Mateo 28:16-20
Hoy comenzamos la serie de predicaciones que lleva el título del tema del año de nuestra iglesia: Viviendo el evangelio de la esperanza. Ante este tema del año, a mi mente vienen tres preguntas: ¿Qué es la esperanza?, ¿Por qué es necesario vivir con esperanza?, y ¿Cómo se vive con esperanza? Durante las cuatro semanas que durará esta serie mi meta será contestar estas tres preguntas. Hoy, comenzaremos definiendo lo que es la esperanza y por qué es necesaria en la vida; teniendo como texto base Mateo 28:16-20. Este texto bíblico nos enseñará que la esperanza es creer que al enfrentar los retos de este nuevo año, Dios siempre estará con nosotros/as.
El texto de Mateo 28:16-20 es uno extraordinario. Muchos afirman que es un resumen de todo el evangelio de Mateo. Este pasaje se le conoce como la gran comisión. El evangelio de Marcos (16:15) también tiene una gran comisión parecida a la de Mateo, y Lucas la incluye en los primeros versos del libro de Hechos (1:8). En las tres versiones de esta comisión el contexto es el mismo: Jesús ha resucitado y regresa al Padre. Antes de su ascensión, Jesús le da unas instrucciones finales a sus discípulos; ya que ellos serían quiénes darían continuidad a su ministerio. Era el nacimiento de la iglesia, y Jesús establece con claridad cuál sería la misión o propósito de la misma.
¿Cuál fue esta misión? “Vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado” (v.19-20a). Cuando analizamos este verso, la misión de la iglesia puede resumirse en una frase: hacer discípulos/as de Cristo. A lo largo de la historia, la iglesia cristiana ha utilizado este verso para definir la razón de ser de la iglesia. Ese ha sido nuestro caso, ya que este verso es el fundamento bíblico de nuestra misión como iglesia local.
Ahora bien, en estos versos que definen la misión de la iglesia, hay una promesa incluida. Luego de que Jesús establece la misión, les afirma “Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (v.20b). Lo extraordinario del evangelio de Mateo, es que comienza y termina afirmando la presencia continua de Dios entre el pueblo. Mateo 1:23 afirma que “una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Emanuel, que significa: Dios está con nosotros”, y luego en el último verso de su libro, reafirma esta promesa. Y si vamos a la mitad del libro, en el capítulo 18:20, Jesús dice: “porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos”. Es evidente que para Mateo es trascendental afirmar la compañía de Jesús en la vida de la iglesia.
¿Por qué Mateo quiere afirmar que Jesús estaría con la iglesia todo el tiempo? Tal y como mencioné, Jesús ascendería al cielo, y el ministerio de Jesús ahora estaría en manos de la iglesia. El libro de Hechos nos narra el comienzo de la iglesia y cómo la iglesia cumplía con esta misión cuando “Todos los días se reunían en el templo, y partían el pan en las casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
47 mientras alababan a Dios y brindaban ayuda a todo el pueblo. Y cada día el Señor añadía a la iglesia a los que habían de ser salvos” (Hechos 2:46-47). Sin embargo, Hechos también nos narra cómo la iglesia fue perseguida por el liderato religioso y las autoridades romanas, llevando a la muerte a líderes de la iglesia como Esteban y Pedro.
Para Mateo era trascendental afirmar la continua presencia de Cristo en la iglesia, porque la vida de la iglesia sería una montaña rusa mientras cumplía su misión de hacer discípulos/as de Cristo Disfrutarían de grandes conversiones, bautismos y una vida en comunidad, pero también enfrentarían grandes retos, pruebas y sufrimientos. Mateo quería que la iglesia recordara que en esas altas y bajas, la iglesia estaría siempre acompañada de la presencia de Jesús.
Algunos afirman que esta promesa de Jesús en Mateo 28:20 (“Y yo estaré con ustedes…”) es la forma en que Mateo habla del Espíritu Santo. Y cuando vamos a Hechos y analizamos lo que significó el Espíritu Santo para la iglesia, fue el poder y la fuerza para cumplir con su misión de testificar y hacer discípulos/as de Cristo. Luego de la ascensión de Jesús, los discípulos estaban asustados y escondidos por temor a ser perseguidos al igual que Jesús. Es en el evento de Pentecostés que el Espíritu Santo llega y empodera a los discípulos para la cumplir la misión.
¿Qué nos quiere decir todo esto? Que lo que ha sostenido a la iglesia a lo largo de la historia y lo que la sostendrá en el futuro es la promesa de que Jesús estará con nosotros/as todos los días, hasta el fin del mundo; hecha realidad en Pentecostés con la llegada del Espíritu Santo. Esta promesa es la que define lo que es esperanza: creer que Dios estará con nosotros/as todos los días, hasta el fin del mundo; y que su presencia por medio del Espíritu Santo será suficiente para enfrentar todos los retos que vengan mientras cumplimos con nuestra misión.
Esperanza es creer que mientras esta iglesia enfrenta retos para cumplir con su misión de construir una comunidad cristiana en donde personas cristianas y no cristianas puedan conocer, amar y servir a Dios para convertirse así en discípulos/as de Cristo, Dios estará con nosotros. Esperanza es creer que mientras enfrentamos retos para transformar vidas, la iglesia y la comunidad, Dios estará con nosotros. Esperanza es creer que mientras enfrentamos retos para hacer realidad nuestra meta para el año de aprender a ser discípulos/as de Jesús (y no solo miembros de nuestra iglesia) que viven un estilo de vida que imita a Jesús en todo tiempo y demuestra su fe con obras, Dios estará con nosotros.
Esperanza es creer que mientras la iglesia busca cumplir su misión en medio de los retos gubernamentales, económicos y morales que enfrenta nuestro país en este año 2017, Dios estará con nosotros. Esperanza es creer que mientras llegan a nuestra vida grandes retos matrimoniales, familiares, académicos, de trabajo y de salud en este año 2017, Dios estará con nosotros. Esperanza es creer que ante las montañas rusas que lleguen en el 2017, Dios estará con nosotros.
¿Ustedes saben lo que pasa cuando Dios está presente? ¿Saben las implicaciones de la presencia de Dios en medio nuestro? En primer lugar, que disfrutaremos de un amor incondicional. Lucas 15 es uno de mis capítulos favoritos de la Biblia porque nos narra tres parábolas: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido (pródigo). La enseñanza
principal de este capítulo es que la esencia de Dios es el amor incondicional, y que a pesar de nuestros errores, el deseo más profundo de Dios es correr hacia nosotros/as, echarse sobre nuestro cuello y besarnos; tal y como hizo el padre con el hijo perdido (15:20). Cuando Dios está presente podemos disfrutar de lo que nadie en este mundo nos puede ofrecer: un amor perfecto. Cuando Dios está presente podemos confiar en el cuidado de Dios porque somos sus hijos/as amados/as. “Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se echa en el horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?” Mateo 6:30.
En segundo lugar, la presencia de Dios nos asegura que algo Dios hará cuando creamos que no hay solución y alternativa a las situaciones complejas de la vida. 1 Corintios 10:13 dice “A ustedes no les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero Dios es fiel y no permitirá que ustedes sean sometidos a una prueba más allá de lo que puedan resistir, sino que junto con la prueba les dará la salida, para que puedan sobrellevarla.” Dios es experto diciendo sí cuando las circunstancias dicen no. Génesis 1:2 nos dice que “La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas cubrían la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.” Dios es experto moviéndose en el caos de la vida y creando nuevas todas las cosas. Mateo 19:26 nos dice “Para los hombres, esto es imposible; pero para Dios todo es posible”. Algo Dios hará porque tenemos un Dios que posteó ayer en su cuenta de Facebook #yonomequito.
Existe una tercera implicación de la presencia de Dios en medio nuestro: si Dios nos ama, cuida y no se quita, necesitamos abrir nuestros ojos y estar atentos a la mano de Dios en medio nuestro. Si Dios siempre está presente, no se trata de conocer si está o no en alguna circunstancia, sino de identificar cómo está actuando. Si Dios está presente, necesitamos ser como los faros que alumbran la costa en el mar: no saben cuándo o cómo llegará un barco, pero están seguros de que llegará, y por tanto mantienen su luz encendida. Eso es esperanza: que ante la misión que tenemos como iglesia y ante los retos que enfrentaremos en este año, creamos que Dios siempre estará con nosotros y que es cuestión de estar atentos a su amor incondicional, su cuidado y su intervención.
Ahora bien, ser faros impacta nuestra vida, pero también a quienes nos rodean. Al encender nuestras luces y vivir esperando lo mejor de Dios, alumbraremos a muchos otros barcos que buscan una luz en medio de las aguas profundas. Cuando un barco está en altamar añora ver alguna luz que le traiga esperanza de que llegará a tierra firme. Nuestra luz será la esperanza de muchos barcos que desean llegar a tierra firme. Nuestra luz será esperanza para un Puerto Rico que atraviesa aguas profundas.
En la historia han existido grandes faros que han vivido con esperanza, impactando así a quienes le rodeaban. Uno de ellos fue Viktor Frankl, quién fuera un prisionero de los campamentos de concentración nazi. Viktor Frankl fue un psiquiatra austriaco que sobrevivió estos campos del 1942 al 1945. Luego de haber superado los mismos, y haber obtenido su libertad, Frankl escribió un libro: El hombre en busca de sentido. En el mismo, Frankl compartió cómo logró superar este tiempo como prisionero: “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”. Esta esperanza le salvó la vida, pero también impactó a muchos/as que estaban a su alrededor, que
Ejemplos como los de Viktor Frankl nos enseñan que en la vida de todo ser humano, incluyendo a quienes seguimos a Jesús, habrá grandes retos. En ningún lugar de la Biblia Jesús prometió una vida libre de sufrimientos, sino su eterna compañía en medio de los mismos. Juan 16:33 nos dice “Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.”
Al comenzar un nuevo año, ante la misión que tenemos como iglesia y ante los retos que enfrentaremos, hoy somos llamados/as a vivir con esperanza: creer que Dios siempre estará con nosotros. ¿Por qué es necesario vivir con esperanza? Porque nos permitirá ser faros que mantienen su luz encendida para estar atentos al amor incondicional, cuidado e intervención de Dios. Esa luz alumbrará también a muchos/as a nuestro alrededor.
Ante una gran sequía, los ciudadanos de un pueblo decidieron orar para que lloviera. El día en que iban a orar, toda la gente se reunió, pero solo un niño llegó con paraguas. Te invito a ser ese niño…
“Que tu amor inagotable nos rodee, SEÑOR, porque solo en ti está nuestra esperanza.”