Lucas 6:36-49
Una de las cosas que más me impresionó durante y luego del huracán fue que algunas estructuras físicas que parecían ser fuertes y resistentes no lo fueron, mientras que otras que parecían ser frágiles y vulnerables resistieron. Ante esta realidad, un amigo me dijo algo muy sencillo pero revelador: muchas estructuras resistieron porque tuvieron una buena construcción. Además me dijo que el huracán puso en evidencia las fallas en la construcción de muchas estructuras. Yo estoy de acuerdo con mi amigo, y creo que la construcción en Puerto Rico no debería ser la misma de antes, sino mejor.
En una ocasión Jesús habló precisamente de lo importante que es tener una buena construcción, pero para nuestra vida cristiana. Para Jesús, esa buena construcción es necesaria, porque al igual que nos ocurrió a nosotros, la vida nos sorprende con tormentas que tienen el potencial de derrumbarnos espiritualmente hablando. Tormentas que nos tentarán con abandonar el camino, con dejar de creer, con perder la esperanza; tormentas que nos hacen pensar si seguir a Cristo vale la pena. Ante esta realidad, solo tenemos una opción: construir nuestra fe cristiana con buenos cimientos. Si queremos perseverar durante y luego de las tormentas de la vida, es necesario mirar cuáles son las fallas de construcción que pueden tener nuestras vidas y arreglarlas. Jesús lo dijo de la siguiente manera:
“¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les mando hacer? Les voy a decir como quién es el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica: Es como quien, al construir una casa, cava hondo y pone los cimientos sobre la roca. En caso de una inundación, si el río golpea con ímpetu la casa, no logra sacudirla porque está asentada sobre la roca. Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica, es como quien construye su casa sobre el suelo y no le pone cimientos. Si el río golpea con ímpetu la casa, la derrumba y la deja completamente en ruinas” Lucas 6:46-49.
Jesús, quién sabía más de huracanes que Ada Monzón, explicó la forma en que podemos construir nuestra vida cristiana con cimientos que puedan resistir las tormentas de la vida: pasando de la teoría a la práctica. Lo que define una buena construcción, espiritualmente hablando, es que nuestra fe no sea teoría sino práctica. ¿Qué quiso decir Jesús con eso? ¿Por qué una buena construcción tiene que ver con poner en práctica sus enseñanzas? Creo que la experiencia que tuvo Juan Wesley, fundador del metodismo, nos puede ayudar a entender a Jesús.
Juan Wesley viajó como misionero desde Inglaterra hacia América en 1735. Durante el viaje enfrentaron una tormenta y él se llenó de miedo y pensó que iba a morir. Sin embargo, un grupo de moravos que estaba en el barco, en vez de llenarse de miedo, comenzó a cantar y alabar a Dios. Wesley no podía concebir la conducta de los moravos, pero luego entendió que los moravos tenían algo que él no tenía: seguridad de su salvación. La tormenta había puesto al descubierto fallas en la construcción de su fe cristiana; su fe era demasiado teórica.
Esta experiencia llevó a Juan Wesley a unirse a líderes cristianos que le pudieran ayudar a fortalecer sus fallas de construcción. Cuando regresa a Inglaterra, y en medio de un proceso de restauración como cristiano, Wesley tiene un encuentro con el Espíritu Santo que remendó bastante sus fallas de construcción. Mientras caminaba por una calle llamada Aldersgate, escuchó el prefacio al libro de Romanos escrito por Martín Lutero, y en ese momento sintió su corazón arder y por primera vez sintió que sus pecados habían sido perdonados y la seguridad de su salvación. Por primera vez Wesley pudo llevar su fe de la mente al corazón; de la teoría a la práctica.
El ejemplo de Wesley es ideal para nosotros, porque al igual que él, acabamos de pasar por una tormenta que nos debe haber ayudado a descubrir fallas en la construcción de nuestra fe; a identificar si nuestra fe había sido una más teórica que práctica, tal y como le ocurrió a Wesley. Por lo menos ese fue mi caso. Descubrí una falla en la construcción de mi fe cristiana: que debo darle más espacio al Espíritu Santo para que me sorprenda, porque Dios es mucho más grande de lo que yo puedo analizar y explicar. Aunque no ha sido mi intención, en ocasiones he caído en una rutina donde pierdo oportunidades para simplemente disfrutar a Dios actuando en mi vida y en el mundo.
¿Cuáles fueron las fallas de construcción que descubriste sobre tu fe cristiana? ¿Qué dimensiones de tu fe descubriste que eran más teóricas que prácticas?
Pasar de la teoría a la práctica parece un mensaje sencillo, y poco profundo. Sin embargo, gran parte del mensaje de Jesús tuvo y tiene que ver con seguirle e imitarle. Jesús continuamente invitaba a sus discípulos a no ser como los escribas y fariseos que eran mucho más teóricos que prácticos. Mateo 23:1-4 dice: “Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: «Los escribas y los fariseos se apoyan en la cátedra de Moisés. Así que ustedes deben obedecer y hacer todo lo que ellos les digan, pero no sigan su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra. Imponen sobre la gente cargas pesadas y difíciles de llevar, pero ellos no mueven ni un dedo para levantarlas.”
En otra ocasión dijo la siguiente parábola:
“El sembrador es el que siembra la palabra. Algunos son como lo sembrado junto al camino. En ellos se siembra la palabra, pero enseguida, después de oírla, viene Satanás y les arrebata la palabra sembrada en su corazón. Otros son como lo sembrado entre las piedras. Al oír la palabra, enseguida la reciben con gozo; pero, como no tienen raíz, su vida es muy corta, y al venir las aflicciones o la persecución por causa de la palabra, enseguida tropiezan. Otros son como los que fueron sembrados entre espinos. Éstos son los que oyen la palabra, pero las preocupaciones de este mundo, el engaño de las riquezas, y la codicia por otras cosas, entran en ellos y ahogan la palabra, por lo que ésta no llega a dar fruto. Pero hay otros, que son como lo sembrado en buena tierra. Son los que oyen la palabra y la reciben, y rinden fruto; ¡dan treinta, sesenta y hasta cien semillas por cada semilla sembrada!»” Marcos 4:14-20.
Para Jesús era importante que las personas dieran fruto, que hubiera una expresión visible y externa de lo que pasaba internamente en sus vidas. El tema del fruto era tan importante que Jesús termina el sermón del llano de la siguiente manera:
“No juzguen, y no serán juzgados. No condenen, y no serán condenados. Perdonen, y serán perdonados. Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada, remecida y desbordante. Porque con la misma medida con que ustedes midan, serán medidos.» Les dijo también una parábola: «¿Acaso un ciego puede guiar a otro ciego? ¿Acaso no se caerán los dos en algún hoyo? El discípulo no es superior a su maestro, pero el que complete su aprendizaje será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la paja que tienes en tu ojo”, si no ves la viga que tienes en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces podrás ver bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano” Lucas 6:37-42.
Luego dice:
«Ningún árbol bueno produce frutos malos, ni tampoco un árbol malo produce frutos buenos. Porque cada árbol se conoce por su fruto. No se cortan higos de los espinos, ni se vendimian uvas de las zarzas. El hombre bueno, saca lo bueno del buen tesoro de su corazón. El hombre malo, saca lo malo del mal tesoro de su corazón; porque de la abundancia del corazón habla la boca” Lucas 6:43-45.
¿Qué nos quiso decir Jesús con esto? Dos cosas principalmente. Primero, Jesús dijo: “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo?” Esta pregunta es una invitación a no invertir nuestro tiempo criticando cuán lejos están las personas de actuar como Jesús, y por el contrario, usar todo ese tiempo para mirar nuestras propias fallas de construcción. Pero segundo y más importante, Jesús dijo: “Porque cada árbol se conoce por su fruto”. Jesús nos invitó a no solo mirar nuestras fallas de construcción, sino a mirar si nuestra vida está dando fruto, si está pasando de la teoría a la práctica.
Ahora bien, no debemos confundir este llamado de Jesús con obsesionarnos con nuestras debilidades y así dejar de mirar nuestras fortalezas. La invitación de Jesús es a dejar que el Espíritu Santo continúe trabajando en nosotros/as, porque quién puede quitar el pecado de nuestra vida es el poder de Dios. Somos una obra en construcción y la propia voluntad no es suficiente; necesitamos que Dios nos ayude. Esto se trabaja en equipo. Nuestra parte es mirar hacia adentro y pedirle a Dios que nos ayude a pasar de la teoría a la práctica.
Eso es lo que vamos a hacer ahora mismo al evaluar cómo estamos poniendo en práctica seis dimensiones vitales (cimientos) de la vida cristiana. Usando una escala del 1 al 10, evalúa si ese cimiento lo estás poniendo en práctica, siendo 1 que no lo pones en práctica y 10 que sí.
- Orar: la experiencia de tomar tiempo diariamente para hablar con Dios, meditar y estudiar su Palabra.
- Adorar: la experiencia de congregarnos y afirmar nuestra identidad como hijos/as de Dios.
- Madurar: la experiencia de llevar nuestra fe a otro nivel por medio del aprendizaje en comunidad.
- Servir: la experiencia de usar nuestros talentos, tiempo y energías para ayudar a otros en necesidad.
- Diezmar: la experiencia de usar el dinero para amar a Dios y servir a los demás, teniendo la meta de dar el diez por ciento de nuestros ingresos (diezmo).
- Invitar: la experiencia de testificar acerca de Cristo e invitar a gente no cristiana a nuestra iglesia.
El Salmo 1 dice:
“Bienaventurado el hombre que no anda en compañía de malvados, ni se detiene a hablar con pecadores, ni se sienta a conversar con blasfemos. Que, por el contrario, se deleita en la ley del Señor, y día y noche medita en ella. Ese hombre es como un árbol plantado junto a los arroyos: llegado el momento da su fruto, y sus hojas no se marchitan. ¡En todo lo que hace, prospera!»
¿Qué fruto queremos dar cuando llegue el tiempo de la tormenta? ¿Queremos resistir la tormenta? Para resistir necesitamos buenos cimientos, necesitamos pasar de la teoría a la práctica.