Reflexión por el Pastor Daniel Rodríguez
Isaías 53:1-5 / Mateo 13:36-43
Hoy continuamos con nuestra serie de la esperanza tiene manos: las tuyas. Enfatizaremos en un área la cual todos y todas estamos llamados/as a servir, la cual es las misiones. A través de los años encontramos que las palabras de Jesús han sido de inspiración para muchos creyentes a llevar el evangelio de diferentes formas y a lugares distintos en la tierra. Algunos han cruzado la calle; otros han cruzado ríos, mares y fronteras. Unos han dado dinero; otros han dado la vida. Unos fueron bien recibidos; otros murieron. En obediencia a esas palabras se han establecido iglesias, escuelas y hospitales, se ha liberado a mujeres oprimidas por tradiciones ancestrales, se ha enseñado a cuidar de su salud, y a leer, entre otras tantas cosas. La realidad del caso es que se le ha mostrado a la gente que sufre que todavía hay esperanza. Por tanto, existen una y mil razones por la cual debemos seguir llevando la misma palabra de amor, esperanza, vida, aliento, seguridad y fortaleza; las buenas nuevas de salvación. Esta es nuestra tarea. Estas son mis manos y estas son las tuyas.
Ahora bien, reconocemos que la mayoría de las iglesias tienen algún interés en misiones. Algunas se enorgullecen de sus programas misioneros. Como por ejemplo, de sus conferencias misioneras, presupuestos y viajes misioneros, oración por las misiones, ofrendas para las misiones, etc. Y eso en sí mismo está muy bien. Pero ¿qué es un/a misionero/a? Los misioneros/as no son una clase especial de creyentes. Los misioneros/as son creyentes que llevan el evangelio a otros. Por tanto, todos/as debemos ser misioneros. Lo más importante del tema de las misiones consiste en ir por todo el mundo. Las últimas palabras de Jesús a sus discípulos fueron acerca de ir. Mt. 28:18-20. La pregunta es… ¿por qué tengo que ir? y para contestarla te presentaré a un hombre que sufrió en gran medida, es decir sabe porque lo vivió en carne propia. Él con su humilde ejemplo de vida te dirá porque tienes que hacer misión dentro y fuera de PR.
Isaías 53 nos presenta una línea completa del sufrimiento de Jesús. Este pasaje es uno muy sensacional, porque contiene una semblanza impresionante en relación con los sufrimientos que el Señor Jesucristo sufrió cuando estuvo en la tierra. Los capítulos que narran los sufrimientos de Jesús, el Mesías de Israel en el NT, son un fiel reflejo del pensamiento profético de Isaías. Lo que este pasaje de Isaías 53: 1-5 nos presenta es un relato de humillación, sufrimiento y tristeza. Comenzando por…
I. Humillación:
1. La humillación más profunda era hacerse hombre. (Fil. 2:7).
a. Dejó su gloria, para venir al mundo (Fil. 2:6).
b. Se hizo pobre, siendo rico (2 Cor. 8:9).
2. Siendo rey, se hizo siervo (Fil. 2:7).
II. Misterio de dolor (Isa.53:2, 5).
1. Su bello rostro desfigurado (Isa.53:2).
2. Su cuerpo maltratado y herido (Isa.53:5).
3. Su corazón traspasado.
III. Misterio de tristeza (Isa.53:3a).
1. Se llenó de tristeza por el comportamiento humano (Isa.53:5).
2. Fue menospreciado (Isa.53:3).
Los sufrimientos de Cristo fueron reales. Pero su valor es eterno. Estos versos nos hablan de un Jesús totalmente humano que sufrió y padeció. Pero por su gracia, amor y misericordia el cargó nuestras culpas en la cruz. Librándonos de la muerte y del pecado.
1. El conoce lo que es sufrimiento porque sufrió una muerte de cruz
2. Siendo un hombre experimentado en dolor y enfermedad se entregó para aliviar este tipo de situaciones.
3. El problema es que a veces, nosotros/as lo ponemos otra vez en la cruz. Cada vez que no hacemos lo que él nos envía a hacer, lo crucificamos. Cuando vemos al caído y no lo levantamos, lo crucificamos; cuando vemos al desnudo y no lo cubrimos, lo crucificamos; cuando vemos al hambriento y no lo alimentamos, lo crucificamos; cuando vemos al necesitado y no lo ayudamos, lo crucificamos.
Y esto porque allí en la cruz el trasfirió, borro, eliminó, canceló, el castigo que merecíamos, por amor. Fue por amor, fue por su gracia, que me alcanzó cuando más lejos estaba yo. Fue por amor, fue por su gracia que me alcanzó, me alcanzó.
¿Qué nos dice Filipenses 2: 5-11RV60 sobre esto?
5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que de despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios padre.
¿Cuál es la misión nuestra?
Mateo 13:36-43 nos presenta cual es el plan de Dios y de igual forma nuestro plan, nuestra misión, y nos brinda unas instrucciones y nos alerta al momento de llevar a cabo dicho plan. Esta parábola (vv. 36-43) se enfoca particularmente en aquella división del juicio final y en los destinos de los inicuos, contrastados con los justos. Es decir, existe un fin de todo, existen personas que hacen el bien y personas que hacen el mal. Este texto realiza muchas comparaciones y contradicciones tales como:
El que siembra- el hijo del hombre, tú y yo.
El Campo- es el mundo, nuestra sociedad.
La buena semilla- son los hijos del reino, el propósito.
La cizaña- los hijos del malo, lo que daña el propósito.
El enemigo que sembró la cizaña- el diablo o el malo.
La siega o cosecha- el fin del siglo o mundo o fin de algo.
Los segadores- los ángeles, el Señor.
Lo que deseo extraer de este pasaje es que Jesús fue el que sembró la buena semilla y dio fruto. Esa semilla eres tú, y estás llamado/a a seguir el ciclo. ¿Qué estas sembrando? ¿La buena semilla o la cizaña? Así como se arranca la cizaña y se quema, será el fin de este siglo o de este mundo. Dios nos pedirá cuenta por lo que hemos sembrado. Y aclaro, siempre sembramos algo, queramos o no. Él mismo recogerá la cizaña y la quemará pues es la única forma de exterminarla. Una vez haga esto los justos resplandecerán. Dice un refrán por ahí, tú cosechas lo que siembras. Siembra lo bueno aunque pienses que no da fruto. En la Biblia existen más parábolas de crecimiento como por ejemplo: El grano de mostaza, un grano muy pequeño, diminuto, sin embargo, la planta madura podría alcanzar hasta 3metros. Al igual que un puñado de levadura puede producir una gran cantidad de harina, suficiente para hacer pan para 100 personas. Así que la obra de Dios, el reino de los cielos, puede parecer poco impresionante al principio, pero las apariencias pueden engañar, y al fin de todo nadie podrá ignorarlo. Lo pequeño se hace grande cuando Dios hace la obra.
Entonces ¿qué es lo que tenemos que hacer? Nuestra misión es sembrar la buena semilla, en nuestra dimensión interna, privada e individual y luego en la dimensión externa, pública y social. Los principios de Juan Wesley. ¿Qué Dios quiere de mí? Que seas las manos de la esperanza. Jesús nos brinda las herramientas necesarias para poder marcar la diferencia y hacer misión. Él nos invita a seguirlo a negarnos a nosotros mismos tomar nuestra cruz e ir en pos de él. Como mencionó el pastor Eric en su primer sermón de esta serie, Jesucristo nos invita a ser parte de su reinado aquí en la tierra para luego celebrar nuestras victorias allá en el cielo.
¿Qué vas a hacer para cumplir con tu misión? Ya Dios cumplió con su Misión entregando a su único hijo para que todo aquel que crea en él no se pierda y tenga vida eterna. Lo que nos toca a nosotros/as estremecer al país. ¿Quién puede hacer el cambio? El cambio lo haces tú, lo hago yo. Porque la esperanza tiene manos: las tuyas y las mías.