Efesios 3:14-21
La pasada semana hablamos de lo importante que es detenernos, mirar y admirar las obras de Dios a nuestro alrededor. Utilizando el libro de Eclesiastés, afirmamos que si solo Dios vale la pena en la vida, hay que tomar el tiempo para verlo y admirarlo. Fuimos invitados/as a mirar lo eterno y profundo (Dios) en medio de lo temporal y superficial (vida). Hoy, en el comienzo de nuestro mes de aniversario, afirmaremos que hay que buscar a Dios en todas las etapas y circunstancias de la vida porque Él siempre desea hacer algo más en nuestras vidas. Aun en las etapas complejas y difíciles de la vida Dios está presente y su amor y poder exceden nuestro entendimiento.
Pablo fue precisamente una persona que tuvo etapas y circunstancias difíciles en la vida. Al ser predicador del evangelio a quienes no eran judíos (gentiles), Pablo sufrió la persecución de su propia iglesia y de los gobernantes que lo veían como una amenaza. Cuando escribe la carta a los efesios Pablo está precisamente en la cárcel por predicar a Cristo. Desde la prisión, Pablo sigue adorando a Dios, e invita a los efesios a no desanimarse, sino a sentirse orgullosos por su sufrimiento. Desde la prisión, Pablo intercede por los efesios, pidiéndole a Dios que les fortaleciera, les hiciera entender el gran amor de Dios y les llenara con su plenitud. Leamos la oración que Pablo hace por los efesios:
“…para que por su Espíritu, y conforme a las riquezas de su gloria, los fortalezca interiormente con poder; para que por la fe Cristo habite en sus corazones, y para que, arraigados y cimentados en amor, sean ustedes plenamente capaces de comprender, con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor, que excede a todo conocimiento; para que sean llenos de toda la plenitud de Dios.”
¡Que oración más extraordinaria! Ahora bien, la parte que más me llama la atención y que quiero compartir con ustedes es lo que se conoce como la doxología de esta carta. Una doxología es una afirmación del poder de Dios que se coloca al final de una carta. Un ejemplo de una doxología es Filipenses 4:20 que dice: “A nuestro Dios y Padre sea la gloria, por los siglos de los siglos. Amén”.
En el caso de la carta a los efesios, Pablo termina este capítulo con la siguiente doxología: “Y a aquel que es poderoso para hacer que todas las cosas excedan a lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea dada la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén”.
Aunque existen diferentes formas de interpretar esta doxología, la misma tiene la intención de exaltar al Dios que Pablo mismo ha experimentado en todas las etapas y circunstancias de la vida: riqueza y pobreza, salud y enfermedad, libertad y persecución, alegrías y tristezas, entre otras. Pablo dice en Filipenses 4:12-13: “Sé vivir con limitaciones, y también sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, tanto para estar satisfecho como para tener hambre, lo mismo para tener abundancia que para sufrir necesidad; ¡todo lo puedo en Cristo que me fortalece!”. Pablo exalta al Dios que ha estado presente en todas las etapas de su vida.
Ahora bien, esa exaltación es particular. Pablo afirma que ese Dios es “poderoso para hacer que todas las cosas excedan a lo que pedimos o entendemos”. Esta no es la primera vez que Pablo dice que Dios excede lo que pedimos o entendemos. En los versos 14 al 21 la palabra amor se repite en cuatro ocasiones, la palabra poder en tres ocasiones, y la palabra excede en dos. La otra ocasión en que Pablo afirma que Dios excede nuestro entendimiento es cuando se refiere a su amor “que excede a todo conocimiento”. Para Pablo es importante, y por eso lo repite, que el amor y el poder de Dios exceden lo que conocemos, pedimos o entendemos.
La definición de la palabra excede es: sobrepasa cierto límite que se considera normal o justo. Los sinónimos de excede son: sobrepasa, sobresale, supera, rebasa, desborda, entre otros. Al analizar esto, podemos ver que Pablo nos está invitando a limitar el poder y amor de Dios a nuestro entendimiento y conocimiento humano. Dios es mucho más de lo que podemos razonar. Dios sobrepasa nuestros límites humanos. Y la pregunta importante al entender que Dios supera, desborda y rebasa nuestro entendimiento y conocimiento es: ¿cómo esto afecta nuestras vidas hoy? Que debemos seguir esperando en Dios, en las diferentes etapas y circunstancias de la vida, porque Dios quiere sorprendernos. Siempre hay algo más de Dios.
Al igual que Pablo, que vivió riqueza y pobreza, salud y enfermedad, libertad y persecución, alegrías y tristezas, nuestras vidas tienes etapas o diferentes momentos. La vida es como las cuatro estaciones del año. Aunque en Puerto Rico no las vivimos de forma significativa, podemos tener un conocimiento básico de cómo funcionan las mismas. Si empezamos con el invierno, luego llega la primavera, le sigue el verano, y terminamos con el otoño.
El invierno representa los tiempos fríos, de pérdida, donde nos sentimos lejos de Dios, solos/as, sin sentir su presencia y sin mucha esperanza. La primavera representa los tiempos en los que volvemos a ver a Dios en la vida, de luz al final del túnel y rayos de sol en medio de las nubes, donde volvemos a sonreír y renacemos. El verano es el tiempo caliente, cerca de Dios, de crecimiento donde el Espíritu se siente con poder y tenemos alegría. El otoño es tiempo de calma, gratitud por el verano, de paz y de esperar nuevamente en Dios.
Aunque siempre quisiéramos estar en el verano y no en el invierno, la realidad es que todas las estaciones tienen algo que ofrecernos para nuestro crecimiento espiritual, y en todas Dios está presente. El invierno nos enseña a esperar en Dios no por lo que vemos, sino por lo que creemos. La primavera nos enseña que los inviernos no duran para siempre. El verano nos enseña a disfrutar a Dios cada segundo. El otoño nos enseña a experimentar a Dios en medio del silbido apacible.
La vida de Pablo y su oración por los efesios es una invitación a dejar que Dios nos sorprenda en cualquier estación en la que estemos, aun en el invierno. La esperanza, de la que tanto hemos hablado a lo largo de este año, es precisamente mantenernos esperando algo de Dios porque su amor y poder exceden nuestras limitaciones humanas. La esperanza es tener la certeza de que siempre hay algo más de Dios en cada estación de la vida. Es permitir que esa certeza guíe nuestra vida y nos mantenga los ojos abiertos, en la expectativa de una intervención de Dios.
¿Por cuál estación de la vida estás transitando hoy? Si estás en el invierno, ¿crees que Dios se ha olvidado de ti? ¿Crees que Dios no está presente? Jesús dijo: “Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.» Amén”. ¿Qué significa para ti esperar algo más de Dios hoy? ¿Qué significa para nuestra iglesia esperar algo más de Dios hoy? Siempre hay algo más de Dios.