Predicación 14 de enero de 2018
Hechos 2:42-47, Lucas 10:25-37
Hoy comenzamos nuestra primera serie de predicaciones del año, y la misma está relacionada con lo que será nuestro tema para el 2018: Una comunidad viva. ¿De qué trata este tema? ¿Qué significa? Eso es lo que veremos en esta predicación; pero les adelanto lo que será nuestra meta como iglesia para este año: Vivir como una gran familia que disfruta su conexión con Dios y da frutos de testificar, servir y dar al prójimo. Este año buscaremos vivir la unidad con Dios y con el prójimo. En particular, haremos énfasis en las relaciones humanas y cómo la espiritualidad cristiana no se vive en soledad, sino en comunidad.
¿Cuántos han escuchado lo siguiente: “Para ser cristiano no tengo que ir a la iglesia”, “Puedo ser cristiano a mi manera” y “Mi fe es un asunto privado entre Dios y yo”? Estas afirmaciones son muy repetidas por las personas, y parecieran tener sentido; pero, ¿se puede vivir el cristianismo solo desde lo individual y privado? Hechos 2:42-47 nos responde esta pregunta:
Fue así como los que recibieron su palabra fueron bautizados, y ese día se añadieron como tres mil personas, 42 las cuales se mantenían fieles a las enseñanzas de los apóstoles y en el mutuo compañerismo, en el partimiento del pan y en las oraciones. 43 Al ver las muchas maravillas y señales que los apóstoles hacían, todos se llenaban de temor, 44 y todos los que habían creído se mantenían unidos y lo compartían todo; 45 vendían sus propiedades y posesiones, y todo lo compartían entre todos, según las necesidades de cada uno. 46 Todos los días se reunían en el templo, y partían el pan en las casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 mientras alababan a Dios y brindaban ayuda a todo el pueblo. Y cada día el Señor añadía a la iglesia a los que habían de ser salvos.
Hechos, el libro que mejor nos narra cómo fue la vida de los primeros cristianos, nos dice que estos se caracterizaron por cuatro cosas, entre muchas otras:
- Enseñanza: “se mantenían fieles a las enseñanzas de los apóstoles… Al ver las muchas maravillas y señales que los apóstoles hacían, todos se llenaban de temor”
- Compañerismo: “mutuo compañerismo…y todos los que habían creído se mantenían unidos y lo compartían todo; 45 vendían sus propiedades y posesiones, y todo lo compartían entre todos, según las necesidades de cada uno… y brindaban ayuda a todo el pueblo”
- Adoración: “en el partimiento del pan… Todos los días se reunían en el templo, y partían el pan en las casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 mientras alababan a Dios”
- Oración: “y en las oraciones”
Lucas, autor de Hechos, termina ese capítulo afirmando que con este estilo de vida “cada día el Señor añadía a la iglesia a los que habían de ser salvos.” Estos cuatro elementos traían salud y crecimiento a la iglesia de forma natural.
Ahora bien, este estilo de vida no vino de la nada, sino que fue producto del Espíritu Santo en esta comunidad de creyentes. Al principio de este capítulo 2 se nos presenta la llegada del Espíritu Santo en el evento de Pentecostés y al final del mismo cómo el Espíritu Santo había transformado la vida de los seguidores de Jesús; en particular cómo había transformado su forma de relacionarse unos con otros. Una de las grandes transformaciones que hizo el Espíritu Santo fue llevarlos de la individualidad a la comunidad. La enseñanza, la adoración y las oraciones se dieron en un contexto de compañerismo o comunidad. El verso 2:44 nos dice que “todos los que habían creído se mantenían unidos”.
Tal y como mencioné hace unas semanas atrás, es bueno tener momentos de solitud, así como lo hizo Jesús, para nutrir nuestra relación con Dios y con nosotros mismos. Pero vivir en soledad descartando el compañerismo no es la voluntad de Dios para el ser humano. La voluntad de Dios es la vida en comunidad, caracterizada por la unidad y el compañerismo. ¿Cómo sabemos que esa es la voluntad de Dios? Porque el Nuevo Testamento lo enseña, comenzando por el libro de Hechos que ya hemos discutido, y otros ejemplos que les presentaré ahora.
- El bautismo de Jesús, según Lucas 3:21-22:
Un día en que todo el pueblo estaba siendo bautizado, también fue bautizado Jesús. Y mientras Jesús oraba, el cielo se abrió 22 y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma. Entonces vino una voz del cielo, que decía: «Tú eres mi Hijo amado, en quien me complazco.»
El mejor ejemplo de unidad en la Biblia es la trinidad, Dios en tres personas. Así como lo vemos en el bautismo de Jesús, Dios tiene una relación perfecta con su hijo y su Espíritu. Esa unidad de la trinidad es nuestra meta o punto de referencia cuando buscamos vivir el compañerismo.
- La unidad entre Jesús y el Padre, según Juan 17:20-21:
Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
- La relación entre Jesús y su iglesia, según Efesios 4:15-16:
…sino para que profesemos la verdad en amor y crezcamos en todo en Cristo, que es la cabeza, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
Así como Cristo es la cabeza de su cuerpo, la iglesia, somos invitados a estar unidos como partes de un cuerpo.
- La parábola del buen samaritano, según Lucas 10:30-37:
«Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones, que le robaron todo lo que tenía y lo hirieron, dejándolo casi muerto. 31 Por el camino descendía un sacerdote, y aunque lo vio, siguió de largo. 32 Cerca de aquel lugar pasó también un levita, y aunque lo vio, siguió de largo. 33 Pero un samaritano, que iba de camino, se acercó al hombre y, al verlo, se compadeció de él 34 y le curó las heridas con aceite y vino, y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura y lo llevó a una posada, y cuidó de él.35 Al otro día, antes de partir, sacó dos monedas, se las dio al dueño de la posada, y le dijo: “Cuídalo. Cuando yo regrese, te pagaré todo lo que hayas gastado de más.” 36 De estos tres, ¿cuál crees que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?» 37 Aquél respondió: «El que tuvo compasión de él.» Entonces Jesús le dijo: «Pues ve y haz tú lo mismo.»
Esta parábola nos enseña que ignorar al otro es anticristiano. Ser cristianos es ser parte de una comunidad creada por el Espíritu, en la cual nuestra forma de relacionarnos es transformada y ahora nuestras relaciones no se caracterizan por ignorar a quién está a nuestro lado sino por la empatía, la solidaridad y la unidad. Somos cristianos cuando nuestras relaciones pasan de la individualidad a la comunidad. 1 Juan 4:20 dice:
Si alguno dice: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios, a quien no ha visto?
Para este año le invito a algo sencillo: no ignore a quién está a su lado, en la iglesia, en la casa, en el trabajo, en la escuela, en la universidad, etc. En cuanto a la iglesia, no participe de la iglesia como un cine o una obra de teatro. Haga amigos, salude, escuche. Hagamos de la unidad y el compañerismo la prioridad este año. Nuestra misión como iglesia es construir una comunidad cristiana en donde personas cristianas y no cristianas puedan conocer, amar y servir a Dios para convertirse así en discípulos de Cristo. Busquemos ser esa comunidad que vive como una gran familia que disfruta su conexión con Dios y da frutos de testificar, servir y dar al prójimo.
Hay dos frases que quiero compartir con ustedes cortesía de Giacomo Cassese: «Vivir en soledad es posible, pero para vivir en abundancia (plenitud) es necesario amar» y «El nivel más elevado de la espiritualidad cristiana es el ejercicio del amor».
En el verano Heidy y yo nos iremos de vacaciones junto a nuestros mejores amigos. Es la primera vez luego de tantos años de amistad que viajamos juntos fuera de Puerto Rico. Ya hemos comenzado a planificar nuestro viaje y nos hemos reunido en varias ocasiones. La meta de las reuniones es planificar un viaje para compartir juntos, pero durante las reuniones ya nos estamos uniendo más. Por los próximos seis meses fortaleceremos nuestra amistad y no tengo duda que disfrutaremos aún más el viaje.
Así es la vida cristiana. Todos tenemos el sueño de participar como cuerpo de Cristo de una eternidad con Jesús. Pero mientras llega ese día nos vamos preparando por medio de la enseñanza, adoración y oración en comunidad. Estamos practicando para vivir en perfecta unidad con Dios y el prójimo. Les invito a que este año seamos una gran familia que no ignora al otro, sino que pasa de la individualidad a la comunidad. ¡Seamos una comunidad viva!