Proverbios 3:9 / Mateo 23:23
Hoy culminamos nuestra serie Sabiduría para la Vida: un estudio del libro de Proverbios. Durante ocho semanas los Proverbios nos han enseñado que hay dos caminos en la vida: el de la insensatez y el de la sabiduría. La pasada semana afirmamos que aunque el camino de la insensatez nos dice que somos lo que tenemos y que seremos felices cuando tengamos posesiones materiales, el camino de la sabiduría nos enseña que “la vida del hombre no depende de los muchos bienes que posea” y que dar siempre es mejor que recibir.
La pasada semana también compartimos con ustedes siete razones por las cuales debemos practicar la disciplina espiritual de dar. Ahora bien, una vez estamos convencidos/as de que vale la pena dar, es importante contestar las siguientes preguntas: ¿Cuánto debemos dar?, ¿Por qué dar a nuestra iglesia?, ¿Cómo debemos dar? y ¿Cómo nos organizamos para dar? La predicación en esta mañana tendrá el propósito de contestar estas preguntas, mientras damos énfasis en la disciplina espiritual de diezmar y usar el dinero para hacer el bien a los demás.
Cuando hablamos de cuánto debemos dar, la Biblia (incluyendo las palabras de Jesús) nos enseña a diezmar. Menciono las palabras de Jesús porque la disciplina espiritual de diezmar debe sostenerse no solo con pasajes bíblicos del Antiguo Testamento, sino del Nuevo; y en particular con las enseñanzas de Jesús. El diezmo es una práctica instituida en el Antiguo Testamento que involucra dar el diez por ciento de las posesiones materiales como sacrificio a Dios. Debido a que es una práctica iniciada en el Antiguo Testamento (Biblia Hebrea), existen discusiones de si los/as seguidores/as de Jesús deben practicarlo.
No existe evidencia bíblica de que Jesús condenara el diezmo. La preocupación de Jesús no era el diezmo en sí mismo, sino que los fariseos y escribas eran hipócritas, y tenían un serio problema de integridad. En Mateo 23 Jesús le dice a sus discípulos acerca de los fariseos y escribas: “ustedes deben obedecer y hacer todo lo que ellos les digan, pero no sigan su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra”. Luego, hablándole a los fariseos y escribas dice “¡Ay de ustedes escribas y fariseos, hipócritas! Porque pagan el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y soslayan lo más importante de la ley, que es la justicia, la misericordia y la fe. Es necesario que hagan esto, pero sin dejar de hacer aquello.”
Como vemos, Jesús no condenó que los fariseos y escribas dieran sus diezmos, sino que lo hicieran por razones incorrectas. Los fariseos y escribas diezmaban para ser reconocidos entre el pueblo y así hacer un espectáculo: “todo lo que hacen es para que la gente los vea” (v.5). Ya Jesús había condenado en Mateo 6:2-4 esta actitud hacia el dar: “Cuando tú des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que la gente los alabe. De cierto les digo que con eso ya se han ganado su recompensa. 3 Pero cuando tú des limosna, asegúrate de que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha; 4 así tu limosna será en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Para Jesús el diezmar era una práctica, que al igual que la oración y el ayuno, debía practicarse en secreto y con humildad; y no para obtener reconocimiento.
En adición a esta enseñanza, Jesús añade que el diezmo se debía dar sin olvidar lo más importante de la ley: “la justicia, la misericordia y la fe”. Estas tres palabras nos dan precisamente la clave para entender cuál es la forma correcta de diezmar. En primer lugar, diezmamos para erradicar la injusticia del mundo. Nuestros diezmos son una forma de ayudar a que cada persona del mundo viva bajo condiciones justas, y no de pobreza, esclavitud o enfermedad. Diezmamos para transformar el mundo. En segundo lugar, diezmamos para hacer obras de misericordia. Al igual que con la justicia, diezmamos para que la iglesia pueda hacer una labor social en nuestra comunidad. Por último, diezmamos con fe. Diezmar es una oportunidad de confiar en la siguiente promesa: Dios proveerá.
Jesús no condenó la disciplina de diezmar, sino que nos invitó a practicarla de forma correcta. Por otro lado, Jesús también afirmó que en ocasiones será necesario dar más allá del diezmo. En el momento en que diezmar no sea un sacrificio y una disciplina espiritual que nos transforme y ayude a depender de Dios más que del dinero, será necesario dar más allá del diezmo. Eso fue lo que le ocurrió a un joven rico que cumplía con todos los mandamientos desde su juventud, incluyendo diezmar, y que le preguntó a Jesús qué tenía que hacer para heredar la vida eterna. Marcos 10:21 nos dice que “Jesús lo miró y, con mucho amor, le dijo: ‘Una cosa te falta: anda y vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres. Así tendrás un tesoro en el cielo. Después de eso, ven y sígueme.’” El experimentar la vida eterna (transformación y plenitud), como dijo el joven rico, en algunas ocasiones vendrá dando más allá del diezmo. Sin sacrificio, fe y dependencia a Dios, diezmar pierde sentido.
Esta iglesia cree firmemente en diezmar, no tan solo porque nos transforma, sino porque es la oportunidad para colaborar con Dios en su misión de transformar todo lo creado. A través de nuestros diezmos ayudamos a que nuestra iglesia pueda construir una comunidad cristiana en donde personas no cristianas y cristianas puedan conocer, amar y servir a Dios, para convertirse así en discípulos de Cristo. Nuestros diezmos sostienen la misión de la iglesia, incluyendo el ministerio pastoral, y hacen real que podamos transformar vidas, la iglesia y la comunidad.
Si diezmar vale la pena y nuestra iglesia también, es importante recordar cuatro formas en que debemos diezmar. En primer lugar, con alegría. El Salmo 107:22 dice “¡Ofrezcámosle sacrificios de gratitud, y jubilosos proclamemos sus obras!” Diezmar no es una obligación, es una oportunidad para ser parte de la misión de Dios de salvar y restaurar el mundo.
En segundo lugar, con compromiso. 1 Corintios 16:2 dice “Cada primer día de la semana, cada uno de ustedes ponga algo aparte, según lo que haya ganado, y guárdelo, para que no se tengan que recoger las ofrendas cuando yo esté allá.” No diezmamos solo cuando sentimos hacerlo, sino consistentemente y con la convicción de que vale la pena.
En tercer lugar, con lo mejor. Proverbios 3:9 dice “Honra el Señor con tus bienes y con las primicias de tus cosechas.” En el Antiguo Testamento el pueblo ofrendaba sus mejores animales y cosechas a Dios como una forma de evidenciar que Jehová era su prioridad. Esto se conocía como primicias. De igual forma, debemos diezmar a Dios nuestras primicias y no lo que nos sobra. Esto lo logramos con la ayuda de un plan financiero (presupuesto) que establece prioridades.
En cuarto lugar, conforme a nuestros ingresos. 2 Corintios 8:12 dice “Porque si hay buena disposición, lo que se da es bien recibido, según lo que uno tiene y no según lo que no tiene.” Nuestros diezmos son proporcionales a nuestros ingresos: el 10% de nuestros ingresos. Si al calcular nuestro diezmo no podemos darlo inmediatamente, podemos hacer un plan para ir aumentando nuestras ofrendas hasta llegar a dar el diezmo. Y como hemos mencionado, luego de llegar al diezmo podemos dar más allá del mismo.
No hay duda de que todos/as luchamos con diezmar porque requiere una organización de nuestras finanzas, de manera que las mismas tengan como prioridad aquellas cosas que valen la pena. Por tanto, para poder diezmar es importante organizarnos; no es suficiente la intención. Juan Wesley, fundador del metodismo nos da tres reglas para organizarnos: “Gana todo lo que puedas, sin perjudicarte a ti mismo o a tu prójimo… ahorra todo lo que puedas, evitando cualquier gasto que sirva sólo para cultivar deseos absurdos…da todo lo que puedas, o en otras palabras, da a Dios todo lo que tienes. Da a Dios, no el diez por ciento, ni la tercera parte, ni la mitad, sino todo lo que es de Dios.” Un punto de partida para organizarnos puede ser el siguiente: gastar el 80% de nuestros ingresos, ahorrar el 10% y diezmar el otro 10%.
Organizarnos también incluye tener un estilo de vida saludable. Eso incluye: 1) Decir no al deseo constante de tener más, 2) Dar gracias a Dios continuamente por todo lo que tenemos, 3) Gastar menos de lo que tenemos, 4) Acostumbrarnos a vivir con menos y lo necesario, 5) Establecer prioridades por medio de un plan financiero (presupuesto), 6) Ahorrar para emergencias, el retiro y vacaciones, 7) Usar las tarjetas de crédito solo cuando sea necesario, y 8) No invertir el dinero en asuntos que me hagan daño a mí, al prójimo y a la creación.
Cuando hablamos de diezmar, en ocasiones llega a nuestra mente el siguiente pensamiento “yo no tengo suficiente para diezmar”. A veces pensamos que solos ricos pueden diezmar; pero, ¿saben qué? Somos ricos y no lo sabemos…(video)
Ser rico no es cuestión de cuanto tienes, sino de cuanto puedes dar. Hoy te invito a dar el diezmo, y cuando sea necesario, dar más allá del mismo.
“Honra el Señor con tus bienes y con las primicias de tus cosechas.” Proverbios 3:9