Lucas 18:18-25, Filipenses 4:10-13, 1 Timoteo 6:6-10, 17-19
La pasada semana hablamos de los pobres, y la invitación que Pablo le hizo a Corinto de ser generosos hacia los pobres, así como Jesús se había hecho pobre por amor. Pablo no nos invitó a convertirnos en pobres al dar, sino a hacerlo proporcionalmente; de manera que no hubiera pobres, sino equidad. Ahora bien, ¿qué hacemos con los ricos? ¿Habla la Biblia de los ricos y lo que deben hacer con sus riquezas? Hoy veremos que en efecto la Biblia, y en particular Jesús, hablan en múltiples ocasiones acerca del dinero y lo que debemos hacer con él.
¿Cuántos hemos visto algún anuncio que nos invita a comprar un carro, y el mismo nos presenta a una persona muy feliz guiándolo? ¿Han visto anuncios de ropa en el cual la persona que compra parece tener “estilo”? Aunque no siempre podemos identificarlo, el comercio usualmente asocia su producto con alguna emoción o sentimiento. Por ejemplo, los carros nos traen felicidad, y la ropa “glamour”. Su intención es que compremos las cosas, no porque las necesitamos, sino por lo que creemos que nos darán.
Eso se llama una fantasía: soñar con que el carro o la ropa nos traerá felicidad o glamour. Por otro lado, estos anuncios nos hacen tener otro tipo de fantasía, esta vez de forma negativa: seremos infelices si no lo tenemos, o sufriremos vergüenza si no adquirimos algo de calidad “inferior”. Quizás pensemos que esto es algo absurdo y que a nosotros no nos ocurre. ¿Cómo sabemos si realmente este es nuestro caso? ¿Realmente compramos las cosas por felicidad o glamour? Eso lo podemos saber si somos capaces de movernos por la calle en un carro barato o si podemos comprar ropa de alguna marca conocida solo por quién la hizo.
Lo interesante de todo esto es que cuando en ocasiones compramos un carro para ser felices o una ropa para tener glamour nos damos cuenta que no traen felicidad. Nada en este mundo puede realmente llenar nuestra vida. La felicidad viene por la forma en que nos relacionamos con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Podemos tener o no tener, y aun así ser felices. La felicidad es algo que viene de adentro hacia afuera, no de afuera hacia adentro.
¿A dónde quiero llegar con todo esto? ¿Qué es malo adquirir carros o ropa de marcas famosas? Para nada. A donde quiero llegar es que debemos ser nosotros quienes tengamos control de como invertimos nuestro dinero, y no el comercio que produce en nosotros fantasías de felicidad. Que debemos comprar las cosas no por las marcas que tengan o la felicidad que nos pueden traer, sino por su utilidad, calidad y porque realmente las necesitemos. Que debemos comprar con libertad y no presionados por el mercadeo.
¿Por qué necesitamos libertad? Con libertad podemos invertir el dinero no según lo que el comercio nos dice, sino según Jesús nos invitó a hacerlo. Es imposible invertir el dinero según lo que dice el comercio y según lo que dice Jesús a la misma vez. Por eso Jesús mismo dijo en Mateo 6:24:
Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.
Jesús nos invitó a no permitir que el dinero nos controle, sino a nosotros controlar el dinero. Estas son algunas de las palabras de Jesús en cuanto a cómo controlar el dinero:
No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón. Mateo 6:19-21
Y luego dijo: «¡Tengan cuidado con toda clase de avaricia! La vida no se mide por cuánto tienen». Lucas 12:15
Vendan sus posesiones y den a los que pasan necesidad. Lucas 12:33
De hecho, ¡es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios!». Marcos 10:25
Cuando vemos lo que Jesús enseñó, Jesús no tuvo problema con que las personas tuvieran riquezas o posesiones, sino que esas riquezas o posesiones nos los controlaran a ellas. Para Jesús era importante que las personas tuvieran la capacidad de desprenderse de sus riquezas y posesiones cuando fuera necesario para servir a los pobres. Por eso es que dijo que era bien difícil que los ricos entraran en el reino de Dios porque los mismos se apegaban demasiado al dinero, al glamour, a las fantasías; y por estar tan apegados a todo esto eran incapaces de dar a los pobres. Ese es el caso del joven rico:
Un hombre importante le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie que sea bueno, sino sólo Dios. Conoces los mandamientos: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.» Aquél le dijo: «Todo esto lo he cumplido desde mi juventud.» Al oír esto, Jesús le dijo: «Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después de eso, ven y sígueme.» Cuando aquel hombre oyó esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Y al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! Le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. Lucas 18:18-25
Jesús invita al joven rico a desprenderse de sus riquezas para dar a los pobres y no pudo. ¿Ustedes saben a lo que realmente Jesús invitó al joven? A ser feliz con mucho o con poco, y a definirse a sí mismo no por la cantidad de posesiones que tenía, sino por lo que podía hacer con esa riqueza. Jesús invita al joven a tener una nueva definición de rico: ser rico no necesariamente es tener muchas posesiones, sino tener contentamiento y ser rico en buenas obras.
Contentamiento es la capacidad que tenemos los seres humanos de ser felices con mucho o con poco, sabiendo que nuestra plenitud y calidad de vida no vienen por lo que tenemos sino por a Quién tenemos: un Dios que siempre suplirá nuestras necesidades. Pablo dice en Filipenses 4:10-13:
Grande ha sido mi gozo en el Señor de que al fin han reanudado ustedes su cuidado por mí. Claro, la disposición la tenían, pero les faltaba la oportunidad.11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a estar contento en cualquier situación. 12 Sé vivir con limitaciones, y también sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, tanto para estar satisfecho como para tener hambre, lo mismo para tener abundancia que para sufrir necesidad; 13 ¡todo lo puedo en Cristo que me fortalece!
Contentamiento es no definirnos por las marcas de lo que tenemos, sino por quiénes somos: hijos e hijas de un Dios siempre suplirá. Es tener plenitud de vida no importa la circunstancia. Nadie dijo que esto era fácil, y menos cuando hay escasez. Sin embargo, la escasez es la oportunidad para confiar en Dios y ser llenos de un gozo que no proviene de las circunstancias externas, sino de nuestro interior.
Por otro lado, ser ricos para Jesús es también ser ricos en buenas obras. 1 Timoteo 6:6-10,17-19 definen muy bien cuando dice:
Pero la piedad es una gran ganancia, cuando va acompañada de contentamiento;7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, si tenemos sustento y abrigo, contentémonos con eso. 9 Los que quieren enriquecerse caen en la trampa de la tentación, y en muchas codicias necias y nocivas, que hunden a los hombres en la destrucción y la perdición; 10 porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores.
A los ricos de este siglo mándales que no sean altivos, ni pongan su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. 18 Mándales que hagan el bien, y que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos; 19 que atesoren para sí mismos un buen fundamento para el futuro, que se aferren a la vida eterna.
¿Realmente esto es posible? ¿Qué las personas ricas puedan definirse por lo que hacen con sus riquezas? ¿Por buenas obras? Los evangelios presentan varias historias de personas ricas que usaron su dinero para hacer buenas obras:
Después de esto, Jesús andaba por todas las ciudades y aldeas, y allí proclamaba y anunciaba las buenas noticias del reino de Dios. Lo acompañaban los doce, 2 y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena, y de la que habían sido expulsados siete demonios; 3 Juana, la mujer de Chuza, el intendente de Herodes; Susana, y muchas otras que los atendían con sus propios recursos. Lucas 8:1-3
Pero Zaqueo se puso de pie y le dijo al Señor: «Señor, voy a dar ahora mismo la mitad de mis bienes a los pobres. Y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces más lo defraudado. Lucas 19:8
Estas mujeres y Zaqueo son ejemplo de la nueva definición que Jesús quería darle al joven rico, de lo que significa ser rico: ser rico no se trata de tener cosas, sino de tener contentamiento no importa la circunstancia porque Dios siempre suplirá; y ser ricos en buenas obras, de manera que el dinero no se use para adquirir felicidad o glamour, sino para dar a quiénes más necesitan. Ser ricos es poder hacer la oración del pacto que escribió Juan Wesley:
Señor, a Ti pertenecemos. Empléanos para lo que Tú quieras, en el lugar en que Tú quieras. Sea para cumplir alguna tarea o para sobrellevar algún sufrimiento. Para ser utilizados por Ti o para ser rechazados por Ti. Para ser exaltados por Ti o para ser criticados por Ti. Permítenos estar llenos, permítenos estar vacíos. Permítenos tenerlo todo, permítenos tener nada. Libre y completamente rendimos todas las cosas a tu gloria y servicio. Y ahora, al glorioso y bendito Dios; Padre, Hijo y Espíritu Santo, pertenecemos en amor y lealtad. Así sea. Y el pacto que hicimos sobre la tierra, sea ratificado en los cielos. Amen.
Una de las disciplinas espirituales que nos ayuda a tener contentamiento en cualquier circunstancia y a ser ricos en buenas obras es el diezmo. En el Antiguo Testamento Jehová invitó al pueblo a dar el diez por ciento de sus posesiones para sostener el templo y ofrecer ayuda a los más necesitados: viudas, extranjeros y pobres. Jesús no condenó el diezmo, pero nos invitó a verlo solo como un punto de partida. El diezmo es una guía que nos ayuda a organizarnos semanal, quincenal o mensualmente para dar y sostener la iglesia y a los más necesitados; pero también debemos ser capaces de superarlo y dar más allá del mismo cuando es necesario. El diezmo no es una ley que se hace por obligación, sino una disciplina espiritual que se hace por amor.
Esta hermosa iglesia se sostiene con los diezmos de alrededor de 75 personas que mensualmente aportan su diez por ciento para que los ministerios puedan funcionar, en particular el ministerio pastoral. Todas las ofrendas que damos a la comunidad vienen de esos diezmos. Las ofrendas que nosotros hemos recibido de Kansas vienen como resultado de los diezmos de esta iglesia.
Todos los años, como un acto de amor hacia nuestra iglesia y los más necesitados, llenamos una tarjeta en la que especificamos cuál será la cantidad que diezmaremos el próximo año. Para quienes ya diezman es una oportunidad de comprometerse nuevamente y de ser posible aumentar esa cantidad, si sus ingresos han aumentado. Si sus ingresos han disminuido también puede disminuir sus diezmos, porque el mismo es proporcional. También es una oportunidad para quienes todavía no practican esta disciplina, tengan la oportunidad de unirse y ser parte de este proyecto que transforma vidas y la comunidad. Para comenzar no tienes que necesariamente dar el diez por ciento, sino una cantidad menor e ir aumentando hasta llegar al diez por ciento. Esta tarjeta es confidencial y si la llenas recibirás una copia de la pintura “We are not alone”, de nuestro hermano Norberto Ruiz.