23 de septiembre de 2018
Hace un año que el huracán María pasó por nuestra isla. Todavía recuerdo los días posteriores al huracán, días en que la desesperanza tocó a nuestra puerta. El sentimiento de que no habría un mañana coqueteó con entrar y quedarse a vivir en nuestras vidas. Sin embargo, el poder del Espíritu Santo ha sido más fuerte que la desesperanza, ayudándonos a entender que hay cosas que para el hombre son imposibles, pero para Dios todo es posible. En medio del desastre, la corrupción y la indiferencia de algunos, el Espíritu se ha movido sobre las aguas y el caos creando un nuevo Puerto Rico. A Dios nadie ni nada lo ha podido detener, y en medio del caos, hay una nueva creación. ¿Cuántos decimos gloria a Dios?
En las pasadas semanas hemos estado hablando sobre las cosas que necesitamos dejar ir de nuestra vida, sentimientos y emociones que nos hacen daño cuando se quedan demasiado tiempo con nosotros, o cuando son mal manejados. Una de esas cosas es la desesperanza, o la creencia de que en la vida todo está perdido y no hay solución. A la desesperanza también hay dejarla ir porque nos enfermará y nos puede llevar hasta la muerte, en ocasiones.
El estado emocional en que nos encontramos cuando la desesperanza se adueña de nuestra mente se llama depresión. La misma puede llegar por diferentes razones: una pérdida, un conflicto no resuelto, una autoestima lacerada, entre otras razones. Cada día las investigaciones demuestran que hay un componente genético en relación a la depresión, y que hay personas que necesitan medicarse para no caer en estados de depresión. Sin embargo, ese pudiera ser el caso de algunas personas, no de la mayoría.
La depresión es una distorsión mental[i] y no es lo mismo que la tristeza. Podemos estar tristes por un tiempo, dos o tres semanas. Pero la depresión llega cuando luego de haber llorado y expresado nuestro dolor, la desesperanza continúa en nuestro sistema debido a que nuestra forma de pensar se caracteriza por el menos tres cosas, entre otras: pensamiento absoluto, descartar lo positivo y magnificar lo positivo.
Cuando nuestra mente piensa de forma dicotómica o en blanco y negro (ej. siempre y nunca, todos y nadie), las posibilidades de depresión aumentan. Alguien con depresión tiene dificultad para ver los grises de la vida y dice algo así: “saqué una C en el último examen, soy un fracasado”. Esa tendencia al pensamiento absoluto lleva a la depresión porque no puede hacer la diferencia entre fracasar y ser un fracasado. Cuando te ves como un fracasado te estás lacerando tu autoestima, y automáticamente te sientes menos y puedes caer en depresión.
David Burns, psiquiatra especialista en la depresión dice: “Los absolutos no existen en este universo. Si intentas forzar tus experiencias en categorías absolutas, estarás constantemente deprimido porque tus percepciones no se ajustarán a la realidad. Te prepararás para desacreditarte infinitamente porque lo que hagas nunca estará a la altura de tus expectativas exageradas.»
En segundo lugar, la depresión se alimenta de descartar lo positivo. Un ejemplo es una persona que acaba de ser admitida a la universidad o seleccionada en un nuevo trabajo y dice lo siguiente: “No hay mucho que celebrar, a cualquiera lo hubieran seleccionado.” Una vez más, se lacera la autoestima.
En tercer lugar, la depresión se alimenta cada vez que magnificamos lo negativo. Un ejemplo es una persona hace una presentación frente a muchas personas, y decenas de personas le dicen lo bien que lo hizo, y una sola le dice que no le gustó. Si la persona se enfoca continuamente en lo negativo y descarta todo lo positivo que sucede alrededor, la depresión también tocará la puerta.
La depresión comienza y termina en la mente. Si pensamos bien, nos sentiremos bien. Si nuestra mente piensa negativamente, nos sentiremos mal. En particular, si escogemos mirar solo lo negativo, perderemos la esperanza y caeremos en depresión. No veremos que hay salida a nuestros problemas, y perderemos el interés por la vida. A continuación un video que nos explica los síntomas de la depresión (tristeza persistente, baja en el estado de ánimo, ausencia de placer, llanto frecuente, baja autoestima, apatía, inapetencia, insomnio, pérdida de peso y en deseo sexual, fatalismo, pesimismo y pérdida de atención, entre otros).[ii]
Una persona en depresión puede llegar a creer que no hay salida a sus problemas y pensar que el suicidio es la solución, lo cual es una forma de pensar distorsionada porque siempre hay solución. En Puerto Rico ocurren entre doscientos a trescientos suicidios cada año, cuando no debería haber ninguno. De estos suicidios, 85% son hombres. De estos, la mayoría tenían entre 45 y 49 años.
Es un mito que las personas que intentan suicidarse lo hacen por llamar la atención y por lo tanto no se debe tomar acción. Quien piensa en suicidarse, aumenta las probabilidades de hacerlo. Mientras más lo piensa, mejor lo planifica, y tiene mayores probabilidades de lograrlo. La mayoría de los suicidas dan avisos evidentes de sus intenciones. ¿Qué hacemos ante una persona que nos da indicadores de suicidio? Tres cosas: escuche, pregunte y actúe.
Escuche y muestre apoyo incondicional sin juzgar. Ponga atención a cada una de sus palabras para identificar donde está la distorsión mental. Además escuche para ver si hay algún plan para suicidarse. Luego, pregunte sobre lo que ha escuchado. No le diga que se olvide de eso y siga hacia adelante. Pregunte detalles de lo escuchado, y cuáles son sus intenciones y su plan. Si la persona está pensando suicidarse y tiene un plan, usted no le dará ideas al preguntarle cómo lo piensa hacer. Todo lo contrario, si usted sabe cómo la persona lo va a hacer puede tomar medidas para impedirlo.
Por último, actúe. Primero, dígale que todo problema tiene solución y que no está solo. Segundo, llame al 911 de ser necesario sin ningún tipo de pena. Tercero, no deje a la persona sola nunca, y por el contrario contacte a sus familiares, amigos o líder espiritual para crear un grupo de apoyo.
En la Biblia se nos presenta en 1 Reyes 19:1-8 el momento en que Elías deseó morirse:
Cuando Ajab le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho, y cómo había degollado a los profetas de Baal, 2 Jezabel mandó un mensajero a Elías, a que le dijera: «¡Que los dioses me castiguen, y más aún, si mañana a esta misma hora no te he cortado la cabeza como lo hiciste tú con los profetas de Baal.» 3 Al verse en peligro, Elías huyó para ponerse a salvo. Se fue a Berseba, en la región de Judá, y allí dejó a su criado. 4 Se internó en el desierto y, después de caminar todo un día, se sentó a descansar debajo de un enebro. Con deseos de morirse, exclamó: «Señor, ¡ya no puedo más! ¡Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados!» 5 Se recostó entonces bajo la sombra del enebro, y se quedó dormido. Más tarde, un ángel vino y lo despertó. Le dijo: «Levántate, y come.» 6 Cuando Elías se sentó, vio cerca de su cabecera un pan que se cocía sobre las brasas y una vasija con agua. Comió y bebió, y se volvió a dormir. 7 Pero el ángel del Señor volvió por segunda vez, lo despertó y le dijo: «Levántate y come, que todavía tienes un largo camino por recorrer.» 8 Elías comió y bebió y recuperó sus fuerzas, y con aquella comida pudo caminar durante cuarenta días con sus noches, hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.
Les señalo dos puntos importantes. Primero, ante la depresión, Dios le invita a trabajar en equipo: “Yo te voy a ayudar, pero tu parte es levantarte y comer.” Elías se levantó, comió y caminó durante cuarenta días hasta llegar al monte Horeb. Dios nos va a ayudar, pero necesitamos hacer nuestra parte: cambiar nuestra forma de pensar, buscar ayuda profesional (para encontrar soluciones) y mantenernos conectados con Dios por medio de las disciplinas espirituales. En cuanto a buscar ayuda, existe una línea de ayuda llamada PAS (Primera Ayuda Psicosocial) disponible 24/7: 1-800-981-0023.
Cuando nos mantenemos conectados con Dios podemos aprender a mirar la vida como Dios la ve:
Y Jesús les respondió: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.
Lucas 18:27
Sólo yo sé los planes que tengo para ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza.” —Palabra del Señor. Jeremías 29:11
En segundo lugar, Dios estuvo allí con Elías. Prueba suficiente de que nunca estamos solos. Nada nos puede separar del amor de Dios, por eso podemos decirle al Señor como el Salmo 42:11
¿Por qué voy a inquietarme?
¿Por qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza,
y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios!
[i] https://www.samuelthomasdavies.com/cognitive-distortions/
Esta serie está muy buena e l interesante. Aprendí mucho en cada mensaje. Me ayuda a comprender a las personas que pasan por la depresión. Además a liberarme de lo que me hace daño. Dios le bendiga Rvdo. Eric.