2 Corintios 8:1-15 y 9:6-15
Lucas 10:1-9
Esta imagen que aparece a continuación nos muestra la distribución de riqueza alrededor del mundo. Como verán, la riqueza no está distribuida equitativamente. ¿Ustedes creen que ese es el deseo de Dios? ¿Qué algunas personas sufran de hambre y enfermedad, mientras a otras les sobre comida y medicinas? ¿No creen ustedes que al menos cada persona que vive en el mundo debe tener lo necesario para sobrevivir? ¿No creen que deberíamos distribuir mejor la riqueza, de manera que nadie sea pobre?
Cuando usted piensa en el Reino de Dios, ¿qué viene a su mente? Pensamos quizás en un lugar donde no habrá pobreza, hambre ni malnutrición. Ese lugar será real cuando Cristo regrese y haga todas las cosas nuevas. Sin embargo, mientras ese día llega, quienes seguimos a Cristo tenemos la responsabilidad de construir ese reino aquí y ahora. El reino de Dios no es solo futuro, sino que es presente. En una ocasión Jesús eligió a setenta y dos personas y las envió de dos en dos a las casas, y les dijo (Lucas 10:9):
Sanen a los enfermos que allí haya, y díganles: “El reino de Dios se ha acercado a ustedes.”
En otra ocasión, Lucas 7:21-22 nos dice:
En ese mismo momento, Jesús sanó a muchos que tenían enfermedades, plagas y espíritus malignos, y a muchos ciegos les dio la vista. 22 Entonces Jesús les respondió: «Vuelvan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncian las buenas noticias.
El reino de Dios no se trata solo del futuro glorioso y perfecto que existirá al final de los tiempos, sino de cómo los seguidores de Jesús hacemos lo mismo que él hizo mientras estaba en la tierra para que los ciegos vean, los cojos anden, los leprosos sanen, los sordos oigan, los muertos resuciten y los pobres dejen de serlo.
El propósito de esta iglesia en esta comunidad es construir el reino de Dios. Es por eso que la forma en que nosotros medimos nuestra efectividad como iglesia no es por la cantidad de cultos o de miembros que tengamos (aunque eso es importante), sino mirando a nuestro alrededor e identificando si nuestra comunidad es un mejor lugar para vivir gracias a nuestra presencia. Si la comunidad tiene menos pobres y menos enfermos, y cada vez más se parece al reino de Dios, estamos haciendo un buen trabajo.
Es por eso que la iglesia debe recordar siempre que la inequidad en las riquezas va en contra del deseo de Dios, y que debemos hacer algo para buscar la equidad. ¿Cómo logramos eso? No hay duda de que esta realidad es mucho más complicada que sencilla. Sin embargo, la Biblia nos muestra cómo los seguidores de Jesús hicieron lo que estaba en sus manos para buscar la equidad y erradicar la pobreza. No podían derrocar al imperio romano, pero podían hacer lo que afirma nuestro verso bíblico del año (Hechos 2:44):
y todos los que habían creído se mantenían unidos y lo compartían todo…
Lo interesante de este verso es que no es la única evidencia de que en efecto la iglesia compartía sus posesiones para ayudarse mutuamente. 2 Corintios 8 y 9 nos presenta el momento en que Pablo invita a la iglesia de Corinto a que recogiera una ofrenda para ayudar a la iglesia de Jerusalén. La iglesia de Corinto no era necesariamente rica, pero la iglesia de Jerusalén muy probablemente era pobre. El contexto de persecución que vivía la iglesia en el primer siglo y el hecho de que quienes se convertían eran en la mayoría personas pobres, hacía que esta iglesia tuviera mucha necesidad. Veamos la forma en que Pablo invita a Corinto a buscar la equidad y disminuir la pobreza:
Hermanos, también queremos contarles acerca de la gracia que Dios ha derramado sobre las iglesias de Macedonia, 2 cuya generosidad se desbordó en gozo y en ricas ofrendas, a pesar de su profunda pobreza y de las grandes aflicciones por las que han estado pasando. 3 Yo soy testigo de que ellos han ofrendado con espontaneidad, y de que lo han hecho en la medida de sus posibilidades, e incluso más allá de éstas. 4 Insistentemente nos rogaron que les concediéramos el privilegio de participar en este servicio para los santos, 5 e hicieron más de lo que esperábamos, pues primeramente se entregaron al Señor, y luego a nosotros, por la voluntad de Dios.
Pablo comienza mencionando a otra iglesia, Macedonia, que a pesar de ser quizás igual de pobre que Jerusalén, voluntariamente solicitó participar de la ofrenda para la iglesia en Jerusalén. Pablo no solo invitó a Corinto a esta ofrenda, sino a muchas otras. [1] Luego continúa:
6 Por eso le rogamos a Tito completar la obra de gracia que ya había comenzado entre ustedes. 7 Por lo tanto, ya que ustedes sobresalen en todo, es decir, en fe, en palabra, en conocimiento, en todo esmero, y en su amor por nosotros, sobresalgan también en este acto de amor. 8 No es que les esté dando órdenes, sino que quiero ponderar la sinceridad del amor de ustedes en comparación con la dedicación de otros, 9 pues ustedes ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo que, por amor a ustedes, siendo rico se hizo pobre, para que con su pobreza ustedes fueran enriquecidos. 10 Y ahora, por el bien de ustedes, les doy mi opinión sobre este asunto. Desde el año pasado, ustedes no sólo fueron los primeros en hacer algo sino que deseaban hacerlo;
Teniendo este ejemplo de Macedonia, invita a Corinto a hacer lo mismo como una forma de poner en práctica el amor. No como una obligación sino como una forma de imitar a Jesús que se hizo pobre por amor a nosotros. Y que lo hicieran como ya lo habían hecho en el pasado año. Además, menciona:
11 así que ahora, dentro de sus posibilidades, lleven a cabo lo que ya estaban dispuestos a hacer. Porque si hay buena disposición, lo que se da es bien recibido, según lo que uno tiene y no según lo que no tiene. 13 No digo esto para que otros tengan demasiado mientras ustedes sufren de escasez, 14 sino para que en este tiempo la abundancia de ustedes supla, con igualdad, la escasez de ellos, y para que la abundancia de ellos supla la necesidad de ustedes. De este modo habrá igualdad, 15 como está escrito: «El que recogió mucho, no tuvo más, y el que recogió poco, no tuvo menos.»
Ahora bien, esta ofrenda debía ser por amor y con desprendimiento, pero dentro sus posibilidades y de manera proporcional; según lo que se tenía. La meta no era que esta ofrenda produjera nuevos pobres, sino que hubiera equidad (igualdad). Pablo hace referencia a cuando el pueblo de Israel estuvo en el desierto y Jehová les envió pan del cielo y les invitó a solo recoger lo necesario para que todos tuvieran.
Al leer esta carta podemos afirmar que Pablo le está diciendo tres cosas, entre muchas: 1) aprendan a dar como otras iglesias lo han hecho, pero sobre todo de Jesús que lo dio todo, 2) den según lo que tienen, proporcionalmente; no queremos nuevos pobres, y 3) den para que no haya pobres, sino equidad.
En el próximo capítulo Pablo describe lo que sucederá si ofrendan:
6 Pero recuerden esto: El que poco siembra, poco cosecha; y el que mucho siembra, mucho cosecha. 7 Cada uno debe dar según se lo haya propuesto en su corazón, y no debe dar con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama a quien da con alegría. 8 Y Dios es poderoso como para que abunde en ustedes toda gracia, para que siempre y en toda circunstancia tengan todo lo necesario, y abunde en ustedes toda buena obra; 9 como está escrito: «Repartió, dio a los pobres, y su justicia permanece para siempre.» 10 Y aquel que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá los recursos de ustedes y los multiplicará, aumentándoles así sus frutos de justicia, 11 para que sean ustedes enriquecidos en todo, para toda generosidad, que por medio de nosotros produce acción de gracias a Dios. 12 Porque la contribución de este servicio suple no solamente lo que les falta a los santos, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; 13 pues al experimentar este servicio glorifican a Dios por la obediencia de ustedes al evangelio de Cristo, y por su generosa contribución para ellos y para todos. 14 Además, ellos orarán por ustedes, pues los aman por la superabundante gracia de Dios en ustedes.15 ¡Demos gracias a Dios por su don inefable!
Pablo dice que al ofrendar generosa y alegremente siempre tendrán lo necesario para seguir ofrendando, a la vez que quienes reciben la ofrenda suplen su necesidad y dan gracias a Dios por ello. El ofrendar será una oportunidad para que quienes reciben la ofrenda glorifiquen a Dios porque están viendo de primera mano lo que significa amar como Jesús, y para que quienes dan confiesen su fe por medio de la obediencia al evangelio de Cristo.
Tomando como punto de partida esta carta, ¿por qué ofrendamos y damos? 1) Porque de esa forma construimos el reino de Dios aquí y ahora, porque hay menos pobres, 2) imitamos a Cristo por medio de la obediencia a su evangelio, y 3) para que quienes reciben glorifiquen a Dios, den gracias y sean inspirados a hacer lo mismo.
A lo largo de este año hemos tenido el privilegio como iglesia de recibir muchas donaciones, ofrendas y diezmos. Unas han venido de personas fuera de nuestra iglesia y otras de adentro. Gracias a quienes han dado durante este pasado año de alguna manera; debieron haber recibido tarjetas de agradecimiento. Quienes han dado y no son parte de nuestra iglesia, hemos preparado cartas. Cada una de estas quince cartas tiene básicamente el mismo contenido que quisiera compartir con ustedes:
Estos últimos meses han sido difíciles para nosotros. Después de ser golpeados por el huracán María el año pasado, hemos estado trabajando intensamente en los esfuerzos de reconstrucción de nuestra iglesia y comunidad. Sin embargo, no hemos estado solos. Muchas personas en todo el mundo, particularmente de los Estados Unidos, han estado enviando ayuda de muchas maneras. Usted ha sido una de estas personas, y por esa razón queremos agradecerle.
Hoy te damos gracias y le damos gloria a Dios por tu generosidad, tal como lo hizo el apóstol Pablo: “Porque la contribución de este servicio suple no solamente lo que les falta a los santos, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; 13 pues al experimentar este servicio glorifican a Dios por la obediencia de ustedes al evangelio de Cristo, y por su generosa contribución para ellos y para todos”, 2 Corintios 9: 12-13. Debido a esta donación, sabemos con certeza que no estamos solos. Dios está con nosotros. Ustedes son las manos y los pies de Jesucristo.
La última carta la envié la semana pasada cuando la Sociedad de Mujeres de la Iglesia Metodista La Resurrección en Kansas donó $2,000 al Centro de Tutorías EducArte para la compra de dos computadoras y una impresora. En todas las cartas hemos dado gracias por ellos y hemos glorificado a Dios por su obediencia al evangelio de Cristo.
Pero hay algo que quisiera resaltar también: estas donaciones nos invitan a hacer lo mismo aquí y ahora en Naranjito, Hatillo. Su ejemplo nos modela lo que podemos hacer aquí para que haya menos pobreza y más equidad. Así como la iglesia de Macedonia fue de inspiración para Corinto, Kansas lo es para nosotros.
¿Ustedes saben quiénes pueden ser los nuevos pobres de Puerto Rico y Hatillo dentro de muy poco si no hacemos algo? La niñez y juventud de Puerto Rico. Si no invertimos en ellos y construimos el reino de Dios aquí y ahora, ellos serán los nuevos pobres. La iglesia no lo puede hacer todo, pero podemos hacer algo. Eso fue lo que hizo Cristina Torrado en el año 1930 cuando donó los terrenos en donde está ubicado nuestro templo y dijo:
Dono estos terrenos para que mis hijos y nietos tengan un lugar para adorar en el futuro.
En cada culto usted y yo tenemos la oportunidad de ofrendar y diezmar de manera que la iglesia pueda sostenerse y crecer para que sus hijos, nietos y biznietos tengan un lugar donde adorar en el futuro, pastores/as que les guíen y ministerios que le enseñen la Palabra de Dios. Luego de 84 años, hoy tenemos familiares de Cristina entre nosotros. ¿Quieres que tus hijos, nietos y biznietos también estén aquí? Te invito a ofrendar y diezmar (dar el 10% de tus ingresos) cada semana, quincena o mes. En particular, te invito a que separes una ofrenda especial para el día de Acción de Gracias (la misma será dedicada a terminar los esfuerzos de remodelación de nuestro templo).
Dentro de 40 años, nuestros hijos, nietos y biznietos “glorificarán a Dios por la obediencia nuestra al evangelio de Cristo, y por nuestra generosa contribución para ellos y para todos”, así como hoy damos gracias a Dios por Cristina Torrado.
[1] Pablo hace referencia a esta ofrenda en otras cartas: Gálatas 2:10, Romanos 15:25-27, 1 Corintios 16:1-4 y Hechos 24:17.