Salmo 19:1-4
Hoy comenzamos lo que será una serie preparatoria para la Semana Santa. En nuestra tradición cristiana este tiempo preparatorio se conoce como Cuaresma. Mi meta era empezar esta serie luego del Miércoles de Ceniza, que es cuando comienza la Cuaresma; pero la serie dura más tiempo de lo que dura la Cuaresma (cuarenta días antes del domingo de Resurrección), y por eso la comenzaremos en el día de hoy. La Cuaresma es un tiempo especial caracterizado por la meditación, la introspección, el ayuno, la oración y la lectura de la Biblia, entre otras disciplinas espirituales. Es un tiempo para prepararnos para celebrar la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Desde la antigüedad la iglesia cristiana ha celebrado este tiempo. La historia nos dice que la iglesia ha utilizado este tiempo como uno preparatorio para quienes deciden seguir a Cristo, bautizarse y hacerse miembros de la iglesia cristiana. También es conocido que la iglesia, desde los primero siglos, decidió usar lo que hoy llamamos credo, como la forma de enseñar a los/as nuevos/as cristianos/as lo que era la fe cristiana. El credo es básicamente un resumen breve de lo que cree la iglesia cristiana, de manera que a través de las generaciones las creencias de la iglesia cristiana se mantengan íntegras o completas, y nadie las pueda alterar. El credo es la memoria colectiva del cristianismo.
Por otro lado, el credo también ha tenido otras funciones dentro de la fe cristiana. Nuestras creencias guían nuestra conducta. Las convicciones que tenemos nos hacen tomar decisiones en una u otra dirección. Por ejemplo, si creo que la mejor marca de carros es una en particular, estaré inclinado a comprar un carro de esa marca. Si creo que las plantas tienen todos los nutrientes necesario para tener salud plena, estaré inclinado a ser vegetariano. Nuestras creencias guían nuestras acciones: si nos vamos a casar y con quién, cuál debe ser mi trabajo, cómo debo criar mis hijos/as, cómo debo administrar el dinero, cómo debo usar mis talentos y tiempo, entre otras acciones. ¿Cuáles son nuestras convicciones más profundas? ¿Cómo guían nuestras acciones hoy?
En particular, nuestras creencias son importantes a la hora de enfrentar dificultades y crisis. Hace unos meses hablamos en los discipulados cómo David logró vencer a Goliat: creyendo que Dios estaba de su lado y que sería capaz de vencerlo. Ese también fue el caso de la iglesia cristiana del primer siglo. Cuando leemos el libro de Apocalipsis vemos que la palabra “Señor” se utiliza al menos veinticuatro veces para referirse a Jesús. Esto se puede entender cuando vemos el contexto en que vivía la iglesia.
Apocalipsis se escribe aproximadamente en el año 96dC. En esa época la iglesia vivía un tiempo de persecución por parte del imperio de Domiciano. Domiciano, al igual que otros emperadores (ej. Nerón), creían ser dioses. Debido a esta creencia, Domiciano le ordenó al pueblo afirmar que “Domiciano era el Señor”; quienes no le adoraran eran castigados o asesinados. Apocalipsis entonces se escribe como una carta pastoral para consolar a la iglesia en medio de la persecución e invitarle a no claudicar ante esta orden de Domiciano, aunque les llevara a la muerte.
Juan, el autor de Apocalipsis, le dice de múltiples formas que el único Dios y Señor era Jesucristo. Por eso se cree que el primer credo que tiene la iglesia cristiana, desarrollado en el primer siglo, es el siguiente: Jesucristo es el Señor. Este primer credo tuvo entonces el propósito de guiar las decisiones de esa iglesia cristiana que era perseguida. Si Jesús era el Señor, no podían adorar a Domiciano, sino que tenían que afirmar con su vida y sus palabras que Jesús era el Señor. ¿Qué significará para nosotros/as hoy afirmar el señorío de Cristo?
Luego de este primer credo la iglesia tuvo varias reuniones formales para dilucidar sus creencias básicas. Resultado de esto fue el Credo de los Apóstoles desarrollado en Roma en el año 150 aproximadamente y el Credo Niceno, que fue ratificado en Nicea en el año 325dC y enmendado en el 381dC.
Los credos también eran una respuesta a las doctrinas erróneas que rodeaban al cristianismo. Veamos un ejemplo a continuación. La primera parte de ambos Credos, de los Apóstoles y el Niceno, comienza afirmando lo siguiente:
Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
En el caso del Credo Niceno, también añade:
…y de todas las cosas visibles e invisibles.
Al momento en que se afirma este credo habían dos doctrinas erróneas que estaban rodeando al cristianismo: gnosticismo y platonismo. Tal y como mencioné en la pasada predicación, el gnosticismo incluía la creencia de que lo material era malo y contaminado. El platonismo también creía que solo lo espiritual era importante. Ambas doctrinas le quitaban valor al cuerpo y a todo lo material, incluyendo a la creación. La iglesia quiso afirmar por medio del credo que lo material (que incluía a toda la creación) era igual de importante que el espíritu. Por eso ambos credos afirman que Dios era creador de todo: cielo, tierra, lo visible y lo invisible. Con esta afirmación la iglesia le da valor a la creación porque la misma era diseño de Dios. Dios estaba detrás de la creación. Incluso Jesús mismo vino a vivir en un cuerpo mortal, dándole importancia al ser humano, creación de Dios.
Cuando analizamos la palabra todopoderoso que aparece en los credos, la misma viene del término griego pantokrátor, que quiere decir que Dios gobierna todas las cosas. ¿Qué quiso decir el credo con esta palabra? Que aunque Dios no es el autor de todas las cosas que pasan en el mundo, Dios se mueve en medio de ella, está al tanto de lo ocurre y hace sus intervenciones. Una de esas intervenciones es la que menciona el libro de Apocalipsis en sus capítulos finales, en donde al final de todo Dios hará todas las cosas nuevas, una nueva creación como en el Génesis. Esta nueva creación se llamará la Nueva Jerusalén; lugar en donde no habrá mal ni pecado, de manera que el ser humano tenga una relación perfecta con Dios. Por eso Apocalipsis 1, 21 y 22 hablan de Dios como el Alfa y Omega, el principio y el fin. Dios es el principio de todas las cosas y el final de ellas también. La creación entera fue diseñada por Dios y está en sus manos.
La realidad es que no todo el mundo cree de esta forma. El ateísmo es creer que no hay un Dios que diseñó la creación y la sostiene. Steven Weinberg, un ateo muy reconocido busca que «el mundo despierte de la pesadilla que es la religión. Todo lo que los científicos podemos hacer para debilitar la religión debe hacerse, y puede en efecto ser nuestra más grande contribución a la civilización». Algunos científicos/as hablan de fuerzas (gravedad, electromagnética) y partículas o energías que son responsables de gobernar, sostener y formar el universo. La realidad es que muchos seres humanos, como yo, creemos que en efecto todas esas fuerzas existen y regulan el universo; pero también creemos que detrás de todas esas fuerzas y partículas hay un Dios que las creó y las sostiene en sus manos.
Incluso, hay quienes afirmamos que la teoría científica de la evolución no es incompatible con nuestra creencia de que Dios está detrás de la creación. La teoría de la evolución, desarrollada por Charles Darwin, un cristiano devoto y servidor social, afirma que la creación ha sido resultado de la sobrevivencia de los más aptos y fuertes. Para algunas personas, incluyendo algunos/as cristianos/as, esto parece ser una contradicción de lo que afirma Génesis: Dios creó al mundo en seis días y en el séptimo descanso. El problema es que algunas partes del Génesis no fueron escritas para leerse de forma literal, sino de forma metafórica o simbólica. En particular, Génesis no pretende explicar el detalle de cómo Dios hizo la creación, sino de que Dios estuvo detrás de ella.
Los capítulos 1 y 2 de Génesis, capítulos en donde se habla de la creación, son precisamente la evidencia que nos invita a no leer estos relatos de forma literal; porque los mismos presentan dos relatos diferentes de la creación. En Génesis 1:20-27 Dios crea primero a todos los animales, y por último al ser humano, hombre y mujer de una vez. En Génesis 2:15-22 Dios crea primero al varón, luego a los animales, y por último, de la costilla del varón a la mujer. Esta diferencia nos hace ver que la intención del Génesis no es afirmar el detalle específico de la creación, sino afirmar la acción creadora y sustentadora de Dios en el universo. El Génesis está diseñado para que afirmemos como el Salmista:
Los cielos cuentan la gloria de Dios,
Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Salmo 19:1
La creación es una invitación a decir como Pablo en Romanos 1:20 “porque lo invisible de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, y pueden comprenderse por medio de las cosas hechas”.
Ante la creación, somos invitados/as a creer que existe un Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Pero esa creencia debe traducirse en acciones y conductas, porque de lo contrario seremos ateos prácticos: vivir como si no hubiera un Dios creador, aunque decimos con palabras que sí lo hay. Creer no es solo confesar sino comprometerse a vivir según lo confesado. Nuestra creencia en un Dios creador nos debe llevar a cinco conductas, entre muchas otras:
La primera, humildad. Creer debe llevarnos a decir como el salmista:
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
y la luna y las estrellas que has creado,
4 me pregunto: ¿Qué es el ser humano, para que en él pienses?
¿Qué es la humanidad, para que la tomes en cuenta?
Salmo 8:3-4
La segunda, gratitud. Toda la creación está ahí para que adoremos a Dios y le demos gracias por este regalo. La tercera, mayordomía. Génesis dice que Dios nos puso como administradores/as de su creación, y por eso nos dio autoridad sobre ella; para cuidarla, no maltratarla. La cuarta, escuchar su voz. Si Dios hace las cosas con propósito, incluyendo a la creación y al ser humano, debemos pedir dirección a Dios para entender la voluntad de Dios para nuestras vidas. No somos un accidente.
La quinta y última conducta, esperanza. Cada vez que leemos los periódicos y vemos las noticias mundiales y nacionales, se nos quebranta el corazón con tantas malas noticias. Incluso, pensamos que nuestros esfuerzos se quedan cortos para adelantar el Reino de Dios en esta tierra. Sin embargo, somos invitados/as a recordar que aunque colaboramos con Dios en transformar el mundo, la creación no está en nuestras manos, sino en las de Dios. Dios tiene cuidado de la creación, del mundo, de los bosques, de las ciudades, de los gobiernos, de los animales, de la iglesia, del ser humano. El mundo no está a la deriva, Dios sostiene la creación. Hechos 17:28 dice: “porque en él vivimos, y nos movemos, y somos.”
En una ocasión Jesús estaba con sus discípulos en una barca, y se levantó una tormenta. Los discípulos, creyendo que iban a naufragar, le pidieron a Jesús que les salvara. Jesús les contestó: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió al viento y a las aguas, y sobrevino una calma impresionante.” Mateo 8:26. Ante los tiempos de dificultad que vive Puerto Rico y el mundo, Jesús nos recuerda que debemos creer en el Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. El mundo no está a la deriva, el Dios creador y sustentador de todo está presente.