Hoy es un día histórico. Luego de 578 días, un año y medio, estamos de regreso a nuestro templo. ¡A Dios sea la gloria! Hay muchas cosas que hemos aprendido durante este tiempo, siendo quizás la principal que Dios siempre está abriendo nuevos caminos en medio del caos. Este año y medio nos ha permitido ver de primera mano que las malas noticias nunca son las últimas noticias cuando esperamos en Dios. La reconstrucción de nuestro templo nos ha permitido tener esperanza, en medio de un país y un mundo que está lleno de malas noticias, y mucho más luego del huracán María.
¿Cuántos recuerdan las semanas y meses luego del huracán? ¡Cuán difícil fue escuchar buenas noticias! Las malas noticias eran la orden del día. A pesar de que es natural experimentar la tristeza y la depresión luego de un desastre natural como el que vivimos, la desesperanza nunca debería ser protagonista en nuestra vida. Lo puede ser por un momento dado, pero al cabo de un tiempo las malas noticias deben ser reemplazadas por las buenas. ¿Por qué es necesario cambiar las malas noticias por las buenas?
La ciencia se ha enfocado en las últimas décadas en estudiar el cerebro y la conducta. Una de las primeras conclusiones que llegaron las investigaciones es que el cerebro tiene mucho poder sobre nuestra conducta: actuamos de cierta manera porque nuestro cerebro así lo decide. Sin embargo, en los últimos años la ciencia ha descubierto otra cosa: nuestra conducta puede cambiar nuestro cerebro. Esto se conoce como neuro-plasticidad. Les doy un ejemplo.
Una persona que tiene un infarto cerebral, un derrame, pierde la capacidad para hablar o moverse porque su cerebro ha sido afectado. Sin embargo, se ha descubierto que las personas que practican el arte, la música, el baile, leer y viajar, entra otras, luego de un infarto pueden hacer que su cerebro se recupere.
Otro ejemplo es cuando las personas experimentan depresión. Se ha creído que las personas pueden experimentar depresión por que el cerebro no está funcionando bien, y por eso reciben medicación. Eso es cierto. Pero se ha descubierto también que si tu cerebro no está funcionando bien, tú puedes cambiar el funcionamiento del cerebro y revertir la depresión al realizar ejercicios, leer, viajar, bailar, practicar un instrumento musical, entre otras cosas.
¿Saben cuál es una de las conductas que más cambia el cerebro y crea cambios permanentes en su estructura? El exponerse a pensamiento positivos. Una persona que se expone a pensamientos positivos de forma deliberada y continua, su cerebro va cambiando de tal manera que va creando una estructura tal que comienza a enfocarse en las cosas buenas, y menos en las malas; manteniéndose feliz. Lo contrario es cierto. Una persona que se enfoca en lo negativo continuamente, su cerebro cambia y se alambra diferente, creando una estructura cerebral que se enfoca en lo negativo, dejando de ver las cosas buenas.
¿Qué tiene que ver todo esto con la Resurrección y la reconstrucción de nuestro templo? Que una persona que se expone continuamente a las malas noticias, no solo su cerebro le cambia, sino también su espíritu; manteniéndose así en un ciclo eterno de desesperanza en donde las buenas noticias se pasan por alto, no así las negativas.
En la Biblia hay un ejemplo interesante sobre lo que yo llamaría espirítu-plasticidad. El domingo en que Jesús resucitó, una de las mujeres más importantes de su ministerio, María Magdalena, fue hasta la tumba. La última noticia que había recibido era que Jesús estaba muerto. Con esto en mente veamos la historia completa:
El primer día de la semana, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra del sepulcro había sido quitada. 2 Entonces fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que Jesús amaba, y les dijo: «¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!» 3 Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.4 Corrían los dos juntos, aunque el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5 Cuando se acercó para mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. 6 Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí; 7 pero el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no estaba puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y al ver todo eso, creyó. 9 Y es que aún no habían entendido la Escritura, de que era necesario que él resucitara de los muertos. 10 Y los discípulos volvieron a sus casas. 11 Pero María estaba afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, 12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados donde el cuerpo de Jesús había sido puesto; uno estaba a la cabecera, y el otro a los pies. 13 Y le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les dijo: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.» 14 Tan pronto dijo esto, María se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí; pero no se dio cuenta de que era Jesús. 15 Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» 16 Jesús le dijo: «¡María!» Entonces ella se volvió y le dijo en hebreo: «¡Raboni!» (que quiere decir, «Maestro»). 17 Jesús le dijo: «No me toques, porque aún no he subido a donde está mi Padre; pero ve a donde están mis hermanos, y diles de mi parte que subo a mi Padre y Padre de ustedes, a mi Dios y Dios de ustedes.» 18 Entonces María Magdalena fue a dar las nuevas a los discípulos, de que había visto al Señor, y de que él le había dicho estas cosas.
Ante la mala noticia de la muerte de Jesús, esta narración nos dice que María expresó en tres ocasiones que se habían llevado el cuerpo de Jesús. Era natural pensar eso. La primera ocasión junto a los discípulos, la segunda frente a los ángeles, y la tercera frente a Jesús mismo. María, viendo a Jesús de frente le habla sin saber quién era. Aunque no tendremos una explicación perfecta para esto, podemos pensar que María no pudo reconocer y aceptar que Jesús había resucitado. Es como si su sistema se hubiera alambrado para bloquear esa buena noticia, porque en su cuerpo, mente y espíritu lo único que existía era la mala noticia de la muerte de Jesús.
¿No creen que eso nos puede pasar a nosotros? ¿No creen que en ocasiones las buenas noticias se nos presentan y no las reconocemos porque nos hemos quedado estancados en las malas noticias? ¿No creen que nuestro espíritu se puede alambrar de tal forma que no reconozca las buenas noticias, por haber sido expuesto a tantas malas noticias? ¿No creen que podemos padecer de espíritu-plasticidad, un espíritu deformado por las malas noticias?
No hay duda que esto nos puede ocurrir, pero al igual que el bailar, leer, tocar un instrumento y hacer ejercicios puede transformar el cerebro y revertir un infarto o la depresión, hay ejercicios espirituales que pueden revertir la deformación de nuestro espíritu. Les quiero contar acerca de un ejercicio espiritual que me ayudó a mí, y estoy seguro que a toda la iglesia, luego del huracán María: la vida en comunidad.
Al igual que le ocurrió a María, nuestra iglesia entró en un estado de shock y tristeza ante lo ocurrido con nuestro templo. Hubo mucha ansiedad y depresión. Ante tantas malas noticias, no pensábamos que llegarían buenas. Estuvimos a punto de que nuestro espíritu se deformara, estancándonos así en las malas noticias. Pero luego de tres meses de intentos fallidos con el seguro de la propiedad, recibí una llamada en la que me preguntaron si deseábamos que una iglesia llamada La Resurrección de Kansas nos ayudara con el templo. ¡Mi respuesta fue afirmativa!
Nos visitaron en enero del año pasado, le hicimos una propuesta, y en marzo nos habían enviado una cantidad de dinero que nos ayudaría con muchas de las necesidades. En adición, enviaron cinco equipos para ayudarnos en la reconstrucción. En diciembre, en nuestra reunión de evaluación y proyección para 2019, acordamos someter una nueva propuesta. Ante nuestras necesidades volvieron a darnos una cantidad que nos ayudaría a completar todo lo necesario para regresar al templo. Además, decidieron enviar cinco equipos más en el 2019 para ayudarnos. ¡A Dios sea la gloria!
La Iglesia Metodista Unida La Resurrección ha sido un instrumento de Dios para dejarnos saber que las malas noticias nunca son últimas noticias. Que cuando todo parece perdido, Dios abre nuevos caminos. La relación que hemos construido con ellos, la disciplina espiritual de la vida en comunidad, ha transformado nuestro espíritu. Mientras más nos relacionamos con ellos más nuestro espíritu se llena de esperanza al saber que no estamos solos. A través de esta relación continuamos aprendiendo a soltar los pensamientos pesimistas y desesperanzadores, haciendo así que las malas noticias pasen a un segundo plano. Nuestra relación con Kansas nos ha permitido poner en práctica lo que dice Filipenses 4 y Colosenses 3:
Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza. 9 No dejen de poner en práctica todo lo que aprendieron y recibieron de mí, todo lo que oyeron de mis labios y vieron que hice. Entonces el Dios de paz estará con ustedes.
Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. 2 Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra.
Entrar a este templo y agradecer a Dios por este milagro será el ejercicio y la disciplina espiritual que nos ayudará a que nuestro espíritu no se deforme. Sera la disciplina espiritual que mantendrá nuestro espíritu en óptimas condiciones para seguir reconociendo las continuas obras de Dios a nuestro alrededor. Este templo por sí solo no tendrá un propósito a menos que nosotros se lo demos: recordar que así como Jesús resucitó y puso fin a las malas noticias, Dios puede hacer todas las cosas nuevas.
¿Se ha deformado tu espíritu por tantas malas noticias? ¿Crees que estás perdiendo la capacidad para reconocer las buenas noticias?
El que estaba sentado en el trono dijo: «Mira, yo hago nuevas todas las cosas.» (Apocalipsis 21:5)
Hoy, luego de 578 días, luego de un año y medio, las aguas de María ya no se pasean sobre la faz de Samuel Culpeper, sino que en medio del caos el Espíritu de Dios ha hecho un milagro. Hoy agradecemos a la Iglesia Metodista Unida La Resurrección, y sobre todo, a Jesús por su resurrección. ¿Quieres también hoy experimentar el milagro de la resurrección en tu vida?