Hoy continuamos con la segunda parte de la predicación Esperanza: el verdadero significado de Apocalipsis. En la primera parte, tuvimos una meta principal: explicar el significado que tuvo Apocalipsis para la iglesia del primer siglo, ya que la carta fue dirigida a ellos/as. Pudimos ver que la iglesia cristiana del primer siglo fue tentada a adorar al emperador. Ante la tentación de abandonar la fe cristiana, el autor de Apocalipsis les recuerda que Cristo era el único que merecía su adoración, y que debían mostrar fidelidad ante las fuerzas del mal. Si resistían y eran fieles, disfrutarían de vida eterna. Además, el autor aprovecha para denunciar este atropello y abuso de poder del imperio hacia la iglesia, y afirmó que Roma representaba a Satanás; y que al final de todo, Dios mismo iba a juzgar y destruir a Roma. Ante esto, la única verdadera opción era esperar esta intervención de Dios.
El mensaje de Apocalipsis para la iglesia del primero siglo se puede resumir de la siguiente manera: Resiste, porque al final de todo, Roma será destruida y Cristo vendrá y reinará otra vez sobre la tierra. El libro de Apocalipsis fue como un amanecer para la iglesia cristiana del primer siglo que sufría injustamente a causa del imperio romano. Ante este sufrimiento, Juan les recordó que la noche era pasajera, y que el amanecer haría su entrada. El sufrimiento sería pasajero, porque Cristo vendría, destruiría a Roma, y reinaría sobre la tierra. Juan logró esto escribiendo la visión que recibió, en donde Cristo estaría sentado en su trono, y toda la creación le diría “Digno eres, Señor, de recibir la gloria, la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” Apocalipsis 4:11. Esa visión de futuro, afectó su presente. El saber que Cristo regresaría, vencería y reinaría, les consoló, motivó a la fidelidad e inspiró a denunciar el mal.
¿Cuál es el significado que tiene Apocalipsis para nosotros/as hoy? Apocalipsis tiene el mismo significado para nosotros/as, que tuvo en la iglesia del primer siglo: ESPERANZA. El Apocalipsis es como un amanecer para la iglesia cristiana de hoy que sufre injustamente a causa de los poderes del mal. Ante este sufrimiento, Juan nos recuerda que la noche es pasajera, y que el amanecer hará su entrada. El sufrimiento será pasajero, porque Cristo vendrá, destruirá el mal, y reinará sobre la tierra. Si esto es así, solo es cuestión de esperar. Apocalipsis es un libro de esperanza, porque nos consuela en el sufrimiento, nos invita a ser fieles a Cristo en medio de las tentaciones de adorar otros dioses, y nos inspira a denunciar el mal y buscar la justicia en el mundo.
¿Cómo Apocalipsis nos consuela, nos invita a ser fieles y nos inspira a denunciar el mal? El Apocalipsis es la invitación a establecer el siguiente postulado como el centro de nuestra vida: Cristo es el Señor. En el primer siglo, si el emperador lo que buscaba era que se le dijera que él era el señor, la invitación del Espíritu fue a creer firmemente que Cristo era el Señor. Ahora bien, esa fe no solo fue un pensamiento o una idea, sino la brújula que le dirigió a acciones concretas que demostraran que Cristo era el Señor. Esa fe le llevó a esperar en Dios, resistir el culto al emperador y denunciar el mal. De la misma forma, creer que Cristo es el Señor no es una invitación a un pensamiento o una idea, sino a una fe que sirva como una brújula que nos dirige a tomar decisiones concretas que demuestren que Cristo es el Señor de nuestras vidas.
Si Cristo es el Señor, somos invitados/as a tres acciones concretas: esperar, fidelidad y justicia. Cuando afirmamos que Cristo es el Señor, estamos afirmando que no solo la iglesia gira alrededor de Cristo, sino el mundo entero. Al Cristo ser el centro de todo, Cristo está al tanto de lo que ocurre en el mundo, y eso incluye el sufrimiento que llega al ser humano injustamente. Creer que Cristo es el Señor, es creer que Dios no se ha olvidado de quienes sufren injustamente a causa de las fuerzas del mal; y en su debido tiempo, Dios hará justicia.
Dios no se ha olvidado de los: pobres; enfermos; inmigrantes; que están en duelo; que luchan por derechos humanos; que son perseguidos por su fe cristiana; que luchan en contra de sistemas políticos y económicos opresores; huérfanos; animales y la creación; que viven en esclavitud; que son rechazados por su orientación sexual, raza o familia de origen. Dios no se olvida de nadie, ni de nada; y en su debido tiempo hará su intervención. Las preguntas importantes son: ¿Creemos que Cristo está en el centro de todo? ¿Creemos nosotros/as en el poder de Dios que supera las fuerzas del mal? ¿Creemos que algo Dios hará, aun cuando las circunstancias no den señales de su presencia? Si creemos, recibiremos consuelo y esperaremos por esa intervención.
Si Cristo es el Señor, también somos invitados/as a ser fieles a Cristo. No siempre ser fieles a Cristo va a involucrar una persecución formal del gobierno o ser amenazados/as de muerte. Ser fieles es una invitación a identificar cosas que se han convertido o pueden convertirse en dioses, y no claudicar ante ellas. ¿Qué cosa pueden convertirse en nuestros dioses? Les menciono tres: los políticos, las almohadas y los regalos. Ahora que llega el tiempo de elecciones, es importante afirmar que ningún político es dios, solo Cristo el Señor. Eso quiere decir que nuestra fidelidad primaria no es a un partido político sino a Cristo. Todos/as somos testigos de cómo podemos darle a los políticos el tiempo, energías y dinero que no le damos a Cristo, convirtiéndolos así en dioses.
En cuanto a las almohadas, estadísticas recientes indican que la asistencia promedio a los cultos de adoración ha disminuido. No hay duda de que la vida cristiana es mucho más que un culto, y que necesitamos ser personas balanceadas. Sin embargo, esto demuestra la facilidad con que nuestras almohadas (y otras actividades) pueden tomar el trono de Dios los domingos en la mañana. Afirmar que Cristo es el Señor es darle valor a la libertad de culto que la iglesia del primero siglo no tuvo, y que muchas personas en el mundo no tienen.
Ahora en la época navideña, somos testigos de cómo los regalos pueden convertirse dioses. Simplemente al hacer un análisis de cómo gastamos nuestro dinero, podemos ver si verdaderamente Cristo es el Señor, o son los regalos. El comercio nos ha hecho olvidar que la Navidad es una época cristiana, sobre todas las cosas; y que debe ser un tiempo para encarnar los valores de sencillez y generosidad que Cristo nos enseñó. Es anticristiano gastar cientos y miles de dólares en regalos, en estar a la moda, en equipos electrónicos, y apenas sacar una partida para servir a los demás y transformar la comunidad.
Por último, si Cristo es el Señor, somos llamados/as a la justicia. Las fuerzas del mal existen, y si no estamos apercibidos podemos unirnos a ellas sin darnos cuenta, y ser cómplices. En el mundo, el mal se hace real en estructuras de poder político y económico que oprimen y esclavizan al ser humano, mientras se lucran de él. Denunciar el mal y buscar la justicia exige identificar estas fuerzas del mal y tomar posturas de no apoyarlas.
Jesús nos recordó: “Ustedes son la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor, ¿cómo volverá a ser salada? Ya no servirá para nada, sino para ser arrojada a la calle y pisoteada por la gente. Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.15 Tampoco se enciende una lámpara y se pone debajo de un cajón, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en casa. 16 De la misma manera, que la luz de ustedes alumbre delante de todos, para que todos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre, que está en los cielos.”
¿Qué no debemos apoyar? Las fuerzas políticas que están oprimiendo a Palestina, promoviendo el establecimiento de bases militares israelíes en Palestina; las leyes que buscan establecer mayores dificultades para los inmigrantes; la violencia de género (principalmente hacia la mujer) que existe en múltiples países; los sistemas de salud que ponen el lucro personal de los que prestan servicios por encima de un servicio justo para quiénes lo reciben; la esclavitud moderna que incluye a la niñez e indocumentados; el rechazo de los países a recibir a familias sirias; la deforestación o tala de árboles para fines comerciales; entre otras cosas.
A nivel de Estados Unidos, la economía bélica que hace rica a una nación y la construcción de cárceles para llenarlas de inmigrantes, entre otras cosas. En Puerto Rico, la corrupción político partidista que nos arropa; la piratería que existe en cada esquina del país; las compañías que buscan hacer negocios que dañan el ambiente; entre otras cosas.
Apocalipsis es un libro de esperanza, porque nos consuela en el sufrimiento, nos invita a ser fieles a Cristo en medio de las tentaciones de adorar otros dioses, y nos inspira a denunciar el mal y buscar la justicia en el mundo. Sobre todo, es la invitación a establecer el siguiente postulado como el centro de nuestra vida: Cristo es el Señor. Esa fe es la brújula que nos dirige a tomar decisiones concretas que demuestren que Cristo es el Señor de nuestras vidas.
Poderoso mensaje!!!