Génesis 1:26-28 / Juan 16:25-33
En la segunda guerra mundial, entre 1939 al 1945, murieron 60 millones de personas (aproximadamente el 3% de la población mundial en ese tiempo); incluyendo 6 millones de judíos/as. En el año 2010 Haití sufrió un terremoto que causó la muerte de 230,000 personas; muchas de ellas niños/as inocentes. Si Dios es bueno, amoroso y justo, ¿por qué la gente inocente sufre? Si le servimos a Dios, ¿por qué sufrimos? ¿El sufrimiento es castigo de Dios por nuestro pecado? ¿Dios está detrás del sufrimiento? ¿Todo lo que ocurre en el mundo es voluntad de Dios?
Todos/as luchamos con estas preguntas, no importa nuestras creencias religiosas o la madurez que creamos tener como cristianos/as. En términos teológicos, el intento de entender a Dios en este contexto de sufrimiento se conoce como Teodicea. Estudiar esta dimensión de la teología y la vida cristiana es importante porque muchas de las decepciones que tenemos acerca de Dios vienen como consecuencia de nuestras expectativas acerca de cómo Dios debe trabajar en el mundo.
Hoy comenzamos una serie de cuatro predicaciones en las que intentaremos contestar la siguiente pregunta: ¿Por qué? Digo intentar, porque en el sufrimiento hay un gran misterio que no podemos descifrar, ya que como dice 1 Corintios 13:9: “Porque en parte conocemos…”. Por las próximas cuatro semanas hablaremos de por qué la gente inocente sufre, de cómo orar ante mientras sufrimos, de si todo obra para bien, y de la solidaridad como la respuesta al sufrimiento. Mi meta es que al dialogar sobre estas preguntas, recibamos paz, consuelo, sanidad y sobre todo, esperanza, entendiendo que Dios siempre está de nuestro lado, y que las malas noticias nunca son las últimas noticias cuando ponemos nuestra confianza en Jesús.
Para intentar explicar el sufrimiento, y en particular el sufrimiento de gente inocente, desde la perspectiva cristiana, es importante entender que existen dos premisas en nuestras mentes que deben ser revisadas. La primera es la que dice: “Si creo en Dios y le sirvo, nada malo me pasará.” Aunque existen versos bíblicos a lo largo de la Biblia que hacen referencia al cuidado de Dios para con el ser humano, el mensaje central de la Biblia no es que Dios nos librará del sufrimiento por creer en Él. Todo lo contrario, desde el Antiguo Testamento (José, Moisés, Job) hasta el Nuevo Testamento (Jesús, Pedro, Pablo, Apocalipsis) se nos presenta el sufrimiento como parte de la vida; y que lo importante no es evitar el mismo, sino tener fe y esperanza de que Dios está con nosotros/as en medio del mismo. Jesús le dijo a sus discípulos en Juan 16:33b: “En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo”.
Esta premisa también tiene otra debilidad, que podemos llegar a creer que el sufrimiento es castigo de Dios por nuestro pecado. ¿Cuántos/as hemos leído el libro de Job? Al momento de escribir este libro, el pueblo judío pensaba que el sufrimiento era castigo de Dios por el pecado. Este libro se escribe para afirmar que la gente buena y no pecadora sufre, y no siempre tenemos una respuesta para su sufrimiento. No hay duda de que el pecado tiene consecuencias, y que el mismo puede traernos sufrimiento, pero el sufrimiento llega a nuestra vida en muchas ocasiones por razones que desconocemos y a consecuencia de las decisiones de otras personas. Además, aunque en el Antiguo Testamento se creía que el sufrimiento era castigo de Dios por los pecados cometidos, el Nuevo Testamento nos dice que Jesús “llevó en su cuerpo nuestros pecados al madero” 1 Pedro 2:24, por lo que hemos sido libres del castigo del pecado.
La segunda premisa que es importante revisar es la que dice: “Todo pasa por una razón”. Esta premisa es la que nos lleva a pensar que Dios está detrás de todo y que todo es parte de un plan. Si bien es cierto que Dios es soberano, Dios no está necesariamente detrás de todo lo que ocurre en el mundo. Por ejemplo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) diariamente mueren 21,000 niños/as por hambre y mal nutrición. ¿Dios está detrás de estas muertes? Miles de mujeres son abusadas sexualmente en diferentes países, en Puerto Rico asesinan entre 800 y 1,000 personas anuales, en Bélgica hubo un ataque terrorista la pasada semana. ¿Ha sido todo esto voluntad de Dios? No lo creo. Pensar que Dios está detrás de todo es una de las razones principales por las que muchas personas abandonan la fe, porque no quieren estar relacionadas con ese Dios.
Si el sufrimiento es parte de la vida y el mismo no es un castigo por el pecado; y si Dios no está detrás de todo, ¿cómo explicamos el sufrimiento de gente inocente? Tengo dos respuestas sencillas que nos pueden ayudar a intentar explicar el sufrimiento. En primer lugar, Génesis 1:26-28 nos dice que Dios creó al ser humano y le asignó el rol de administrarlo: “Entonces dijo Dios: ¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! ¡Que domine en toda la tierra…” Parte de la responsabilidad de lo que ocurre en el mundo es del ser humano, y no solo de Dios. Dios ha intentado de muchas maneras ayudarnos a ser buenos/as administradores/as. Ha enviado la ley, los profetas, a Jesucristo, y por último al Espíritu Santo para ayudarnos a entender que debemos alejarnos del pecado, y por el contrario amarle a Él y al prójimo. Sin embargo, el ser humano no siempre hace la voluntad de Dios.
El ser humano no siempre hace la voluntad de Dios, porque tiene libertad, es libre; lo cual es nuestra segunda respuesta para entender el sufrimiento. Tenemos libre albedrío para escoger entre el bien y el mal. La historia del Génesis que nos presenta a Adán y Eva desobedeciendo a Dios, es una forma de afirmar la libertad del ser humano. Dios nos creó así, libres. Y si somos libres, podemos escoger el pecado. Les doy un ejemplo. Las seis millones de muertes judías en la segunda guerra mundial fueron la consecuencia, no solo de una persona llamada Adolfo Hitler, sino de millones de personas que apoyaron su régimen. Nuestro sufrimiento y el de gente inocente es en muchas ocasiones resultado de nuestro pecado, pero no porque estemos recibiendo un castigo de Dios, sino porque nos destruye a nosotros/as y a los demás.
Por otro lado, ¿cómo explicamos los desastres naturales que provocan sufrimiento a gente inocente? ¿Son castigo de Dios? ¿Son consecuencia del pecado? Mi contestación sería que no son castigo de Dios, pero pudieran ser consecuencia de nuestro pecado. No son castigo de Dios porque hoy tenemos conocimiento científico que nos permite entender que los terremotos, tornados, tsunamis, y huracanes son procesos naturales de nuestro planeta para mantener balance y subsistir. Los autores del Antiguo Testamento carecían de este conocimiento científico y concluían que todo lo que pasaba era castigo de Dios para la humanidad.
Por otro lado, los desastres naturales pueden ser consecuencia de nuestro pecado, en la medida en que la naturaleza esté respondiendo a las malas decisiones que hemos tomado en relación al planeta (ej. contaminación, deforestación). Aunque no queremos sufrir un desastre natural, nuestro rol ante los eventos naturales no es pedirle a Dios que los elimine, porque no creo que lo haga. Somos llamados/as a reconocer su existencia, prepararnos para estos lo mejor que podamos, y ayudar a quienes sufren a causa de los mismos. Además, somos llamados/as a colaborar para no dañar nuestro planeta y agravar estos eventos.
Veamos el ejemplo de Haití. En el 2010 Haití tuvo un terremoto de magnitud 7.0 en donde murieron 230,000 personas. ¿Esas muertes fueron un castigo de Dios para Haití? Haití sufrió una cantidad elevada de pérdidas, porque no tenía una infraestructura para resistir el terremoto. Por ejemplo, Chile tuvo un terremoto ese mismo año de magnitud 8.3 y tuvo 525 pérdidas, en comparación con las 230,000 de Haití. ¿Dios castigó más a Haití que a Chile? ¿Es Haití más pecador que Chile? Concluir que los terremotos son castigo de Dios sería ignorar lo natural que son los terremotos. Además, ignoraríamos que por diferentes razones algunos países cuentan con más recursos económicos para enfrentar estos eventos, y que la pobreza o riqueza no es señal de la bendición de Dios; porque hay países que han llegado a ser muy prósperos haciendo el mal.
Si Dios es bueno, amoroso y justo, ¿por qué la gente inocente sufre? Si le servimos a Dios, ¿por qué sufrimos? ¿El sufrimiento es castigo de Dios por nuestro pecado? ¿Dios está detrás del sufrimiento? ¿Todo lo que ocurre en el mundo es voluntad de Dios? Aunque nunca podremos llegar a una respuesta perfecta a estas preguntas, podemos afirmar varias cosas acerca del sufrimiento, y en particular del sufrimiento de personas inocentes: 1) Es parte de la vida, aunque conozcamos, amemos y sirvamos a Dios; Jesús no prometió librarnos del sufrimiento, sino que confiáramos en su compañía en medio del mismo, 2) No es castigo de Dios por nuestro pecado, porque la gente sufre por razones desconocidas y porque Cristo llevó nuestro pecado en la cruz, y 3) Dios no siempre está detrás del mismo; porque el ser humano comparte con Dios la responsabilidad de administrar la creación, y no siempre hacemos su voluntad, sino que pecamos y causamos sufrimiento a nosotros mismos y a otras personas.
¿Qué hacemos ante esta realidad? Les tengo dos propuestas: 1) Asumir responsabilidad por nuestras decisiones, entendiendo que el pecado tiene consecuencias, y 2) Practicar la solidaridad con quién sufre, y no el juicio; porque no siempre podremos explicar el sufrimiento. Termino con una cita de un periódico estadounidense para la década de 1950.
“El sufrimiento no es el deseo de Dios para nosotros, pero ocurre en la vida. El sufrimiento no es algo que se nos da para aprender algo, pero a través de él podemos aprender. El sufrimiento no se nos envía para castigarnos, pero a veces es la consecuencia de nuestro pecado o pobre juicio. El sufrimiento no ocurre porque nuestra fe sea débil, pero a través del mismo nuestra fe puede fortalecerse. Dios no depende del sufrimiento humano para alcanzar sus propósitos, pero a veces a través del sufrimiento sus propósitos se alcanzan. El sufrimiento puede destruirnos, o puede añadir significado a nuestra vida.” -Autor desconocido