Marcos 12:41-44
¿Cuántos hemos experimentado la provisión de Dios en nuestras vidas? Una de las grandes lecciones que Jesús les quiso enseñar a sus seguidores fue la de confiar en que Dios siempre supliría sus necesidades, mientras ellos se dedicaban a proclamar el reino de Dios. Esto lo vemos en Marcos 6, cuando Jesús envía a sus discípulos de dos en dos, y les dice que no lleven comida ni ropa porque Dios supliría todo. Esta itinerancia y confianza en Dios por parte de los discípulos contrastaba con el estilo de vida de los políticos y religiosos, que se hacían ricos con el dinero de los pobres. Jesús dedicó gran parte de su ministerio a enseñarle a sus seguidores que, aunque difícil, su confianza debía estar en Dios y no en sus posesiones. Hoy, veremos algunas de estas ocasiones en que Jesús predicó directa e indirectamente acerca de las posesiones en el libro de Marcos.
Marcos 5:1-20 nos dice:
Llegaron al otro lado del lago, a la región de los gerasenos, 2 y en cuanto Jesús salió de la barca, se le acercó un hombre que tenía un espíritu impuro. 3 Este hombre vivía entre los sepulcros, y nadie lo podía sujetar, ni siquiera con cadenas. 4 Muchas veces había sido sujetado con grilletes y cadenas, pero él rompía las cadenas y despedazaba los grilletes, de manera que nadie podía dominarlo. 5 Este hombre andaba de día y de noche por los montes y los sepulcros, gritando y lastimándose con las piedras, 6 pero al ver a Jesús de lejos, corrió para arrodillarse delante de él, 7 y a voz en cuello le dijo: «Jesús, Hijo del Dios Altísimo, ¿qué tienes que ver conmigo? ¡Yo te ruego por Dios que no me atormentes!» 8 Y es que Jesús le había dicho: «Espíritu impuro, ¡deja a este hombre!» 9 Jesús le preguntó: «¿Cómo te llamas?», y él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos.» 10 Y el hombre le rogaba e insistía que no los mandara lejos de aquella región. 11 Cerca del monte pacía un gran hato de cerdos, 12 y todos los demonios le rogaron: «¡Envíanos a los cerdos! ¡Déjanos entrar en ellos!» 13 Jesús se lo permitió. Y en cuanto los espíritus impuros salieron del hombre, entraron en los cerdos, que eran como dos mil, y el hato se lanzó al lago por un despeñadero, y allí se ahogaron. 14 Los que cuidaban de los cerdos huyeron, y fueron a contar todo esto a la ciudad y por los campos. La gente salió a ver qué era lo que había sucedido, 15 y cuando llegaron a donde estaba Jesús, y vieron que el que había estado atormentado por la legión de demonios estaba sentado, vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo. 16 Luego, los que habían visto lo sucedido con el endemoniado y con los cerdos, se lo contaron a los demás, 17 y comenzaron a rogarle a Jesús que se fuera de sus contornos. 18 Cuando Jesús abordó la barca, el que había estado endemoniado le rogó que lo dejara estar con él; 19 pero Jesús, en vez de permitírselo, le dijo: «Vete a tu casa, con tu familia, y cuéntales las grandes cosas que el Señor ha hecho contigo. Cuéntales cómo ha tenido misericordia de ti.» 20 El hombre se fue, y en Decápolis comenzó a contar las grandes cosas que Jesús había hecho con él. Y todos se quedaban asombrados.
Este exorcismo tiene muchos detalles, pero hoy deseo enfocarme en lo que no se dice directamente acerca de las posesiones. Luego del exorcismo, las personas de la región le solicitaron a Jesús que se fuera del lugar. ¿Alguna pista de la razón para esta petición? Podemos inferir que las personas, en vez de estar alegres por la sanidad de aquel hombre, estaban molestos de que los demonios hubieran parado en un hato de cerdos, y que los mismos se ahogaran. No es para menos, eran como dos mil cerdos, y los animales son creación de Dios. Sin embargo, ¿hemos pensado que la gente de esta región le puso más atención a los cerdos que al hombre que fue sanado por Jesús?
Muchos comentaristas afirman que con esta experiencia se pone de relieve las prioridades de Jesús y las de las personas. Jesús se interesó por la vida de un ser humano, las personas por sus posesiones, porque los cerdos representaban su sustento económico. Para Jesús, hay cosas más importantes que las posesiones. El reino de Dios y ser instrumentos de Dios para servir a los demás siempre es más importante que las posesiones. Les pregunto, ¿dónde nos ubicamos nosotros? ¿De lado de Jesús o de los gerasenos? ¿Qué es más importante para nosotros, servir o poseer?
Para Jesús era sumamente importante que sus seguidores confiaran en que mientras ellos se dedicaban a seguirle, mientras participaban del reino de Dios, no les haría falta nada. Esta es una de las formas en que podemos interpretar los milagros que se narran a continuación (6:30-44):
Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. 31 Jesús les dijo: «Vengan conmigo ustedes solos, a un lugar apartado, y descansen un poco.» Y es que tanta gente iba y venía, que ellos no tenían tiempo ni para comer. 32 Así que se fueron solos en una barca a un lugar apartado. 33 Pero muchos que los vieron partir los reconocieron y los siguieron a pie desde las ciudades. Llegaron antes que ellos, y se reunieron con él. 34 Cuando Jesús salió de la barca y vio a tanta gente, tuvo compasión de ellos, porque parecían ovejas sin pastor, y comenzó entonces a enseñarles muchas cosas. 35 El tiempo pasó y se hizo tarde, así que sus discípulos se acercaron a él y le dijeron: «Ya es muy tarde, y en este lugar no hay nada. 36 Despide a esta gente, para que vayan a los campos y aldeas cercanas, y compren algo de comer.» 37 Jesús les respondió: «Denles ustedes de comer.» Pero ellos le dijeron: «¿Quieres que vayamos a comprar pan y les demos de comer? ¡Eso costaría como doscientos denarios!» 38 Jesús les dijo: «Vayan a ver cuántos panes tienen ustedes.» Cuando lo averiguaron, le dijeron: «Tenemos cinco panes y dos pescados.» 39 Jesús les mandó entonces que hicieran que la gente se recostara por grupos sobre la hierba verde, 40 y ellos así lo hicieron, formando grupos de cien y de cincuenta personas. 41 Jesús tomó entonces los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a sus discípulos para que los repartieran entre la gente, y también repartió entre todos los dos pescados. 42 Todos comieron y quedaron satisfechos, 43 y con lo que sobró del pan y los pescados llenaron doce cestas. 44 Los que comieron fueron como cinco mil hombres.
Luego en Marcos 8:1-10 se nos dice que:
Por esos días volvió a reunirse una gran multitud. Como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: 2 «Esta gente me parte el corazón. Hace ya tres días que están conmigo, y no tienen qué comer. 3 Si los mando a sus casas en ayunas, podrían desmayarse en el camino, pues algunos de ellos han venido de muy lejos.» 4 Sus discípulos le respondieron: «¿Y dónde vamos a conseguirles pan suficiente en un lugar tan apartado como éste?» 5 Jesús les preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes?» Y ellos respondieron: «Siete.» 6 Entonces Jesús mandó a la multitud que se recostara en el suelo, luego tomó los siete panes, y después de dar gracias los partió y se los dio a sus discípulos, para que ellos los repartieran entre la multitud. Ellos así lo hicieron. 7 Tenían también unos cuantos pescaditos, así que Jesús los bendijo y mandó también que los repartieran. 8 Toda la gente comió hasta quedar satisfecha y, cuando recogieron lo que sobró, llenaron siete canastas. 9 Los que comieron eran como cuatro mil. Luego Jesús los despidió 10 y enseguida entró en la barca con sus discípulos para irse a la región de Dalmanuta.
Desde la perspectiva de las posesiones, ¿cuál es la gran lección que Jesús desea enseñarle a sus seguidores? Que mientras ellos se dedicaran a servir, Dios siempre supliría cada necesidad, hasta quedar satisfechos. Así como Jesús tuvo compasión de las multitudes, también Dios la tiene con sus hijos e hijas. Las alimentaciones en los evangelios están directamente conectadas con las experiencias del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, en las que Dios proveyó maná del cielo y les pidió que no guardaran nada porque habría suficiente para cada día (Éxodo 16):
Entonces Moisés les dijo: «Es el pan que el Señor les da para comer. 16 Y esto es lo que el Señor ha ordenado: Que cada uno de ustedes recoja lo que pueda comer. Que recoja dos litros por persona, según el número de personas que haya en cada tienda.» 17 Los hijos de Israel lo hicieron así, y unos recogieron más, otros recogieron menos, 18 pero usando una medida de dos litros, y al que recogió mucho no le sobró, ni tampoco le faltó al que había recogido poco. Cada uno recogió la cantidad suficiente para comer. 19 Y Moisés les dijo: «Nadie debe dejar nada para mañana.» 20 Pero ellos no lo obedecieron, sino que algunos dejaron algo para el día siguiente, y eso crió gusanos y se apestó. Por eso Moisés se enojó contra ellos.
Y nosotros, ¿guardamos en exceso o confiamos en la provisión de Dios? ¿Hemos entendido que Dios siempre suplirá? La realidad es que los mismos discípulos, aun viendo el milagro con sus propios ojos, tuvieron dificultad para entenderlo. Marcos 8:14-21 nos dice que:
Los discípulos se habían olvidado de llevar comida, así que en la barca sólo tenían un pan. 15 Jesús les mandó: «Abran los ojos y cuídense de la levadura de los fariseos, y también de la levadura de Herodes.» 16 Ellos se decían entre sí: «Lo dice porque no trajimos pan.» 17 Pero Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿Por qué discuten de que no tienen pan? ¿Todavía no entienden ni se dan cuenta? ¿Todavía tienen cerrada la mente? 18 ¿Tienen ojos, pero no ven? ¿Tienen oídos, pero no oyen? ¿Acaso ya no se acuerdan? 19 Cuando repartí los cinco panes entre los cinco mil, ¿cuántas cestas llenas del pan que sobró recogieron?» Y ellos dijeron: «Doce.» 20 «Y cuando repartí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas del pan que sobró recogieron?» Ellos respondieron: «Siete.» 21 Entonces les dijo: «¿Y cómo es que todavía no entienden?»
De hecho, es con toda intención que Marcos pone la sanidad de un ciego justo después de afirmar que los discípulos no entendían, para afirmar que un ciego veía y entendía mejor el mensaje de Jesús que los mismos discípulos, que eran ciegos espiritualmente hablando (8:22-26):
Cuando fueron a Betsaida, le llevaron un ciego y le rogaron que lo tocara. 23 Jesús tomó la mano del ciego y lo llevó fuera de la aldea. Allí escupió en los ojos del ciego, y luego le puso las manos encima y le preguntó: «¿Puedes ver algo?» 24 El ciego levantó los ojos y dijo: «Veo gente. Parecen árboles que caminan.» 25 Jesús le puso otra vez las manos sobre los ojos, y el ciego recobró la vista y pudo ver a todos de lejos y con claridad. 26 Jesús lo envió a su casa, y le dijo: «No vayas ahora a la aldea.»
Ante la incapacidad de los discípulos de entender lo importante de confiar en la provisión de Dios mientras servían, Jesús afirma lo que pudiera ser una de las palabras más importantes del evangelio de Marcos (8:34-38):
Luego llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. 35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. 36 Porque ¿de qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si pierde su alma? 37 ¿O qué puede dar uno a cambio de su alma? 38 »Si en esta generación adúltera y pecadora alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.»
Jesús les estaba invitando a poner su atención en la provisión de Dios, y no en las posesiones que pudieran tener en esta vida. Para seguirle, necesitaban depender totalmente de Dios. ¿Cómo Jesús les enseña cómo debía ser esta dependencia? Marcos 10:13 nos dice que:
Llevaron unos niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendieron a quienes los habían llevado. 14 Al ver esto, Jesús se indignó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí. No se lo impidan, porque el reino de Dios es de los que son como ellos. 15 De cierto les digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.» 16 Entonces Jesús tomó a los niños en sus brazos, puso sus manos sobre ellos, y los bendijo.
De todas las características que puede tener un niño, una de las principales es la completa dependencia de otras personas. Así debemos ser quienes seguimos a Jesús. No debemos ser como el joven rico que Marcos intencionalmente ubica luego de hablar de los niños, como una forma de contrastar ambos personajes:
Jesús salía ya para seguir su camino, cuando un hombre llegó corriendo, se arrodilló delante de él, y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?» 18 Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie que sea bueno, sino sólo Dios. 19 Ya conoces los mandamientos: No mates. No cometas adulterio. No robes. No des falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.» 20 Aquel hombre le respondió: «Maestro, todo esto lo he cumplido desde mi juventud.» 21 Jesús lo miró y, con mucho amor, le dijo: «Una cosa te falta: anda y vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres. Así tendrás un tesoro en el cielo. Después de eso, ven y sígueme.» 22 Cuando aquel hombre oyó eso, se afligió y se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
Luego Jesús les dice a sus discípulos (10:23-31):
«¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!» 24 Los discípulos se asombraron de sus palabras, pero Jesús volvió a decirles: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! 25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de Dios». 26 Ellos se asombraron aún más, y se preguntaban unos a otros: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?» 27 Jesús los miró fijamente y les dijo: «Esto es imposible para los hombres, pero no para Dios. Porque para Dios todo es posible.» 28 Pedro comenzó entonces a decirle: «Como sabes, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.» 29 Jesús respondió: «De cierto les digo: No hay nadie que por causa de mí y del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos, o tierras, 30 que ahora en este tiempo no reciba, aunque con persecuciones, cien veces más casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, y en el tiempo venidero la vida eterna. 31 Muchos de los que ahora son los primeros, serán los últimos; y los que ahora son los últimos, serán los primeros.»
El reino de Dios exige total dependencia de Dios, y mientras más posesiones tenemos más nos apegamos a ellas y más difícil es que entremos en ese reino. Sin embargo, aunque difícil, es posible depender de Dios, y recibir así muchas bendiciones por seguir a Jesús, así como Jesús lo planteó en 12:41-44:
Jesús estaba sentado frente al arca de las ofrendas, y miraba cómo la gente echaba sus monedas en el arca. Muchos ricos echaban mucho, 42 pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor. 43 Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «De cierto les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca, 44 porque todos han echado de lo que les sobra, pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, ¡todo su sustento!»
La viuda, aunque tenía poco, tenía más que los ricos: confiaba en Dios y sus ansiedades muy probablemente habían sido reemplazadas por paz. Eso es recibir cien veces más, porque muchos tenemos muchas posesiones y quisiéramos cambiarlas por un poco de paz y total dependencia en Dios.
Una de las mejores formas en que hoy podemos disfrutar de paz y poner en práctica nuestra total dependencia de Dios es por medio del diezmo. El diezmo incluye dar el 10% de nuestros ingresos, y el mismo tiene dos propósitos principales. Primero, diezmar nos permite sostener una misión, una iglesia que busca servir y no ser servida. Por medio de una administración excelente, transparente y saludable, esta iglesia busca sostener no solo el ministerio pastoral, sino todos los ministerios que transforman vidas, la iglesia y la comunidad.
Segundo, diezmar es una disciplina espiritual que nos permite confiar en Dios de que mientras nosotros nos dedicamos a servir a los demás, Dios siempre proveerá a nuestras necesidades. Diezmar convierte nuestra ansiedad en paz, porque Dios proveerá. Decenas de personas en esta iglesia practican el diezmo y disfrutan de esa paz. Cada semana, quincena o mes utilizamos estos sobre o la plataforma electrónica (www.samuelculpeper.com/donar) para hacerlo. Por último, diezmar es solo un punto de partida porque el fin no es diezmar, sino depender de Dios. Si diezmar no te provoca esa experiencia, quizás sea necesario dar más allá del mismo.
Hoy te invito a experimentar la bendición de diezmar por medio de llenar un compromiso financiero donde confidencialmente indicas la cantidad que deseas aportar a nuestra iglesia. El mismo se encuentra disponible en https://es.surveymonkey.com/r/KT9FVSG. Para quienes deseen profundizar en el tema de las posesiones, el dinero y diezmar, pueden acceder mi libro Escoge la Saburía.
Hoy te invito a ser como la viuda que dio lo que tenía, la única blanca la dio para el Señor…
He decidido seguir a Cristo
No vuelvo atrás, no vuelvo atrás
La cruz está ante mí, el mundo atrás quedó
No vuelvo atrás, no vuelvo atrás
El Rey de gloria, me ha transformado
No vuelvo atrás, no vuelvo atrás
Algunos vuelven, yo sigo a Cristo
No vuelvo atrás, no vuelvo atrás
Señor, a Ti pertenecemos. Empléanos para lo que Tú quieras, en el lugar en que Tú quieras. Sea para cumplir alguna tarea o para sobrellevar algún sufrimiento. Para ser utilizados por Ti o para ser rechazados por Ti. Para ser exaltados por Ti o para ser criticados por Ti. Permítenos estar llenos, permítenos estar vacíos. Permítenos tenerlo todo, permítenos tener nada. Libre y completamente rendimos todas las cosas a tu gloria y servicio. Y ahora, al glorioso y bendito Dios; Padre, Hijo y Espíritu Santo, pertenecemos en amor y lealtad. Así sea. Y el pacto que hicimos sobre la tierra, sea ratificado en los cielos. Amen.
-Juan Wesley