Marcos 8:27-38
Proverbios 21:28 nos dijo la semana pasada que el que sabe escuchar puede hablar siempre. Cuando se trata de nuestra responsabilidad de compartir a Cristo con otras personas, siempre se comienza escuchando, no hablando. Testificamos acerca de Cristo según las necesidades que nos presenten aquellos con quienes hablamos. Hay mucha gente a nuestro lado en sufrimiento, y una de las mejores formas de predicar a Cristo es mostrarle a la gente que son importantes. Esta semana precisamente tuve la oportunidad de escuchar a alguien e invitarle para nuestra iglesia, al enviarle por texto la invitación para Semana Santa.
Ahora bien, luego de escucharles ¿qué les decimos? ¿Cómo testificamos acerca de Cristo? A la hora de testificar, necesitamos hablar de quién es Dios para nosotros. Necesitamos hablar de su poder para transformar vidas, pero también de su poder para fortalecernos en medio de las pruebas que vienen al seguirle.
En un momento dado Jesús quiso saber quién Él era para la gente y para ellos, sus discípulos. Marcos 8:27-30 dice:
Jesús y sus discípulos fueron entonces a las aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino, Jesús les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» 28 Ellos respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros más, que alguno de los profetas.» 29 Entonces él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?» Pedro le respondió: «Tú eres el Cristo.» 30 Pero él les mandó que no dijeran nada a nadie acerca de él.
Para entender esta conversación y lo que tiene que enseñarnos, es importante señalar que el evangelio de Marcos tiene como una de sus metas principales mostrar el poder de Jesús sobre el mal. Por eso no dedica tanto tiempo como los otros evangelios para hablar acerca de lo que ocurrió antes del ministerio de Jesús, sino que rápidamente comienza a mencionar los milagros, sanidades y exorcismos que Jesús realizó. Los primero ocho capítulos narran precisamente esto. Ante la pregunta de quién era Jesús, ¿cuál sería la respuesta natural de quiénes presenciaban estos milagros? Que Jesús era la reencarnación de Juan el Bautista, Elías o alguno de los profetas; figuras importantes en el contexto judío que representaban poder y autoridad. Pedro va más allá y afirma que era el Cristo, el Mesías.
La palabra Cristo significa el escogido, el ungido. Es posible que para la gente como para Pedro, Jesús representara ese líder que los liberaría de la opresión del imperio romano. La gente, así como Pedro, hablaban de lo que habían experimentado y visto: un hombre poderoso que transformaría todas las cosas; así como había calmado la tormenta, liberado al endemoniado, resucitado a una niña, sanado a la mujer del flujo de sangre, alimentado a cinco mil, caminado sobre el agua, y sanado a un sordomudo y un ciego.
Primera enseñanza: testificar no es otra cosa que dar fe de lo que hemos visto, así como un testigo habla de lo que ha visto delante de un juez o jurado. Como creyentes, debemos mirar nuestra vida y ver cómo el poder de Dios ha estado presente, la transformación que ha hecho en nuestra vida. ¿Qué ha hecho Dios en nuestras vidas? ¿Cómo hemos visto el poder de Dios actuando? Esas respuestas son el punto de partida para testificar: contarle a la gente acerca del poder de Jesús para transformar todas las cosas, para hacer lo imposible. Si tuvieras que decirle a alguien quién es Dios en tu vida, ¿qué dirías?
Por otro lado, se dice que el texto que acabamos de leer es el ombligo del evangelio de Marcos, ya que luego de esta conversación con los discípulos todo cambia. En los primeros capítulos la acción del ministerio de Jesús se da en Galilea, al norte de Israel. Pero luego del capítulo ocho la misma se va moviendo hacia el sur, hacia Jerusalén. Luego de todas estas experiencias de milagros, esta conversación sirve como una transición hacia Jerusalén, que a diferencia de Galilea, ya no es representativo de milagros sino de muerte. ¿Por qué Jesús hace esta transición? ¿Por qué moverse de Galilea a Jerusalén?
Jesús quería enseñarle a sus discípulos la clase de Cristo, Mesías y Ungido que sería; uno quizás muy diferente al que esperaban. Jesús quería aclararle que como Cristo y Mesías, su ministerio no solo incluiría a Galilea (poder: milagros, sanidades, exorcismos), sino a Jerusalén (servicio: sacrificio, humildad, muerte). En otras palabras, la definición de Pedro era correcta pero inconclusa; le faltaba la mitad del camino. Esto lo podemos evidenciar en los versos siguientes:
31 Jesús comenzó entonces a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre sufriera mucho y fuera desechado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y que tenía que morir y resucitar después de tres días. 32 Esto se lo dijo con toda franqueza. Pero Pedro lo llevó aparte y comenzó a reconvenirlo.33 Entonces Jesús se volvió a ver a los discípulos, y reprendió a Pedro. Le dijo: «¡Aléjate de mi vista, Satanás! ¡Tú no piensas en las cosas de Dios sino en cuestiones humanas!»
Segunda enseñanza: cuando testificamos acerca de Cristo, hablamos de su poder, pero también de su sacrificio; y que aquellos que queremos seguirle debemos estar dispuestos a disfrutar de su poder pero a participar también de su sufrimiento. No podemos testificar un evangelio mágico, solo de gloria y poder, sino afirmar también las palabras de Jesús cuando dijo:
«Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. 35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
La agenda bíblico 2019 claretiana dice así para el lunes 1 de abril:
Hemos vuelto, con frecuencia, la experiencia de fe una cuestión mágica, una situación en la que los creyentes queremos tener ventajas, frente al resto de las personas. Ese es un mal camino. La fe no es una realidad que nos coloca delante de los demás. La fe en el cristianismo es una experiencia de adhesión al proyecto de Dios, a través del seguimiento de una persona concreta: Jesús de Nazaret, y del proseguimiento de su causa: el reino de Dios…Esta acción de vivir de acuerdo a la vida y palabra de Jesús trae consecuencias fuertes en la vida…la fe en Jesús y en su proyecto acarrea grandes problemas.
Testificar acerca de Jesús incluye nuestros testimonios acerca de cómo el poder de Cristo nos ha transformado, pero también cómo ese poder nos ha sostenido al enfrentar grandes pruebas. Ricardo Montaner así lo expresa muy bien en su testimonio: https://www.youtube.com/watch?v=embTXLmKtUk.
¿Cómo testificamos? ¿Qué decimos para compartir a Cristo? Dos cosas: hablamos de su poder para transformar vidas, pero también de su poder para fortalecernos en medio de las pruebas que vendrán al seguirle. ¿Con quién hablarás acerca de Cristo en los próximos días? Recuerda que hay quienes podrán creer en el poder de Jesús por medio de ti, y así ser transformados.
Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? 15 ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Como está escrito: «¡Cuán hermosa es la llegada de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!» (Romanos 10:14-15)
Necesitamos ser las manos y pies de Cristo en el mundo, así como Mateo 28:19 nos dice:
Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Comienza contigo. Si todavía no has tomado la decisión de seguir a Cristo, te invito a que hoy le sigas.