Mateo 11:25-30, Isaías 40:29-31
¿Quiénes quisieran irse de vacaciones? Un crucero por el Caribe, Argentina, Alaska, Europa…no tengo duda de que tendríamos varias opciones para irnos de vacaciones. A pesar de que mencionamos lugares lejanos, la realidad es que pudiéramos tomar vacaciones en nuestro propio país, o en nuestra propia casa; porque lo importante de las vacaciones no es tanto el lugar, sino desconectarnos del trabajo y descansar física, mental y espiritualmente. Sin embargo, no hay duda de que salir de nuestra rutina y movernos a un lugar diferente nos puede proveer ese descanso que necesitamos.
Tomar vacaciones no es un lujo, es una necesidad. Todos/as necesitamos descanso en distintos momentos de nuestra vida. Ya sea por el trabajo fuera del hogar, el trabajo dentro del hogar, las tareas de los hijos, los estudios, o la combinación de todas estas cosas, no hay duda de que cada cierto tiempo necesitamos un espacio para renovar nuestras fuerzas; porque nuestras energías físicas, mentales y espirituales son limitadas. Todos/as, de alguna manera u otra sabemos lo que significa estar cansado/a, y no poder funcionar adecuadamente en nuestros respectivos roles como padres, empleados o estudiantes. ¿Cuántos/as estamos cansados/as ahora mismo? Las vacaciones, y por consiguiente, el descanso, no son un lujo sino una necesidad, porque nos renuevan las fuerzas para continuar.
Una de las formas en que las vacaciones traen descanso a nuestra vida, es que entendemos que no somos el centro del universo; y que las cosas pueden continuar sin nuestra presencia. Cada vez que tomamos vacaciones, recordamos que somos importantes, pero no indispensables. Incluso, las vacaciones son una excelente oportunidad para afirmar nuestra confianza en que otras personas pueden hacer nuestro trabajo igual o mejor que nosotros/as. Si tomamos vacaciones, pero no confiamos en que las cosas saldrán bien, estaremos preocupados, y no podremos descansar. El descanso, en unas vacaciones, viene como consecuencia de confiar que todo estará bien cuando regresemos, y que no somos responsables por todo lo que ocurre.
Las vacaciones, y por consiguiente, el descanso, son parte del plan de Dios para el ser humano. En el Antiguo Testamento, Jehová invitó al pueblo a descansar. Deuteronomio 5:12-13 dice: “Observarás el día de reposo y lo santificarás, como yo, el Señor tu Dios, te lo he ordenado. Durante seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el día séptimo es de reposo en honor del Señor tu Dios.”
¿Cuál era el propósito del descanso? Jehová quería que por medio del descanso, el pueblo se desapegara del trabajo. En el contexto judío, el alimento venía como consecuencia de trabajar la tierra; por lo que la invitación de Jehová fue a dejar de trabajar la tierra. Esto era un gran reto, porque si no trabajaban, no comían. Por medio del descanso, Jehová quería que el pueblo entendiera que todo giraba alrededor de Él como Dios, y no de sus esfuerzos humanos; y que Él iba a proveer su sustento, aun en medio del descanso. El descanso era una invitación a confiar en la provisión de Dios, y a entender que todo era un regalo de Dios, y no el resultado de sus esfuerzos. Además, era un tiempo para que renovaran sus fuerzas y le dieran descanso a la tierra. El pueblo fue invitado a descansar cada siete días (día de reposo), cada siete años (sabático) y cada siete sabáticos o cada 50 años (jubileo).
Jesús también promovió el descanso como un acto de confianza en Dios. En Mateo 11:28 Jesús dijo “Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar.” Desde la perspectiva de Jesús, el descanso es una oportunidad para tres cosas: “ir hasta Dios”, “reconocer que estamos agotados por el trabajo”, y “descansar en Él”. Al igual que el pueblo de Israel, todavía luchamos con apegarnos al trabajo, y con la idea de que somos el centro del universo. Todavía luchamos con la idea de que las cosas pasan porque nosotros/as hacemos que pasen. El descanso es entonces, la invitación de Jesús a entender que no somos el centro y que no podemos controlarlo todo; pero que hay UNO que sí es el centro de todo, que está atento a nuestras necesidades, y que va a suplirlas simplemente como un regalo hacia nosotros/as. El descanso es una oportunidad para ir hasta Dios y confiar en que Dios nos dará lo que necesitamos, simplemente porque nos ama. El descanso es la oportunidad para dejar de intentar controlar la vida, disfrutar el amor de Dios y confiarle nuestra vida.
No siempre es fácil descansar, porque no siempre es fácil dejar de intentar controlar las cosas. ¿Has intentado sentarte de pasajero en un carro y dejar de dar instrucciones? ¿Has intentado cerrar tus ojos y dejar que alguien dirija tus pasos? ¿Has intentado tirarte hacia atrás y dejar que alguien te recoja? Hoy Jesús te invita a sentarte como pasajero y dejar a Dios que guíe, a cerrar tus ojos y dejar que Él dirija tus pasos, y a tirarte hacia atrás y dejar que Él te recoja. Eso es verdaderamente descansar.
Marcos 10 nos dice que “Junto al camino estaba sentado un mendigo llamado Bartimeo hijo de Timeo, que era ciego. 47 Cuando éste supo que quien venía era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar y a decir: «Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!» 48 Muchos lo reprendían para que callara, pero él gritaba con más fuerza: «Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!» 49 Jesús se detuvo y mandó que lo llamaran. Los que llamaron al ciego le dijeron: «¡Mucho ánimo! ¡Levántate, que Jesús te llama!» 50 Arrojando su capa, el ciego dio un salto y se acercó a Jesús, 51 y Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le respondió: «Maestro, quiero recobrar la vista.» 52 Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y enseguida el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús en el camino.”
¿Qué quieres que Jesús haga por ti? ¿Cuál es tu necesidad? ¿Sanidad, esperanza, libertad, perdón, fortaleza, fe, paz, gozo, amor, presencia de Dios? Dios te ama, conoce tu necesidad y desea saciarla. Lo mejor de todo es que no tienes que hacer algo para recibir algo de Dios. Ven a Dios, confía y recibe descanso. “El Señor da fuerzas al cansado, y aumenta el vigor del que desfallece. 30 Los jóvenes se fatigan y se cansan; los más fuertes flaquean y caen; 31 pero los que confían en el Señor recobran las fuerzas y levantan el vuelo, como las águilas; corren, y no se cansan; caminan, y no se fatigan.” Isaías 40:29-31
Precioso mensaje. Descansemos en el Señor de todas nuestras cargas. Sus promesas son fieles y verdaderas. DLB.