Hechos 5
Hoy casi finalizamos nuestra serie Una fe real. Este ha sido nuestro tema para el 2016, y el mismo tiene la meta de ayudarnos a vivir Una fe auténtica, relevante y madura que nos inspire a servir la comunidad y testificar de forma personal acerca de Cristo, orgullosos/as de nuestra identidad cristiana metodista. Hoy, hablaremos de esta última parte de la meta: orgullosos/as de nuestra identidad cristiana metodista. Les pregunto, ¿podremos ser testigos de Cristo en el mundo, por medio de nuestras palabras y acciones, si no sentimos orgullo por la iglesia cristiana, y en particular por la tradición o denominación en la que hemos decidido perseverar? Hoy, a través de Hechos 5, veremos que ser testigos de Cristo en el mundo incluye estar orgullosos/as de nuestra fe cristiana, y en particular de nuestra tradición metodista.
Hechos 5 nos presenta que la iglesia cristiana estaba teniendo un impacto extraordinario en el pueblo: “Dios hacía muchas señales y prodigios entre el pueblo por medio de los apóstoles…el pueblo los elogiaba mucho…los hombres y mujeres que creían en el Señor iban aumentando en número…” No hay duda de que la iglesia estaba viviendo una fe real. Sin embargo, esto trajo celos al liderato religioso judío. Los apóstoles son entonces encarcelados, pero luego son liberados por un ángel que les invita a seguir enseñando en el templo. Al saber que estaban libres nuevamente, los apóstoles fueron llevados nuevamente al Concilio. Allí se les cuestiona por qué seguían enseñando, y Pedro aprovecha para afirmar su fe. Esto llevó al Concilio a querer matar a los apóstoles, pero por la intervención de un fariseo llamado Gamaliel, solo fueron azotados y puestos en libertad.
Una de las cosas que más me asombra de esta historia, es el orgullo que sintieron los apóstoles por su fe en Jesucristo: “Los apóstoles salieron del concilio felices de haber sido dignos de sufrir por causa del Nombre (Jesús). Y todos los días, no dejaban de enseñar y de anunciar en el templo y por las casas las buenas noticias acerca de Cristo Jesús”. ¿Por qué habrían los apóstoles de sentir orgullo por su fe en Jesús? No podemos tener una contestación exacta, pero podemos inferir que había algo que los apóstoles tenían: conocían a Jesús y habían sido testigos de su muerte, resurrección y ascensión; a la vez que habían recibido el Espíritu Santo. Ellos tenían evidencia de primera mano de quién era Jesús y de sus enseñanzas. Por tanto, el conocimiento y la experiencia fueron clave para sentir orgullo por su fe en Jesús.
No hay duda de que uno no puede sentir orgullo por algo que uno no conoce, entiende o ha experimentado. Para sentir orgullo por Jesucristo y sus enseñanzas, hay que conocerlas, entenderlas y experimentarlas. Y esto no solo aplica a nuestra fe cristiana, sino a la tradición cristiana (denominación) en la cual perseveramos. Para sentir orgullo por el metodismo, es necesario conocerlo, entenderlo y experimentarlo. Es por esta razón que hoy tengo la meta de presentarles un breve resumen de lo que es el metodismo. Deseo que podamos conocer y entender mejor el metodismo, de manera que vivamos orgullosos/as de nuestra identidad cristiana metodista.
Juan Wesley fue un ministro anglicano en Inglaterra, y un hombre muy educado. Desde muy joven, en sus años universitarios, Wesley fundó un grupo (junto a su hermano Carlos) que se dedicaba a la práctica de las disciplinas espirituales de una forma muy estricta y rigurosa. En este grupo se oraba, leía la Biblia, tomaba la Comunión, y se visitaba a los enfermos y presos, entre otras disciplinas. Wesley era tan riguroso en su organización, que el grupo fue llamado el club de los “metodistas”, por ser tan metódicos. Wesley desarrolló una espiritualidad basada en la mente (intelecto) y las manos (buena obras), porque ese fue el legado que le había dejado su iglesia anglicana. Es en su viaje hacia América, que Wesley descubre le faltaba algo.
En 1735, Wesley se fue como misionero para América. Allí él esperaba fundar un grupo de creyentes muy parecido a los metodistas. Sin embargo, algo inesperado sucedió en su viaje en barco hacia América. En un momento dado, enfrentaron una tormenta, y parecía que iban a morir. En medio de la crisis, un grupo de moravos que estaba en el barco cantaba y alababa a Dios. El grupo expresaba tener paz y seguridad de su salvación ante la amenaza de muerte. Wesley, por el contrario, no sintió esta paz y mucho menos seguridad de su salvación. Con esta experiencia, Wesley descubrió que necesitaba una relación con Dios que no solo tocara su mente (intelecto) y manos (buenas obras), sino su corazón (disfrutar de la salvación como un regalo de Dios).
Al llegar a América, las cosas tampoco le fueron bien como misionero; y en medio de su crisis, Wesley regresa a Inglaterra y busca ayuda entre los moravos; los cristianos que cantaron en el barco de camino a Georgia. Una de esas noches, en las que Wesley se dirigía a un grupo de reunión, tuvo una experiencia especial. Wesley dice:
“Por la noche fui de muy mala gana a una sociedad en la calle Aldersgate, donde alguien leía el prefacio de Lutero a la Epístola a los Romanos. Cuando faltaba como un cuarto para las nueve, mientras él describía el cambio que Dios obra en el corazón mediante la fe en Cristo, sentí en mi corazón un ardor extraño. Sentí que confiaba en Cristo, y solamente en él, para mi salvación, y me fue dada la certeza de que él había quitado mis pecados, los míos, y me había salvado de la ley del pecado y la muerte”.
En medio de su debilidad, la presencia de Dios inundó a Wesley, haciéndole sentir el perdón de sus pecados y el gozo de recibir la salvación como un regalo de Dios por medio de la fe. Su corazón ardió, porque por primera vez su fe no solo incluyó la mente y las manos, sino también el corazón. Wesley se encontró con la gracia (amor incondicional) de Dios, y sintió al Espíritu Santo en su corazón. Por eso el logo metodista incluye una cruz y una llama, representando a Cristo y al Espíritu Santo que tocó su corazón. A raíz de este evento que llamamos “Corazón Ardiente”, Wesley lideró un nuevo movimiento entre la iglesia cristiana que se caracterizó por un balance entre la mente, el corazón y las manos; intelecto, experiencia personal con el Espíritu Santo y servicio a los demás. Este movimiento se llamó metodismo.
Desde sus inicios, el metodismo se ha caracterizado por haber integrado la tradición anglicana (ya que Wesley fue un ministro anglicano hasta su muerte), con la tradición morava y puritana. La iglesia anglicana es la iglesia que surgió en Inglaterra como un punto medio entre el catolicismo y el protestantismo. El anglicanismo tenía una fe que enfatizaba la mente y las manos. Creían en la centralidad de las Escrituras, afirmaban la tradición cristiana que habían recibido (por lo que tenían un espíritu ecuménico que reconoce la universalidad del cristianismo), y tenían un gobierno episcopal y una adoración litúrgica (vestimentas, símbolos, oraciones escritas).
Por otro lado, Wesley integró a su tradición anglicana el puritanismo. El puritanismo era un movimiento protestante radical en Inglaterra que se caracterizaba por la simpleza en la adoración (exclusión de vestimentas, símbolos, velas), no ser tan ecuménico, un gobierno congregacional (no episcopal) y la búsqueda privada de Dios por medio de las disciplinas espirituales. A pesar de que ambas iglesias parecían no tener muchos puntos en común, Wesley logró (con la ayuda del Espíritu Santo) hacer del metodismo lo mejor de los dos mundos. El metodismo entonces se convirtió en un movimiento cristiano que trajo un balance entre la mente, el corazón y las manos.
Si tuviéramos que definir lo que es el metodismo, pudiéramos decir que es uno caracterizado por el balance. El metodismo se caracteriza por lo que se conoce como el cuadrilátero metodista, que afirma que el centro de todo son las Escrituras, pero que las mismas van acompañadas de la tradición, la razón y la experiencia personal. Por eso, nuestra adoración incluye elementos litúrgicos (vestimentas, símbolos, velas, oraciones escritas), pero da espacio para la espontaneidad, la emoción y la simpleza.
Por otro lado, nuestra definición de santidad incluye una dimensión personal y otra social: creemos que debemos ser mejores cristianos/as, pero que también debemos hacer que el mundo sea uno mejor. Además, creemos que la santidad es producto de la gracia de Dios en nosotros/as, y no de nuestro esfuerzo humano. Por eso nos caracterizamos por la inclusividad; que incluye tener iguales condiciones para hombres y mujeres en el pastorado y laicado, y una Santa Cena abierta para toda persona, entre otras cosas. El metodismo es conocido alrededor del mundo como la iglesia “De puertas, corazones y mentes abiertas”.
Wesley, en uno de sus múltiples escritos, definió lo que para él era el sello de un metodista, y dijo: “Metodista es quien tiene el amor de Dios derramado en su corazón por el Espíritu Santo que le fue dado; quien ama al Señor su Dios con todo su corazón y con toda su alma y con toda su mente y con toda sus fuerzas… Y mientras siempre ejercita su amor a Dios de esta manera, orando sin cesar, regocijándose en todo momento, y dando gracias por todo, este mandamiento está grabado en su corazón: «El que ama a Dios ame también a su hermano»…Su corazón está lleno de amor hacia la humanidad…”
Esta semana hice una pregunta por Facebook: ¿Por qué soy metodista? Les comparto algunas de las respuestas:
- “Por su énfasis en la gracia y santidad personal y social”
- “Por la sana doctrina, la equidad y sobre todo el amor a los demás y el servicio”
- “Por ser una iglesia de mentes, brazos y corazones abiertos.”
- “Por ser la iglesia del corazón ardiente de amor por Cristo y nuestros semejantes”
- “Porque es una iglesia que piensa y deja pensar.”
- “Porque es inclusiva. De mucho amor y trabajo social. Y sobre todo de respeto hacia los demás.”
- “Por el balance que promovemos sobre las experiencias con Dios, y por nuestra doctrina que es muy saludable”
- “Porque es una doctrina abierta al pensamiento crítico, por el amor ágape y verdadero acompañamiento, y por su transparencia administrativa”
- “Porque es una iglesia que razona, que se conmueve, que no ata pensamientos, sino que transforma con argumentos teológicos verídicos”
- “Porque su historia y doctrina reflejan vívidamente los valores del reino de Dios en medio nuestro. Procuran ser una respuesta activa a la oración del Padre Nuestro cuando Jesús le pide al Padre que «venga su Reino”.
- “Porque es una iglesia Cristocéntrica”
- “Porque mis padres me criaron ahí desde que nací y ahora que soy mayor puedo ver los frutos de esas enseñanzas de valores como ayudar, servir, congregarme y ver que no necesito imitar lo que hay afuera para ser feliz, pues tengo la mejor familia”
La pasada semana estuve en Miami y el pastor metodista Danilo Quevedo nos dijo que él le repetía a su iglesia las tres “C’s”: “Don’t compare, don’t compete, don’t complain”. Sentir orgullo por nuestra tradición metodista es conocernos, aceptarnos y mejorarnos, pero sin compararnos, competir o quejarnos de donde estamos. Ser testigos de Cristo en el mundo es tener una identidad real: estar orgullosos/as de nuestra fe cristiana, y en particular de nuestra tradición metodista.
Este mensaje debe ser conocido por todo metodista. Bendiciones.