Mateo 17:14-20
Si bien es cierto que la iglesia está llamada a denunciar el pecado colectivo que nos destruye, es aún más cierto que el llamado de la iglesia es a enfocarnos en todo lo bueno que puede pasar cuando trabajamos unidos a Dios y a nuestro prójimo. La iglesia está llamada a decir y vivir dos frases del discurso de Martin Luther King (MLK): “Tengo un sueño”[i] y “Tengo fe”.
Este gran discurso de MLK no salió de la nada. Fue producto del movimiento por los derechos civiles de la comunidad negra en los Estados Unidos. Este movimiento comenzó mucho antes de este discurso de MLK y todavía continúa. El 1ero de diciembre de 1955 Rosa Parks fue arrestada por resistirse a ocupar la parte de atrás de un autobús, lugar designado para los negros. Este fue la llama que encendió un fuego que permitió a la comunidad negra organizarse y cuatro días más tarde comenzar un boicot a estos autobuses, el cual duró un año completo. Durante ese año la iglesia fue el centro de acción para este movimiento porque su líder fue el reverendo bautista Martin Luther King Jr. MLK tenía un sueño muy claro: que los negros no fueran tratados como personas de segunda categoría. Este sueño lo llevó a la cárcel, muchos sufrimientos, y en última instancia, a la muerte el 4 de abril de 1968. Fue en agosto 23 del 1963 que MLK pronunció su famoso discurso “Tengo un sueño”, y el julio 2 de 1964 se estableció la ley que prohibió la discriminación contra la raza negra. Como pueden ver, fue un gran sueño con muchos pequeños pasos. Fue un movimiento de fe que fue ejecutado día tras día.
MLK nos recuerda algo que el mismo Jesús nos enseñó: a tener fe. En una ocasión los discípulos intentaron sanar a un joven que estaba enfermo, y no pudieron. Jesús los regaña y luego sana al joven. Luego, los discípulos tienen una conversación con Jesús:
¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?» 20 Jesús les dijo: «Porque ustedes tienen muy poca fe. De cierto les digo, que si tuvieran fe como un grano de mostaza, le dirían a este monte: “Quítate de allí y vete a otro lugar”, y el monte les obedecería. ¡Nada sería imposible para ustedes!
La gran lección de Jesús para sus discípulos fue que cuando las cosas se pusieran difíciles, y parecieran imposibles, había que tener fe. Y esa fe no tenía que ser grande, sino como un grano de mostaza. Lo particular de este grano son dos cosas: que es muy pequeño, pero cuando crece es uno de los árboles más grandes. Esto nos recuerda que en la vida hay que tener grandes sueños, así como ese gran árbol de mostaza; pero que lo importante es dar pequeños pasos todos los días, así como el grano de mostaza. Jesús nos enseñó que tener fe no se trata de estar en cielo mientras la vida continúa en la tierra, sino de tener los pies en la tierra y dar pequeños pasos mientras miramos al cielo con la esperanza de que tarde o temprano algo grande sucederá. La fe es creer que mientras hacemos nuestra parte, que pudiera parecer muy pequeña y cotidiana, algo grande va a suceder, aunque nuestros ojos no lo vean.
Soñar y tener fe es creer que el futuro no está escrito y que podemos escribirlo de la mano de Dios. En ocasiones pensamos que la vida es un libro escrito o una película pregrabada. Pero cuando veo que en los EU han ocurrido 261 masacres por el uso de armas, 1.14 masacres por día, recuerdo que Dios no escribió esa parte del libro, sino nosotros. Y que de igual forma en que escribimos esa parte, también podemos escribir otra.
El futuro no está escrito, la historia se crea de la mano del Dios creador. La Biblia nos enseña que, desde el Génesis con la creación hasta el Apocalipsis con la Nueva Jerusalén, Dios está creando, y que no ha terminado de crear. Ante esta realidad, nuestro rol es identificar donde es que Dios está creando algo nuevo y unirnos a él. ¿Quieren saber dónde está Dios, para unirnos a su obra?
Dios está en Brasil, usando a una pareja para sembrar 2 millones de árboles en un período de veinte años[ii]. Un reportero dijo, inspirado por esta historia:
Solo hay que ser positivos y hacer cualquier esfuerzo aunque no sea el más grande. Cada semilla tiene su fruto.
Dios está en Puerto Rico, usando a una joven llamada Adriana Díaz para recordarnos que la juventud no está perdida y que hay que creer en ellos[iii]. Adriana es una semilla que ha dado fruto.
Dios está en Hatillo, en la escuela Padre Aníbal Reyes, usando a la iglesia y la comunidad para construir un salón de música.
El año pasado Heidy y yo nos paramos en el mismo lugar en que MLK ofreció su discurso en el 1963. Aunque no todos podemos llegar hasta ese lugar, eso es símbolo de que todos podemos soñar. Podemos tener grandes sueños que se traduzcan en pequeños actos de fe, así como el grano de mostaza. Podemos escribir una mejor historia de la mano de Dios. Podemos construir un nuevo Puerto Rico.
Nelson Mandela, uno de los grandes líderes por los derechos civiles de la raza negra en Sur África, dijo en una ocasión:
Que tus decisiones sean un reflejo de tus esperanzas, no de tus miedos.
¿Con qué sueñas? ¿Con qué soñamos como iglesia? ¿Como país? ¿Cómo comunidad? ¿Cómo mundo? No nos conformemos. Un nuevo Puerto Rico es posible.
[i] https://www.youtube.com/watch?v=q_AoP5izcQs
[ii] https://www.youtube.com/watch?v=2FQbetrJOzY
[iii] https://m.youtube.com/watch?v=vZ02Uexg4pg