Juan 4:1-42
¿Cuántos/as hemos tenido un súper héroe favorito en algún momento de nuestra vida? No hay duda de que esos/as súper héroes impactaron nuestra vida, y quizás nos llevaron a imitarles. Los/as súper héroes han existido desde mucho tiempo atrás. Son personajes ficticios que poseen capacidades especiales que le permiten llevar a cabo hazañas increíbles y que son de beneficio para una o más personas. Un/a súper héroe es quién llega al encuentro de una persona en necesidad y utiliza sus capacidades o poderes para salvarla del peligro. Además, la gran mayoría (muy probablemente todos/as) tienen alguna debilidad; por lo que tienen un punto débil que el villano utiliza para hacerle daño. Lo que nos lleva a concluir que los/as súper héroes no son dioses, son humanos; y sus capacidades son limitadas.
La Biblia nos presenta la historia de un súper héroe perfecto, o mejor dicho, del mejor súper héroe de la historia de la humanidad: Jesucristo. En particular, la historia que veremos hoy nos enseñará cómo Jesús llegó al encuentro de una mujer en necesidad y utilizó su poder especial para salvar su vida. El resultado fue una mujer transformada por el poder de Jesús. Hoy, al estudiar Juan 4, la historia de Jesús y la mujer samaritana, veremos que Jesús es el mejor súper héroe que está buscando todas las oportunidades posibles para llegar hasta nuestro encuentro y ofrecernos su poder para salvarnos y transformarnos.
Una de las metas principales que tuvo Jesús durante su ministerio en la tierra, fue “buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Por eso es que Mateo 9:10-12 nos dice que “Estando Jesús en la casa, sentado a la mesa, muchos cobradores de impuestos y pecadores que habían venido se sentaron también a la mesa, con Jesús y sus discípulos. 11 Cuando los fariseos vieron esto, dijeron a los discípulos: «¿Por qué come su Maestro con cobradores de impuestos y con pecadores?» 12 Al oír esto, Jesús les dijo: «No son los sanos los que necesitan de un médico, sino los enfermos.” Jesús tenía una misión o un propósito, y era el llegar al encuentro de las personas que más lo necesitaban; no importando que esas personas fueran las excluidas por la sociedad.
Juan 4 nos presenta la historia en la que Jesús precisamente llega al encuentro de una persona excluida por la sociedad: una mujer samaritana. En aquella época, la mujer no tenía valor; por lo que era prohibido que un hombre se acercara a una mujer en público. Peor aún, esta mujer era samaritana. Los judíos y samaritanos no se llevaban por razones históricas y religiosas que otro día explicaremos. Cuando un judío quería pasar de Judea hasta Galilea, tenía dos opciones: vía Samaria o vía el otro lado del Jordán. La mayoría de los judíos optaban por evitar Samaria. Sin embargo, como Jesús quería ir al encuentro de esta mujer samaritana, decidió llegar hasta Samaria; lugar considerado pagano para los judíos, pero para Jesús era una gran oportunidad para salvar y transformar vidas.
Al llegar a Samaria, Jesús se sienta en un pozo, cansado del camino, al mediodía. Allí una mujer samaritana se acerca para sacar agua. Aunque le era prohibido hablar entre ellos, Jesús inicia una conversación y le dice “dame de beber”. Algunos comentan que Jesús logró tener ese contacto con la mujer porque los discípulos no estaban allí; si hubieran estado allí quizás le hubieran impedido hablar con la mujer por razones culturales (así como intentaron alejarlo de la niñez). Lo que me hace pensar que como iglesia debemos tener cuidado de no obstaculizar que Jesús llegue a la gente, por razones culturales o religiosas. “Dame de beber” fue entonces mucho más que una necesidad humana de Jesús, sino el punto de partida para mostrarle a la mujer que ella era valiosa e importante para Él.
En medio de la conversación, Jesús aprovecha para ofrecerle algo que ella jamás podría encontrar en ese pozo: “Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed;14 pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás. Más bien, el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que fluya para vida eterna.” La mujer, entonces le dice a Jesús: “Señor, dame de esa agua, para que yo no tenga sed ni venga aquí a sacarla.” Luego, en el verso 26, Jesús le afirma que esa agua era Él mismo cuando le dice: “Yo soy, el que habla contigo”; siendo este el único caso en que Jesús revela su identidad, y lo hace a una mujer samaritana. El resultado fue que esta mujer fue transformada por esta agua viva y se fue corriendo a su ciudad para contarles acerca de Jesús. El verso 39 nos dice que “muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por la palabra de la mujer”.
¿Qué tiene que ver el encuentro de Jesús y la samaritana con nosotros/as hoy? Esta historia nos enseña que Jesús es el mejor súper héroe que está buscando todas las oportunidades posibles para llegar hasta nuestro encuentro y ofrecernos su poder para salvarnos y transformarnos. Al igual que hizo con la samaritana, Jesús está buscando continuamente llegar al encuentro de cada ser humano para expresarle de formas concretas que es importante y valioso para Él; aun aquellos/as que pueden ser marginados/as por la sociedad. Jesús es el mejor súper héroe porque busca tener un encuentro real con cada ser humano; y no hay reglas culturales o religiosas que le puedan impedir llegar hasta cada ser humano para expresarle su amor. ¡Gloria a Dios por eso!
En segundo lugar, Jesús es el mejor súper héroe porque su súper poder es ofrecernos un agua viva que llena los vacíos más profundos de nuestro ser, para que nunca más tengamos sed. La mayoría de los problemas que enfrenta el ser humano están directamente relacionados con los vacíos que llevamos en nuestro interior. Lamentablemente, el ser humano busca llenar sus vacíos más profundos con las tres P’s: posesiones, posiciones y poder. Queremos llenar con posesiones, posiciones y poder el vacío que solo puede llenar el agua viva que Cristo nos ofrece. Las posesiones, posiciones y poder tiene fecha de expiración, pero el agua viva que Cristo ofrece es eterna, y nunca volvemos a tener sed.
En tercer lugar, Jesús es el mejor súper héroe, porque esa agua viva no solo nos llena, sino que nos transforma y da un nuevo propósito. Al igual que la samaritana, que luego de tomar esa agua viva se convirtió en una fuente de agua viva para su comunidad, cuando probamos de esa agua comenzamos una vida nueva caracterizada por el amor a Dios y el amor a los demás. Cuando probamos de esa agua viva, nuestras vidas tienen trascendencia y propósito: ya no vivimos solo por nosotros/as, sino para hacer la diferencia en la vida de otras personas.
Juan 7:37-38 dice “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 Del interior del que cree en mí, correrán ríos de agua viva.” Al ver el testimonio de Juan Luis Guerra, vemos que él fue transformado porque Cristo llegó a su encuentro, le ofreció agua viva y él decidió probar; de la misma forma que la mujer samaritana fue transformada porque se abrió a probar el agua viva que Cristo le ofreció. Te pregunto, ¿quieres hoy probar el agua viva que Cristo ofrece, para nunca más tener sed?
Hoy Jesús quiere tener un encuentro real contigo: quiere llegar a tu encuentro para ofrecerte su poder especial: el agua viva. Esa agua llenará tus vacíos más profundos, transformará tu vida, y te hará un instrumento de su amor en el mundo.
“Y el que tenga sed, que venga; y el que quiera, que tome gratuitamente del agua de la vida”. Apocalipsis 22:17
Que maravilloso tener el privilegio de tomar de esa agua viva para vida eterna. Bendiciones.