Proverbios 11:24-25
Ya casi culminamos con nuestra serie Sabiduría para la Vida: un estudio del libro de Proverbios. En esencia, los Proverbios nos enseñan que hay dos caminos en la vida: el de la insensatez y el de la sabiduría. Hoy veremos que el camino de la insensatez nos dice que somos lo que tenemos y que seremos felices cuando tengamos posesiones materiales. Sin embargo, el camino de la sabiduría nos enseña que “la vida del hombre no depende de los muchos bienes que posea” y que dar siempre es mejor que recibir.
¿Podemos recordar alguna ocasión en que alguien fue generoso/a con nosotros/as? ¿Cómo nos sentimos? ¿Cuál fue el resultado de la generosidad de esa persona? Por otro lado, ¿podemos recordar alguna ocasión en que fuimos generosos/as con alguien? ¿Cómo nos sentimos? ¿Qué impacto tuvo en nosotros/as nuestra generosidad?
Mi experiencia ha sido que dar es mejor que recibir porque transforma a la que persona que recibe, como a la persona que da. Ahora bien, necesitamos tener razones saludables para ser generosos/as y practicar la disciplina espiritual de dar. En el mundo, y lamentablemente en algunas iglesias, se nos enseña a dar por razones incorrectas. Es por eso que hoy quiero compartir con ustedes siete razones teológicamente saludables y bíblicamente fundamentadas por las que debemos practicar la disciplina espiritual de dar.
En primer lugar, porque todo es de Dios, y no somos dueños/as sino administradores/as. El Salmo 24:1 dice “¡Del Señor son la tierra y su plenitud! ¡Del Señor son el mundo y sus habitantes!” A veces decimos, «yo soy quién me gano el dinero, y yo lo uso a mi manera». Desde la perspectiva del cristianismo, eso es incorrecto. La Biblia nos enseña que Dios es el dueño de todo lo que tenemos, y por tanto somos llamados/as a administrar lo que se nos ha delegado según el dueño espera que lo hagamos. El dueño tiene instrucciones de cómo administrar los recursos que tenemos en nuestras manos. Como administradores/as, nuestras prioridades no son lo importante a la hora de administrar, sino las prioridades de Dios. Dios está en el centro, y no nosotros mismos.
En segundo lugar, porque Dios es generoso y debemos imitarlo. Juan 3:16 dice “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.” ¡Todo lo que tenemos es un regalo de Dios! La creación y la vida misma son regalos de Dios. Sobre todo, nos ha regalado a Cristo Jesús; quién a su vez también imitó al Padre al ser generoso. Por tanto, debido a que somos hechos a imagen y semejanza de Dios, la generosidad es parte de nuestra esencia y una forma de imitarle.
En tercer lugar, porque ya Dios nos ha dado, y tenemos suficiente para dar. Juan 6:1-15 nos narra cómo Jesús multiplicó cinco panes y dos pescados, y cinco mil personas fueron alimentadas. Ahora bien, ¿quieren saber cómo se da este milagro? El verso 9 nos dice “Aquí está un niño, que tiene cinco panes de cebada y dos pescados pequeños; pero ¿qué es esto para tanta gente?” El milagro de la alimentación de los cinco mil se dio porque un niño decidió dar lo poco que tenía para bendecir a una multitud. Algunos comentaristas bíblicos afirman que el milagro de la alimentación se da cuando la multitud vio que el niño se desprendió de lo poco que tenía para bendecir a los demás, y entonces comenzaron también a sacar lo poco que tenían para compartirlo entre todos/as.
El niño y Jesús nos enseñan que hay que salir de la mentalidad de la escasez, y por el contrario, tener una mentalidad de abundancia; nos invitan a ver el vaso medio lleno, en vez de medio vacío. La teología de la abundancia no es lo mismo que la teología de la prosperidad. La prosperidad dice: voy a dar para que Dios cumpla mis deseos; doy para que Dios me dé. Es una mentalidad de estar esperando algo de Dios cuando damos. Por otro lado, la abundancia dice: voy a dar porque ya Dios me dio. Además, la mentalidad de abundancia nos lleva a dar porque “mi Dios suplirá todo lo que les falte, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”, como dice Filipenses 4:19.
La prosperidad mira el vaso medio vacío porque está enfocada en recibir algo, mientras que la abundancia mira el vaso medio lleno porque ya Dios nos ha dado, y tenemos suficiente para dar y ser instrumentos de bendición para otras personas, tal y como lo fue el niño. La abundancia cree que los milagros vienen cuando damos.
En cuarto lugar, porque es una forma de adorar a Dios. Hebreos 13:16 dice “No se olviden de hacer bien ni de la ayuda mutua, porque éstos son los sacrificios que agradan a Dios.” Antes de que Jesús llegara al mundo, las personas ofrecían ofrendas a Dios (animales, granos) como actos de adoración. Hoy ya no hacemos esos sacrificios porque Cristo hizo el máximo sacrificio en la cruz. Nuestras vidas enteras son la mejor forma de adoración. ¿Cómo adoramos a Dios con nuestras vidas enteras? Dando lo mejor de nuestro tiempo, energías y dinero para sus propósitos.
En quinto lugar, porque es una disciplina espiritual que nos transforma. Lucas 12 nos dice que Jesús “les contó una historia: Un hombre rico tenía un campo fértil que producía buenas cosechas. 17 Se dijo a sí mismo: “¿Qué debo hacer? No tengo lugar para almacenar todas mis cosechas”.18 Entonces pensó: “Ya sé. Tiraré abajo mis graneros y construiré unos más grandes. Así tendré lugar suficiente para almacenar todo mi trigo y mis otros bienes. 19 Luego me pondré cómodo y me diré a mí mismo: ‘Amigo mío, tienes almacenado para muchos años. ¡Relájate! ¡Come y bebe y diviértete!’”. 20 »Pero Dios le dijo: “¡Necio! Vas a morir esta misma noche. ¿Y quién se quedará con todo aquello por lo que has trabajado?”. 21 »Así es, el que almacena riquezas terrenales pero no es rico en su relación con Dios es un necio».”
La conducta del granjero es contraria a la del niño que entregó todo lo que tenía para alimentar a una multitud. El granjero decidió guardar por miedo a perder, mientras que el niño lo dio todo confiando en que Dios iba a suplir. La seguridad del granjero estaba en sus posesiones, la seguridad del niño en Dios. Cuando un ser humano pone su seguridad en el dinero y no en Dios eso se llama idolatría, y Jesús lo dijo en Mateo 6:24: “Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.”
Al igual que las disciplinas de la oración, la lectura de las Escrituras, congregarnos y el servicio, dar es una práctica que nos ayuda a no caer en la tentación de la codicia, el consumismo y el acumular posesiones. Dar transforma nuestra ansiedad en paz, el miedo en fe; en la medida en que no dependemos de nuestras posesiones sino de Dios. Cuando damos hacemos real en nuestra vida Hebreos 13:5 que dice “Vivan sin ambicionar el dinero. Más bien, confórmense con lo que ahora tienen, porque Dios ha dicho: «No te desampararé, ni te abandonaré.” Dar libera para dar, porque Dios suplirá.
En sexto lugar, porque es una forma de evidenciar nuestra fe. Mateo 5:16 dice “De la misma manera, que la luz de ustedes alumbre delante de todos, para que todos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre, que está en los cielos.” Además, Santiago 3:14-17 dice “Hermanos míos, ¿de qué sirve decir que se tiene fe, si no se tienen obras? ¿Acaso esa fe puede salvar? 15 Si un hermano o una hermana están desnudos, y no tienen el alimento necesario para cada día, 16 y alguno de ustedes les dice: «Vayan tranquilos; abríguense y coman hasta quedar satisfechos», pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve eso? 17 Lo mismo sucede con la fe: si no tiene obras, está muerta.” Nuestra fe debe incluir obras, no para salvación, sino como una forma de evidenciar nuestro compromiso con Dios, la iglesia y la comunidad. Dar es una expresión concreta de nuestra fe.
Séptimo y último lugar, porque nos permite ser parte de la misión de Dios. 1 Juan 3:17 dice “Pero, ¿cómo puede habitar el amor de Dios en aquel que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano pasar necesidad, y le cierra su corazón?” Además, Hechos 2:45 dice que los cristianos/as “vendían sus propiedad y posesiones, y todo lo compartían entre todos, según las necesidades de cada uno.” Dios está actuando en el mundo, y no depende de nosotros/as para hacerlo. Cada vez que damos, tenemos la oportunidad de unirnos a lo que Dios está haciendo y alinearnos a su plan. Dios está sanando, restaurando, salvando y rescatando a la humanidad. Nuestros recursos y dinero tienen propósito cada vez que lo usamos para unirnos a Dios y transformar vidas, la iglesia y la comunidad.
Cuando miramos la televisión, las revistas y las redes sociales, vemos anuncios que nos dicen que somos lo que tenemos y que seremos felices cuando tengamos lo que ellos anuncian. Sin embargo, Jesús dijo en Lucas 12:15 “Manténganse atentos y cuídense de toda avaricia, porque la vida del hombre no depende de los muchos bienes que posea.” Además, dijo en Mateo 16:26 “Porque ¿de qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si pierde su alma?” Pablo también nos dice en Hechos 20:35 “Siempre les enseñé, y ustedes lo aprendieron, que a los necesitados se les ayuda trabajando como he trabajado yo, y recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Hay más bendición en dar que en recibir.” (Video: Dar es mejor que recibir)
¿Cómo dar ha transformado tu vida? “…se siente maravilloso cuando te das cuenta que con tan solo un poquito de lo que tú y otras personas dan se pueden lograr grandes cosas.” -Krystal Domenech. “…me ha ayudado a depender más del Señor y a bendecir a otros con las bendiciones que a Él le ha placido darme.” -Cesar Ruíz Pérez
Dar siempre es mejor que recibir…
“Da con generosidad y serás más rico; sé tacaño y lo perderás todo. El generoso prosperará, y el que reanima a otros será reanimado.” Proverbios 11:24-25
Es justamente en dar que la esencia de la bondad del ser humano se alinea con la verdad y el amor de Dios. Es dando de lo que tienes en tu alma cuando aportas a la vida de otros. Puedes dar con solo escuchar, hablar y abrazar a alguien. Son muchas las maneras en las que podemos dar a otros y ser bendecidos y trasformados. Es cuando hacemos esa pregunta clave Qué haría el amor?