Reflexión del Rvdo. Eric A. Hernández López (Iglesia Metodista Samuel Culpeper) como parte de los cuarenta días de ayuno y oración en el municipio de Hatillo. (10 de marzo de 2015)
Nehemías 4, Mateo 14
Hoy se cumple el día número 9 de este hermoso tiempo de ayuno y oración en el municipio de Hatillo. Al saber que iba a tener a cargo la reflexión para este día, hice varias cosas: ore, busqué la Palabra de Dios en Nehemías para este día y leí el documento que se nos entregó la pasada semana, en donde se explican las razones de este tiempo de ayuno y oración. Luego de orar, encontré que el pasaje de Nehemías para este día habla de los enemigos que tuvieron Nehemías y el pueblo para reconstruir los muros de la ciudad. La palabra clave en el pasaje de Nehemías: enemigos…téngala en mente. Luego, al leer el otro documento encontré las razones de este tiempo de ayuno y oración: el pecado que existe en nuestro pueblo (no contar con Dios, mentira, corrupción, mala administración) y las consecuencias de ese pecado en nuestro pueblo (pobreza, desigualdad, enfermedad física y espiritual). Pero lo que más me llamó la atención fue que el documento termina indicando que este tiempo de ayuno y oración será para orar por nuestro municipio y sus líderes, por nuestro país y sus líderes, y por la iglesia cristiana en Puerto Rico. Y al mencionar la iglesia cristiana en Puerto Rico, se menciona el detalle de que no siempre la iglesia ha hecho su trabajo como debe ser, y eso también tiene consecuencias sobre nuestro pueblo.

Tengo que reconocer que me sentí muy satisfecho al ver en el documento una invitación a orar por la iglesia. Estoy seguro que durante estos cuarenta días hemos orado y seguiremos orando por nuestro municipio y por nuestro país, pero hoy quiero que tengamos muy presente a la iglesia. ¿Por qué? Porque la iglesia cristiana está compuesta por seres humanos imperfectos. La iglesia cristiana en Puerto Rico y el mundo está en un continuo proceso de transformación. No existe ninguna iglesia o ni ningún/a líder cristiano/a que esté terminado; somos una obra en construcción. Romanos 12 nos dice “Así que, hermanos, yo les ruego, por las misericordias de Dios, que se presenten ustedes mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. ¡Así es como se debe adorar a Dios! 2 Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto.” 2 Corintios 3:18 también nos dice “Por lo tanto, todos nosotros, que miramos la gloria del Señor a cara descubierta, como en un espejo, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” La iglesia no es un club de santos, sino un hospital de pecadores. La iglesia es el cuerpo de Cristo que por medio de la fe ha recibido el regalo de la gracia de Dios que nos transforma cada día para ser más como Cristo. La iglesia cristiana necesita cada día ser transformada para cumplir con la misión que Jesús nos ha encomendado de hacer discípulos de Cristo para transformar el mundo.
La pregunta es, ¿cómo la iglesia continúa siendo transformada por la gracia de Dios para cumplir mejor con su misión? Por medio de las disciplinas espirituales; en particular por dos: el ayuno y la oración. Por medio del ayuno la iglesia no solo se abstiene de alimentos (para afirmar que nuestra dependencia está en Dios por encima del alimento físico), sino de todas aquellas cosas que obstaculizan nuestra relación con Dios y con nuestro prójimo. Ayunamos de todas aquellas cosas que nos obstaculicen amar a Dios y amar al prójimo. Por medio de la oración, afirmamos nuestra completa y absoluta confianza en Dios; mientras nuestra mente va siendo transformada, de tal forma que conozcamos cada vez más la voluntad de Dios. Cuando yo miro este tiempo de ayuno y oración, lo veo como un espacio para que la iglesia cristiana continúe siendo transformada por la gracia de Dios para cumplir mejor con su misión de hacer discípulos de Cristo para transformar el mundo.
Existe un gran riesgo cuando la iglesia pierde de perspectiva que es una obra en construcción: señalamos a todo el mundo, menos a nosotros mismos. Señalamos el pecado que está en el país y en el mundo, pero se nos olvida señalar el que está en la iglesia cristiana. Al señalar sin mirar nuestro propio pecado, empezamos a creer que somos mejores que aquellas personas que no participan de la iglesia. Sin darnos cuenta, por estar señalando tanto, se nos olvida estar con el pueblo, amar al pueblo y servir al pueblo. Se nos olvida predicar la Palabra con compasión. Sin compasión, vamos creando barreras que nos separan de las personas a quienes Dios nos ha llamado a servir. Sin darnos cuenta, caemos en la trampa en que cayeron los líderes religiosos del tiempo de Jesús, que señalaban a todo el mundo, menos a ellos mismos; lo que trajo como consecuencia que gran parte de las palabras de Jesús en los Evangelios estuvieran dirigidas hacia ellos. Haciendo referencia al pasaje de Nehemías, que habla de los enemigos de la obra, quiero decirles algo con mucho amor y respeto: la iglesia, sin darse cuenta, puede ser enemiga de la obra de Dios.
¿Qué necesitamos hacer entonces? Necesitamos continuar con nuestro rol profético de señalar el pecado. Necesitamos continuar con nuestro rol de ser sal de la tierra y luz del mundo. Necesitamos continuar con nuestro rol de ser linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien los hechos maravillosos de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Pero necesitamos hacer todo esto con compasión, así como Cristo la mostró a todo aquel que la necesitaba. Mateo 14:13-14 nos dice que “Cuando Jesús recibió la noticia, se retiró él solo en una barca a un lugar solitario. Las multitudes se enteraron y lo siguieron a pie desde los poblados. 14 Cuando Jesús desembarcó y vio a tanta gente, tuvo compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos”.
En este tiempo de ayuno y oración les invito a humillarnos y buscar el rostro de Dios, a orar por nuestro municipio y nuestro país, a señalar el pecado que nos aleja de Dios y de los demás, tal y como Dios nos invita a hacerlo. Pero también les invito a recordar que somos obras en construcción, y que este ayuno es también para nosotros ser transformados/as por la gracia de Dios. Esta transformación nos ayudará a amar y servir a los demás como Cristo mismo lo hizo: con compasión. Les invito a ser transformados para transformar.
Saludos tremenda reflexión.Dios lo continúe bendiciendo.