SOMOS FELICES
Mateo 5:1-12
Continuamos con nuestra serie SOMOS en la que buscamos redescubrir la identidad de la iglesia según el evangelio de Mateo. Hoy, iremos nuevamente al Sermón del Monte, en lo que conocemos como las Bienaventuranzas; momento en que Jesús describe como felices a quiénes le siguen. ¿Por qué Jesús escogió la palabra “felices”? ¿Qué significa ser feliz? ¿Podemos ser felices quiénes seguimos a Jesús a pesar de los sufrimientos de la vida?
Las bienaventuranzas comienzan en Mateo 5:3 y las mismas comienzan con la palabra griega makarios, la cual significa bienaventurados, bendecidos o afortunados. Susan Hylen, profesora de Nuevo Testamento de la Universidad de Emory en Atlanta dice que la mejor palabra para traducir makarios es “felices”.[i] Al escuchar esta palabra es muy probable que venga a nuestra mente la pregunta si la felicidad a la que se refirió Jesús es la misma a la que nosotros nos referimos. Usualmente la felicidad se define como una serie de emociones positivas que experimentamos cuando algo bueno ocurre. Definimos la felicidad como algo que nos llega de afuera hacia adentro, principalmente por factores externos de los cuales no tenemos control. Por ejemplo, “estoy feliz porque hoy hace sol”. Aunque esa felicidad no tiene nada de malo, no necesariamente esa es la verdadera definición de felicidad.
Sonja Lyubomirsky, profesora de la Universidad de Berkeley en California, se ha dedicado a estudiar lo que es la felicidad. Ella la define de la siguiente manera: “la experiencia de gozo, contentamiento o bienestar, combinada con saber que la vida es buena, tiene propósito y vale la pena.”[ii] Según esta definición, la felicidad tiene dos componentes principales: emociones positivas y un sentido de satisfacción con la vida. En sus estudios, ha comparado cómo la gente define felicidad en Rusia y en Estados Unidos[iii], y el resultado ha sido que en Estados Unidos la gente define felicidad de forma más concreta: divertirse, familia, dinero y éxito, mientras que en Rusia la definen como salvación espiritual, un mundo de belleza y paz y la sana convivencia entre las personas. ¿Cómo la definiríamos nosotros?
Jesús definió la felicidad en los versos 3 al 12 y nos dice (Biblia del Peregrino):
3Felices los pobres de corazón,
porque el reino de los cielos les pertenece.
4Felices los afligidos,
porque serán consolados.
5Felices los desposeídos,
porque heredarán la tierra.
6Felices los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
7Felices los misericordiosos,
porque serán tratados con misericordia.
8Felices los limpios de corazón,
porque verán a Dios.
9Felices los que trabajan por la paz,
porque se llamarán hijos de Dios.
10Felices los perseguidos por causa del bien,
porque el reino de los cielos les pertenece.
11Felices ustedes cuando los injurien, los persigan y los calumnien de todo por mi causa. 12Alégrense y estén contentos pues la paga que les espera en el cielo es abundante. De ese mismo modo persiguieron a los profetas anteriores a ustedes.
Para simplificar nuestro análisis, dividiré estos versos en dos partes. En los versos 3 al 6 Jesús define la felicidad como una experiencia de dependencia en Dios y sus promesas. Jesús comienza afirmando que felices son los pobres de espíritu (v.3) y los afligidos (v.4). Algunos afirman que estas expresiones son muy parecidas y se refiere a que quiénes tienen desgarrado el corazón por el sufrimiento y han experimentado la impotencia y la aflicción de la vida son a quiénes el reino de Dios les pertenece y quiénes serán consolados.
Es interesante que el presente y el futuro se mezclan en esta definición de felicidad. El reino de los cielos les pertenece aquí y ahora, pero serán consolados en el futuro. Así es que funciona precisamente el reino de los cielos: un ya pero todavía no. La felicidad es entonces la experiencia de esperar en Dios en medio de la aflicción y disfrutar el poder, gozo, esperanza y paz de Dios que nos llena y transforma aquí y ahora cuando entregamos nuestra vida a Cristo, pero reconociendo que esa experiencia de plenitud de vida será perfecta en el futuro cuando seamos uno con Dios.
Esta felicidad también le llega a los desposeídos y los que tienen hambre y sed de justicia. Así como sucede con todas las bienaventuranzas, Jesús utiliza textos del Antiguo Testamento para referirse al pueblo de Israel en su espera por entrar a la tierra prometida y ver la justicia de Dios hacerse real en medio del pueblo. Jesús ahora les dice a sus seguidores que en el camino también tendrán que experimentarán el exilio y desearán ver la justicia de Dios hacerse realidad, pero que esperen porque heredarán la tierra y serán saciados. Felices son entonces quiénes no están desprovistos en el camino y tienen la esperanza de que Dios hará justicia en su tiempo.
En resumen, felices son los que esperan en las promesas de Dios en medio del sufrimiento y se abren a experimentar la plenitud de vida aquí y ahora, aunque la vida no sea como la imaginamos. Es vivir el reino de los cielos como una realidad presente en medio de su pueblo. La felicidad está directamente relacionada con permitirle a Dios que llene nuestra vida con su amor, y que ese amor sea suficiente para enfrentar la vida tal y como es, no como quisiéramos que fuera.
Esto es lo que Jesús nos dice en los primeros cuatro versos. Sin embargo, Jesús añade que la felicidad no solo incluye esperar en Dios, sino unirnos a Dios de forma activa en la construcción de su reino. Jesús dice que felices son los misericordiosos, los de limpio corazón, los que trabajan por la paz y los perseguidos por causa del bien. Estos serán tratados con misericordia, verán a Dios, se llamarán hijos de Dios y el reino les pertenece.
La felicidad llega cuando le damos sentido y propósito a nuestra vida al alinearnos a la voluntad de Dios que no es otra cosa que la construcción de su reino aquí y ahora. Somos felices cuando decidimos trabajar para Dios y su reino porque a pesar de las dificultades que vendrán en el camino, tenemos la certeza de que es el camino correcto. Somos felices porque vemos cómo podemos participar de un proyecto que trasciende nuestras vidas y nos sentimos satisfechos con poner un granito de arena en lo que vale la pena: amar al prójimo y servir a los necesitados. Si la felicidad llega en los primeros cuatro versos (3 al 6) al recibir el reino de Dios, la felicidad llega en estos otros cuatro versos (7 al 10) cuando construimos ese reino en medio nuestro.
¿Quieren un ejemplo sencillo de felicidad? Esta semana el Pastor David y yo tuvimos una reunión con cuatro hermanos de Kansas para saber cómo estaban. En esta reunión oramos por nuestras aflicciones y acordamos seguir trabajando por el reino de Dios en el futuro. Allí experimentamos la felicidad al esperar en Dios y darle sentido a nuestra vida por medio del servicio.
¿Cuál ha sido nuestra definición de felicidad? ¿Algo que viene de afuera hacia adentro? ¿O es una experiencia interna? Somos felices porque esperamos en Dios y disfrutamos la plenitud de vida que Dios derrama sobre nosotros y porque le damos sentido a nuestra vida al ser instrumentos para construir su reino aquí en la tierra.
[i] https://www.workingpreacher.org/preaching.aspx?commentary_id=3453
[ii] https://greatergood.berkeley.edu/topic/happiness/definition
[iii] https://www.youtube.com/watch?v=1HFL9MnGdrw&feature=youtu.be