Génesis 1:1, Marcos 10:17-22
Tengo que confesarles algo: comí sushi esta semana. No pude resistirlo. Pero lo mejor de todo es que fue un sushi económico, así que no se descuadró el presupuesto familiar. El sushi fue un ejemplo que usamos la pasada semana para hablar de que los seres humanos no necesitamos dinero, sino sabiduría. El dinero no es malo ni bueno, sino que nosotros usamos el dinero para propósitos que valen la pena o que no lo valen, para hacer el bien o hacer el mal; por lo que el dinero no tiene propósito en sí mismo, sino que nosotros/as le damos propósito al dinero. Ante esta realidad de que somos nosotros/as los que le damos propósito al dinero, es importante tener algo más que dinero: sabiduría.
Al hablar de dinero, también tuvimos que hablar prioridades: aquellas cosas, actividades y escenarios que se llevan lo mejor de nuestro dinero. Las dos preguntas que nos llevamos en nuestra mente fueron: ¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿Estamos invirtiendo nuestro dinero en cosas, actividades o escenarios que valen la pena? Para ayudarnos a contestar estas preguntas, le dimos un vistazo a la Biblia y a los consejos de Juan Wesley, para obtener sabiduría financiera. Wesley nos dejó un simple consejo: gana todo lo que puedas, ahorra todo lo que puedas, da todo lo que puedas. Hoy, queremos hablar de la última parte de este consejo: dar todo lo que puedas. Para esto, he titulado el mensaje de hoy: dar no es una obligación, sino una oportunidad. Hoy veremos que dar es una oportunidad para transformar vidas, la iglesia y la comunidad.
En la tradición cristiana, el acto de dar está íntimamente ligado, pero no limitado, al diezmo. En Levítico 27:30 Jehová invitó al pueblo de Israel a diezmar: «El diezmo de la tierra es del Señor, lo mismo de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles. Se trata de una ofrenda consagrada al Señor.» ¿Por qué era necesario diezmar? ¿Cuál fue la razón de ser de este mandamiento? Les explico.
Cuando Dios se revela al pueblo de Israel, Jehová deseaba tener una relación exclusiva con el pueblo; en donde Él fuera el único Dios. Jehová se encargaría de sostenerlos (espiritual y económicamente) mientras el pueblo cumpliera con su pacto de tener a Jehová como único Dios. A lo largo de esta relación entre Jehová e Israel, Jehová dio al pueblo unas instrucciones que el pueblo debía seguir con el propósito de demostrar a Jehová su adoración exclusiva y su completa dependencia a Él. Una de ellas fue el diezmo: dar el diez por ciento de sus posesiones en sacrificio a Dios.
Este sacrificio se usaba para sostener al templo y ayudar a los necesitados. Darle a Jehová los mejores frutos y animales era un sacrificio económico extraordinario para el pueblo, porque literalmente vivían de eso. Al pedirle que sacrificaran lo más importante que tenían, Jehová les hacía entender que Él se merecía eso como su único Dios y que su seguridad como seres humanos no estaba en sus posesiones sino en Él; a la misma vez que ayudan con sus diezmos a que nadie pasara necesidad.
Al analizar esto, los tres principios que estaban detrás del diezmo eran los siguientes: 1) Jehová era el creador/dueño de todo; el pueblo solo era administrador de lo que tenía (Génesis 1:1); 2) Como Dios era dueño de todo, Dios proveería según sus necesidades; y no había que acumular riquezas (Éxodo 16); y 3) Sus posesiones no eran solo para su propio beneficio, sino para el bienestar de la comunidad, (Deuteronomio 10:17-18). Visto de otra forma, el diezmo les ayudaba a no caer en la tentación de: apegarse y depender de las riquezas, más que de Jehová (idolatría); acumular riquezas cuando hubieran personas en necesidad (codicia); y ganar riquezas a cuesta de otras personas (esclavitud). El diezmo daba una nueva definición de prosperidad: tener lo suficiente para suplir sus necesidades y compartir con los demás, para que nadie tuviera necesidad.
Jesús también habló del diezmo, y no lo condenó, sino que nos invitó a dar más allá del mismo. Uno de los principios del diezmo es que el ser humano pueda desprenderse de su dinero como una forma de expresarle a Dios que su confianza no está puesta en su dinero sino en Él. Diezmar debe provocar en nosotros/as la experiencia de descansar en la providencia y sustento de Dios. Diezmar es la disciplina espiritual que permite al ser humano confiar en que mientras damos, Dios va a suplir nuestras necesidades. Con esto en mente, Jesús dijo que en ocasiones el diezmo no será suficiente para que en nosotros/as haya esa experiencia de completa dependencia de Dios, y será necesario dar más allá del mismo. Les doy dos ejemplos.
En Marcos 10 Jesús le dice a un joven rico “Anda y vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo”. Este joven rico muy probablemente cumplía con el diezmo, pero Jesús le pide que fuera más allá del diezmo y lo vendiera todo para darlo a los pobres; porque esa experiencia sería la que le daría la oportunidad de depender de Dios. En otro ejemplo, Lucas 21 nos dice que “Jesús estaba observando a los ricos que depositaban sus ofrendas en el arca del templo, 2 y vio que una viuda muy pobre depositaba allí dos moneditas de poco valor. 3 Entonces dijo: «En verdad les digo, que esta viuda pobre ha echado más que todos. 4 Porque todos aquellos ofrendaron a Dios de lo que les sobra, pero ella puso, en su pobreza, todo lo que tenía para su sustento”. La misma situación del joven rico la tenían los fariseos, que probablemente daban el diezmo, pero daban lo que les sobraba. La viuda, por su parte, no dio el diezmo, sino que dio todo lo que tenía para su sustento (aunque fue una cantidad menor que la de los fariseos); pero tuvo algo que los fariseos carecían: la experiencia de depender de Dios.
¿Qué nos enseñó Jesús acerca de diezmar? Que debemos hacerlo, y en ocasiones superarlo; porque el diezmo ya no es una ley, sino una disciplina espiritual (un medio) que tiene el fin de transformar nuestros miedos e inseguridades, por paz y confianza en la provisión de Dios. Jesús nos enseñó que tenemos dos opciones: confiar en nuestras riquezas o confiar en Dios. La primera trae ansiedad, porque el dinero puede desaparecer en cualquier momento, la segunda trae paz porque Dios siempre es fiel. Para aquellos/as que no diezmamos, comenzar a diezmar sería escoger la segunda, y tener paz. Para aquellos/as que ya diezmamos, es posible que necesitemos ir más allá del diezmo, para continuar en esa experiencia de paz y confianza en Dios; porque a veces podemos caer en la zona de comodidad.
Uno de los mejores ejemplos de cómo Jesús nos invita a confiar en Dios y no en nuestras riquezas es Mateo 6, cuando dice: “Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas. No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas?… Por lo tanto, no se preocupen ni se pregunten “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” 32 Porque la gente anda tras todo esto, pero su Padre celestial sabe que ustedes tienen necesidad de todas estas cosas. 33 Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”.
Diezmar no solo transforma nuestras vidas, sino que transforma otras vidas, la iglesia y la comunidad. Jesús afirmó en Lucas 12:33 “Vendan sus posesiones y den a los que pasan necesidad.» Eso es precisamente para lo cual nosotros usamos los diezmos que recibimos. Transformamos vidas EVANGELIZANDO la comunidad por medio de: un evangelismo personal que nos permite dar seguimiento a las personas con quienes compartimos nuestra fe cristiana, una bienvenida sorprendente y auténtica a quienes nos visitan, instalaciones físicas que nos permiten atraer y recibir con amor incondicional a las personas que buscan una iglesia, y una adoración apasionada que facilita a todas las generaciones y a quienes nos visitan conectarse con Dios, entre otras.
Transformamos la iglesia DESARROLLANDO al laicado y pastorado por medio de: discipulados y predicaciones relevantes a la vida, grupos pequeños de Escuela Bíblica que afirman nuestra identidad metodista y el compañerismo, dar oportunidades de servir a toda la congregación, apoyo económico a quienes participan de eventos de capacitación, desarrollo de nuevos líderes que guiarán la iglesia en el futuro, y un cuidado congregacional a través de pastores y líderes laicos que nos acompañan en nuestra jornada espiritual.
Transformamos la comunidad SIRVIENDO por medio de proyectos comunitarios, tales como: Construye (limpiando y remodelando hogares de la comunidad), Liga Atlética Policiaca, Vida (visitando ancianos de la comunidad), y ayudas económicas y de alimentos a la comunidad. Ya estamos en gestiones para desarrollar los siguientes proyectos: Centro de acopio para desastres naturales, Bendice tu escuela, Relevo por la vida, y Educarte: centro de tutorías.
Dado la corrupción que existe en diferentes escenarios de la sociedad, no siempre confiamos en las instituciones. Sin embargo, esta es una iglesia que vale la pena apoyar económicamente. Tenemos una doctrina saludable, un liderato pastoral sabio e íntegro, e integridad financiera. Además, servimos a la comunidad e invertimos en las próximas generaciones. Sobre todas las cosas, vale la pena apoyar esta iglesia porque tú has sido transformado/a en ella, y puedes ayudar a que cientos de personas también puedan serlo.
Durante nuestra vida podemos dar ofrendas en diferentes momentos del año, pero diezmar es más que un momento, es una disciplina espiritual al igual que orar, leer la Biblia y congregarnos. Al igual que necesitamos tener un plan para orar, leer la Biblia y congregarnos, para diezmar también necesitamos de un plan. Hoy les quiero dar ese plan: gasta 80%, ahorra 10%, y diezma 10% de lo que tienes. Este plan nos ayuda a entender que el diezmo es proporcional, por lo que siempre tendremos la oportunidad para dar, según lo que tengamos al momento. Si no podemos dar el 10%, comencemos dando menos con la meta de alcanzar ese 10%.
Por último, el plan de diezmar debe ir acompañado de un estilo de vida que incluya: 1) decir no al deseo constante de tener más, 2) dar gracias a Dios continuamente por todo lo que tenemos, 3) gastar menos de lo que tenemos, 4) acostumbrarnos a vivir con menos y lo necesario, 5) mantener nuestras prioridades, 6) ahorrar para emergencias, el retiro y vacaciones, y 7) usar las tarjetas de crédito solo cuando sea necesario. Sin este estilo de vida, será muy complejo diezmar.
Reflexiona: Si tuvieras el doble del dinero que tienes ahora, ¿en qué lo invertirías? Génesis 1:1 dice “En el principio, creo Dios los cielos y la tierra.” Todo es de Dios, solo administramos lo que se nos ha dado, y nuestro llamado es a ser buenos/as administradores/as. ¿Cómo somos buenos/as administradores/as? Usando nuestras riquezas para transformar vidas, la nuestra y las de los demás.
Diezmar vale la pena porque es una oportunidad para: transformar nuestros miedos e inseguridades, por paz y confianza en la provisión de Dios; transformar vidas, la iglesia y la comunidad; y sostener una iglesia que vale la pena. ¿Quieres ser parte de una iglesia que busca crear una comunidad cristiana en donde personas cristianas y no cristianas puedan conocer, amar y servir a Dios, para convertirse en discípulos de Cristo? Dar no es una obligación, es una oportunidad…