Reflexión ofrecida por el Pastor Eric Hernández en la experiencia de Ayuno y Oración del Municipio de Hatillo el lunes 4 de abril de 2016
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Lucas 4:1-13 / Mateo 4:4
A nombre de nuestra iglesia, le damos las gracias por la oportunidad de participar en esta hermosa experiencia en esta mañana. Siendo este el primer día de ayuno y oración, quisiera tomar este tiempo para contestar la siguiente pregunta: ¿Por qué es necesario que la iglesia y el municipio se reúna 40 días para ayunar y orar? Les adelanto la respuesta que estaré explicando los próximos minutos: Porque tanto la iglesia como el municipio necesitan depender única y exclusivamente de Dios para cumplir con la misión que se les ha dado. Para entender cómo depender única y exclusivamente de Dios, es necesario ir a Jesús; nuestro modelo por excelencia.
Jesús mismo tuvo la experiencia de ser tentado a no depender única y exclusivamente de su Padre. Lucas 4 nos dice que justo antes de comenzar su ministerio, Jesús es llevado al desierto por el Espíritu. Allí, en el desierto, Jesús es tentado por el diablo. Si pudiéramos resumir las tres tentaciones que el diablo le hace a Jesús, pudiéramos resumir que Jesús fue tentado al protagonismo (fama), al poder y las riquezas. En estas tentaciones, podemos ver claramente la humanidad de Jesús, aun siendo Dios. Lo que nos permite entender que si Jesús fue tentado, siendo Dios, no hay duda de que nosotros también lo seremos.
La primera tentación que el diablo le hace a Jesús fue a convertir la piedra en pan. Jesús estaba en ayuno, tenía hambre y pudo haberlo hecho, pero ¿por qué no lo hizo? Jesús no convirtió esta piedra en pan, porque la tentación que el diablo le estaba haciendo a Jesús era a que probara que tenía el poder para hacer un milagro como ese. Jesús fue tentado al protagonismo, a decir “aquí estoy yo, el hijo de Dios, el que tiene poder para transformar la piedra en pan”. Pero Jesús responde, “no solo de pan vive el hombre, sino de toda la palabra que sale de la boca de Dios”. Su contestación fue una en la que Jesús afirmó que no necesitaba estar probándole nada a nadie, que estaba seguro de quién era, el hijo de Dios. Si Jesús caía en la trampa del diablo, iba a ponerse a Él como el centro de todo, como el “cheche” de la película, dejando a un lado la misión que el Padre le había dado de morir en una cruz y resucitar. Jesús sabía que su prioridad no era ser famoso, sino cumplir con la misión que le había dado el Padre.
Cuando vemos las otras tentaciones, también estaban relacionadas con que Jesús se desenfocara y pusiera su mirada en cosas que no le ayudarían a cumplir con la misión que tenía. Jesús fue tentado luego con el poder, y en tercer lugar, con las riquezas; dos cosas muy atractivas que le ayudarían a convertirse en el líder que muchos esperaban que Él fuera: un líder político poderoso y rico que les liberaría de la opresión que vivían bajo Roma. Sin embargo, Jesús también rechazó estas dos ofertas. ¿Cómo logró hacerlo? Ayunando, que no es otra cosa que una forma de afirmar que su única dependencia era del Padre, y no de la fama (protagonismo), el poder y las riquezas que pudiera obtener.
Les tengo una noticia, esas son las mismas tentaciones que tienen la iglesia y el gobierno municipal y estatal de Puerto Rico: depender de la fama (protagonismo), el poder y las riquezas, en vez de depender única y exclusivamente de Dios. Así como le pasó a los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, luchamos con la tentación de decirle a Dios “Cuando te sientes en tu trono glorioso, nosotros queremos sentarnos en lugares de honor a tu lado, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”. La iglesia y el gobierno estamos luchando con un “YO” que desesperadamente quiere atención, olvidándonos que el único que merece la atención se llama Jesucristo. En el caso de la iglesia, eso lo vemos en las canciones, los libros, las estaciones de radio, los programas de televisión, en nuestros cultos, cuando buscamos aplausos, fotos y ser citados en Facebook, entre otras cosas. En el caso del gobierno, lo vemos cuando eso “YO” busca primeras planas, lujos, y aplausos donde quiera, entre otras cosas.
¿Ustedes quieren saber por qué la iglesia y el municipio deben reunirse 40 días para ayunar y orar? Porque tenemos que luchar contra la tentación de ser servidos, y dejar así a un lado nuestra misión de servir a los demás, tal y como Jesús lo hizo. Necesitamos ayunar y orar porque, desde mi perspectiva, la gran crisis que enfrentamos como país, no es una económica, sino de integridad. Nuestro país necesita una iglesia y un gobierno que pueda vivir lo que predica, que pueda servir como su misión así lo establece; y que en vez de estar buscando la fama, el protagonismo, el poder y las riquezas, busquemos depender única y exclusivamente de Dios, quién será suficiente para ayudarnos a amar y servir a los demás como Jesús lo hizo.
Hoy, primer día de este tiempo de ayuno y oración, quisiera afirmar que este tiempo no debe ser uno caracterizado por el protagonismo de las iglesias o de algún líder espiritual; sino un tiempo para afirmar que quién está en el centro se llama Jesucristo. Estos 40 días no serán un espectáculo, sino un tiempo para afirmar nuestra completa dependencia de Dios; porque tanto la iglesia como el municipio le necesitamos. Tal y como dijo Jesús: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).