Marcos 15:33-41
¿Alguna vez han visto una película en la que un personaje que parecía poco importante es quién resulta ser el más importante porque dice algo que te hace entenderlo todo? Una de las características del evangelio de Marcos es la ironía. Marcos continuamente nos hace ver cómo los religiosos, políticos, y en especial los discípulos, no entendían su mensaje; pero que otras personas “menos importantes” si lo hacían. El texto bíblico que hemos leído hoy en Marcos 15 nos presenta el momento en que un pagano, un soldado romano, es quién entiende quién verdaderamente es Jesús.
Una de las formas en que Marcos nos deja ver cómo la gente entendía quién era Jesús, es por los nombres o títulos que le asignaron a Jesús a lo largo de su ministerio. Cada uno de esos nombres incluía un rol o una expectativa particular hacía Jesús. Por ejemplo, el mismo evangelista, al comenzar su libro dice:
Principio del evangelio del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios. (1:1)
Esto no es al azar. Desde el inicio del libro, Marcos quiere afirmar que el mismo poder que estaba en el Dios del Antiguo Testamento también estaba en Jesús. Este título de Hijo de Dios afirma que Jesús representaba a Dios y que su rol era enfrentar la maldad y la opresión que vivía el pueblo. Este título es tan importante que cuando Jesús es bautizado una voz del cielo dijo:
Tú eres mi hijo amado, en quien me complazco. (1:11)
Pero no solo Dios afirma que Jesús es su hijo, sino que los propios demonios también lo hacen al momento en que Jesús saca un espíritu impuro de un hombre:
¡Yo sé quién eres tú! ¡Eres el Santo de Dios! (1:24)
Este título de Hijo de Dios es importante porque los religiosos lo utilizan para acusar a Jesús de blasfemia (ver Marcos 2:7), ya que Jesús decía ser Dios; aunque lo que estaba detrás de esa acusación era que Jesús era una amenaza para el estilo de vida de servirse a sí mismos que tenían los religiosos. Esta acusación se mantiene a lo largo de todo el ministerio, y llega a su clímax en el capítulo 14:61-62, cuando Jesús es interrogado por el sanedrín:
Pero Jesús guardó silencio, y no contestó nada, así que el sumo sacerdote le volvió a preguntar: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» 62 Jesús le respondió: «Yo soy. Y ustedes verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Poderoso, y venir en las nubes del cielo.»
En resumen, Marcos nos dice que desde el inicio de su ministerio el Padre, los demonios y el mismo Jesús afirman que Él es el Hijo de Dios, pero los religiosos no; lo que Jesús mismo ya había afirmado en la parábola de los labradores malvados (12:1-12). Los discípulos no aparecen tampoco afirmando que Jesús es el Hijo de Dios, sino el Mesías o el Cristo:
Jesús y sus discípulos fueron entonces a las aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino, Jesús les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» 28 Ellos respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros más, que alguno de los profetas.» 29 Entonces él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?» Pedro le respondió: «Tú eres el Cristo.»
Este título era uno bien utilizado desde el Antiguo Testamento para referirse al escogido que traería libertad política, económica y espiritual al pueblo. Desde el AT los sacerdotes, reyes y profetas eran ungidos como símbolo de que eran “separados” para ese propósito. Pedro es quién usa este título en esta ocasión, pero Jesús luego se encarga de aclararle qué tipo de Mesías sería: el siervo sufriente.
Para explicar este rol de siervo, Jesús utiliza un tercer título: Hijo del hombre. Esto lo vemos en los tres anuncios que Jesús les hace a sus discípulos acera de su muerte y resurrección:
Jesús comenzó entonces a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre sufriera mucho (8:31)
Les decía: «El Hijo del Hombre será entregado a los poderes de este mundo, y lo matarán. (9:31)
Como pueden ver, ahora vamos camino a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas (10:33)
Este título también tiene un significado escatológico o apocalíptico, así como se usa en el AT (Daniel 7:13) y Jesús lo afirma:
Entonces verán al Hijo del Hombre venir en las nubes con gran poder y gloria…(13:26)
Estos tres títulos tienen una gran carga. Cada título tiene unas expectativas. Es por esto que quizás Jesús mismo no devela su identidad tan temprano en su ministerio, lo que se conoce como el secreto mesiánico. Una posible razón es que, si sus seguidores pensaban que era el mesías, era muy probable que hicieran una revuelta que terminaría en sangre, y hasta con la muerte prematura de Jesús.
Ahora bien, existe otra posible razón por la que Jesús prefirió develar su identidad al final de su ministerio: Jesús quería que ellos vieran todos esos títulos (Hijo de Dios, Cristo e Hijo del Hombre) no en la teoría sino en la práctica. Hubiera sido muy fácil para Jesús decirles a sus discípulos que era el Mesías, el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre desde una nube, un trono o la sinagoga. Sin embargo, todo cobraría más sentido si lo hacía desde la cruz o en camino hacia ella. Por eso es que Jesús no quiere que la gente sepa quién es sino hasta que va de camino a Jerusalén, hacia su muerte en la cruz. Jesús quería develar su identidad en el camino de la cruz.
¿No creen que hoy día es muy fácil predicar desde la comodidad, pero no desde la práctica? ¿No creen que los verdaderos líderes son los que enseñan con su propia vida, con modelaje? ¿Acaso las personas realmente tienen credibilidad cuando sus títulos se pueden ver con acciones y no solo con discursos? ¿Acaso no enseñamos más con las mangas enrolladas que desde un templo con aire acondicionado?
Es por esto que quizás desde el principio del evangelio es el mismo autor (Marcos), el Padre y los demonios quienes afirman que es el Hijo de Dios, pero no Jesús mismo. Jesús deseaba develar su identidad no bajo las condiciones de la gloria, las multitudes y los milagros, que fue la primera parte de su ministerio en Galilea; sino bajo las condiciones de la cruz en Jerusalén. Jesús no quiso afirmar que era Hijo de Dios porque el Padre lo había dicho dos veces, porque una paloma se posó sobre él, porque hizo sanidades, porque multiplicó los panes y peces o porque otorgó la salvación; sino porque se entregó en una cruz para servir a la humanidad.
¿No creen que Jesús lo que hizo por nosotros fue definir con su propia vida lo que verdaderamente es ser un Hijo de Dios? ¿No creen que Jesús nos quiso enseñar que todos aquellos que nos llamamos hijos de Dios debemos hacerlo igual que Jesús que “no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8)? ¿No creen que la esencia de Jesús como Hijo de Dios está en la generosidad y servicio?
Es por esto que Marcos ubica lo que quizás es la afirmación más importante del evangelio de Marcos en los labios de un soldado en el momento en que Jesús es crucificado (Marcos 15:33-39):
33 Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde hubo tinieblas sobre toda la tierra, 34 y a las tres de la tarde Jesús clamó a gran voz: «Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?», que significa «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» 35 Al oírlo, algunos de los que estaban allí decían: «Escuchen, está llamando a Elías.» 36 Uno de ellos corrió a empapar en vinagre una esponja, la puso en una caña, y le dio a beber, al tiempo que decía: «Déjenlo, veamos si Elías viene a bajarlo.» 37 Pero Jesús lanzó un fuerte grito y murió. 38 En ese momento el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, 39 y el centurión que estaba frente a él, al verlo morir así, dijo: «En verdad, este hombre era Hijo de Dios.»
Marcos nos presenta una nueva ironía: un pagano entiende mejor quién es Jesús, que los mismos discípulos y religiosos. ¿Por qué un pagano? A mi mente vienen varias razones. Primero, está frente a la cruz. Mientras los discípulos se esconden y los religiosos miran de lejos, es el soldado quién está frente a la cruz, y puede quizás conectar todos los puntos. Mientras los discípulos se enfocan en auto preservarse ante las amenazas de muerte, y los religiosos se sienten aliviados ante la muerte de un “traidor y blasfemo”, es desde la cruz que el soldado cobra perspectiva y entiende que todo lo que había hecho Jesús en su ministerio tenía como meta la cruz. Es por eso que quienes seguimos a Jesús no podemos evitar la cruz, hay que pararse frente a ella, hay que incluirla en la jornada de fe. Un cristianismo sin servicio y entrega no es cristianismo. Al igual que los ojos del soldado fueron abiertos para entender quién era Jesús y lo que significaba la cruz, es en el camino de la cruz, en el servicio, que nuestros ojos son abiertos y todo cobra sentido.
Otra posible razón por la cual un pagano entendió mejor quién era Jesús, es porque en ocasiones los que están afuera entienden mejor que los que están adentro. A veces los que estamos adentro hemos ido olvidando la cruz y la hemos reemplazado por otras comodidades. A veces son otras personas quienes se dan cuenta que nuestro seguimiento a Jesús se ha enfocado más en nosotros mismos que en servir a los demás. Son a veces las personas de afuera las que buscan la cruz en la iglesia, pero no la encuentran física ni espiritualmente hablando.
¿Ustedes saben quién es el primer ser humano en el evangelio de Marcos que afirma que Jesús es el hijo de Dios? El soldado pagano. El Padre, los demonios y Jesús frente al sanedrín lo afirman, pero ningún ser humano, excepto el pagano. Lo que nos lleva a la pregunta clave de esta serie: ¿Hemos entendido el mensaje de Jesús? Hoy te invito a pararte frente a la cruz y afirmar con tu vida entera: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.
…pues Cristo no me envió a bautizar, sino a predicar el evangelio, y esto, no con palabras elocuentes, para que la cruz de Cristo no perdiera su valor. (1 Corintios 1:17)