Marcos 5:21-43
¡Feliz día de los padres! Hoy finaliza la serie de predicaciones sobre la familia, y quisiera aprovechar la oportunidad para afirmar la importancia que tienen los padres dentro del mejor equipo que existe: la familia. Para lograr esto, utilizaremos el pasaje de Marcos 5:21-43. Aunque este pasaje ha sido muy popular por los milagros que Jesús realizó, hoy me enfocaré en Jairo; el padre de la niña que resucitó. Veremos que de la misma forma en que Jairo fue un hombre de fe que impactó la vida de su hija, hasta el punto de ser un instrumento para que resucitara, los padres tienen la oportunidad de marcar positivamente la vida de sus hijos/as para toda la vida. Por tanto, hoy no nos enfocaremos en las marcas negativas que han dejado nuestros padres sobre nosotros/as, sino en las positivas. Estas marcas hoy yo le llamaré “regalos” que nuestros padres nos han dado. Hoy, no solo hablaremos de Jairo, sino de nuestros propios padres, y haremos memoria del mejor regalo que nos han dejado.
Antes de tener el encuentro con Jairo y la mujer de flujo de sangre, Jesús había estado en Gerasa sanando a un endemoniado. A pesar de que Jesús había liberado al endemoniado, la gente del pueblo tuvo dificultad con la forma en que Jesús manejó la situación (ya que envió los demonios a los cerdos; lo que les causó pérdidas), y le pidieron a Jesús que se fuera de allí. Luego de esta experiencia de poca fe y apertura de la gente en Gerasa, Jesús regresa nuevamente al otro lado del Mar de Galilea; el lado judío del lago. Allí se encuentra con dos personas llenas de fe, contrario a lo ocurrido en Gerasa. El primero encuentro es con Jairo, uno de los jefes de la sinagoga. Jairo tenía a su hija enferma gravemente, y al ver a Jesús se arroja a sus pies y le ruega que vaya a su casa para que la sane. El último encuentro que Jesús había tenido con los líderes religiosos judíos había provocado que se organizaran para matarle, y ahora, uno de sus líderes viene para pedirle que sane a su hija. No hay duda de que Jairo era un hombre de fe; porque lo que hizo estaba totalmente fuera de lo que era su rol como jefe de la sinagoga. ¿Qué motivó a Jairo a encontrarse con Jesús? Su hija. Jairo pudo poner su rol como padre, por encima de su rol como jefe de la sinagoga. Jairo hizo el sacrificio que muchos padres hacen ante un escenario de peligro para sus hijos/as: ¡lo que sea necesario! En su caso, lo que era necesario era creer en Jesús; y así lo hizo.
Jesús decide acompañar a Jairo hasta su casa, pero de camino se encuentra con otra necesidad. Una mujer llevaba sangrando por doce años, y no había encontrado una cura para su enfermedad. Esta mujer asume una actitud muy parecida a la de Jairo: en su desesperación decide acudir con fe hasta Jesús. La mujer creyó que si solo tocaba el manto de Jesús, sanaría. En efecto, fue así. No fue un acto mágico, sino que Jesús reconoce que alguien le estaba tocando, y decide ir hasta la mujer (que confiesa su acto) y sanarla. Al igual que con Jairo, Jesús decide actuar luego de encontrarse con la fe de esta mujer; interrumpiendo así su viaje hacia la casa de Jairo.
Parece ser que Jairo fue testigo de todo esto, porque mientras estaban de camino, alguien le avisa a Jairo que su hija había muerto, y que no molestara más al Maestro. Pongámonos en el lugar de Jairo al recibir esta noticia. Unos instantes atrás había rogado a Jesús con desesperación por la vida de su hija, poniendo su rol de padre por encima del rol líder religioso al lado; y ahora recibe esta noticia. Este hombre tiene que haberse derrumbado: había perdido a su hija. Dicen que perder un hijo/a es la experiencia más dolorosa que un padre/madre puede tener en la vida. Jesús sabía que Jairo era un hombre de fe, porque todo lo que hemos mencionado ya; por lo que Jesús le pide a Jairo que no enganche los guantes todavía, y le dice: “No temas. Sólo debes creer”.Jesús le pide a Jairo que detuviera el proceso de duelo que había comenzado, y que le diera una oportunidad para levantar a su hija de la muerte.
Al llegar a la casa, Jesús entra solo con Pedro, Jacobo y Juan, y los padres de la niña. En la casa había un alboroto por la gente que lloraba y lamentaba la muerte de la niña. En medio del alboroto Jesús les dice: “La niña no está muerta, sino dormida”. La gente comenzó a burlarse de Jesús, y entonces Él decide sacar a todo el mundo de la casa, y junto a sus padres se acerca a la niña y le dice: “Talita cumi”, que quiere decir “A ti, niña, te digo: ¡levántate!”. La niña, que tenía doce años, se levantó, caminó y comió (todos estos detalles se dan para que la gente creyera que no era un fantasma, sino la niña misma). Jesús hizo el milagro.
Cuando analizamos esta historia, y los dos milagros, podemos encontrar similitudes entre ambos: dos mujeres con situaciones de vida o muerte, ambas son llamadas hijas, ambas tienen una experiencia de pérdida (la mujer perdía la capacidad de reproducirse y la niña la oportunidad de ser una mujer, ya que tenía doce años), ambas esperaban la sanidad de parte de Jesús, y en ambas Jesús se acerca a personas “no personas” para tocarles y sanarles. Sin embargo, el detalle que me parece más importante en el día de hoy, es que en ambos milagros la fe tiene un rol protagónico. La fe de la mujer del flujo de sangre no vino como consecuencia del milagro, el milagro vino como consecuencia de su fe. La fe de Jairo no vino como consecuencia del milagro, el milagro vino como consecuencia de su fe. En ambos casos, la fe produjo el milagro.
En el caso de Jairo hay un detalle muy importante: Jairo era padre. Yo imagino la vida de esa niña luego de resucitar; personas a lo largo de toda su vida la asociarían con su padre por dos razones. En primer lugar, debido a que era una sociedad patriarcal, ella siempre sería identificada por su padre, jefe de la familia. Pero en segundo lugar, ella sería la hija de Jairo, el jefe de la sinagoga que se arrojó a los pies de Jesús y le rogó que sanara a su hija. Ante los judíos, ella podía ser la hija del traidor; pero ante sus propios ojos, ella sería la hija de Jairo, el hombre de fe. No hay duda de que el mejor regalo que le pudo haber dado Jairo a su hija no era su apellido, sino su fe: enseñarle con su propia vida lo que es creer en medio de escenarios de muerte, en donde parece no haber solución.
Hace unas semanas hablamos de cómo los/as hijos/as nos parecemos más a nuestros padres de lo que creemos, y que sin darnos cuenta copiamos y repetimos sus conductas generación tras generación. En aquella ocasión hablamos de que es importante escoger lo bueno de nuestros padres, y rechazar lo malo. Hoy, sin embargo, no quiero resaltar lo negativo que hemos heredado de nuestros padres, sino lo positivo. En el caso de esta niña, ella pudo aprender de su padre que la fe es esencial en la vida. Esta niña aprendió que ante la desesperación de la vida, no podemos paralizarnos, sino buscar soluciones y creer que Jesús tiene el poder para intervenir en los escenarios más complejos de la vida. Esta niña aprendió a tener fe. La fe, junto con la resiliencia (capacidad de levantarse ante los obstáculos de la vida) y la esperanza, son los mejores regalos que un padre puede darle a un/a hijo/a. A un padre le puede faltar educación, herramientas, experiencias de vida o recursos económicos, pero no le puede faltar una fe que enseñe a sus hijos/as a creer en Dios, creer en ellos mismos y creer en los demás.
Es posible que no todos nuestros padres nos hayan hecho el regalo de la fe. Es posible que esa no haya sido una de sus fortalezas, y que hayamos tenido que aprender lo que es la fe en otros escenarios o a través de nuestras madres. Sin embargo, yo creo firmemente todo hijo/a ha recibido algo positivo de sus padres. Repito, todo padre nos ha regalado algo, aun desde la distancia emocional o física, que podemos atesorar como un regalo. ¿Cómo tu padre ha marcado o marcó positivamente tu vida?¿Cuál ha sido el mejor regalo que te ha dado tu padre?
No hay duda de que el mejor regalo que le pudo haber dado Jairo a su hija no era su apellido, sino su fe: enseñarle con su propia vida lo que es creer en medio de escenarios de muerte, en donde parece no haber solución.Juan Luis Vives dijo“¡Cuán grande riqueza es, aun entre los pobres, el ser hijo de buen padre!”. Hoy, día de los Padres, es un excelente momento para honrar a nuestros padres. Esto lo podemos hacer identificando al menos una cosa que consideramos ha sido el mejor regalo que hemos recibido de ellos; este a su vez, será el mejor regalo que podremos darle en este día (mucho mejor que un regalo material).
Si por alguna razón tienes dificultad para identificar ese mejor regalo que tu padre te hizo, te tengo una buena noticia: “Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan!”, Mateo 7:11. Ante la falta de un buen regalo de parte de tu padre terrenal, el Padre celestial te ofrece el mejor regalo que un ser humano pueda recibir: su amor incondicional. Por otro lado, es posible que tengas dificultad para ver algo bueno de tu padre porque existen situaciones emocionales (ej. falta de perdón)que te impiden hacerlo. Hoy es un buen día para dejar el pasado atrás, perdonar, y dar gracias por al menos una cosa buena que recibiste de tu padre.Silvio Pellico dijo en una ocasión: “Exigir a los progenitores, para respetarlos, que estén libres de defectos y que sean la perfección de la humanidad es soberbia e injusticia.”
Si eres padre y quieres dejar a tus hijos/as el mejor regalo, te dejo con este pensamiento:“Vive de modo tal que, cuando tus hijos piensen en la justicia y en la integridad, piensen en ti.” -J. Brown.
Dedico este mensaje a mi padre, Oscar Vinicio, en quién pienso cuando pienso en lo que significa la integridad.
Hermoso mensaje!!! DTB