Juan 10:1-21, Salmo 23
Hoy continuamos con la tercera parte de nuestra serie Cuan dulce paz. La misma tiene el propósito de ayudarnos a disfrutar la paz de Dios en un mundo caótico. La pasada semana hablamos de cómo somos tentados a vivir en el futuro, permitiendo así que nuestra mente se llene de preocupaciones. Afirmamos que ante esta tentación, lo mejor que podemos hacer es orar y decir Abba Padre: el clamor que nos lleva a tirarnos a los brazos del Padre, y dejar que su presencia calme todos nuestros temores. Una excelente pregunta sería: ¿Por qué ir a los brazos del Padre para que calme nuestros temores?
El evangelio de Juan nos dice que podemos ir al Padre y encontrar paz porque Él es nuestro buen pastor. Juan es un evangelio que se encarga de afirmar que el Padre y Jesús son uno solo, y que quienes quieren conocer al Padre lo pueden hacer por medio del Hijo. Jesús revela el carácter del Padre. Por eso el evangelista desarrolla siete “Yo soy” para afirmar que Jesús es el mismo “Yo soy” que nos presenta Éxodo 3 cuando Jehová le revela su identidad a Moisés. Dos de esos “Yo soy” son presentados en Juan 10, donde se nos dice que Jesús es la puerta de las ovejas y el buen pastor.
Para entender estas imágenes de Jesús como la puerta de las ovejas y el buen pastor, es importante entender el contexto en que vivían (y viven) las ovejas con su pastor. Las ovejas vivían en corrales: un área segura que constaba de paredes de piedra y una puerta que servía de entrada y salida de las ovejas. Las ovejas se pasaban toda la vida entrando y saliendo de esos corrales.
Dentro del corral las ovejas disfrutaban de seguridad, descanso y cuidado porque no estaban expuestas a los depredadores; además de que al entrar al corral el pastor verificaba cada oveja buscando heridas o parásitos. En la noche no era fácil mantener las ovejas tranquilas porque había ladrones que querían robar las ovejas; y según Phillip Keller, las ovejas podían dormir si estaban libres de lo siguiente: miedos, fricción con otras ovejas, parásitos y hambre. Cuando el pastor estaba en el corral, las ovejas dormían tranquilas.
Por otro lado, las ovejas salían del corral para disfrutar de pastos frescos y recreación. La palabra pastor viene de la acción de pastar o comer pasto; por lo que la función principal del pastor era alimentar a las ovejas. Cuando estaban afuera, las ovejas no necesariamente sabían para donde iban, pero era el pastor quién les guiaba hacia los pastos frescos. Durante ese camino también había ladrones y depredadores; además de que también podían tener accidentes en el camino. El pastor no solo guiaba a las ovejas, sino que las protegía del peligro.
En ocasiones, estos corrales eran fijos, y el pastor rentaba los mismos. El dueño del corral tenía un portero que abría y cerraba la puerta del corral cuando llegaba el pastor. Sin embargo, estos corrales también eran temporeros o improvisados porque los pastores y las ovejas se encontraban en constante movimiento para buscar alimento. Cuando eran temporales se montaban y desmontaban fácilmente, o se utilizaban cavernas o cuevas en tiempos de lluvia y tempestad. Estos corrales temporeros no tenían puertas, por lo que los pastores tenían que convertirse en la puerta del corral para proveer seguridad.
Ante este contexto, Jesús dice lo siguiente:
“De cierto, de cierto les digo: El ladrón y el salteador es el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que trepa por otra parte. 2 Pero el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas.3 A éste el portero le abre, y las ovejas oyen su voz; y él llama a las ovejas por su nombre, y las saca. 4 Y una vez que ha sacado a todas sus ovejas, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. 5 Pero a un extraño no lo siguen, sino que huyen de él, porque no conocen la voz de gente extraña…7 Una vez más Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo: Yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos los que vinieron antes de mí, son ladrones y salteadores; pero las ovejas no los oyeron. 9 Yo soy la puerta; el que por mí entra, será salvo; y entrará y saldrá, y hallará pastos. 10 El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas.12 Pero el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, huye y abandona las ovejas cuando ve venir al lobo, y el lobo las arrebata y las dispersa. 13 Al que es asalariado, no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor. Yo conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, 15 así como el Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre; y yo pongo mi vida por las ovejas.”
Tal y como les comenté al principio, los dos “Yo soy” de Jesús son: la puerta de las ovejas y el buen pastor. ¿Qué significan estos “Yo soy” para nosotros hoy? Veamos primero a Jesús como la puerta de las ovejas.
Al igual que las ovejas, los seres humanos vivimos en constante movimiento, entrando y saliendo de diferentes etapas y momentos en la vida. Al igual que las ovejas, que no se mantienen en un lugar por mucho tiempo, sino que tienen que salir a buscar alimento, el cambio es parte de la vida. Este cambio no es malo o bueno en sí mismo, simplemente es parte de la vida. Sin embargo muchos de los cambios amenazan nuestra seguridad y estabilidad, y producen pérdidas que nos producen tristeza, dolor y ansiedad. Cambios que nos hacen perder un hogar, el trabajo, dinero, algún familiar, amistades, comida o salud. ¿Qué hacemos cuando aquello que nos traía seguridad y estabilidad ya no está?
Jesús dijo: “Yo soy la puerta; el que por mí entra, será salvo”. Aunque a nuestro alrededor no haya seguridad y estabilidad, hay alguien en quién podemos poner toda nuestra confianza. Aunque haya demasiado movimiento en nuestra vida, y no haya un lugar fijo en donde descansar, Jesús nos dice que Él estará fijo, estable y firme para que podamos descansar. Ante la inestabilidad de la vida, Jesús es nuestra seguridad. Aunque todo cambie, Jesús se mantiene consistente y fiel. Por eso es importante entrar por esa puerta llamada Jesús, para que la paz de Dios nos permita dormir en la noche oscura del alma; tal y como dice el Salmo 62:
“Sólo en Dios halla tranquilidad mi alma;
sólo en él he puesto mi esperanza.
6 Sólo Dios es mi salvación y mi roca;
porque él es mi refugio, no resbalaré.
7 Sólo Dios es mi salvación y mi gloria;
¡Dios es mi roca fuerte y mi refugio!”
Jesús no solo es la puerta de las ovejas, sino también el buen pastor. Jesús no solo quiere darnos seguridad y estabilidad para que podamos tener paz en medio de los cambios de la vida. Jesús quiere guiarnos en medio de esos cambios. La vida no solo conllevará entrar al corral, sino también salir para hallar pastos (v.9). Las ovejas no pueden mantenerse dentro del corral porque necesitan alimento, y ese camino puede ser peligroso e incierto. Es el pastor quién guía a las ovejas a los mejores pastos y quién las cuida ante el peligro.
De igual forma, cuando llegan los cambios y las pérdidas a nuestras vidas la vida debe continuar. No podremos quedarnos en el corral, porque moriremos de hambre. Pero en medio de la desorientación, la ansiedad, la tristeza y el dolor Jesús afirma “una vez que ha sacado a todas sus ovejas, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz”. Aunque no sepamos cuál es el camino ni el destino final, Jesús nos dice como el Salmo 32:8 dice “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.” En medio de los cambios de la vida no siempre sabremos cuál será el próximo paso, pero tenemos al buen pastor que sí lo sabe; solo necesitamos escuchar su voz.
Ante la pérdida de nuestro hermano Junior Rivera y ante los cambios que podamos experimentar hoy, Jesús nos recuerda dos cosas. En primer lugar, Él es la puerta de las ovejas que trae seguridad, descanso y paz ante la inestabilidad de la vida, y que debemos entrar al corral por medio de Él para ser salvos. Y en segundo lugar, que cuando tengamos que salir del corral para enfrentar la vida, Él irá delante de nosotros y nos guiará por medio de su voz. Puedo resumir el mensaje de hoy con las palabras del salmista: “El Señor te estará vigilando cuando salgas y cuando regreses, desde ahora y hasta siempre” Salmo 121:8.
“Jehová es mi pastor; nada me faltará.
2 En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
3 Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
4 Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.”
Salmo 23
***Mensaje dedicado a la memoria de José “Junior” Rivera Pérez, hombre agradecido, servicial y amoroso que fue fiel a su Dios, su familia, su comunidad y su iglesia***
Me ha sido de grande bendicion sus mensage Dios le bendiga mucho y lo continue usando. En momento dificil han sido un refrigerio a mi vida.
Hermoso mensaje!! Mensaje de esperanza, consuelo y paz. En medio de tantas cosas, perdidas, tristezas, desesperanza. Saber que contamos con ese amor incondicional de Dios, nos alienta, nos restaura!! Gracias por compartir este mensaje!