Génesis 1:26-28, Mateo 19:3-9
Hoy damos comienzo a una de las series más importantes del año: El mejor equipo…la familia. ¿Por qué hablar de la familia? ¿Por qué afirmar que es el mejor equipo? Hablaremos de familia, por dos razones: 1) todos y todas nacemos en una familia; la familia es un común denominador para cada ser humano, no importa esta familia sea tradicional o no, y 2) la convivencia entre familia no es fácil; todos y todas necesitamos herramientas para que esta convivencia entre familia sea saludable. ¿Por qué afirmar que es el mejor equipo? La familia es el principal grupo de apoyo de un ser humano; es el escenario principal que nos sostiene mientras enfrentamos la vida.
Howard Clinebell dice que la familia es el “sistema social de relaciones primarias en las cuales las personas obtienen sus mayores fuentes de alimento psicológico y espiritual”. Por tanto, la serie de predicaciones que comienza hoy, y que se extenderá hasta el Día de los Padres, nos ayudará a evaluarnos como familia, para identificar si en efecto somos un apoyo los/as unos/as a los/as otros/as. Hablaremos del matrimonio como un equipo, de cómo relacionarnos saludablemente con nuestras familias de origen, y terminaremos hablando de la paternidad saludable. Este tiempo nos ayudará a hacer los cambios necesarios en nuestras familias, para que las mismas sean un instrumento de Dios para proveernos ese alimento psicológico y espiritual.
Hoy comenzaremos hablando del matrimonio como un gran equipo. Para hablar de la familia y el matrimonio, desde la perspectiva bíblica, es importante entender que la Biblia presenta el tema de la familia desde el inicio, cuando Dios creó al primer hombre y la primera mujer. Sin embargo, algo muy importante a la hora de usar la Biblia para hablar de la familia, es entender que las familias que presenta la Biblia, y en particular el libro de Génesis, estuvieron insertadas en una cultura particular; por lo que no podemos aplicar todos los valores familiares de la época bíblica a la nuestra. Es necesario estudiar el contexto de estas familias, y escoger aquellos valores familiares que vayan a la par con las enseñanzas de Jesús, nuestro criterio principal para leer la Biblia.
En el Antiguo Testamento (AT), por ejemplo, la familia tenía ciertas características. En primer lugar, las familias se organizaban por familias, clanes y tribus. Las familias giraban alrededor del patriarca o padre de la familia. Esta familia incluía a las esposas, hijos, siervos y familias de los hijos. Estas familias se unían y formaban un clan, y luego varios clanes hacían una tribu. Todas las leyes que se establecían en la sociedad giraban alrededor del patriarca. El patriarca o el padre de la familia tenía autoridad total y funciones sacerdotales en la familia; por lo que el escenario religioso principal de una familia no era el templo, sino su hogar.
Bajo esta organización, el hombre podía tener más de una esposa; eran polígamos. Esta libertad tenía muchas razones, pero una de ellas era la fertilidad. Era importante que el hombre tuviera descendencia, y si una esposa no le daba hijos, otra lo podía hacer. El hombre también se podía relacionar con sus esclavas para asegurar descendencia. La poligamia llevaba a que las mujeres no tuvieran valor por sí mismas, sino que eran instrumentos para asegurar la descendencia de una familia. Solo cuando una mujer daba a luz un hijo varón era que tenía dignidad como persona. El matrimonio era una transacción económica entre dos familias, en donde las mujeres eran propiedad del hombre, compradas por sus esposos así como se compraban esclavos/as (los/as cuales eran permitidos/as). Las mujeres tampoco tenían derecho a herencia.
En el contexto del Nuevo Testamento (NT), las mujeres continuaban siendo propiedad del hombre, y eran excluidas de las decisiones. Se limitaban a tareas domésticas, no eran educadas igual que el hombre (solo podían escuchar, no enseñar), y no tenían una vida pública: usaban velos y atavíos para pasar inadvertidas. El matrimonio seguía siendo un acuerdo, pero las mujeres tenían mayores derechos económicos y de propiedad. La poligamia ya no era tan fuerte, pero seguía siendo aceptada. El esposo tenía derecho a divorciarse de su esposa si ella hacía algo vergonzoso, según Deuteronomio 24; la mujer no tenía este derecho. Los judíos tenían una oración en las mañanas en donde daban gracias a Dios por no haber nacido gentil, ignorante de la ley o mujer.
Cuando hablamos de la iglesia cristiana primitiva, y los escritores de los libros del Nuevo Testamento (como Pablo), ellos vivieron en este contexto patriarcal de la época, pero intentaron mejorar el sistema, motivados por las enseñanzas de Jesús. La iglesia incluyó a las mujeres en roles de liderazgo de la iglesia y el libro de los Hechos nos habla de mujeres como Priscila, Dorcas Tabita y Lidia. Aunque buscaron mejorar el sistema, es importante entender que no rechazaron esta estructura judía patriarcal por completo, y por eso es que en el Nuevo Testamento vemos pasajes bíblicos que se contradicen unos con otros: por un lado se promueve la equidad entre hombre y mujer, y por otro lado se valida el patriarcado.
La pregunta importante es la siguiente: ¿Cómo debió ser el matrimonio desde la creación del hombre y la mujer en Génesis? ¿Cuál fue el diseño original de Dios para el matrimonio? ¿Jerarquía, superioridad y dominancia de un sexo sobre el otro? ¿O colaboración, compañía y unidad? Veamos lo que dice Génesis 1:26-28:
“Entonces dijo Dios: «¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! ¡Que domine en toda la tierra sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y las bestias, y sobre todo animal que repta sobre la tierra!» 27 Y Dios creó al hombre a su imagen. Lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó. 28 Y los bendijo Dios con estas palabras: «¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y llenen la tierra! ¡Domínenla! ¡Sean los señores de los peces del mar, de las aves de los cielos, y de todos los seres que reptan sobre la tierra!»
Según este pasaje, cuando Dios crea al ser humano, los crea a ambos, mujer y hombre, a su imagen. ¿Qué significó que ambos, mujer y hombre, fueron creados a su imagen? Les comparto dos respuestas: comunidad y vocación. La naturaleza de Dios, desde el principio ha sido la comunidad. Desde el inicio de la creación vemos que Dios es un Dios trino, en donde el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven en comunidad, y no en superioridad. La doctrina cristiana no afirma que el Padre es superior al Hijo o al Espíritu Santo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres formas de un mismo Dios. Cuando Dios crea a la mujer y al hombre a su imagen, está afirmando que esa misma experiencia de comunidad trinitaria, es la que debe haber también entre el hombre y la mujer, sin necesidad de superioridad o dominancia de un sexo sobre el otro.
En segundo lugar, el Creador también era el Señor de la creación. Cuando Dios crea al ser humano a su imagen, está afirmando que el ser humano tendrá también esta responsabilidad de señorear la creación. Dios comparte esta responsabilidad con el ser humano. La palabra que aparece en muchas Biblias es dominar, y lamentablemente le hemos dado un significado negativo en muchas ocasiones. Sin embargo, la palabra dominar significa administrar y estar encargado de algo. Cuando Dios crea al ser humano le da la vocación de administrar la creación. La única dominación que debía existir era del ser humano hacia la creación, y no de un sexo sobre el otro.
Esto quiere decir que la identidad primaria del ser humano no solo era la reproducción, sino la administración. En el verso 28 Dios invita al ser humano a reproducirse, pero luego de haberle dado el mandato de señorear. Lo que quiere decir que la sexualidad entre el hombre y la mujer no solo tenía el propósito de reproducción, sino de unidad. Génesis 2:24 dice “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán un solo ser”. La sexualidad tenía el propósito de unir, y no solo de reproducir. Por lo tanto, la identidad de la mujer incluye ser madre, pero no se limita a eso; la identidad del hombre incluye ser padre, pero no se limita a eso. La sexualidad tiene propósito en sí misma, más allá de la reproducción: la unidad entre el hombre y la mujer.
En resumen, en el diseño original, el hombre como la mujer tienen diferencias sexuales, pero ambos son creados a imagen de Dios: para vivir en comunidad y con su vocación de administración, sin dominación de un sexo sobre el otro; en donde la sexualidad es mucho más que reproducción, es unidad. ¿Por qué entonces los seres humanos hemos vivido más en jerarquía, superioridad y dominancia de un sexo hacia el otro? ¿Qué pasó? La desobediencia del ser humano ocasionó esta desviación del plan de Dios. En el capítulo 3 se nos presenta la decisión del ser humano de hacer las cosas a su manera (pecado), y el resultado fue el distanciamiento entre Dios y el ser humano, y entre el hombre y la mujer. Como consecuencia del pecado, Dios le dice a la mujer: “«Aumentaré en gran manera los dolores cuando des a luz tus hijos. Tu deseo te llevará a tu marido, y él te dominará.» 17 Al hombre le dijo: «Puesto que accediste a lo que te dijo tu mujer, y comiste del árbol de que te ordené que no comieras, maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18 Te producirá espinos y cardos, y comerás hierbas del campo. 19 Comerás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado; porque polvo eres, y al polvo volverás.» A causa del pecado, la mujer fue limitada a reproducirse y a ser dominada por el hombre, y el hombre fue limitado al dolor y al trabajo. A causa del pecado, el diseño original de Dios para el matrimonio caracterizado por la comunidad y la vocación, fue reemplazado por el diseño de la dominancia, jerarquía, superioridad y reproducción.
¿Quién vino a restaurar ese diseño original de Dios para el matrimonio? Jesucristo. En los evangelios vemos a Jesús reconociendo el valor de la mujer en la sociedad, sin tratarla como propiedad del hombre. Además, Jesús es claro en su propuesta de que el hombre y la mujer vivan en comunidad y vocación, sin dominación. Mateo 19:3-9 nos evidencia esto:
“Entonces se le acercaron los fariseos, y para ponerlo a prueba le dijeron: «¿Es lícito que un hombre se divorcie de su mujer por cualquier causa?» 4 Él les respondió: «¿Acaso no han leído que al principio el Creador “hombre y mujer los creó”? 5 Y agregó: “Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán un solo ser.” 6 Así que ya no son dos, sino un solo ser. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe nadie.» 7 Le preguntaron: «Entonces, ¿por qué Moisés mandó darle a la esposa un certificado de divorcio y despedirla»? 8 Él les respondió: «Moisés les permitió hacerlo porque ustedes tienen muy duro el corazón, pero al principio no fue así. 9 Y yo les digo que, salvo por causa de fornicación, cualquiera que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio. Y el que se casa con la divorciada, también comete adulterio.»”
Los judíos estaban acostumbrados a ver a la mujer como instrumento para la reproducción, y no como su compañera de vida; lo que les llevaba a divorciarse de sus esposas al éstas ser infértiles. Ante el abuso que tenían los judíos de estar divorciándose de su mujer por su infertilidad o por cualquier pretexto, Jesús dice que cualquier hombre que deseche a su esposa sin razón, comete adulterio. Por primera vez, según los historiadores, un rabí condena públicamente esta práctica de tratar a la mujer como propiedad y como medio para un fin; y por el contrario, invita a los hombres a la monogamia y la fidelidad, a pesar de que su esposa fuera infértil. Para Jesús, los hombres no podían dominar a sus mujeres, tratarlas como propiedad y usarlas solo para asegurar descendencia. Jesús vuelve al diseño original de Dios en donde la mujer y el hombre fueron creados para vivir en comunidad y con su vocación de administración, sin dominación de un sexo sobre el otro; y en donde la sexualidad es mucho más que reproducción, es unidad. ¿Cómo Jesús sustenta su enseñanza? Citando Génesis 1:27 y Génesis 2:24, pasajes que afirman lo antes mencionado.
El matrimonio es un equipo. El matrimonio es comunidad, no superioridad; y compañía, no jerarquía. El AT y muchos relatos del NT no reflejan este diseño original de Dios, por causa del pecado. Pero Jesús vino a restaurar nuestra relación con Dios y entre nosotros mismos, incluyendo la restauración del diseño original del matrimonio. No podemos perpetuar valores familiares, como el patriarcado, simplemente porque aparecen en la Biblia. Muchos de estos valores aparecen en la Biblia para que veamos la consecuencia del pecado, y no el diseño de Dios. ¿Qué cambios necesitamos hacer en nuestras relaciones de pareja, con la ayuda del Espíritu Santo, para que el diseño original de Dios se haga una realidad?
Excelente mensaje. Sigamos las enseñanzas de Jesús siempre. Dlb.