Despégate y descansa
Génesis 2:1-3
Hoy culminamos nuestra serie La creación gime, y al igual que Dios lo hizo, hoy terminaremos afirmando la importancia del descanso. Génesis 2:1-3 dice:
Así fueron terminados los cielos y la tierra y todo lo que existe. 2 Dios terminó en el día séptimo la obra que hizo; y en ese día reposó de toda su obra. 3 Y Dios bendijo el día séptimo, y lo santificó, porque en ese día reposó de toda su obra.
¿Alguna vez se han preguntado por qué Dios descanso? ¿Tenía necesidad de descansar? ¿O su descanso tuvo que ver más con la creación que con el Creador? ¿No creen que Dios descansó para darle la oportunidad a la creación a que diera fruto y se desarrollara? ¿No creen que Dios quiso enseñarnos que hay tiempo para sembrar y tiempo para dar fruto?
Aquellos que le gusta sembrar la tierra saben que la misma necesita cultivarse y cuidarse, pero a la misma vez necesita espacio y tiempo para dar fruto. El fruto de la tierra no es inmediato, sino que toma tiempo. Todas las plantas tienen su ciclo para dar fruto, y algunas toman más tiempo que otras. Si las plantas se trabajan en exceso pierden esa capacidad para dar fruto. Algunas, por exceso de agua o nutrientes pueden pudrirse.
Hoy día, por la prisa y razones económicas y de producción, el ser humano tiende a forzar a la creación, tanto a los animales como a la tierra para que den fruto más rápido de lo que normalmente les tomaría. Los animales son inyectados con hormonas de crecimiento para acelerar su desarrollo, y las plantas también. Aunque no pudiera decir que las hormonas en sí mismas son absolutamente “malas” para los animales y las plantas, no hay duda que su uso desmedido ha provocado que el fruto que se desea obtener sea de menor calidad, y en ocasiones, con efectos contrarios a nuestra salud. En pocas palabras, forzar el fruto de la creación ha provocado la enfermedad de la misma, así como nuestra propia enfermedad.
¿Ustedes no creen que Dios descansó para enseñarnos que a la creación hay que darle tiempo para que madure, se desarrolle y de fruto? ¿No creen que el descanso de Dios fue una forma de reconocer que a la creación no se le puede forzar su crecimiento y desarrollo? ¿No creen que Dios nos quiso enseñar que a la tierra y los animales hay que darle descanso para que se recuperen del trabajo al que les exponemos, para que entonces puedan dar fruto a su tiempo? ¿No es el séptimo día de la creación la forma en que Dios nos invitó a no controlar ni forzar la creación, la que fue creada con libertad y autonomía?
Deuteronomio 5:12-13 nos ayuda a contestar estas preguntas:
Observarás el día de reposo y lo santificarás, como yo, el Señor tu Dios, te lo he ordenado. Durante seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el día séptimo es de reposo en honor del Señor tu Dios.
En el contexto judío, el alimento venía como consecuencia de trabajar la tierra; por lo que la invitación de Jehová fue a dejar de trabajar la tierra. Esto era un gran reto, porque si no trabajaban, no comían. Por medio del descanso, Jehová quería que el pueblo entendiera que todo giraba alrededor de Él como Dios, y no de sus esfuerzos humanos; y que Él iba a proveer su sustento, aun en medio del descanso. Era por medio del descanso que la tierra tenía la oportunidad de dar el fruto que tanto esperaban. Esto lo debían hacer no solo semanalmente, sino cada siete años y cada 49 años. Levítico 25 dice:
Cultivarás la tierra durante seis años, y durante esos seis años podarás tus viñas y recogerás sus frutos, 4 pero el séptimo año la tierra tendrá que reposar. Es un reposo en honor del Señor, y no debes cultivar tu tierra ni podar tus viñas. 5 No podrás cosechar lo que nazca de manera natural en tu tierra segada, ni podrás recoger las uvas de tu viñedo. Será para la tierra un año de reposo, 6 Pero durante ese reposo la tierra producirá alimento para ti y para tus siervos y siervas, y para tus criados y los extranjeros que residan contigo. 7 Todos los frutos que la tierra produzca serán para que coman tus animales y las bestias salvajes… Y si acaso se preguntan: “¿Y qué vamos a comer el séptimo año, si no vamos a sembrar ni a cosechar nuestros productos?”, 21 yo los bendeciré el sexto año, y la tierra dará frutos para tres años. 22 Así en el año octavo ustedes sembrarán, y mientras tanto comerán del fruto añejo hasta el año noveno, y tendrán comida hasta que puedan cosechar.
En pocas palabras, si el ser humano descansaba, la tierra también, y en ese descanso la tierra daría su fruto.
¿Ustedes no creen que para poder darle descanso a la creación, y a la misma vez nosotros descansar, necesitamos liberarnos de la necesidad de controlar? ¿No será que necesitamos tener tolerancia con los procesos naturales de la vida? ¿No será que necesitamos bajar la velocidad que llevamos en la vida? ¿No será que las cosas se dan a su tiempo? ¿No creen que el desgaste físico y emocional que muchos tenemos es consecuencia de que queremos forzar las cosas? ¿De que no esperamos que las cosas se den en el tiempo y la manera de Dios?
Walter Riso dice que “la mayoría de los seres humanos, por no decir todos, no soportamos las situaciones de incertidumbre y ambigüedad.” Nos cuenta que en un estudio realizado, a las personas se les decía que pusieran sus manos sobre un cable eléctrico, ya que en algún momento recibirían un shock eléctrico leve. La idea no era darle el shock, sino ver cómo reaccionaban a la incertidumbre, a la espera. La mayoría prefirió el shock a tener que esperar.
Este estudio nos ayuda a entender el por qué tenemos problemas para manejar las crisis: las mismas son procesos que toman tiempo, y que causan que las cosas se salgan de control. Las crisis son un desequilibrio en la vida. Pero no todas las crisis son negativas; muchas de ellas son procesos necesarios que producen maduración y desarrollo en la vida. Todas las crisis necesitan de un ingrediente para superarlas: paciencia.
Así como Dios descansó, y se despegó y permitió a la creación desarrollarse y madurar, necesitamos también darle espacio a la tierra y animales para que den su fruto. Pero también somos llamados a desapegarnos de las personas, las situaciones y las cosas, y darle su espacio para que den fruto a su tiempo. Necesitamos dejar de forzar las cosas. Necesitamos despegarnos y descansar, así como Dios lo hizo en el séptimo día. Sobre todo, somos invitados a confiar en Dios mientras descansamos, así como nos invita el Salmo 46:10:
Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.
Reflexionemos: ¿Cuántas cosas hemos forzado causándonos desgaste? ¿Qué estoy forzando ahora mismo? ¿Necesitas descanso debido al desgaste?
Si estás cansado, Jesús te recuerda:
Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar. 29 Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma; 30 porque mi yugo es fácil, y mi carga es liviana. Mateo 11:28-30
Te invito a orar así:
Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia; viviendo un día a la vez, disfrutando un momento a la vez; aceptando las adversidades como un camino hacia la paz; pidiendo, como lo hizo Dios, en este mundo pecador tal y como es, y no como me gustaría que fuera; creyendo que Tú harás que todas las cosas estén bien si yo me entrego a Tu voluntad; de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida e increíblemente feliz Contigo en la siguiente. Amen.
[i] Autor: Reinhold Niebuhr