las tinieblas.
Esas mismas preguntas se las hacían las personas que vivían en la época de Jesús. Las dificultades económicas, las guerras, el hambre, las injusticias y la pobreza eran la orden del día para la época de José y María, padres de Jesús. Estas personas esperaban por un mesías que trajera la luz en medio de la oscuridad; que trajera paz, justicia y prosperidad. Esas profecías estaban en la mente del pueblo judío porque Isaías había dicho «Pues ahora el Señor mismo les dará una señal: La joven concebirá, y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel» (7:14) y “Porque un niño nos ha nacido, ¡un hijo nos ha sido concedido! Sobre sus hombros llevará el principado, y su nombre será «Consejero admirable», «Dios fuerte», «Padre Eterno» y «Príncipe de paz»” (9:6). Esperaban por alguien que les ayudara a creer que la oscuridad no tendría la última palabra.
Aunque no fue de la forma en que lo esperaban, “la luz que resplandece en las tinieblas” hizo su entrada al mundo. Juan 1:9 nos dice «La Palabra, la luz verdadera, la que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”. En un pesebre de Belén nació la esperanza de un pueblo. En medio de la oscuridad, Dios decidió amar al mundo, dando a su Hijo unigénito, para que todo aquel que creyera no se perdiera, sino que tuviera vida eterna. En medio de la oscuridad y la desesperanza hubo un acto de solidaridad, de compasión y misericordia del Padre celestial para que el mundo entero no tuviera duda de que la última palabra la tendría la luz y no la oscuridad.
¿Y qué hizo esta luz a su llegada? Sencillamente, alumbró y transformó el miedo en paz. A María, la madre de Jesús, la alumbró desde que el ángel fue a visitarla para anunciarle el nacimiento de Jesús, transformando su miedo en y paz. Evidencia de esto es que María le dice al ángel “Yo soy la sierva del Señor. ¡Cúmplase en mí lo que has dicho!” Lucas 1:38. A José le transformó su miedo en paz cuando el ángel le invitó a no dejar a María en un momento en que podía ser culpada por infidelidad y asesinada. Evidencia es que José “hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a su mujer” Mateo 1:24. A los pastores que fueron los primeros en presenciar el nacimiento de Jesús, les transformó el miedo en paz cuando los ángeles les dijeron “No teman, que les traigo una buena noticia, que será para todo el pueblo motivo de mucha alegría. 11 Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Esto les servirá de señal: Hallarán al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” Lucas 2:10-11.
El nacimiento de Jesús es el evento magno del cristianismo, junto con el evento de la
resurrección, que nos recuerda que cuando Cristo llega a la vida del ser humano, todo miedo es reemplazado por paz. Es el evento que nos recuerda que Cristo es real y que transforma la vida del ser humano, al igual que transformó a María, José y los pastores. Es el evento que nos recuerda que cuando nuestro corazón se angustia y llena de miedo por la oscuridad que nos rodea, debemos dejar que la luz de Cristo transforme nuestro miedo en paz. Es el evento que nos recuerda que podemos tener esperanza porque “La luz (Cristo) resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.”
¿Cuál es la oscuridad que te llena de miedo? ¿Cuál es la oscuridad que nos llena de miedo como país? ¿Cuál es la oscuridad que nos llena de miedo como planeta? Hoy, día en que celebramos la Navidad, necesitamos dejar que la luz de Cristo transforme nuestro miedo en paz. Pero no solo eso, necesitamos ser luz en la oscuridad. Así como estas velas, necesitamos llenarnos de la luz de Cristo y ser instrumentos para que la oscuridad no prevalezca. Hay que ser instrumentos para que no haya guerras, hambre, asesinatos, injusticias y pobreza en nuestro mundo. La luz de Cristo nació en un pesebre, pero ahora nosotros/as somos el pesebre ambulante de Jesús que alumbra y transforma a quienes viven en miedo. En el pesebre nació la esperanza, pero ahora vive en nosotros/as.
uchas tradiciones religiosas y culturas. Al día de hoy, la oscuridad todavía nos provoca miedo. Pero no solo la oscuridad del pasillo de nuestra casa, de la cocina o el cuarto; sino la oscuridad que vemos a través de las noticias alrededor del mundo: guerras, hambre, asesinatos, injusticias, pobreza…Cuando vemos estos representantes de la oscuridad, el miedo nos ataca y nos preguntamos si verdaderamente la luz podrá resplandecer en medio de las tinieblas.
Esas mismas preguntas se las hacían las personas que vivían en la época de Jesús. Las dificultades económicas, las guerras, el hambre, las injusticias y la pobreza eran la orden del día para la época de José y María, padres de Jesús. Estas personas esperaban por un mesías que trajera la luz en medio de la oscuridad; que trajera paz, justicia y prosperidad. Esas profecías estaban en la mente del pueblo judío porque Isaías había dicho «Pues ahora el Señor mismo les dará una señal: La joven concebirá, y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel» (7:14) y “Porque un niño nos ha nacido, ¡un hijo nos ha sido concedido! Sobre sus hombros llevará el principado, y su nombre será «Consejero admirable», «Dios fuerte», «Padre Eterno» y «Príncipe de paz»” (9:6). Esperaban por alguien que les ayudara a creer que la oscuridad no tendría la última palabra.
Aunque no fue de la forma en que lo esperaban, “la luz que resplandece en las tinieblas” hizo su entrada al mundo. Juan 1:9 nos dice «La Palabra, la luz verdadera, la que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”. En un pesebre de Belén nació la esperanza de un pueblo. En medio de la oscuridad, Dios decidió amar al mundo, dando a su Hijo unigénito, para que todo aquel que creyera no se perdiera, sino que tuviera vida eterna. En medio de la oscuridad y la desesperanza hubo un acto de solidaridad, de compasión y misericordia del Padre celestial para que el mundo entero no tuviera duda de que la última palabra la tendría la luz y no la oscuridad.
¿Y qué hizo esta luz a su llegada? Sencillamente, alumbró y transformó el miedo en paz. A María, la madre de Jesús, la alumbró desde que el ángel fue a visitarla para anunciarle el nacimiento de Jesús, transformando su miedo en y paz. Evidencia de esto es que María le dice al ángel “Yo soy la sierva del Señor. ¡Cúmplase en mí lo que has dicho!” Lucas 1:38. A José le transformó su miedo en paz cuando el ángel le invitó a no dejar a María en un momento en que podía ser culpada por infidelidad y asesinada. Evidencia es que José “hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a su mujer” Mateo 1:24. A los pastores que fueron los primeros en presenciar el nacimiento de Jesús, les transformó el miedo en paz cuando los ángeles les dijeron “No teman, que les traigo una buena noticia, que será para todo el pueblo motivo de mucha alegría. 11 Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Esto les servirá de señal: Hallarán al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” Lucas 2:10-11.
El nacimiento de Jesús es el evento magno del cristianismo, junto con el evento de la
resurrección, que nos recuerda que cuando Cristo llega a la vida del ser humano, todo miedo es reemplazado por paz. Es el evento que nos recuerda que Cristo es real y que transforma la vida del ser humano, al igual que transformó a María, José y los pastores. Es el evento que nos recuerda que cuando nuestro corazón se angustia y llena de miedo por la oscuridad que nos rodea, debemos dejar que la luz de Cristo transforme nuestro miedo en paz. Es el evento que nos recuerda que podemos tener esperanza porque “La luz (Cristo) resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.”
¿Cuál es la oscuridad que te llena de miedo? ¿Cuál es la oscuridad que nos llena de miedo como país? ¿Cuál es la oscuridad que nos llena de miedo como planeta? Hoy, día en que celebramos la Navidad, necesitamos dejar que la luz de Cristo transforme nuestro miedo en paz. Pero no solo eso, necesitamos ser luz en la oscuridad. Así como estas velas, necesitamos llenarnos de la luz de Cristo y ser instrumentos para que la oscuridad no prevalezca. Hay que ser instrumentos para que no haya guerras, hambre, asesinatos, injusticias y pobreza en nuestro mundo. La luz de Cristo nació en un pesebre, pero ahora nosotros/as somos el pesebre ambulante de Jesús que alumbra y transforma a quienes viven en miedo. En el pesebre nació la esperanza, pero ahora vive en nosotros/as.