Por Pastor Daniel Rodriguez
Qué difícil es empezar a hacer ejercicios. “No hay cosa peor que eso”. Tu cuerpo te dice… debes moverte, pero tu mente te dice… no puedes. Tu espejo te dice… es hora de hacer algo, mientras tu interior te dice… te ves hermoso/a hoy. Y comienzas con el juego de… definitivamente mañana empiezo a hacer ejercicios. Llega el día de mañana y dices… me equivoqué, mañana es que empiezo. ¡Lo prometo! ¡Nada me va a parar! Y llega ese día de pasado, pasado, pasado mañana y dices…hoy si y de momento… uffff, este friito navideño que entra por la ventana, jumm, invita a arroparse un poquito más.
Del mismo modo otras personas dicen… ¡Tú sabes todo lo que yo he invertido en este hermoso y sexy cuerpo para que por hacer ejercicios se pierda toda mi inversión! La verdad es que al fin y al cabo, se fue ajuste los ejercicios.
Y qué me dices de alimentarse bien. ¡Qué difícil es! El día que definitivamente dices que no vas a hacer desarreglos pasa lo siguiente: Llegan de repente a la oficina con una bolsa de papel marrón, y dentro de la misma cohabitan, unos deliciosos dulces de panadería, calientitos recién horneados, algunos rellenos de queso, otros de crema, unos frosteados con vainilla otros con chocolate. En ese mismo empaque se encuentran unas cosas redondas, que se inflan al hornear, con ricos glaseados y pelotitas de sabores sobre ellas.
En la otra mano un rico y calientito pan, con mucha mantequilla. Dejando el aroma de la levadura en el carro, la oficina, la cocina, la sala, el cuarto, en fin en todos lugares. Y para rematar, un rico cafeito, o un chocolatito caliente, con pedazos de queso blanco y amarillo por el lado. ¡Qué delicioso es esto!
Es tan delicioso que hay algunas personas que tratan a la alimentación como tratan al amor. Le dicen filosófica y poéticamente… ¡Te dejaré ir… si eres para mí, volverás sino nunca lo fuiste!
Ejercitarse y alimentarse bien no es tarea fácil. Eso por eso que no les vengo a hablar de algo que es fácil de dejar de hacer, pero si les traigo un mensaje que les motivará a cuidar de su salud. Porque al final de todo, es por su bien.
Lo primero que debemos tener en cuenta al momento de hablar de salud es que se trata de cambios, decisiones y fuerza de voluntad. Tres palabras fáciles de escribir pero difíciles de aplicar. Y para hablar sobre estos tres puntos nos remontamos a 2 Timoteo 1:7. El cual lee como sigue: “Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.
Comencemos con los cambios. La primera palabra clave que nos presenta 2 Timoteo 1:7 es “Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder”. Es por eso que podemos hacer cambios en nuestra vida.
¿Qué pensaría usted de alguien que tiene muebles lujosos pero los guarda en una casa que se está cayendo en cantos? ¿No sería irrazonable? Quizás si o quizás no. Pero es de esta manera que muchas personas nos comportamos. Cuidamos nuestra personalidad, pero descuidamos nuestros cuerpos.
Sin duda, comprendemos que nuestra personalidad es sólo una parte de nuestro ser. La otra parte es nuestro cuerpo. De la misma forma es importante nuestra personalidad, es importante ser un buen mayordomo de nuestro cuerpo.
Los seguidores de diferentes religiones del mundo consideran sus templos como lugares sagrados. Debido a eso, ellos los tratan con gran reverencia y evitan que cualquier cosa los profane. De acuerdo con la Biblia, nuestro cuerpo es también un templo; es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19). Por ser santuarios de Dios, nuestros cuerpos pertenecen a Dios y no a nosotros/as.
En lo que a nosotros/as concierne, somos únicamente mayordomos de nuestros cuerpos; es decir, somos como guardianes. Nuestra responsabilidad consiste en cuidar nuestros cuerpos, vigilando que nada los dañe o los profane.
¿Qué hacemos en el día a día, para mantener nuestros cuerpos en buen estado? ¿Estamos haciendo de nuestra vida algo agradable y productivo para Dios, nuestra familia y nuestra sociedad?
Les hablaré brevemente sobre mi Papá. A su corta edad un hombre flaco, atlético, de buen parecer. Amaba los deportes y el hacer ejercicios. Pero en su juventud fue maltratando su cuerpo con una mala alimentación. Comenzó a comer dobles porciones de cada cosa. El problema era que tras que no eran comidas que beneficiaban al cuerpo, la comía dos veces. Es decir, estaba contaminando al cuerpo doblemente. Luego por una lesión en su pierna no pudo continuar realizando deportes. En otras palabras, lo que le ayudaba a evitar un daño mayor, lo fue eliminando. Lo cual eran los ejercicios.
Para explicarles mejor la situación, cada uno tiene un cuerpo, el cual llega a ciertos niveles de cuidado y por la misericordia de Dios, se extiende un poco más. Si uno lo descuida, el nivel normal se afecta y activa la parte extendida. Es como decir, tu cuenta de banco. Tienes el área de cuenta de cheques y la cuenta de ahorros. Si gastas lo que tienes en la cuenta de cheques, a dónde vas a buscar dinero, en la cuenta de ahorros. Es precisamente lo que ocurre con nuestro cuerpo. El problema está cuando ya agotaste los recursos de la cuenta de cheques y de la cuenta de ahorros. No tienes nada para defenderte. Y es lo que le pasa a mi Papá. Agotó todos sus recursos de salud y ahora padece de múltiples condiciones de salud y de cualquier dolor o descontrol, lo hospitalizan.
Mi situación. Un cambio de vida drástica. Desde mis cuatro años de edad, ininterrumpidamente, me destaqué en los deportes, específicamente en el baseball. Sucede que desde el 2013 mi vida cambió por completo. De una vida sumamente activa, haciendo ejercicios todos los días, a una vida sedentaria. Dedicarme a leer, hacer trabajos a computadora, escribir y pensar, entre otros. En lo que respecta a la alimentación, trato de comer saludable la mayoría del tiempo, y después de las 10:00pm intento no comer. La verdad es que en el área de ejercicios ya no es lo mismo. Pero no es excusa tengo que planificar y agendar los días de ejercicios. Porque amabas cosas van de la mano. Se trata de decisiones.
Decisiones. Es la segunda palabra clave que nos presenta 2 Timoteo 1:7. “Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de amor”. Es por eso que por amor tomaremos la decisión de hacer lo mejor posible por nuestra salud y por nuestra familia.
Un cuerpo saludable le dará honor y gloria a Dios y estará en mejores condiciones para ser usado para su servicio. Dios ha prometido sanar nuestras enfermedades (Salmo 103:3); pero también nos ha hecho responsables de cuidar nuestra salud. Algunas reglas sencillas que te ayudarán a disfrutar de buena salud.
Comer bien. Esto no significa que deba comer mucho, sino que necesita mantener una alimentación balanceada. La comida tiene ciertas vitaminas que son esenciales para que una persona pueda mantenerse saludable. Si come mucho de ciertos tipos de comida y poco o nada de otros, a su cuerpo le faltarán ciertas vitaminas. El resultado será que su cuerpo sufrirá.
Haga ejercicio. La falta de ejercicio puede causar sobrepeso, lo cual es dañino a la salud. Por esta razón es que uno necesita ejercitarse. De acuerdo a un estudio reciente, publicado el viernes, 25 de septiembre de 2015 – 4:35 PM por el periódico el Nuevo Día, el 67% de la población de Puerto Rico sufre de obesidad y sobrepeso, tasa más elevada que la de EE.UU. y que los profesionales de la salud temen aumente debido a la mala alimentación y falta de ejercicio físico.
Este artículo añade una crítica muy importante la cual es que el niño aprende a comer de sus primeros modelos, sus padres. Si la familia no le fomenta un modelo educado y saludable continuarán con dicho patrón en la adolescencia y juventud.
La obesidad y el sobrepeso están entre las primeras causas de muerte en Puerto Rico, después de ataques cardiacos, cáncer y diabetes. La clave está en que por amor debemos tomar la decisión de alimentarnos bien y hacer ejercicios.
Y para eso necesitamos, fuerza de voluntad. La tercera palabra clave que nos presenta 2 Timoteo 1:7. “Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de dominio propio”. Es por eso que tenemos que aplicar la fuerza de voluntad que Dios nos ha dado.
Dios siempre quiere lo mejor para ti. Su voluntad es que estés sano y saludable. Pero no todo le corresponde a él. En muchos casos requiere de nuestro esfuerzo. De seguir consejos para poder llegar a viejos. Existen múltiples textos bíblicos que nos presentan esto. Como por ejemplo el de Éxodo 15:26 el cual exhortó al pueblo de Israel a que si escuchaban la voz de Dios e hicieran lo correcto y cumplían sus mandamientos, ninguna enfermedad de las que trajo sobre los egipcios traerá sobre ellos. Porque él es el Señor nuestro sanador.
El pueblo de Israel había sido liberado de la mano de los egipcios, Dios mismo les regaló una nueva oportunidad de vida y aun así seguían quejándose porque para ellos Dios no les enviaba alimentos ni bebida. De igual forma pasa con nosotros, Dios nos ha promedito sanidad, nos ha sanado pero seguimos descuidando nuestra salud. Su voluntad es sanarnos, pero a veces la nuestra es enfermarnos.
Es por eso que él nos promete sanidad y nos da el poder para lograrlo. La parte que corresponde a nosotros/as es actuar. Tener fuerza de voluntad. Dominio propio.
Cuando existe la voluntad de querer hacer algo, se hace porque se hace. La culpa sin acción no hace nada. Se queda como culpa y afecta en gran manera porque nos impide hacer lo que tenemos que hacer. El culpar a otros/as por nuestra salud tampoco trae la solución al problema. Debemos esforzarnos, debemos hacer algo por nuestro propio bien.
No le eches la culpa al pasado, reacciona en el presente para que tengas vida en el futuro. Con tu ejemplo cambiarás muchas vidas a tu alrededor. Y lo mejor es que Dios no nos deja solos/as él quita la cobardía y da poder para lograrlo. Te pregunto, ¿Cuándo contarás tu historia de superación? ¡Tú puedes! ¡Y yo voy a ti!
Porque ciertamente, vale la pena invertir en nuestra salud. Hazlo por amor a ti y por los tuyos. No te arrepentirás. La clave está en alimentarse bien y hacer ejercicios. Cuidando tu cuerpo y tu salud, recuerda, también agradas a Dios.