Marcos 2:1-12
Continuamos con nuestra serie El camino de la cruz. Como he mencionado en varias ocasiones, los religiosos como los políticos de la época de Jesús pertenecían a la clase social alta. Esta estructura social estaba diseñada para que los arriba oprimieran a los de abajo: pobres, enfermos, mujeres, esclavos, pastores, obreros, campesinos, pescadores. Ante esta corrupción política y religiosa, Jesús modela otra clase de reinado: servir a los demás, antes de ser servido.
Cuando leemos el evangelio de Marcos nos damos cuenta que Jesús dedicó gran parte de su ministerio a traer esperanza a los oprimidos, pero también dedicó gran parte a denunciar esta corrupción religiosa y política. ¿Cuál fue la denuncia específica de Jesús hacia los religiosos? Que utilizaban la estructura religiosa, leyes y tradiciones, para servirse a sí mismos y obstaculizar que los oprimidos fueran servidos. Utilizaban su religión con fines contrarios a los valores que su religión precisamente defendía. Estas denuncias provocaron la muerte de Jesús.
Hoy nos enfocaremos en las denuncias de Jesús a los religiosos desde el evangelio de Marcos, de manera que nos sirva como un espejo en el cual autoevaluarnos. Estos encuentros se caracterizarán por un acto de Jesús, una queja por parte de los religiosos, una respuesta de Jesús, y el deseo de los religiosos de matar a Jesús. La pregunta que estará sobre la mesa es: ¿será posible que hoy día la iglesia cristiana, y las religiones en general, utilicemos la religión misma para servirnos y obstaculizar el servicio a los más necesitados?
Comencemos con Marcos 2:1-12. Con este relato Marcos introduce cinco relatos (2:1-3:6) que se le llaman precisamente “relatos de controversias” entre Jesús y los religiosos.
Marcos 2:1-12 nos dice:
Algunos días después, Jesús volvió a Cafarnaún. En cuanto se supo que estaba en la casa, 2 se juntó mucha gente, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta, mientras él les predicaba la palabra. 3 Llegaron entonces cuatro hombres que cargaban a un paralítico. 4 Como no podían acercarse a Jesús por causa de la multitud, quitaron parte del techo donde estaba Jesús, hicieron una abertura, y por ahí bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico. 5 Cuando Jesús vio la fe de ellos, le dijo al paralítico: «Hijo, los pecados te son perdonados.» 6 Algunos de los escribas que estaban allí sentados, se decían a sí mismos: 7 «¿Qué es lo que dice éste? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados? ¡Nadie sino Dios!» 8 Enseguida Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, así que les preguntó: «¿Qué es lo que cavilan en su corazón? 9 ¿Qué es más fácil? ¿Que le diga al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o que le diga: “Levántate, toma tu camilla y anda”? 10 Pues para que ustedes sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, éste le dice al paralítico: 11 “Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa.”» 12 Enseguida el paralítico se levantó, tomó su camilla y salió delante de todos, que se quedaron asombrados y glorificando a Dios, al tiempo que decían: «¡Nunca hemos visto nada parecido!»
Cuando Jesús sana a este paralítico, la preocupación primaria de los escribas, desde la perspectiva de Marcos, no es la sanidad física del aquel hombre, sino el hecho de que Jesús perdonó sus pecados. Recuerden que la forma en que los religiosos podían obstaculizar el ministerio de Jesús era desde sus estructuras religiosas: leyes y tradiciones. Aunque usualmente nos enfocamos en la fe de los amigos del paralítico, es importante ver la respuesta de los escribas: “¡Está blasfemando!” En aquella época era una blasfemia usar el nombre de Dios, y mucho más el inferir que uno era Dios. Jesús hace ambas cosas al no solo sanar aquel hombre físicamente, sino espiritualmente, al perdonar sus pecados. Jesús afirma que tiene autoridad para ambas cosas. Lo importante es que veamos cómo el ministerio de Jesús, de sanar y salvar a los oprimidos, es obstaculizado por los religiosos desde la misma religión: “es una blasfemia”. Jesús les enseña que él está usando su autoridad para servir, y ellos para obstaculizar la sanidad.
El segundo relato (2:13-17) lo hemos visto en varias ocasiones en esta serie, y en el mismo Jesús se sienta con pecadores y llama a Leví. La respuesta de los religiosos es: “¿Cómo? ¿Éste come y bebe con cobradores de impuestos y con pecadores?” Una vez más, Jesús es criticado por mostrar amor y perdón a los pecadores no solo con palabras sino al construir una relación con ellos. Esto es criticado desde la religión, ya que iba en contra de las leyes de pureza; leyes que Jesús hace referencia luego.
El tercer relato (2:18-22) es el siguiente:
Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, así que algunos fueron a preguntarle: «¿Por qué los discípulos de Juan y de los fariseos ayunan, y tus discípulos no?» 19 Jesús les dijo: «¿Acaso pueden ayunar los invitados a una boda, mientras el novio está con ellos? ¡Claro que no, mientras el novio esté presente! 20 Pero vendrá el día en que el novio les será quitado, y entonces sí, ese día ayunarán. 21 Nadie remienda un vestido viejo con un paño de tela nueva, porque la tela nueva estira la tela vieja y la rotura se hace peor. 22 Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta los odres, y entonces el vino se derrama y los odres se echan a perder. Más bien, el vino nuevo debe echarse en odres nuevos.»
Con este relato Jesús les dice a los religiosos que el ayuno debe ahora practicarse con una nueva mentalidad que ellos no pueden entender. Ya no se ayunaría como antes porque Jesús había llegado. Ahora toda la estructura religiosa (leyes y tradiciones) debían girar alrededor de Jesús, el vino nuevo; pero ellos eran odres viejos que no podían recibir la nueva revelación de Dios. ¿Cómo ellos eran odres viejos que no podían recibir el vino nuevo? Marcos 2:23-27 nos dice:
Un día de reposo, mientras Jesús pasaba por los sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas a su paso. 24 Entonces los fariseos le dijeron: «¡Fíjate! ¿Por qué hacen éstos en el día de reposo lo que no está permitido hacer?» 25 Jesús les respondió: «¿Nunca leyeron lo que hizo David con sus acompañantes, en aquella ocasión en que tuvieron hambre? 26 Pues entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición, que sólo a los sacerdotes les es permitido comer, ¡y hasta los compartió con sus acompañantes! En aquel tiempo Abiatar era el sumo sacerdote.» 27 También les dijo: «El día de reposo se hizo por causa del género humano, y no el género humano por causa del día de reposo. 28 De modo que el Hijo del Hombre es también Señor del día de reposo.
Con esto Jesús les recuerda que las leyes, como por ejemplo la del sábado, debían ser usadas para traer plenitud y bienestar al ser humano; no para obstaculizarlo. Los religiosos tenían dificultad para esto, y el próximo relato en Marcos 3:1-6 lo evidencia:
Jesús volvió a visitar la sinagoga, y allí se encontró con un hombre que tenía una mano atrofiada. 2 Algunos lo vigilaban, para ver si sanaba al hombre en el día de reposo y así poder acusarlo. 3 Jesús le dijo al hombre con la mano atrofiada: «Levántate, y ponte en medio.» 4 A los demás les preguntó: «¿Qué está permitido hacer en los días de reposo? ¿El bien, o el mal? ¿Salvar una vida, o quitar la vida?» Ellos guardaron silencio. 5 Jesús los miró con enojo y tristeza, al ver la dureza de sus corazones. Entonces dijo al hombre: «Extiende la mano.» El hombre la extendió, y su mano quedó sana. 6 Tan pronto como los fariseos salieron, empezaron a conspirar con los herodianos para matar a Jesús.
Para Jesús, el ser humano siempre es más importante que la ley, porque la ley más importante es la del amor al prójimo. El resultado de estas denuncias es que Jesús es buscado no solo por los religiosos sino también por los políticos (herodianos) para matarlo. Sin embargo, Jesús no calla sus denuncias, sino que las hace más fuertes (7:1-23):
Los fariseos y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén, se acercaron a Jesús 2 y vieron que algunos de sus discípulos comían pan con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado. 3 (Los fariseos, y todos los judíos, viven aferrados a la tradición de los ancianos, de modo que, si no se lavan las manos muchas veces, no comen. 4 Cuando vuelven del mercado, no comen si antes no se lavan. Y conservan también muchas otras tradiciones, como el lavar los vasos en que beben, los jarros, los utensilios de metal, y las camas.) 5 Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos impuras?» 6 Jesús les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, cuando escribió:
»“Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
7 No tiene sentido que me honren,
si sus enseñanzas son mandamientos humanos.”
8 Porque ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, y se aferran a la tradición de los hombres.» [Es decir, al lavamiento de jarros y de vasos para beber, y a muchas otras cosas semejantes.] 9 También les dijo: «¡Qué bien invalidan ustedes el mandamiento de Dios, para mantener su propia tradición! 10 Porque Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y también: “El que maldiga al padre o a la madre, morirá irremisiblemente.” 11 Pero ustedes dicen: “Basta que alguien diga al padre o a la madre: ‘Todo aquello con que podría ayudarte es Corbán’ (es decir, mi ofrenda a Dios)”, 12 y con eso ustedes ya no permiten que nadie ayude más a su padre o a su madre. 13 Es así como ustedes invalidan la palabra de Dios con la tradición que se han transmitido, además de que hacen muchas otras cosas parecidas.» 14 Jesús volvió a llamar a toda la gente, y les dijo: «Escúchenme todos, y entiendan: 15 Nada que venga de afuera puede contaminar a nadie. Lo que contamina a la persona es lo que sale de ella.» 16 [Si alguno tiene oídos para oír, que oiga.][b] 17 Cuando entró en la casa, luego de alejarse de la multitud, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola. 18 Jesús les dijo: «¿Tampoco ustedes pueden entender esto? ¿Acaso no entienden que nada que venga de afuera y entre en alguien puede contaminarlo? 19 Porque eso no entra en su corazón, sino en su vientre, y al final va a parar en la letrina.» Con esto Jesús estaba diciendo que todos los alimentos son limpios, 20 aunque también decía que lo que contamina es lo que sale de la persona. 21 Porque de adentro del corazón humano salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, 22 los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, la soberbia y la insensatez. 23 Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona.
Lo que más les molestaba a los religiosos no eran los milagros de Jesús, sino que continuamente estuviera retando y criticando su forma de practicar las leyes religiosas de pureza. En esta ocasión Jesús les llama hipócritas por poner su atención en lo de afuera, olvidando así lo de adentro. Esta denuncia provoca que Jesús sea más buscando aún para ser matado. Las posibilidades de que esto ocurra aumentan drásticamente cuando Jesús decide ir a Jerusalén, lugar que representaba el templo y la religiosidad judía, así como el poder político, y allí denunciar con más autoridad aún la corrupción. ¿Quieren saber cómo Jesús comienza su denuncia al liderato político y religioso en Jerusalén? Marcos 11:1-11 nos dice:
Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, Betfagué y Betania, y frente al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos 2 y les dijo: «Vayan a la aldea que tienen ante ustedes. Al entrar en ella, van a encontrar atado un burrito, sobre el cual nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo acá. 3 Si alguien les pregunta: “¿Por qué hacen esto?”, respondan que el Señor lo necesita, y que muy pronto lo devolverá.» 4 Los discípulos fueron, y en la calle, junto a una puerta, encontraron el burrito atado. Lo desataron. 5 Algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué están desatando el burrito?» 6 Ellos les respondieron lo que Jesús les había dicho, y los dejaron desatarlo. 7 Ellos llevaron a Jesús el burrito, sobre el que echaron sus mantos, y luego Jesús se montó sobre él. 8 Por el camino, muchos tendían también sus mantos, mientras que otros cortaban ramas que habían cortado en el campo. 9 Tanto los que iban delante como los que iban detrás gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! 10 ¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!» 11 Jesús entró en Jerusalén y se dirigió al templo. Después de mirar todo a su alrededor, se fue a Betania con los doce, pues ya estaba anocheciendo.
Uno de los mayores actos de denuncia de Jesús ante la corrupción es entrar a Jerusalén en un burrito, símbolo de que su reinado era muy diferente al de los líderes políticos y religiosos, que buscaban servirse en vez de servir. Quizás no lo habíamos pensado antes, pero esto tuvo que enfurecer grandemente a los religiosos y políticos. Fue una entrada provocativa. Luego, Marcos (11:12-14) nos dice:
Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre. 13 Al ver de lejos una higuera con hojas, fue a ver si hallaba en ella algún higo; pero al llegar no encontró en ella más que hojas, pues no era el tiempo de los higos. 14 Entonces Jesús le dijo a la higuera: «¡Que nadie vuelva a comer fruto de ti!» Y sus discípulos lo oyeron.
Para entender el relato de la higuera, es importante leer el detalle de que Jesús se dirigía el templo, y con coraje, según veremos. Esta higuera que Jesús maldice es símbolo del templo y el liderato religioso, afirmando así que su fin estaba cercano. Esto lo vemos en los versos 15 al 19:
Llegaron a Jerusalén. Y al entrar Jesús en el templo comenzó a echar de allí a los que vendían y compraban en su interior. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, 16 y no permitía que nadie atravesara el templo llevando algún utensilio; 17 más bien, les enseñaba y les decía: «¿Acaso no está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”? ¡Pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones!» 18 Cuando los escribas y los principales sacerdotes lo oyeron, comenzaron a buscar la manera de matarlo. Y es que le tenían miedo, pues toda la gente estaba admirada de sus enseñanzas. 19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.
La limpieza, con coraje, por parte de Jesús es símbolo de que el templo llegaba a su fin debido a su corrupción. El liderato religioso había corrompido el sistema de sacrificios para convertirlo en un negocio; negocio que beneficiaba a los más poderosos y oprimía a los pobres. El templo en efecto es destruido en el año 70. Sin embargo, el templo llegó a su fin mucho antes del año 70 cuando el velo del templo se rasgó en dos cuando Jesús muere en la cruz. No solo se rompe porque ahora ya no habría que hacer sacrificios porque Jesús hizo el último, sino porque todo el sistema religioso corrupto llegó a su fin. Esto lo vemos en Marcos 11:20-21:
A la mañana siguiente, cuando pasaron cerca de la higuera, vieron que ésta se había secado de raíz. 21 Pedro se acordó y le dijo: «¡Mira, Maestro! ¡La higuera que maldijiste se ha secado!»
Luego de esto, Marcos nos dice que Jesús entra en una serie de conversaciones con los religiosos, que no eran sino trampas para justificar su asesinato. Esto lo vemos en 11:27-33 y el capítulo 12 completo. Solo quiero mencionar unas de las respuesta de Jesús ante estas trampas (12:1-12):
Jesús comenzó a hablarles por medio de parábolas: «Un hombre plantó una viña; le puso una cerca, le cavó un lagar, levantó una torre, y la arrendó a unos labradores. Luego se fue lejos. 2 A su debido tiempo, envió un siervo a los labradores para que le entregaran la parte de lo que la viña había producido. 3 Pero los labradores lo agarraron y lo golpearon, y lo mandaron con las manos vacías. 4 Volvió a enviarles otro siervo, pero a éste lo descalabraron y lo insultaron. 5 Volvió a enviar otro más, y a éste lo mataron. Después mandó a muchos otros pero a unos los golpearon y a otros los mataron. 6 Todavía le quedaba uno a quien enviar, que era su hijo amado, y finalmente lo envió a ellos, pues pensó: “A mi hijo lo respetarán.” 7 Pero aquellos labradores se dijeron unos a otros: “Éste es el heredero. Vamos a matarlo, y la herencia será nuestra.” 8 Y lo agarraron y lo mataron, y luego arrojaron su cuerpo fuera de la viña. 9 ¿Qué hará entonces el dueño de la viña? ¡Pues irá y matará a los labradores, y dará su viña a otros! 10 ¿Ni siquiera han leído la escritura que dice:
“La piedra que desecharon los constructores
ha venido a ser la piedra angular.
11 ¡Esto lo ha hecho el Señor,
y a nuestros ojos es una maravilla!”»?
12 Al darse cuenta de que Jesús había contado esta parábola por causa de ellos, quisieron aprehenderlo; pero como temían a la multitud lo dejaron y se fueron.
Esta parábola es muy dura para los religiosos porque los pone contra la pared. Al dudar de la autoridad de Jesús, asunto principal que nos presenta Marcos con la sanidad del paralítico (2:1-12), estaban desechando al enviado de Dios, la piedra angular. Jesús le dice lo mismo que le dijo en el capítulo 2: eran odres viejos que no recibían el vino nuevo. Ante esto, los religiosos hacen lo que sabían hacer: usar las leyes y tradiciones para obstaculizar un ministerio que buscaba servir y no ser servido. Buscan una excusa para continuar con su religión corrupta, aunque eso conllevara matar a un ser humano. En otras palabras, quienes finalmente matan a Jesús fueron los religiosos, con la ayuda de los políticos. ¡Que ironía! Religiosos buscando obstaculizar la revelación más importante de Dios para el mundo.
Isaías 58:6-8 ya había denunciado esta corrupción religiosa cuando afirma:
Más bien, el ayuno que yo quiero es que se desaten las ataduras de la impiedad, que se suelten las cargas de la opresión, que se ponga en libertad a los oprimidos, ¡y que se rompa todo yugo! 7 Ayunar es que compartas tu pan con quien tiene hambre, que recibas en tu casa a los pobres vagabundos, que cubras al que veas desnudo, ¡y que no le des la espalda a tu hermano! 8 Si actúas así, entonces tu luz brillará como el alba, y muy pronto tus heridas sanarán; la justicia será tu vanguardia, y la gloria del Señor será tu retaguardia.
Y nosotros, ¿cómo podemos estar utilizando nuestra estructura religiosa para servirnos y obstaculizar servir a los que más lo necesitan? Nuestras tradiciones cristianas, ¿están puestas al servicio del amor al prójimo? ¿apoyan o rechazan el movimiento de Jesús? ¿cómo tratan a las mujeres, niños, minorías raciales y religiosas, enfermos, homosexuales, encarcelados, drogadictos, pobres y pecadores? ¿Somos también labradores malvados?
He decidido seguir a Cristo
No vuelvo atrás, no vuelvo atrás
La cruz está ante mí, el mundo atrás quedó
No vuelvo atrás, no vuelvo atrás
El Rey de gloria, me ha transformado
No vuelvo atrás, no vuelvo atrás
Algunos vuelven, yo sigo a Cristo
No vuelvo atrás, no vuelvo atrás
Señor, a Ti pertenecemos. Empléanos para lo que Tú quieras, en el lugar en que Tú quieras. Sea para cumplir alguna tarea o para sobrellevar algún sufrimiento. Para ser utilizados por Ti o para ser rechazados por Ti. Para ser exaltados por Ti o para ser criticados por Ti. Permítenos estar llenos, permítenos estar vacíos. Permítenos tenerlo todo, permítenos tener nada. Libre y completamente rendimos todas las cosas a tu gloria y servicio. Y ahora, al glorioso y bendito Dios; Padre, Hijo y Espíritu Santo, pertenecemos en amor y lealtad. Así sea. Y el pacto que hicimos sobre la tierra, sea ratificado en los cielos. Amen.
-Juan Wesley