No es necesario que explique todo lo que ocurre en el país. Todos estamos informados, y es evidente el consenso que existe en el país de que nuestro gobernador debe renunciar. Ante todo esto, ¿cuál debe ser la respuesta de la iglesia?
Usualmente, cada cristiano responde a situaciones como esta desde lo que ha aprendido que es la fe cristiana. Les doy mi ejemplo. Durante los primeros años de mi vida, desde mi niñez y mi adolescencia, aprendí lo importante que era amar a Dios por medio de la oración, la lectura bíblica, el ayuno, el congregarme, entre otras disciplinas espirituales. A medida que fui creciendo y convirtiéndome en un adulto, aprendí que esa era solo la mitad del camino. Aprendí que era llamado a construir el reino de Dios aquí y ahora por medio de actos de servicio a los demás, visitar a los enfermos, y testificar, entre otras disciplinas espirituales. Jesús mismo resumió esto cuando dijo que los dos mandamientos más importantes eran amar a Dios y al prójimo como a nosotros mismos. Juan Wesley, fundador del movimiento metodista, habló también de esto cuando afirmó que la vida cristiana consistía en un balance entre la santidad personal y la santidad social. La santidad personal también se conoce como las obras de piedad, o las disciplinas que nos ayudan a acercarnos a Dios; y la santidad social se le conoce como las obras de misericordia, o las disciplinas que nos ayudan a servir al prójimo.
Dicho todo esto, mi experiencia cristiana me invita a responder a lo que ocurre en el país de la siguiente manera: con balance. Este balance lo vemos en la frase que define quienes somos como iglesia: Una comunidad que crece y sirve. Tan importante es nuestra conexión con Dios al orar, congregarnos, estudiar la Biblia, tomar la Santa Cena, meditar, confesar y ayunar; como dar frutos de servicio al prójimo al oponernos a la injusticia, testificar acerca de Dios, abogar por la dignidad de cada ser humano y servir a todo el que necesite. No se tiene que escoger una o la otra, ambas dimensiones son importantes.
Por las razones antes mencionadas, es que nuestro Obispo Hector Ortiz y el liderato de nuestra iglesia nos han invitado a dos cosas principalmente: orar y participar de manifestaciones pacíficas. Es por esto que invito a la iglesia a orar esta semana de forma intensa, y a aprovechar oportunidades para manifestarnos. Ahora bien, es importante que nos manifestemos por las razones correctas y de la forma correcta. Por las razones correctas, me refiero a que no todas las personas que convocan a las manifestaciones representan nuestros valores cristianos o tienen la moral para pedirle la renuncia al gobernador. Sin embargo, nos manifestamos para oponernos a la injusticia y abogar por la dignidad de este país. Por otro lado, nuestras expresiones siempre deben evitar la violencia de cualquier tipo.
Es un momento histórico, y no debemos desenfocarnos. Como iglesia, no podemos guardar silencio ante lo ocurre. Este es un buen momento para ser como un árbol plantado junto a los arroyos que llegado el momento da su fruto. En esta ocasión, el fruto es orar y actuar.
Termino contándoles que para los años 50, 60 y 70 en Estados Unidos hubo un movimiento a favor de los derechos civiles de las personas de raza negra. Este movimiento fue liderado por un pastor bautista llamado Martin Luther King Jr. Este movimiento tuvo como sede o centros de reunión a los templos e iglesias. Fue un movimiento de la iglesia. Gracias a estas personas que marcharon, se organizaron y resistieron el mal por décadas es que hoy las leyes han cambiado eliminando la segregación racial. MLK dijo en una ocasión:
No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos.
Jesús, por su parte, dijo:
Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse. Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial. (Mateo 5:14-16)