Mateo 5:13
Karl Barth, uno de los teólogos más importantes del siglo 20 dijo en una ocasión que los cristianos debíamos tener la Biblia en una mano y el periódico en la otra. Es imposible obviar lo que sucede en nuestro país, y el rol que debe tener la iglesia ante lo ocurre. Debido a mis vacaciones, me fue imposible predicar durante las semanas de mayor tensión política de nuestro país en el mes de julio. Pudiera parecer que algunas de las cosas que diré durante la predicación pudieran llegar tardíamente. Sin embargo, creo que nunca es tarde para predicar acerca de aquello que nos ayudará a crecer y madurar como iglesia. Además, las situaciones que estamos viviendo como país no se han resuelto porque son problemas complejos que requerirán un esfuerzo colectivo a largo plazo.
He titulado este mensaje: Profetas en nuestra tierra. Desde mi perspectiva como pastor y cristiano, entiendo que el rol que la iglesia debe tener ante la inestabilidad política y la corrupción que se ha hecho evidente, es tener un rol profético. No hay duda que la palabra profecía pudiera interpretarse de muchas maneras. ¿Qué es un profeta? ¿Qué significa que la iglesia tiene un rol profético?
Antes de que Jehová decidiera revelarse a Abraham y al pueblo judío, no tenemos claridad de cómo lo hacía; aunque tenemos certeza de que Dios tenía una relación con el ser humano de alguna forma. Sin embargo, es el monte Sinaí donde Jehová decide hacer un pacto por medio de La Ley con el pueblo de Israel; en donde Él sería su único Dios. Desde ese momento el pueblo solicitó hablar con Dios por medio de intermediarios o profetas, y Jehová así se lo concedió: “Voy a hacer que de entre sus hermanos surja un profeta como tú. Pondré mis palabras en sus labios, y él les comunicará todo lo que yo le ordene decir” Deuteronomio 18:18.
¿Quiénes eran estos profetas del Antiguo Testamento? La palabra profeta viene del griego profetes que significa anunciar un mensaje. Los profetas son portavoces de alguien; y en el contexto religioso, de Dios. Aunque en el escenario secular la idea que se tiene de la palabra profeta es la de predicción, augurio o adivinación de algún evento futuro, en la Biblia el profeta tiene un significado particular: alguien que habla en el nombre del Señor.
Samuel Pagán nos dice que los profetas “eran voceros divinos que transmitían, tanto a la comunidad en general, como a sus líderes la revelación que habían recibido del Señor. No eran adivinos profesionales ni futurólogos; sencillamente eran personas del pueblo que entendían debían proclamar y transmitir, con responsabilidad, seguridad, firmeza y autoridad, el mensaje de Dios en un momento histórico concreto, definido y especifico. Cuando sus palabras tenían implicaciones futuras, siempre las relacionaban con eventos, dinámicas, experiencias y realidades políticas, sociales y económicas de la sociedad en que vivían.”
Según esta definición, los profetas no se dedicaban a predecir el futuro, sino a hablar en nombre de Dios en medio de una realidad histórica particular; siempre había un vínculo entre el mensaje de Dios y una realidad social. Los profetas tenían algo que decir acerca de la vida y la sociedad. Su mensaje no era uno aislado, sino uno contextualizado. Cuando hablaban del futuro, lo hacían imaginando los eventos futuros que podían darse bajo las condiciones políticas, sociales y económicas presentes. Para ser específico, los profetas identificaban el pecado del pueblo o individuo (ej. orgullo, prepotencia, arrogancia, idolatría, injusticia) y establecían las consecuencias del mismo, lo cual no era necesariamente predecir el futuro. Los profetas servían como la conciencia nacional, que indicaba a los gobernantes y al pueblo de su pecado.
¿Quieren ejemplos de profetas que servían como conciencia nacional e indicaban al pueblo su pecado? Permítanme darle dos ejemplos: Miqueas y Juan.
Para entender la profecía de Miqueas es importante entender el contexto del pueblo. El pueblo vivía la corrupción política y religiosa. Los poderosos explotaban a los débiles, pero la corrupción existía también en los religiosos. Ante ese escenario, Jehová no estaba preocupado por su adoración, su liturgia o sus rituales en el templo. Jehová no tenía problema con eso. Sin embargo, para Jehová era incompatible que hubiera tanta adoración y ritual en el templo, mientras había explotación y abuso de poder contra los campesinos y pobres. Ante esa realidad, Jehová le dice que no es suficiente el culto; es necesaria la justicia y la misericordia:
¡Hombre! El Señor te ha dado a conocer lo que es bueno, y lo que Él espera de ti, y que no es otra cosa que hacer justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios. (Miqueas 6:8)
¿Cuál es el contexto? Corrupción. ¿El mensaje? Justicia social.
En segundo lugar, tenemos al profeta Juan, el autor del libro de Apocalipsis. El contexto de Apocalipsis es el siguiente. Domiciano, emperador romano en el tiempo que se escribe Apocalipsis (90-96 d.C.), promulgó un edicto en donde se proclamaba “Nuestro Señor y Dios Domiciano”. Esto traía a la iglesia un problema serio, porque era obligada a adorar al emperador. En adición a esto, el imperio explotaba, marginaba y perseguía a la iglesia cristiana.
Ante las amenazas de muerte por parte del imperio, los cristianos tenían varias opciones: abandonar su fe cristiana, mentir y simular adoración al emperador, luchar por medio de la violencia, cambiar la ley y eliminar la adoración imperial, adorar a Cristo y al emperador a la vez (no tener adoración exclusiva), o ser fieles a Cristo, aunque eso conllevara la muerte. Ante esta realidad, se escribe el libro de Apocalipsis con un propósito principal: invitar a la iglesia a esta última opción, ser fieles hasta la muerte porque Cristo era el único que merecía su adoración. Por eso dice lo siguiente:
No tengas miedo de lo que vas a sufrir, pues el diablo pondrá a prueba a algunos de ustedes y los echará en la cárcel, y allí tendrán que sufrir durante diez días. Tú sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. (2:10)
¿Quieren saber lo que Juan dijo acerca de aquellos que cristianos que se postraban ante el emperador?
Yo sé todo lo que haces, y sé que no eres frío ni caliente. ¡Cómo quisiera que fueras frío o caliente! 16 Pero como eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. (3:15-16)
¿Cuál es el contexto? Adoración imperial. ¿El mensaje? Fidelidad.
¿Qué nos pueden decir estas dos profecías a nosotros hoy en Puerto Rico, dado el contexto social? Que ante un contexto de corrupción política sistémico (que no comenzó en el 2016) en el que se nos invita a darle nuestra lealtad a los políticos de turno, la iglesia está llamada a la justicia social, denunciando la corrupción, y a la fidelidad a Jesús, por encima de cualquier partido o político de turno. En ocasiones, tenemos dificultad para denunciar la corrupción porque precisamente somos más fieles y leales a un partido, político o ideal político, que a Jesús y los valores del Reino de Dios. No existe ningún problema con que la iglesia participe de los procesos democráticos y eleccionarios de nuestro país. Es un derecho que tenemos como ciudadanos, y debemos ejercerlo. Sin embargo, ¿donde están nuestras lealtades? ¿A quién respondemos? ¿A Jesús o al emperador, cualquiera que sea?
Yo imagino que veinte años más tarde tendré una conversación con Aurora sobre lo que está ocurriendo en el país hoy: un contexto de corrupción y adoración imperial. Imagino que ella me preguntará:
Papá: ¿qué hizo la iglesia ante tanta corrupción? ¿denunció el pecado? ¿le fue fiel a Jesús y al reino de Dios?
Pudiera responderle de dos maneras, y espero que sea la segunda. Podría decirle que ante el miedo de que nos fueran a catalogar como “politiqueros”, nos quedamos callados y no denunciamos una corrupción que le ha quitado recursos a quienes más lo necesitan…Que la lealtad a los partidos políticos pudo más que la lealtad a Jesús y su reino…Por otro lado, pudiera decirle que denunciamos el mal y que le fuimos fieles a Jesús.
Dentro de veinte años, ¿de cuál lado queremos estar cuando se escriba la historia de nuestro país?
Agustina Luvis, nuestra profesora de teología contextual en el Seminario Evangélico de Puerto Rico escribió lo siguiente la semana pasada:
Cada momento en la vida es una oportunidad de aprendizaje. Leyendo la cantidad de posts escritos por cristianos y cristianas, incluso por pastores, pastoras, por el liderato cristiano de nuestro país, durante los eventos de las últimas semanas, me he dado cuenta que hay una pseudo teología cristiana que impera, que yo llamaría una teología político partidista. Me he percatado que hay un trabajo que hacer en la escuela dominical o sabática básica en nuestras iglesias. Nuestra gente tiene profundas, preocupantes y distorsionadas nociones de lo que es la gracia, el perdón, el arrepentimiento, la misericordia, la compasión, la justicia, la libertad, e incluso la oración, desde la perspectiva bíblica, desde el Evangelio, desde la teología y tradición cristianas. No sabemos a qué se refiere la vocación profética del pueblo de Dios. Hay inquietantes expresiones de donde están las lealtades de la iglesia, de donde se tiene que anclar la iglesia y al lado de quién en situaciones como la que vivimos como pueblo. Hemos aprendido a leer la Biblia pero no sabemos leer nuestra realidad. Este contexto nuevo y crucial tiene que movernos a una re educación masiva, a volver a discipular, a una relectura de la vida y obra de Jesucristo, pero sobre todo a una educación que nos ayude a leer la realidad que vivimos hoy y como se puede dar testimonio de que somos sus seguidores y seguidoras. Es urgente que aprendamos a dar razón de nuestra esperanza, mediante la renovación del entendimiento y que podamos comprender y a compartir cual es la voluntad de Dios buena, agradable y perfecta para este tiempo.
Jesús dijo en una ocasión:
Ustedes son la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor, ¿cómo volverá a ser salada? Ya no servirá para nada, sino para ser arrojada a la calle y pisoteada por la gente. (Mateo 5:13)
Sin la sal, la carne pierde sabor, y en última instancia, se pudre. La iglesia tiene un rol importante en las crisis que vive Puerto Rico. Nuestro rol profético le da sabor a nuestra isla y ayuda a preservar lo bueno, en la medida en que denunciamos el pecado y somos fieles a Jesús sobre todas las cosas. Como iglesia podemos hacer la diferencia, tener relevancia en nuestra tierra. Cuidémonos de no ser esa sal que ya no sirve para nada, y es arrojada a la calle y pisoteada por la gente porque no tiene nada que decir y hacer ante la corrupción y la adoración imperial político partidista.
Por último, es importante resaltar que los profetas bíblicos no solo denunciaban el mal, sino que clamaban por una intervención divina. Los profetas sabían que había cosas que estaban en sus manos, y otras que no. Como iglesia tenemos un rol, pero no todo depende de nosotros. No somos el centro, Cristo es el que tiene poder sobre todas las cosas. Por eso no solo denunciamos y somos fieles, sino que también esperamos en Dios. Esperamos que su Espíritu se mueva en medio de la faz de las aguas y el caos creando algo nuevo, y que nos use para sus propósitos. Esperamos en Dios para que renueve nuestras fuerzas y nos llene de esperanza y paz. Por eso, como profetas de nuestra tierra también decimos como el salmista:
Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?… Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová. (Salmo 27)
Seamos profetas en nuestra tierra: denunciando, siendo fieles, esperando en Dios.