Lucas 4:16-21
Hace una semana que comenzamos la Cuaresma. La Cuaresma es un período de cuarenta días (sin contar los domingos) que comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Domingo de Resurrección. Durante este tiempo la iglesia cristiana es invitada a reflexionar sobre el tema de la conversión o lo que la Biblia llama «metanoia», que significa arrepentimiento. Esta tradición viene como una forma de imitar a Jesús, quién ayunó por 40 días antes iniciar su ministerio. Es por esta razón que durante la Cuaresma se invita a la iglesia a la oración y el ayuno. El propósito de la Cuaresma es prepararnos para celebrar el Domingo de Resurrección; día en que celebramos la gran victoria de Jesús sobre la muerte. Sin Cristo y su resurrección, no hay Cuaresma.
Como mencioné, la Cuaresma nos invita a la oración y ayuno, y a la práctica de las disciplinas espirituales. Sin embargo, hay una disciplina espiritual que en ocasiones pasa por desapercibida en el tiempo de Cuaresma y todo el año: la disciplina espiritual del gozo. En ocasiones caemos en la trampa de tomarnos la vida cristiana muy en serio, y perdemos oportunidades para simplemente disfrutar y celebrar la presencia de Dios en medio nuestro. Es por eso que la serie “Regocíjate y canta” tiene la meta de invitarnos a reír, cantar y celebrar lo que Cristo ha hecho en nuestras vidas. Hablaremos del gozo como una disciplina espiritual, de la relación del gozo y la salud mental, y por último, del culto de adoración como una gran fiesta. El cierre de la serie será un gran culto de testimonios.
El júbilo o el gozo ha estado presente desde el Antiguo Testamento. En Levítico 25 Jehová invitó al pueblo a celebrar el año sabático y el jubileo. En cuanto al año sabático, Jehová dijo: “Cultivarás la tierra durante seis años, y durante esos seis años podarás tus viñas y recogerás sus frutos, 4 pero el séptimo año la tierra tendrá que reposar.” De la misma forma en que Jehová le había invitado a descansar el séptimo día de la semana (sábado), Jehová también invitó al pueblo a descansar cada siete años.
Ahora bien, en adición al año sabático, cada siete años sabáticos (cada 49 años), el pueblo debía celebrar el año del jubileo: “El año cincuenta será para ustedes de jubileo. No sembrarán, ni cosecharán lo que la tierra produzca de manera natural, ni vendimiarán sus viñedos. 12 Es un año de jubileo, y será para ustedes un año sagrado. Sólo podrán comer lo que la tierra produzca.” En ese año cincuenta se perdonaban todas las deudas pendientes, se empezaba desde cero y se liberaban los esclavos. El jubileo era una celebración que permitía descansar, confiar en la provisión de Dios, disfrutar el fruto de la tierra y restaurar las relaciones con otras personas. Cada cincuenta años el pueblo disfrutaba de una gran fiesta.
Jesús también habló del júbilo o el gozo, y en particular del año del jubileo. Lucas 4 nos dice que cuando comenzó su ministerio, Jesús hizo una declaración muy importante en la sinagoga: “El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para proclamar buenas noticias a los pobres; me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos 19 y a proclamar el año de la buena voluntad del Señor”; y luego afirmó “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes”. ¿Qué quiso decir Jesús con esto? Que Él era el cumplimiento de esta profecía de Isaías, porque con su llegada el pueblo ahora disfrutaría buenas noticias a los pobres, libertad a los cautivos, vista a los ciegos y libertad a los oprimidos. Pero lo interesante es que Jesús hace referencia en el verso 19 al año agradable al Señor, que es una referencia al año del jubileo; dando entender que todas esas cosas extraordinarias que pasaban en el año de jubileo, pasarían ahora con su llegada.
Sin embargo, había una diferencia entre el año del jubileo que hasta ese momento había celebrado el pueblo, y el año de jubileo que estaba comenzando Jesús. Hasta ese momento, el jubileo era cada 49 años; y solo durante ese año era que se perdonaban las deudas y liberaban esclavos. Sin embargo, con la presencia de Jesucristo en medio del pueblo, el año del jubileo ya no sería una celebración intermitente y pasajera cada 49 años. El jubileo duraría todo el tiempo que Jesús estuviera en medio de ellos/as. Con la presencia de Cristo entre el pueblo habría fiesta; porque Cristo estaría sanando, libertando, salvando y transformando en medio del pueblo.
Les pregunto, ¿el jubileo ya terminó? Jesús llegó para quedarse, y gracias a su Espíritu Santo, el jubileo todavía no ha terminado. Jesús sigue sanando, salvando, restaurando, libertando y transformando todos los días. Por lo tanto, la experiencia de júbilo o gozo que experimentamos los/as seguidores/as de Cristo es continuo, porque es la celebración de la presencia de Cristo en medio nuestro. El júbilo o el gozo es la experiencia continua de abrir nuestros ojos para ver a Cristo en medio nuestro y dar gracias. En pocas palabras, el gozo es la celebración de la presencia de Cristo en medio nuestro por medio de las acciones de gracias.
El gozo tiene una pertinencia extraordinaria en nuestras vidas: nos rescata de una vida cristiana sosa y fría enfocada en el futuro, y nos da la oportunidad de disfrutar la vida con Cristo en el presente. En ocasiones nuestra experiencia con Dios es una orientada hacia el futuro, caracterizada por nuestras peticiones a Dios. Sin embargo, el gozo es la disciplina que nos ayuda a regresar al presente para disfrutar y celebrar la presencia de Cristo aquí y ahora. Es una disciplina que nos pone en contacto con los milagros que Dios ha hecho y continúa haciendo en nuestras vidas y en el mundo. Esta frase me pareció muy extraordinaria y pertinente para resumir lo que acabo de decir: “Recuerda el día en que orabas pidiendo lo que tienes hoy”.
¿Cómo entonces practicamos la disciplina espiritual del gozo? Disfrutando el presente con Cristo. ¿Cómo hacemos eso? En primer lugar, practicando las acciones de gracias de la misma forma en que practicamos la intercesión a Dios. Nuestra oración debe tener un balance entre el futuro (intercesión y peticiones) y el presente (acciones de gracias). Las acciones de gracias son la puerta para permitirle al gozo hacerse real en nosotros/as. Y en segundo lugar, no tomando la vida cristiana tan en serio. En la vida hay que disfrutar, ser libres, vivir, celebrar y reír. No solo necesitamos poner nuestra atención en el presente con Cristo por medio de las acciones de gracias, sino que necesitamos disfrutar ese presente con Cristo.
Una de las herramientas más poderosas para disfrutar el presente con Cristo es a través de la risa. La risa es la expresión externa del gozo interno que hay en nosotros/as. La risa es un mecanismo que Dios ha puesto en nuestro sistema para que no colapsemos. Las preocupaciones continuas deterioran nuestro sistema al punto que podemos colapsar si no tomamos un tiempo para relajarnos y reír. La risa mejora el sistema inmunológico y nos permite pensar y vivir mejor. Eclesiastés 3:4 nos dice hay “un tiempo para llorar y un tiempo para reír”.
2 Samuel 6 nos dice que “David danzaba con todas sus fuerzas delante del Señor. 15 Lo mismo hacía todo el pueblo de Israel que acompañaba el arca del Señor. Todo era júbilo y sonido de trompetas.” Nehemías (8:10) le dijo al pueblo “Vayan y coman bien, y tomen un buen vino, pero compartan todo con los que nada tienen. Éste día está consagrado a nuestro Señor, así que no estén tristes. El gozo del Señor es nuestra fuerza”. El gozo es la disciplina espiritual que nos ayuda a no caer en la trampa de vivir en el futuro y de tomarnos las cosas muy en serio; sino a disfrutar y celebrar nuestro presente con Cristo. ¿Cómo Cristo está presente en tu vida y en el mundo hoy? Nunca olvidemos dar gracias a Dios, celebrar y reír, porque el jubileo no ha terminado.
Hermoso mensaje. Celebremos con Cristo. DLB