Por Pastor Daniel Rodríguez Figueroa
Nehemías 4: 14 RVC y 1 Corintios 15: 58 RVC
Roberto era un hombre, entrado en años, inteligente, culto y con sensibilidad acerca de las cosas importantes de la vida. Solía ir a su cabaña en la playa, donde pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para sus libros de filosofía.
Tenía la costumbre de caminar antes de comenzar su trabajo. Un amanecer, mientras paseaba junto al mar, observó a lo lejos una figura humana que se movía como un bailarín. Se sonrió al pensar que alguien estaba bailando para saludar el día. Apresuró el paso, se acercó y vio que se trataba de un joven. Comprobó que no bailaba, sino que se agachaba para recoger algo y, suavemente, lanzarlo al mar.
A medida que se iba acercando, le saludó: — ¡Buen día, joven! ¿Qué está haciendo?
El joven hizo una pausa, se dio vuelta y respondió: —Arrojo estrellas de mar al océano.
— ¿Por qué arrojas estrellas de mar al océano? —dijo el sabio.
El joven respondió: —Hay sol y la marea está bajando, si no las arrojo al mar, morirán.
—Pero, joven, —replicó el sabio— ¿No se da cuenta que hay cientos de kilómetros de playa y miles de estrellas de mar? ¡Nunca tendrá tiempo de salvarlas a todas! ¿Realmente piensa que su esfuerzo tiene sentido?
El joven lo escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otra estrella de mar, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó: — ¡Para aquella sí, tuvo sentido!
La respuesta del joven desconcertó a Roberto, no podía explicarse una conducta así. Se sintió molesto, no supo qué contestar y regresó a su cabaña a escribir. Esa tarde, no tuvo inspiración para escribir y en la noche no durmió bien; soñaba con el joven y las estrellas de mar por encima de las olas… Intentó ignorarlo, pero no pudo.
La mañana siguiente, cuando el sol nuevamente brillaba sobre el mar y una suave bruma envolvía el ambiente, descubrió las siluetas de dos personas, que se veían juntas, a lo lejos, como si bailaran sobre la arena… (Atribuido a Arthur Barker)
En la vida hay veces que, parece que nuestra tarea y nuestro esfuerzo carecen de sentido. Aparecen ciertos elementos que nos producen la sensación de querer abandonar nuestros proyectos, nuestros sueños. Entre tantos, los más que se caracterizan son: miedo, duda e incertidumbre. Miedo a enfrentar lo que viene; Duda en pensar si lo podremos lograr; Incertidumbre al no saber lo que nos espera.
Lamentablemente, estos elementos, mientras vivamos, estarán con nosotros/as por el resto de nuestros días. Vienen integrados en el paquete de la vida. El desafío que tenemos hoy no es cómo evitar aquellas cosas que nos impide a seguir hacia delante. El aspecto principal es: ¿Cómo los enfrentamos? ¿Qué enseñanzas le podemos sacar? Y ¿Cómo los podemos utilizar para crecer? El problema es que nos pasamos toda una vida tratando de lidiar con ellos, en vez de usarlos a nuestro favor. De ahí es que surge nuestro crecimiento y desarrollo, incluyendo la madurez como seres humanos.
En medio de las crisis de la cultura griega, Platón dijo: “Las cosas grandes solo suceden en el caos y en la crisis”. Al momento en que se enfrenta una situación, el caos y la crisis desaparecen, haciendo que nazca una nueva esperanza.
No hay duda en que, los obstáculos por los cuales pasamos diariamente, nos enseñan a despojarnos y prepararnos para la total plenitud de Dios. A depender y a confiar en que junto a su ayuda, sabemos que se puede.
Alguien que estaba completamente seguro de que sí se podía era Nehemías. Nehemías era el copero del rey Persia. Él vivía cómodamente y con honra, pero no olvida que era israelita y que sus hermanos estaban en necesidad. Lo primero que realizó fue ir delante de Dios para tener la plena confianza en la petición que le iba a hacer al rey. La cual era que le permitiera salir para reconstruir los muros de Jerusalén.
Jerusalén había sido destruida por causa de la incredulidad de los israelitas. Ciertamente, Nehemías enfrentó críticas y oposiciones para reconstruir los muros de Jerusalén. Pero eso no fue impedimento para que pudieran restaurar a Jerusalén. Nehemías como ser humano, probablemente sintió duda, temores e incertidumbres, pero él no dejó que eso detuviera la obra que Dios quería hacer a través de él. Él ayudó y motivó al pueblo para trabajar sobre las promesas de Dios y lograr reconstruir los muros. Pero esa restauración iba más allá que los propios muros, era una restauración completa del pueblo de Jerusalén.
Mucha gente huye y se quita cuando llegan las dificultades a su vida; otros/as se desenfocan y algunos/as se desaniman y enganchan los guantes. Nehemías nos recuerda que la gente sabía, espera a que la adversidad tome su rumbo. Utilizándola como un nuevo camino al andar. El reto está en aceptar el desafío y enfrentarlo, o darle la espalda y permitir a sus oponentes fijar la agenda.
Los adversarios de Nehemías eran un grupo de judíos y gentiles que tenían un falso interés en procurar que Jerusalén permaneciera sin protección. Durante los setenta años de Judá, ellos establecieron un dominio sobre aquellos que quedaron atrás. Por esto, el plan de Nehemías de reconstruir los muros y revitalizar la ciudad, amenazaba con el fin de su monopolio de control.
Es por eso que, Nehemías respondió a su oposición con decidida fe, oración y con mucha resistencia y valor. Diciéndole a los suyos: “No tengan miedo de esa gente. Recuerden que el Señor es grande y temible. Luchemos por defender a nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras esposas; ¡luchemos por nuestros hogares!”. (Nehemías 4:14)
De este modo, se adaptó a la adversidad antes de huir de ella. Él sabía que se podía. Y vemos como Dios, al final recompensa su perseverancia con la terminación del muro.
En adición, Pablo en 1 Corintios 15:58 nos dice cómo esto es posible. Nos comenta que para perseguir nuestros sueños y todo lo que nos tiene para nosotros/as debemos caminar hacia la integridad, la firmeza y a la constancia. Recordando que nuestro trabajo no es en vano.
Pablo le está haciendo un llamado a la iglesia de los corintos a continuar firmes en la obra de Cristo, específicamente debido a la resurrección. En ese tiempo había un gran rechazo al tema de la resurrección de Cristo. Unos le daban más importancia al espíritu humano de Cristo y otros al cuerpo. Una guerra entre carne y espíritu. Pablo confronta estas opiniones mostrando que la resurrección de Jesús tiene el apoyo de las Escrituras, del testimonio de muchos testigos de sus apariciones posteriores, y de la creencia y la predicación de la iglesia. De igual forma Pablo menciona que la resurrección de Cristo es tan central en nuestra fe como la creencia en la muerte sacrificial de Cristo por nuestros pecados.
Evidentemente, en ese tiempo había un problema de creencia en Cristo. Y hoy, ¿habrá el mismo problema? ¿A quién ponemos primero, a Cristo o a nuestros problemas? La realidad del caso es que Pablo nos hace un llamado a seguir a Cristo, a mantenernos firmes y constantes. No importando cuales sean nuestros obstáculos. Dios nos convoca a creer en él y a crecer constantemente en la fe de Jesucristo.
Tanto Nehemías como Pablo nos enseñan reflexionar en que, el simple y mero hecho de pensar que aunque sea para una persona nuestro esfuerzo tiene sentido, hace que nuestros pasos cobren un nuevo significado. Nuestro trabajo nunca es en vano. Ellos nos muestran que, debemos trabajar, como si todo dependiese de nosotros/as, pero también debemos orar, conscientes de que todo depende de la bendición de Dios.
Entender que para alguien, nuestro actuar cobra un significado valioso, hace que juntemos nuestras manos. Como lo fue en el relato final del cuento. Todo esfuerzo tiene sentido.
A veces, podemos ser esa estrella ayudada por otros; otras veces el joven esforzado y luchador; y por momentos, somos adultos sabios, capaces de aprender de nuestros errores; para luego unirnos con las manos y el corazón, dispuestos a servir de ayuda a otros/s.
Pero es necesario entender que, los metales, tienen una gran resistencia que no importando que sean sometidos a altas presiones, pueden recobrar su forma original. Del mismo modo, los huesos tienen una gran capacidad de reponerse después de una fractura. También las personas que a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, tienen la capacidad de desarrollarse psicológicamente sanas y lograr tener éxito en sus vidas.
Entonces las preguntas que se levantan son: ¿Qué es lo que te detiene? El miedo, la duda y la incertidumbre, hacen que te detengas, pero esas cosas son lo que nos debe impulsar para vencer y alcanzar nuestros objetivos. De las cosas que estás haciendo o viviendo, ¿cuáles nos parecen que no tienen sentido? ¿Estás seguro/a o para alguien tiene sentido? ¿Cuáles son las “estrellas de mar” que cruzan hoy en nuestro camino?
Hoy, esta predicación nos recuerda que, el creer en Dios en momentos de dificultades, nos ayudan a tener esperanza y a confiar plenamente en él. Produciendo un sentido de lucha en nuestro ser, aquel que nos motiva a caminar de la mano de Jesucristo enfrentando los obstáculos de la vida, hasta lograr vencer y junto a Su ayuda, poder construir un mundo de esperanza.