Colosenses 2:1-10
Hoy finalizamos nuestra serie Viviendo el evangelio de la esperanza. Esta serie está fundamentada en la meta y verso bíblico del año; siendo nuestra meta aprender a ser discípulos/as de Jesús (y no solo miembros de nuestra iglesia) que viven un estilo de vida que imita a Jesús en todo tiempo y demuestra su fe con obras; siendo una de las obras principales el testificar por medio de palabras, acciones y el servicio a los demás que lo mejor de todo es que Dios está con nosotros/as; y nuestro verso “para que vivan como es digno del Señor, es decir, siempre haciendo todo lo que a él le agrada, produciendo los frutos de toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”
Como verán, la meta nos invita tres cosas: vivir, testificar y aprender. Con vivir, Dios nos llama a entender que ser cristianos/as es un asunto que no solo incluye participar de las actividades de la iglesia, sino de vivir el Evangelio de Jesús todos los días y a todas horas. Con testificar, somos llamados/as compartir el Evangelio de Jesús con otras personas e invitarlas a nuestra iglesia, y servir a los demás. Por último, a través de Colosenses 2 hoy veremos que para vivir y testificar hay que aprender a ser discípulos/as de Jesús, y no solo miembros de la iglesia; veremos que necesitamos crecer en el conocimiento de Dios.
Colosenses es una carta dirigida a ayudar a esta comunidad a no dejarse embaucar o engañar por ideas que no eran fieles al evangelio de Jesucristo. El autor del libro quiere presentarles el verdadero evangelio, para que sean fieles al mismo. ¿Qué estaba pasando en esa comunidad? La comunidad cristiana estaba practicando el sincretismo: mezclar el cristianismo con otras religiones, practicando así un evangelio sin coherencia teológica y bíblica. Esta mezcla incluía creencias judías, griegas o paganas y gnósticas. Aunque no se tiene claro cuáles eran las creencias específicas, se sabe que rendían culto a los ángeles:
“No permitan que los condenen esos que se ufanan de humildad pero rinden culto a los ángeles” Colosenses 2:18.
Dentro de la experiencia de adoración de esta comunidad cristiana se incluían elementos para dar adoración a seres angelicales o cósmicos, y el autor de Colosenses les dice lo siguiente:
“Cuídense de que nadie los engañe mediante filosofías y huecas sutilezas, que siguen tradiciones humanas y principios de este mundo, pero que no van de acuerdo con Cristo.” Colosenses 2:8.
El autor de Colosenses les recuerda que Cristo “es la cabeza de toda autoridad y poder”, y que nadie o nada más merece su adoración. Les recuerda que no podían dejarse engañar por otras filosofías que no fueran de acuerdo con Cristo y sus enseñanzas. El autor les hace un llamado a revisar sus creencias, de manera que hubiera coherencia entre ellas.
Una buena pregunta sería: ¿Por qué era necesario que revisaran sus creencias para que hubiera coherencia entre ellas? Los versos 9 y 10 nos dan la contestación: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, 10 y en él, que es la cabeza de toda autoridad y poder, ustedes reciben esa plenitud.” ¿Qué quiere decir esto? Que solo en Cristo se halla la plenitud de vida, y por tanto era necesario eliminar aquellas creencias y prácticas religiosas no cristianas que obstaculizaban el experimentar la verdadera plenitud que solo viene a través de Cristo.
Al analizar este consejo a los Colosenses, me pregunto si hoy día la iglesia practica el sincretismo: mezclar el cristianismo con creencias y prácticas no cristianas que nos obstaculizan experimentar la plenitud de Cristo. En mi búsqueda encontré que la iglesia lucha hoy con tres filosofías que no tienen coherencia con el cristianismo: judaísmo, espiritismo y gnosticismo.
En relación al judaísmo, esta es la creencia de que existe un Dios que otorgó al ser humano una serie de leyes (contenidas en la Torá) que al cumplirlas traen la salvación al ser humano. Estas leyes incluyen sacrificios y el uso de intermediarios para el acceso a Jehová. Por otro lado, el cristianismo cree en ese mismo Dios, pero afirma que la salvación es un regalo de Dios por medio del sacrificio de Jesús en la cruz; por lo que los sacrificios no son necesarios. Además, cree que ya no hay intermediarios entre el ser humano y Dios, sino que podemos ir al Padre por medio de Jesús porque somos templo del Espíritu Santo. En resumen, el judaísmo se acerca a Dios por medio de leyes, sacrificios e intermediarios, mientras que el cristianismo se acerca por medio del sacrificio de Jesús, quién nos regala la salvación.
El sincretismo viene cuando en el cristianismo nos acercamos a Dios para cumplir leyes y ofrecer sacrificios para ganar la salvación. Es como si viniéramos a la mesa de comunión como si fuera una mesa de sacrificios; en donde lo importante es lo que podemos ofrecerle a Dios. Es una fe legalista que descarta que la mesa es de Santa Cena porque afirmamos y compartimos al mundo lo que Jesús hizo por el ser humano. Por otro lado, el sincretismo también se hace real cuando vemos a ciertos/as líderes en la iglesia como intermediarios/as entre Dios y la iglesia, negando así el poder del Espíritu Santo que hay en cada creyente.
En relación al espiritismo, esta es la creencia de que existe un mundo espiritual que afecta al mundo material, y que hay personas (médiums) que se ponen en contacto con estos espíritus. Estos médiums hacen adivinaciones, hablan con los espíritus y hacen “despojos” para librar a las personas de las malas vibraciones por medio de amuletos. En el cristianismo, creemos en el mundo espiritual, pero no ponemos nuestra atención en los espíritus o en entrar en contacto con ellos, sino en el Espíritu Santo que mora en los/as creyentes. No creemos en la adivinación, sino en la revelación del Espíritu Santo por medio de las palabras de Jesús en los evangelios. Además, no creemos en los despojos ni amuletos para eliminar los espíritus o malas vibraciones. Creemos en el poder del Espíritu Santo que vive en el creyente.
El sincretismo viene cuando incluimos la adivinación en la fe cristiana. Es costumbre en la tradición cristiana ver a personas que buscan predicadores, profetas o apóstoles que le digan el futuro, en vez de leer las Escrituras y permitir que el Espíritu Santo guie su vida. Por otro lado vemos la práctica de “despojos” cuando utilizamos cosas materiales como amuletos, en vez de verlos como símbolos de la presencia salvadora y sanadora de Cristo.
Un ejemplo claro lo es el uso del aceite para realizar despojos y ahuyentar a los malos espíritus. Vemos que se ungen carros, casas y muchas otras cosas materiales para pedir la cubierta y protección de Dios. Jesús envió a sus discípulos a ungir enfermos y expulsar demonios (Marcos 6:13) y Santiago 5:14 nos invita a ungir los enfermos. El aceite es símbolo de sanidad, salvación y presencia del Espíritu Santo en las personas, no las cosas materiales. Lo material no contiene la presencia de Dios, por lo tanto la Biblia no nos invita a ungir cosas, sino personas. En el Antiguo Testamento los edificios y templos se consagraban a Dios: dedicarse para propósitos divinos. Por tanto, las personas se ungen, las cosas se consagran. Pero sobre todo, el poder no está en el aceite, no es un amuleto. Asimismo las Biblias abiertas en la mesa de noche, los pañuelos, las cruces y otras cosas materiales no tienen poder; eso es idolatría.
En relación al gnosticismo, esta es la creencia de que las personas no se salvan por fe gracias al sacrificio de Jesús, sino mediante la gnosis o el conocimiento de lo divino. El ser humano es autónomo para salvarse a sí mismo. Una de sus creencias es que existe un dualismo entre el cuerpo y el espíritu, en donde el cuerpo es inferior, contaminado y malo. En el cristianismo el cuerpo y el espíritu tienen igual importancia porque cuando Cristo resucitó no dejó su cuerpo en la tumba.
El sincretismo viene cuando se cree y predica que el espíritu es superior al cuerpo basándonos en Mateo 26:41 “Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en tentación. A decir verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. En ese contexto el significado de la palabra carne no es el cuerpo físico, sino la condición pecaminosa del ser humano. Ese sincretismo nos ha llevado a devaluar el cuerpo físico.
Ante todo esto, ¿cómo evitamos el sincretismo? ¿Cómo evitamos prácticas que no guardan coherencia con el evangelio de Cristo y que son filosofías huecas que no llenan al ser humano? Evitamos el sincretismo cuando buscamos crecer en el conocimiento de Dios. ¿Cómo crecemos en el conocimiento de Dios? Les doy cuatro contestaciones, fundamentadas en lo que conocemos como el cuadrilátero metodista. Toda creencia y práctica debe pasar por el filtro de: las Escrituras, la tradición cristiana, la experiencia personal y la razón. Todo libro, canción o predicación que usted lea o escuche debe pasar por este filtro.
¿Cómo ponemos en práctica el cuadrilátero metodista? En cuanto a las Escrituras, cuando leemos la Biblia y no dependemos exclusivamente de otras personas que la interpreten. Cuando leemos comentarios bíblicos y biblias de estudio que nos ayudan a entender lo que leemos. En cuanto a la tradición, cuando leemos libros clásicos de la fe cristiana. Cuando leemos algo no por qué está de moda, sino porque es saludable y edifica nuestra fe. En cuanto a la experiencia, cuando buscamos experiencias de primera mano con Dios que nos permiten conocer a Dios por experiencia propia (ej. disciplinas espirituales).
En cuanto a la razón, cuando usamos nuestra mente. Hay quienes afirman que la letra mata porque 2 Corintios 3:6 dice “pues él nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica.” En este pasaje se hace referencia a la ley de Moisés como la letra que mata, porque quienes siguen a Cristo están bajo un nuevo pacto en Cristo Jesús. La letra mata…la inmadurez, la ignorancia, la desinformación, las filosofías huecas, entre muchas otras cosas.
En los próximos días se celebrará en Puerto Rico el Festival de la Esperanza liderado por el evangelista Franklin Graham. Graham actualmente es un cercano colaborador del presidente de los Estados Unidos Donald Trump. Públicamente Graham ha apoyado la política de inmigración del presidente Trump, alegando que el estado tiene un rol distinto al de la iglesia, y cito:
“Algunos también están criticando a los cristianos que apoyan la postura del presidente sobre la inmigración, y yo soy uno de esos criticados. Pero tenemos que entender que el trabajo del presidente no es el mismo que el de la iglesia”.
Como iglesia no podemos apoyar a un líder evangélico que viene a predicar acerca de Jesús este fin de semana, pero sus expresiones van en contra del evangelio inclusivo de Jesucristo y de los principios sociales de nuestra Iglesia Metodista de Puerto Rico. Esto es un ejemplo de cómo debemos filtrar todo lo que escuchamos y leemos a través del cuadrilátero metodista. No hay coherencia teológica y bíblica cuando se predica del amor de Cristo por toda la humanidad y se apoya la política inmigratoria exclusiva de un presidente.
Jesús nos dice en Mateo 7:15-16: “Cuídense de los falsos profetas, que vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Ustedes los conocerán por sus frutos…” Hoy Colosenses nos recuerda que para vivir y testificar hay que aprender a ser discípulos/as de Jesús, y no solo miembros de la iglesia. Somos llamados/as a crecer en el conocimiento de Dios y evitar el sincretismo: mezclar el cristianismo con otras religiones, practicando así un evangelio sin coherencia teológica y bíblica. Esto se logra conociendo profundamente las Escrituras (que presenta a Cristo como la cabeza), valorando la tradición cristiana, buscando experiencias de encuentro con Dios y dando paso al uso de la razón en todo.