Mateo 11:1-6
El sufrimiento existe y es parte de la vida. El sufrimiento viene como consecuencia de nuestras decisiones, de las decisiones de otras personas, o simplemente por razones que no podemos explicar. El dolor nos llega a todos/as, y en medio del mismo, oramos por una intervención divina que nos lleve del dolor a la sanidad. Esa experiencia de creer que algo Dios hará en medio de nuestro sufrimiento se llama esperanza. La esperanza es la visión o el sueño de que el futuro será mejor. Ahora bien, ¿cómo ese futuro mejor se hace realidad en nuestra vida? ¿Cómo es que Dios se hace realidad en medio de nuestro sufrimiento?
Sería ingenuo de nuestra parte querer explicar las múltiples formas en que Dios sea hace realidad en medio del sufrimiento humano. Dios se manifiesta cuando quiere, y como quiere. Sin embargo, en esta nueva serie de predicaciones titulada La esperanza tiene manos: las tuyas, veremos que una de las formas en que Dios se manifiesta en medio del sufrimiento, es por medio de los mismos seres humanos. Es por eso que durante las próximas seis semanas, seremos invitados acolaborar con Dios siendo instrumentos suyos para que su poder se manifieste en medio de quienes sufren.
Hoy quiero comenzar explicando un tema muy relacionado con el sufrimiento y la esperanza: el Reino de Dios. Mucho se habla del Reino de Dios; pero, ¿qué significa? ¿Es un reino futuro o presente? ¿Qué quiso decir Jesús con que el Reino de Dios se ha acercado? Cuando buscamos el significado de “reino”, veremos que se refiere a una extensión de terreno definida que es administrada y gobernada. Sin embargo, en el griego que se usa en el Nuevo Testamento, “reino” significa reinado, poder y autoridad. Desde la perspectiva bíblica, Reino de Dios es más que un lugar en específico, es la celebración de la intervención del poder de Dios sobre la humanidad. Samuel Pagán, teólogo puertorriqueño nos dice: “Dios es el ser supremo del cosmos, la naturaleza y la historia, y que actúa en medio de la sociedad humana, para poner de manifiesto su voluntad, para revelar su gloria y majestad, y para demostrar su amor y misericordia».
¿Qué nos dice la Biblia sobre el Reino de Dios?Aunque en el Antiguo Testamento (AT) no se presenta la expresión “Reino de Dios”, se presenta a Dios como el Rey de Israel que reinará para siempresobre el mundo y la humanidad: “¡Del Señor son la tierra y su plenitud! ¡Del Señor es el mundo y sus habitantes!” Salmo 24:1. El AT habla del reinado de Dios como algo presente y futuro. Presente, porque Dios ya es rey; futuro, porque esa manifestación de Dios, vendrá mediante un Mesías. El AT está lleno de profecías o promesas de un reinado mesiánico, que vendrá y reinará sobre todo el mundo y juzgará a las naciones. Se presenta la idea de un Mesías que derrotará definitivamente los ejércitos de los enemigos.
Conectado con el AT, el Nuevo Testamento (NT) presenta a Jesucristo como el cumplimiento de la profecía del Mesías; por lo que se presenta a Jesucristo como la manifestación del Reino de Dios. Juan el bautista, quién anunció la llegada de Jesús, comenzó su predicación afirmando que el Reino de Dios se había acercado (Mateo 3:2). Sin embargo, no tenemos claro si Juan entendía bien el reinado que representaba Jesús; quizás tenía la misma expectativa del resto de los discípulos, que esperaban que Jesús trajera un nuevo reinado político. Por tal razón, Mateo 11 nos presenta a Juanpreguntándole a Jesús si Él era quién traería ese nuevo reinado político. Jesús le contesta que su reinado no tenía que ver con poder y autoridad para gobernar, sino con que «los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncian las buenas noticias.»
Al estudiar la respuesta de Jesús, podemos entender que su reinado tenía que ver con la transformación física, emocional y espiritual de las personas. El propósito de su reinado era la restauración integral del ser humano y la renovación de las esperanzas de la gente, y no el gobernar políticamente un territorio en particular. Por tanto, según las palabras de Jesús, podemos definir el Reino de Dios como la manifestación de Diosque transforma y restaura integralmente al ser humano. Jesús y su ministerio, es entonces el comienzodel Reino de Dios. ¿Por qué el comienzo? Porque la manifestación plena y completa de Dios en el mundo no se dará hasta que Jesucristo regrese, en lo que llamamos la segunda venida de Cristo. Como cristianos/as creemos que Jesús regresará, y en ese momento la relación entre el ser humano y Dios será perfecta. Apocalipsis 21:4 dice: “Dios enjugará las lágrimas de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni más llanto, ni lamento ni dolor; porque las primeras cosas habrán dejado de existir.”
Al escuchar a Jesús, podemos entonces definir lo que es y lo que no es el Reino de Dios. En primer lugar, el Reino de Dios es futuro y presente. El Reino de Dios es el ya, pero todavía no. Podemos comparar el Reino de Dios con la experiencia que tiene un niño al recibir un regalo en Navidad. Desde días antes de recibir el regalo, el niño puede ver ese regalo debajo del árbol, y puede experimentar la alegría de saber que recibirá un regalo. Esa alegría no será la misma que tendrá cuando reciba el regalo; sin embargo, esa alegría es un anticipo de la alegría que sentirá luego. El Reino de Dios es presente, porque Dios se manifiesta hoy, aquí y ahora en medio del mundo, sanando y transformando al ser humano. Sin embargo, esa sanidad y transformación será plena y completa cuando Cristo regrese. Uno de los erroresmás comunes al hablar del reino de Dios es hablar solo del futuro, y dejar a un lado que Dios quiere manifestarse hoy en medio del mundo, aunque esa manifestación no sea perfecta.
En segundo lugar, el Reino de Dios se trata de servir, no de ser servidos/as. Marcos 10:42-45 dice: «Pero Jesús los llamó y les dijo: «Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones las dominan, y los poderosos les imponen su autoridad. 43 Pero entre ustedes no debe ser así. Más bien, aquel de ustedes que quiera hacerse grande será su servidor, 44 y aquel de ustedes que quiera ser el primero, será su esclavo. 45 Porque ni siquiera el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” La diferencia entre el reinado de Jesús y otros reinados políticos, es que el Reino de Dios gira alrededor de las necesidades de los demás, mientras que otros reinados políticosgiran alrededor del interés propio. Uno de los errores más comunes al hablar del Reino de Dios, es el de girarlo alrededor de nuestras necesidades, y olvidarnos de las necesidades de los demás. Es muy común escuchar la siguiente frase: “Tu fe activará el Reino de Dios”. En el contexto en que se predica, es una invitación a creer para que Dios se manifieste en nuestras necesidades. Si bien es cierto que Dios quiere manifestarse en nuestra vida, el Reino de Dios es una invitación a ser instrumentos de la manifestación de Dios en la vida de aquellos/as que sufren y tienen necesidad.
En tercer lugar, el Reino de Dios es de Dios no de nosotros/as. El Reino de Dios no es dirigido por humanos, sino por Dios. El Reino de Dios no está en nuestras manos, sino en las de Dios; por lo que el Reino de Dios no depende de nosotros/as. El Reino de Dios se trata de lo que Dios quiere hacer en el mundo, y de cómo nosotros/as nos podemos unir a Dios para colaborar con Él. Repito: la manifestación de Dios no depende de nosotros/as. Dios se manifiesta como quiere, y cuando quiere. Si el Reino de Dios dependiera de nosotros/as, sería el Reino de la Iglesia, y no el Reino de Dios.
En cuarto y último lugar, el Reino de Dios es un nuevo orden o gobierno, pero NO es una invitación a que la iglesia gobierne el mundo. En ocasiones mal interpretamos el rol que debe tener la iglesia para colaborar con Dios en la manifestación de su Reino. Creemos que el gobierno mundial debe ser dirigido por cristianos/as, buscando hacer del Reino de Dios un asunto político. Jesús claramente expresó al inicio, durante y al final de su ministerio, que su reinado no era político, sino sanidad y salvación. El Reino de Dios no busca gobernar un país o un pueblo. El reino de Dios es la fuerza que guía a los creyentes a seguir el modelo de Jesús, que se caracterizó por apoyar a la gente necesitada, liberar a las personas cautivas, restaurar a personas destruidas, levantar a personas caídas, y darle esperanza y voz a quienes la vida ha tratado de robárselas. La iglesia no está para gobernar, sino para salvar y sanar al mundo. La historia nos da suficiente evidencia de lo desastroso que ha sido tener a la iglesia gobernando. El poder corrompe. Si no se trata de gobernar un país, ¿debe la iglesia involucrarse en asuntos políticos? Claro que sí; pero para influenciar y alzar su voz profética, no para gobernar.
Si el Reino es de Dios, ¿qué debemos hacer los/as seguidores/as de Cristo para colaborar con Dios y ser instrumentos para la transformación y restauración integral del ser humano?Ser ciudadanos del Reino de Dios: personas que vivan según los valores del Reino de Dios.Al mirar el ministerio de Jesús, vemos que los valores son: el servicio (“Porque ni siquiera el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”,Marcos 10:45), la justicia o equidad (“Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”, Mateo 6:33), la paz (“Respondió Jesús: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí”, Juan 18:36), el consuelo (“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”, Mateo 5:4), la obediencia (“No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”, Mateo 7:21), la dependencia (“De cierto les digo, que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos”, Mateo 18:3), la inclusividad (“Dejen que los niños se acerquen a mí. No se lo impidan, porque el reino de los cielos es de los que son como ellos”, Mateo 19:14), la generosidad(“De cierto les digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos”, Mateo 19:23) y la autenticidad (“Pero ¡ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque le niegan a la gente la entrada al reino de los cielos, y ni ustedes entran, ni tampoco dejan entrar a los que quieren hacerlo”, Mateo 23:13); entre otros.
Ser ciudadanos del Reino es reconocer que nuestra ciudadanía es del Reino de Dios, tanto en el presente como en el futuro. Esto es parecido a cuando nos vamos de viaje a otro lugar. Esto conlleva que hagamos preparativos para el viaje: maletas, medicinas, pasajes, alojamiento, entre otras cosas. Si cuando Cristo regrese nos vamos a ir con Él, hay que hacer preparativos desde ahora. ¿Cuál es el mayor preparativo? Decirle a Dios como le dijo Jesús en Mateo 6:10: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo». Como pueblo de Dios, damos anticipos aquí y ahora de ese nuevo orden de Dios que llegará en el futuro. Esos anticipos vienen cuando vivimos los valores del Reino de Dios, y somos instrumentos de Dios para la transformación y restauración integral del ser humano.
¿Cómo podemos ser instrumentos de Dios para manifestar su poder aquí y ahora?Mateo 25:35-40 dice: “Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron; 36 estuve desnudo, y me cubrieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a visitarme.”37 Entonces los justos le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, y te dimos de comer; o con sed, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recibimos; o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y te visitamos?” 40 Y el Rey les responderá: “De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos más pequeños, por mí lo hicieron.”
Ser ciudadanos del Reino es colaborar con Dios siendo instrumentos suyos para que su poder se manifieste en medio de quienes sufren. La respuesta a las oraciones de muchas personas puede llegar por medio de nosotros/as. La esperanza tiene manos: las nuestras, las tuyas.
“¡Hombre! El Señor te ha dado a conocer lo que es bueno, y lo que él espera de ti, y que no es otra cosa que hacer justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.”
Miqueas 6:8