Mateo 16:13-20
Hoy continuamos con la cuarta predicación de nuestra serie CREEMOS. El propósito de esta serie es estudiar las creencias básicas del cristianismo y cómo esas creencias impactan nuestra vida hoy. Hoy nos toca afirmar que creemos en la santa iglesia universal, la comunión de los santos. Con la ayuda de Dios, hoy explicaremos brevemente lo que es la iglesia, por qué debemos creer en ella y por qué es importante ser parte de la misma.
No hay duda que al mirar esta afirmación (la santa iglesia universal, la comunión de los santos), varias preguntas vienen a nuestra mente. ¿Es la iglesia verdaderamente santa? ¿Acaso la iglesia no ha cometido errores y pecados que han causado dolor y muerte en el mundo? La realidad es que hay personas que no participan de la iglesia porque afirman que la misma está compuesta de hipócritas. Hay quienes creen en Jesús pero no participan de una iglesia. Y hay otras que ante la tecnología disponible han preferido participar de una iglesia desde la distancia, sin involucrarse ni comprometerse con ella. Hoy día hay quienes piensan que pueden disfrutar de una espiritualidad saludable sin participar de una iglesia. ¿Podrá una persona seguir a Jesús sin ser parte de una iglesia?
Para atender estas preguntas, es importante empezar definiendo lo que es la iglesia. La palabra iglesia viene del griego ecclesia que significa asamblea o personas que han sido convocadas. Por lo tanto, desde su origen, la palabra iglesia nunca se ha referido a un lugar o una estructura física, sino a un grupo de personas. En particular, se le ha llamado iglesia al grupo de personas llamadas o convocadas por Jesús para ser sus testigos en el mundo (Hechos 1:8). Iglesia ha sido la forma en que el Nuevo Testamento le ha llamado a quienes buscan continuar el ministerio de Jesús en el mundo, bajo el poder del Espíritu Santo (Hechos 2).
¿De dónde viene esta idea de la iglesia? En Mateo 16 se nos presenta un diálogo entre Pedro y Jesús, en donde Jesús afirma “Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no podrán vencerla.” Esto es importante porque desde el inicio de la iglesia, Jesús afirma que la iglesia es su idea, y por consiguiente es suya. Por tanto, cuando definimos lo que es la iglesia necesitamos afirmar que la iglesia no le pertenece a nadie, solo a Jesús. Esto es importante porque hay pastores/as que se adueñan de las iglesias y se ponen en el centro como la figura más importante; buscando que las cosas dependan de ellos/as y manipulando procesos para controlarlo todo, entre otras cosas.
Por otro lado, hay miembros que también creen que las iglesias son suyas, y asumen el rol de patriarcas o matriarcas, exigiendo privilegios o “seniority”, controlando procesos y lanzando amenazas a los pastores/as cuando las cosas no se hacen como ellos/as quieren, entre otras cosas. Si la iglesia es idea de Cristo, y es suya, tantos los/as pastores/as como los laicos/as somos siervos/as porque quién está en el centro es Cristo. Jesús dijo “Imiten al Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 16:18) y “aquel de ustedes que quiera hacerse grande será su servidor” (Mateo 20:26). En la iglesia no se exige, se sirve.
A lo largo del Nuevo Testamento existen varias imágenes de la iglesia, que nos ayudan a entender qué es la iglesia y por qué debemos creer en ella. Por un lado, la iglesia se presenta como la familia de la fe. Gálatas 6:10 dice “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” Cuándo yo pienso en familia, pienso en alguien a quién podría llamar a las 3:00am para pedirle ayuda en una emergencia. ¿Tiene usted alguien así en su familia? ¿En esta iglesia? Que la iglesia sea la familia de la fe quiere decir que es un grupo de apoyo y sostén en medio de las diferentes etapas y circunstancias de la vida. La iglesia es familia porque es una comunidad en donde nos cuidamos unos a otros mientras seguimos a Jesús.
Vivir en una buena comunidad de fe tiene dos beneficios, entre otros. En primer lugar, somos acompañados/as durante la vida; y en ocasiones, los seres humanos lo único que necesitamos son personas a nuestro lado que nos recuerden que no estamos solos/as. Eso hace la diferencia. En Marcos 2 se nos dice que cuatro amigos llevaron a un paralítico a donde Jesús para que fuera sanado. Marcos nos dice que el mismo fue sanado por la fe de ellos, no la del paralítico. ¡Así funciona la iglesia!
En segundo lugar, aprendemos unos de otros. En mi crianza y jornada cristiana he tenido muchas limitaciones, teniendo así mucho que aprender de cómo seguir a Cristo. Sin embargo, cuando me encuentro con otros/as cristianos/as puedo aprender por medio de sus palabras y acciones lo que significa seguir a Cristo. He aprendido lo que es la paciencia, el consuelo, la solidaridad, la prudencia, la sabiduría, la madurez, entre otras cosas. La vida en comunidad permite el aprendizaje.
Ser la familia de la fe es un beneficio pero también una responsabilidad. Ser familia tiene dos direcciones: dar y recibir. Eso quiere decir que somos responsables de conocer a las personas que componen la iglesia, saludarles y preocuparnos por sus necesidades, de la misma forma en que esperamos que se preocupen por las nuestras. Por eso es importante participar de nuestros cultos sin prisa y por el contrario, disfrutar de la compañía de nuestros hermanos/as de la fe.
La segunda imagen que nos presenta el Nuevo Testamento de la iglesia es el cuerpo de Cristo. 1 Corintios 12:27 dice “Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con una función particular” y Efesios 4:15-16 dice “sino para que profesemos la verdad en amor y crezcamos en todo en Cristo, que es la cabeza, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”
Hablar de la iglesia como cuerpo de Cristo, es afirmar que todos los miembros de la iglesia son como los miembros de un cuerpo físico: partes que funcionan de forma coordinada e interdependiente (unos dependen de otros). Ese mismo capítulo 12 de 1 Corintios habla que todos los miembros del cuerpo de Cristo reciben dones o capacidades especiales para cumplir con la misión que tiene la iglesia de ser testigo de Cristo en el mundo. Por tanto, la iglesia como cuerpo es un grupo de personas llamadas por Jesús para continuar su ministerio en el mundo. La iglesia es una comunidad que busca vivir como Jesús y hacer todo lo que Él hizo durante su ministerio: “Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba toda enfermedad y toda dolencia del pueblo” Mateo 9:35. (VIDEO)
En pocas palabras, la iglesia como cuerpo de Cristo implica ser las manos y los pies de Cristo en el mundo. ¿Qué pasaría si los 2.2 billones de cristianos/as en el mundo asumieran su responsabilidad de ser el cuerpo de Cristo en el mundo? De la misma forma en que la iglesia como familia tiene la implicación de dar y recibir, ser el cuerpo de Cristo implica que necesitamos preguntarnos cuál es la función que tenemos como parte del cuerpo, de manera que colaboremos a que la iglesia cumpla su misión. La iglesia no solo debe caracterizarse por la cantidad de miembros, sino por el impacto que tienen sus miembros en el mundo. Te pregunto, ¿tu vida tiene un impacto en el mundo? ¿Representas a Jesús en el mundo?
Hay personas que no creen ni son parte de la iglesia porque afirman que está llena de hipócritas. ¿Cómo trabajamos con esta dura crítica hacia la iglesia? Cuando el credo dice que creemos en una iglesia que es santa no nos referimos a una iglesia perfecta. La palabra santa se refiere a gente escogida por Dios para cumplir con su misión. 1 Pedro 2:9 dice “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien los hechos maravillosos de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.” La iglesia es santa porque es el pueblo de Dios.
La iglesia nunca ha sido perfecta. Mientras que Hechos 4 nos dice que la iglesia vivía en comunidad y solidaridad, en el capítulo 5 nos dice que Ananías y Safira no fueron honestos con las finanzas de la iglesia. Cuando alguien afirme que la iglesia está llena de hipócritas, podemos afirmar que todavía hay espacio para más; porque nadie puede seguir perfectamente a Cristo, y por lo tanto todos/as somos hipócritas en alguna medida, porque somos imperfectos/as. La iglesia es santa porque aspira a ser como Dios, pero no es Dios. Por otro lado, a veces los que estamos adentro somos los que más criticamos la iglesia, y yo me pregunto ¿Qué hacemos para que la iglesia sea verdaderamente santa? La iglesia no necesita gente que critique, sino que haga la diferencia. Santos son quienes en su imperfección viven para servir, no para ser servidos.
Hay personas que también afirman que no necesitan la iglesia para seguir a Cristo. Yo les preguntaría, ¿no necesitas personas que te apoyen y cuiden en el camino? ¿No necesitas aprender de otras personas el cómo seguir a Cristo? ¿No necesitas unirte a otras personas para juntos cumplir la misión de Dios de forma coordinada e interdependiente? ¿Cómo puedes estar en Cristo, sin ser parte de su cuerpo? ¿Acaso se puede seguir a Cristo sin participar de su misión en el mundo por medio de la iglesia?
Afirmar que creemos en la santa iglesia universal, la comunión de los santos es creer que aunque imperfecta, la iglesia es un pedazo del cielo en la tierra. En medio de nuestras caídas, es quién nos levanta. En medio de nuestra jornada, es nuestra escuela. En medio de tanta necesidad, es la manifestación concreta de Cristo. Aunque hayamos pasado experiencias dolorosas y tristes en la iglesia, la necesitamos. Hay que aprender a perdonar y continuar. La iglesia no es una opción, es una bendición… yo creo en la iglesia, ¿y tú?