Lucas 4:16-21
Hoy comienza la época de Adviento. Ésta es la época en el calendario cristiano que nos invita a prepararnos para lo que será el nacimiento de Jesús. Esta celebración dura los cuatro domingos antes del día de Navidad. Esta temporada es una que se caracteriza por la esperanza, y el estudio de las profecías que aparecen en la Biblia; en particular la del nacimiento de Jesús y su regreso. Entendiendo la naturaleza de esta época, he decidido predicar sobre los profetas del Antiguo Testamento (AT) y cómo algunas de sus profecías todavía tienen relevancia para la iglesia hoy. Le he llamado a esta serie: Dios te dice.
El propósito de esta primera predicación será entender quiénes eran los profetas del Antiguo Testamento, cómo se comunicaban con el pueblo y cuál era el contenido principal de sus profecías, también llamados oráculos. También hablaremos de cómo estos profetas se relacionan con Jesucristo, y si todavía existen profetas. Por último, reflexionaremos acerca de cómo Dios quiere revelarse a nosotros/as hoy.
Antes de que Jehová decidiera revelarse a Abraham y al pueblo judío, no tenemos claridad de cómo lo hacía; aunque tenemos certeza de que Dios tenía una relación con el ser humano de alguna forma. Sin embargo, es el monte Sinaí donde Jehová decide hacer un pacto por medio de La Ley con el pueblo de Israel; en donde Él sería su único Dios. Desde ese momento el pueblo solicitó hablar con Dios por medio de intermediarios o profetas, y Jehová así se lo concedió: “Voy a hacer que de entre sus hermanos surja un profeta como tú. Pondré mis palabras en sus labios, y él les comunicará todo lo que yo le ordene decir” Deuteronomio 18:18.
Desde entonces, la tradición profética ha sido parte esencial de la Biblia. Cuando dividimos la Biblia Hebrea o el Antiguo Testamento en tres partes, vemos que están los libros de Moisés (Torá), los profetas (Nebim) y los escritos (Ketubim). En la parte de los profetas, se encuentran los profetas anteriores al exilio en Babilonia: Josué, Jueces, Samuel y Reyes; y los posteriores al mismo: Isaías, Jeremías y Ezequiel (profetas mayores) y Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías (profetas menores, por su longitud, no por su importancia teológica).
¿Quiénes eran estos profetas del Antiguo Testamento? La palabra profeta viene del griego profetes que significa anunciar un mensaje. Los profetas son portavoces de alguien; y en el contexto religioso, de Dios. Aunque en el escenario secular la idea que se tiene de la palabra profeta es la de predicción, augurio o adivinación de algún evento futuro, en la Biblia el profeta tiene un significado particular: alguien que habla en el nombre del Señor.
Samuel Pagán nos dice que los profetas “eran voceros divinos que transmitían, tanto a la comunidad en general, como a sus líderes la revelación que habían recibido del Señor. No eran adivinos profesionales ni futurólogos; sencillamente eran personas del pueblo que entendían debían proclamar y transmitir, con responsabilidad, seguridad, firmeza y autoridad, el mensaje de Dios en un momento histórico concreto, definido y especifico. Cuando sus palabras tenían implicaciones futuras, siempre las relacionaban con eventos, dinámicas, experiencias y realidades políticas, sociales y económicas de la sociedad en que vivían.”[i]
Según esta definición, los profetas no se dedicaban a predecir el futuro, sino a hablar en nombre de Dios en medio de una realidad histórica particular; y cuando hablaban del futuro, lo hacían imaginando los eventos futuros que podían darse bajo las condiciones políticas, sociales y económicas presentes. Para ser específico, los profetas identificaban el pecado del pueblo o individuo (ej. orgullo, prepotencia, arrogancia, idolatría, injusticia) y establecían las consecuencias del mismo, lo cual no era necesariamente predecir el futuro. Los profetas servían como la conciencia nacional, que indicaba a los gobernantes y al pueblo de su pecado.
La meta principal de los profetas era recordarle el pacto al pueblo y exhortar a la fidelidad. Si el pueblo era obediente al pacto, los profetas anunciaban palabras de salvación, liberación y redención de parte del Señor. Si el pueblo era desobediente, sus palabras eran de juicio, condenación e ira divina. Esto lo hacían a través de visiones y sueños (Jeremías 1:11-13), himnos y salmos (Isaías 12:1-6), oraciones y plegarias (Jonás. 2:2-10), reflexiones (Isaías 28:23-29), y símbolos (Isaías 5:1-7). Muchas de estas profecías tenían un formato parecido, en donde comenzaban con frases como “Así dice el Señor”, “Dios te dice” o un doloroso “ay” que expresaba angustia y amargura.
¿Al día de hoy existen profetas como los del Antiguo Testamento? El Nuevo Testamento nos enseña que no. Hebreos 1:1-2 nos afirma que la tradición profética del AT llegó a su fin en el ministerio de Jesús: “Dios, que muchas veces y de distintas maneras habló en otros tiempos a nuestros padres por medio de los profetas, 2 en estos días finales nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y mediante el cual hizo el universo.” Según Hebreos, Jesús es el último profeta. ¿Por qué? Porque Jesús es el cumplimiento de las profecías del AT, según lo afirma Lucas 4:16-21:
“Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, y en el día de reposo entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se levantó a leer las Escrituras. 17 Se le dio el libro del profeta Isaías, y al abrirlo encontró el texto que dice: 18 «El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para proclamar buenas noticias a los pobres; me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a proclamar el año de la buena voluntad del Señor.» 20 Enrolló luego el libro, se lo dio al asistente, y se sentó. Todos en la sinagoga lo miraban fijamente. 21 Entonces él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes.»”
Jesús es el último profeta porque dio continuidad al mensaje salvador, liberador y esperanzador de los profetas del AT, a la misma vez que cumplió las profecías del AT por medio un ministerio caracterizado por la salvación, liberación y esperanza profetizada en el AT. Juan 5 también nos dice «Pero yo cuento con un testimonio mayor que el de Juan (el bautista)…Las obras mismas que yo hago son las que dan testimonio de mí, y de que el Padre me ha enviado…Ustedes escudriñan las Escrituras, porque les parece que en ellas tienen la vida eterna; ¡y son ellas las que dan testimonio de mí!” En Jesús, el AT se cumple; por lo que ya no hay necesidad de profetas o profecías como los del AT que anuncien la salvación y liberación de Israel, porque esta salvación y liberación ya llegó a través de Jesucristo para Israel y el mundo entero. Desde esta perspectiva, Juan el bautista es el penúltimo profeta, porque anunció la llegada de Jesús.
Si Jesús es el último profeta, ¿por qué Romanos 12 y Efesios 4 nos hablan del don de la profecía? Romanos 12 y Efesios 4 nos hablan de la profecía como un rol y un don del Espíritu dentro del cuerpo de Cristo, pero no es el mismo rol de los profetas del AT, y mucho menos el rol que tuvo y tiene Jesús. En el AT los profetas eran intermediarios entre el ser humano y Dios: quiénes revelaban el mensaje de Dios al pueblo. Esto fue así porque el pueblo lo pidió y Dios se lo concedió. Sin embargo, cuando Jesús llega se convierte no en un intermediario, sino en EL INTERMEDIARIO entre el ser humano y Dios; no en un profeta, sino en EL PROFETA. Todo el mensaje que Dios le reveló al pueblo por medio de los profetas del AT, se cumplió y reveló a plenitud por medio por medio de Jesucristo. Juan 14:9 dice “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”.
Si ya Jesús es EL INTERMEDIARIO y EL PROFETA, la iglesia no necesita personas que sirvan de intermediarios o profetas como los del AT. El rol del profeta bajo el nuevo pacto a través de Jesucristo es el que aparece en 1 Corintios 14:3-4: “Pero el que profetiza les habla a los demás para edificarlos, exhortarlos y consolarlos. 4 El que habla en lengua extraña, se edifica a sí mismo; en cambio, el que profetiza, edifica a la iglesia.” El profeta dentro del cuerpo de Cristo habla en nombre del Señor para edificar, exhortar y consolar. Toda persona que habla en nombre de Cristo y cumple con esas funciones es profeta. Por otro lado, quiénes dicen ser profetas y ejecutan un rol de intermediarios como en el AT o Jesús están en contra de la enseñanza bíblica. El mensaje de Dios ya fue revelado en Jesucristo, y quién quiera escuchar la voz de Dios no tiene que ir a ningún profeta, sino al Cristo revelado en las Escrituras.
¿Cuál entonces es un acercamiento saludable a los profetas del AT y los profetas que puedan existir hoy? En cuanto a los profetas del AT, necesitamos entender que aunque las palabras de los profetas del AT pueden tener relevancia para nuestra realidad nacional e internacional, quién resumió, explicó y encarnó el mensaje de los profetas del AT fue Jesús. La iglesia no puede leer el AT sin filtrarlo a través de Jesucristo. El Antiguo Testamento siempre se lee conectado al Evangelio de Jesús. La voz más importante dentro de las Escrituras es la voz de Jesús, porque Jesús no es un profeta, es El PROFETA.
En cuanto a los profetas que puedan existir hoy, podemos abrirnos a su mensaje siempre y cuando sea uno bíblica y teológicamente saludable; pero sin crear dependencias de ellos, nuestra única dependencia es hacia Cristo. Jesús mismo dijo en Juan 5:40-43 “Pero ustedes no quieren venir a mí para que tengan vida…y ustedes no me reciben; pero si otro viniera en su propio nombre, a ése sí lo recibirían…” Jesús criticó a los judíos por no recibirle a Él como EL PROFETA, y por el contrario crear dependencias de los profetas del AT.
¿Cuántas veces vamos primero a los profetas del AT y a los profetas de hoy para recibir el mensaje de Dios y nos olvidamos de ir a Jesús y sus enseñanzas? ¿Cuántas veces vamos a un coliseo o templo a recibir las palabras de quién canta o predica, poniendo sus palabras como más importantes a las palabras de Jesús? ¿Cuántas veces leemos el último libro de un gran escritor y no leemos los evangelios que tienen dos mil años?
Tanto los profetas del AT como los profetas de hoy pueden ser de gran edificación para la iglesia, pero el centro de todo es Jesucristo. ¿Todavía existen profetas? Sí… ¡y existe uno bien importante: Jesucristo! Te invito a escudriñar las escrituras y escuchar la voz de Dios por medio de Jesús.
[i] Introducción a la Biblia Hebrea, Editorial Clie, 2013