Proverbios 12:18
Hoy continuamos con la cuarta predicación de nuestra serie SABIDURIA PARA LA VIDA: un estudio del libro de Proverbios. Los Proverbios nos recuerdan que existen dos caminos en la vida: el de la sabiduría y el de la insensatez; y que escogemos el de la sabiduría cuando nos abrimos a la transformación que Dios desea hacer en nuestra vida. La persona sabia es quién reconoce que es una obra en construcción en las manos de Dios.
Una de las transformaciones más extraordinarias que Dios quiere hacer en nuestra vida, es transformar nuestra forma de hablar. ¿Por qué es necesario transformar nuestra forma de hablar? Proverbios nos dice la razón: “El que cuida su boca se cuida a sí mismo; el que habla mucho tendrá problemas” (13:13) y “El impío se enreda en sus labios pecadores, pero el justo logra salir del aprieto” (12:13). Cuidar nuestra lengua nos evita muchos problemas.
Es interesante que la mayoría de los Proverbios que hablan de la lengua hacen una invitación a eliminar las mentiras y el chisme: “Miente quien disimula su odio; es un necio quien propaga calumnias” (10:18), “Quien es chismoso da a conocer el secreto; quien es ecuánime es también reservado” (11:13), y “Hay gente cuyas palabras son puñaladas, pero la lengua de los sabios sana las heridas” (12:18). Proverbios nos dice que cuando mentimos o decimos un chisme, nuestras palabras hieren; mientras que la verdad y la discreción sanan. Si esto es así, ¿cómo eliminamos las mentiras y el chisme de nuestra boca?
En primer lugar, es importante entender lo que es el chisme. El chisme es una crítica sobre alguien sin que esa persona esté presente. En el lenguaje de la psicología se le conoce como triangulación: cuando una persona NO se comunica directamente con quién tiene algún asunto, pero sí se comunica con una tercera persona.
El chisme puede incluir información verdadera como falsa sobre alguna persona; pero el detalle es que esa conversación se da que sin que la persona de quién se habla está presente. ¿Cómo un asunto o un conflicto se puede resolver si la persona involucrada no está presente? Por tanto, el chisme nunca resuelve un asunto porque lo atiende entre las personas incorrectas; y cuando un asunto se atiende entre personas incorrectas, se abre la puerta para hacer daño a alguien.
¿Cómo el chisme hace daño? En primer lugar, el chisme hace daño a quién lo dice. El chisme siempre es una crítica negativa hacia alguien. Si lo que usted habla acerca de alguien es bueno, eso no es un chisme. Por tanto, siempre que decimos un chisme estamos pecando porque estamos haciendo lo contrario a lo que Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello.” El chisme siempre llena nuestra mente con pensamientos tóxicos; y una mente llena de pensamientos tóxicos es la receta para la enfermedad mental y la infelicidad. En resumen, decir un chisme nos hace daño porque nos quita salud.
En segundo lugar, el chisme hace daño a la persona que lo recibe. Cuando decimos un chisme estamos exponiendo a una persona que nada tiene que ver con el asunto. Le exponemos a pensamientos tóxicos que le quitarán salud de la misma forma en que se la quitan al que dice el chisme. Entonces, ya no solo es una persona con pensamientos tóxicos y enfermedad mental, sino dos.
En tercer lugar, el chisme hace daño a la persona de quién se habla. El chisme no da oportunidades a las personas a defenderse, además de afectar su testimonio público o reputación; y cuando se afecta el testimonio público de una persona, la misma puede sufrir de ansiedad y depresión, entre otras cosas.
Ahora bien, ¿por qué los seres humanos practicamos el chisme? Le daré siete razones para la existencia del chisme. Primero, es una conducta aprendida. En algunas familias el chisme ha estado de generación en generación, y las nuevas generaciones han aprendido que cada vez que nos reunimos a comer criticamos a alguna persona sin que ella esté presente. Además, el chisme se aprende en la televisión, radio y revistas.
Segundo, ignorancia. En ocasiones no entendemos el daño que causa el chisme. Tercero, queremos hacer daño para vengarnos de alguien. Cuarto, curiosidad de alto nivel. Las redes sociales, programas de televisión y revistas han eliminado la privacidad; y creemos que es correcto saber la vida privada de las personas. Quinto, la necesidad de enfocarnos en las debilidades de las personas como una estrategia para intentar sentirnos bien debido a nuestra pobre autoestima. Sexto, el aburrimiento. En ocasiones estamos tan aburridos/as que en vez de ponernos a trabajar y ser productivos, nos entretenemos con el chisme. Séptimo, carencia de herramientas para manejar conflictos; lo que nos lleva a triangular.
¿Cómo entonces podemos evitar el chisme? Primero, huyendo de los escenarios en donde se promueve el chisme. Proverbios 10:20 dice “Plata pura es la boca del honrado; mente perversa no vale nada”. ¡Huyamos de las mentes perversas que nos tientan a criticar a las personas! Segundo, evaluando nuestras conversaciones y preguntándonos: ¿Esta conversación trae vida o muerte? ¿Enfermedad o sanidad? Proverbios 10:11 dice “Las palabras de los justos son como una fuente que da vida; las palabras de los perversos encubren intenciones violentas.” ¡Que de nuestra boca salgas palabras de vida y sanidad!
Tercero, perdonando y dejando a un lado el rencor. Proverbios 17:9 dice “Cuando se perdona una falta, el amor florece, pero mantenerla presente separa a los amigos íntimos.” ¡Liberemos nuestra mente del odio! Cuarto, manejando nuestra curiosidad. Proverbios 10:19 dice: “Hablar demasiado conduce al pecado. Sé prudente y mantén la boca cerrada.” ¡Hagamos de la discreción nuestra meta!
Quinto, magnificando lo bueno de la gente y minimizando sus debilidades. Proverbios 10:32 dice “Los labios del justo hablan palabras provechosas, pero la boca del malvado habla perversidad.” Hay un dicho que dice: “El que busca encuentra”. ¡Busquemos lo bueno de la gente y no lo malo! Sexto, evitando el aburrimiento y siendo productivos. Proverbios 21:25 dice: “El perezoso se muere de deseos, pero no es capaz de ponerse a trabajar.” ¡Cuando nos den deseos de chismear, pongámonos a hacer algo productivo!
Séptimo y último, evitando la triangulación: comuniquémonos con las personas indicadas, en el momento indicado y de la forma indicada. Proverbios 10:21 dice “Las palabras del justo animan a muchos, pero a los necios los destruye su falta de sentido común.” ¡En ocasiones las cosas no son como creemos, y necesitamos aclarar las cosas!
En una ocasión los fariseos le preguntaron a Jesús por qué sus discípulos no se lavaban las manos antes de comer. Jesús les llamó hipócritas, y les dijo: “Lo que contamina al hombre no es lo que entra por su boca. Por el contrario, lo que contamina al hombre es lo que sale de su boca…lo que sale de la boca, sale del corazón…Porque del corazón salen los malos deseos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias. 20 Estas cosas son las que contaminan al hombre. El comer sin lavarse las manos no contamina a nadie” (Mateo 15:11,18-20). Como dice Proverbios 12:18: “Hay gente cuyas palabras son puñaladas, pero la lengua de los sabios sana las heridas”.
Hay una historia de una hermana de una iglesia que había echado a rodar por el vecindario un chisme infundado acerca de otro hermano de su iglesia. Todos los habitantes del pueblo se enteraron de lo que supuestamente había hecho aquel hermano. Algún tiempo después, la mujer que corrió el chisme se enfermó gravemente y temiendo que iba a morir confesó que lo que había dicho sobre el hermano de la iglesia era falso. Gracias a Dios no murió y más bien recuperó la salud. Arrepentida por lo que había hecho se fue a buscar al hermano en su casa a rogar que le perdonara. El hermano le dijo: Con mucho gusto le perdonaré siempre y cuando me complazca un deseo. Por supuesto, dijo la mujer. El hermano prosiguió diciendo: Vaya a su casa, mate una gallina, sáquele todas las plumas, póngalas en una canasta y tráigalas acá. La mujer regresó en una media hora. Aquí está lo que me pidió, dijo al hermano. Este miró la canasta llena de plumas de la gallina y dijo: Muy bien, ahora quiero que vaya a cada esquina del pueblo y arroje un puñado de esas plumas, las que sobren llévelas a la parte más alta de la torre de la iglesia y arrójelas al viento y luego venga a verme nuevamente. La mujer hizo exactamente como el hermano le pidió. Cuando regresó donde el hermano con la canasta vacía, el hermano le dijo: Ahora quiero que vaya por todo el pueblo y recoja todas las plumas que arrojó sin que falte una sola. La mujer se quedó mirando la cara del hermano y dijo: ¿Qué? ¡Eso es imposible! El viento habrá llevado las plumas quien sabe a dónde. Poniendo su brazo sobre el hombro de la mujer, el hermano le dijo: Así es querida hermana. Yo le perdono por chismear contra mí, pero nunca olvide que es imposible arreglar el daño que puede causar un chisme.
Recordemos hoy y siempre: el chismoso hiere, el sabio sana…