Deuteronomio 6:5 / Levítico 19:18 / Mateo 22:34-40
Hoy comenzamos nuestra nueva serie de predicaciones sobre el matrimonio: Hasta que la muerte nos separe. El propósito de la misma es fortalecer la vida matrimonial y dar herramientas a que quienes no están casados para que puedan hacer una buena elección, en el caso de que deseen casarse (casarse no es una obligación, y la soltería también es un estilo de vida digno). Esta serie también es muy relevante para los padres, madres, abuelos y tíos porque le dará herramientas para guiar a sus hijos/as, sobrinos y nietos en los asuntos del amor de pareja. Les aseguro que durante la serie habrá algo para todos/as.
Durante todo el mes de septiembre trabajaremos cuatro temas: autoestima, sexualidad, divorcio y fidelidad. Hoy comenzaremos hablando sobre la relación que tiene nuestra autoestima con el proceso de escoger una pareja. El mensaje de hoy puede resumirse en la siguiente frase: El amor comienza en casa.
No exagero cuando digo que la mitad de las asesorías pastorales que ofrezco en mi oficina pastoral de alguna manera se vinculan con lo que llamamos autoestima: el valor que nos damos como persona. Así como le damos valor a una posesión o a una persona, cada ser humano se da un valor a sí mismo. Si usted se asigna un alto valor como persona, usted hará algo muy importante: no se expondrá a situaciones que le hagan daño, de la misma forma en que no expone una posesión o persona valiosa a que le hagan daño. Como veremos, una alta autoestima nos ayuda a no exponernos a relaciones de pareja que nos hacen daño.
Jesús habló de autoestima, aunque no de una forma explícita. Mateo 22:34-40 nos dice que “Al enterarse los fariseos que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron alrededor de él; 35 y uno de ellos, que era intérprete de la ley, para ponerlo a prueba le preguntó: 36 «Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?» 37 Jesús le respondió: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” 38 Éste es el primero y más importante mandamiento. 39 Y el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” 40 De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas»”.
Para ofrecer esta respuesta a los fariseos, Jesús tomó dos versos de la Biblia hebrea y los unió: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:5) y “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18). Aunque Jesús dijo que eran dos mandamientos, en los últimos años he interpretado que hay tres: amar a Dios, amar al prójimo y amarnos a nosotros mismos. Yo le llamo a este tercer mandamiento el mandamiento olvidado porque en muchas ocasiones lo pasamos por alto. Sin embargo, Jesús estableció un vínculo entre amar al prójimo y amarnos a nosotros mismos. ¿Cómo podemos explicar este vínculo?
El pasado sábado los síndicos de la propiedad una vez más le dieron mantenimiento a las instalaciones. Esto es parte de un objetivo que tenemos en nuestra iglesia de tener las instalaciones en el mejor estado posible para recibir con una hospitalidad radical a quienes nos visitan. Esta es la forma en que le decimos a quienes nos visitan que les amamos incondicionalmente. No podemos ofrecer esta hospitalidad radical a otros si no le hemos dado amor primero a nuestra casa.
De igual forma, Jesús nos quiso enseñar que el amor comienza en casa. Uno ama bien a los demás cuando se ama bien a uno mismo. Scott Peck, psiquiatra norteamericano define el amor como “La voluntad de extender los límites del yo con el propósito de nutrir nuestro crecimiento espiritual y el de los demás”. Esto quiere decir que una relación de amor saludable, cualquiera que sea, le tiene que llevar a usted al crecimiento espiritual; de lo contrario, la misma no es una relación de amor. En el amor saludable no hay que escoger entre el amor propio o el amor al prójimo; ambos deben estar presentes.
En el caso del amor de pareja esto quiere decir que una relación saludable es una en la que el amor propio no tiene que sacrificarse por el amor a la pareja. En una buena relación de pareja, en donde hay amor propio o una buena autoestima, usted no se hace daño por estar en la misma. En las relaciones de pareja hay que hacer sacrificios y en ocasiones sufrir por amor a la pareja, pero no es un escenario en donde nos hacemos daño, nos sacrificamos como persona y la esencia de la relación es el sufrimiento. Eso no es una relación saludable, sino una relación de codependencia.
¿Qué es una relación codependiente? Una relación en donde lo importante no es el amor saludable, sino que haya una relación. Una relación donde lo que domina no es el amor que nos enseñó Jesús, sino la desesperación: “no quiero estar solo/a, te necesito y aunque no eres lo que me merezco como persona, esto fue lo que trajo el barco”. ¿Cómo caemos en una relación codependiente? Permítanme explicarle con una imagen.
Imagine que los tres mandamientos que Jesús nos enseñó (amar a Dios, al prójimo y a uno mismo) son como tres tanques que almacenan amor. Si usted desea tener el tanque del amor a Dios lleno usted debe practicar disciplinas espirituales que le permitan fortalecer su amor por Dios, también llamadas obras de piedad: orar, leer la Biblia, ayunar, congregarse, Santa Cena, entre otras.
Si usted desea tener el tanque del amor al prójimo lleno usted debe practicar disciplinas espirituales que le permitan fortalecer su amor por el prójimo, también llamadas obras de misericordia: visitar a los enfermos y encarcelados, vestir y alimentar a los necesitados, la generosidad, el oponerse a cualquier tipo de explotación humana y el servicio a la comunidad.
Si usted desea tener el tanque del amor propio lleno usted debe practicar disciplinas espirituales que le permitan fortalecer su amor por usted mismo, también llamadas obras de autoestima (le acabo de poner ese nombre): cuidar nuestra mente, cuerpo y espíritu; conocernos, aceptarnos, respetarnos, hablarnos con amor y mejorarnos como persona, entre otras.
Ninguno de estos tanques puede descuidarse, porque cuando los mismos están vacíos vamos en caer en la desesperación y buscaremos cualquier cosa para llenarlos. En el caso del tanque del amor a Dios, buscaremos llenar esos vacíos con poder, fama, dinero, propiedades, ropa, status social; vacíos que solo Dios puede llenar.
En el caso del tanque del amor al prójimo, buscaremos rodearnos superficialmente de personas, solo por no estar solos; porque hemos perdido conexión con el prójimo y sus necesidades. Tendremos vacíos que solo la solidaridad, la compasión y la misericordia pueden llenar.
En el caso del tanque del amor propio, buscaremos desesperadamente personas que nos llenen del afecto y cuidado que nos debimos haber dado nosotros mismos; vacíos que nunca podrán ser llenos por otra persona que no sea uno mismo.
En pocas palabras, cuando los tanques están vacíos caemos en desesperación y buscamos llenarlos de formas inadecuadas, por lo que nunca se llenarán. Lo que produce entonces que nuestra vida no sea guiada por el amor a Dios, al prójimo y a uno mismo, sino por la desesperación.
En el caso de las relaciones de pareja, cuando no hay amor propio la desesperación nos guía y nos lleva a exponernos a relaciones no saludables porque lo importante es obtener ese afecto y cuidado con quien sea; y en vez de amar a esa persona, la utilizamos para llenar un vacío. Sin embargo, las relaciones de pareja no tienen el propósito de llenar vacíos, sino de compartir con otra persona el amor que ya tenemos en nosotros/as. En una relación de pareja saludable uno no va en busca del amor, uno comparte con otra persona el amor que ya uno tiene; porque sus tanques del amor están llenos, particularmente el del amor propio. En pocas palabras, si tus tanques están vacíos, particularmente el del amor propio, irás en busca del amor; si está lleno, lo compartirás.
¿Cómo sabemos que estamos en una relación codependiente en la cual estamos en busca del amor, buscando llenar vacíos? Cuando buscas a alguien que te brinde seguridad, protección y sentirte a salvo, en vez de hacerte cargo de tu vida. Cuando buscas estabilidad y tener una pareja, por miedo a estar solo/a y sentirte abandonado/a. Cuando prefieres una mala relación de pareja que una buena vida de soltero/a. Cuando buscas afecto y sentirte amado/a y terminas con una persona que solo te da eso, nada más. Cuando buscas admiración y halagos; y terminas con una persona que solo sabe halagarte, nada más. Cuando buscas placer, particularmente el sexual, aunque sepas que la relación no tiene futuro.
¿Quieren saber frases que decimos cuando estamos en una relación codependiente?
- «Me quiere pero no lo sabe o no se da cuenta todavía»
- «Los problemas psicológicos, su pasado y su familia le impiden amarme»
- «Esa es su forma de amarme»
- «Nadie es perfecto»
- «Hay parejas peores»
- «No es tan grave o malo como parece»
- «Todavía me llama»
- «Todavía me mira»
- «Se va a dar cuenta de lo que valgo»
- «Algo Dios hará»
- «Dios lo va a cambiar»
- «Mi amor lo curará»
- «Voy a dejarlo poquito a poco»
- «El amor no necesita ser perfecto, sino real».
Esta última me llama la atención, porque parece muy hermosa; pero la verdad es que el amor no necesita ser perfecto, sino saludable. ¿Cómo construimos una relación de pareja saludable? Eso lo veremos en la próxima predicación, y a lo largo de esta serie; no faltes.
En una de las intersecciones para salir de mi casa hacia la carretera 22 (expreso), ocurren muchos accidentes. Estar en esa intersección a las 7:45am es un peligro. La desesperación por llegar al trabajo y llevar los niños a la escuela hace que muchas personas no se detengan en las señales de PARE. El no hacer esos PARE provoca daño a otras personas y a ellos mismos. La prisa y la desesperación causan daño. De igual forma, en la vida hay que detenerse en los PARE que nos trae la vida. Cuando una relación de pareja nos presenta señales de que no es saludable, hay que detenerse. Las relaciones no se fuerzan, sino que van creciendo naturalmente, sin son saludables; al igual que una planta saludable crece. No hacer los PARE te hará daño y a otras personas también.
Afortunadamente tenemos el Espíritu Santo que es nuestro guía y consolador. Pidámosle que nos enseñe los vacíos que tenemos de manera que podamos trabajarlos con su ayuda. Además, pidámosle que calme nuestra ansiedad y desesperación. Haz un pacto con Dios y contigo mismo de llenar tu tanque de amor propio. No te expongas a relaciones de pareja que te hagan daño. No permitas que las parejas te las traiga el barco, escógelas tú. Las personas escogen como pareja a quienes creen que se merecen. El amor comienza en casa.