Marcos 10:13-16
Hoy continuamos con la serie: ¡Un Jesucristo para tod@s! Nuestro Consejo del Pacto estableció que la meta principal para el año 2015 es guiar a la iglesia a usar sus capacidades e invertir sus energías, tiempo y dinero en evangelizar y servir a todas las generaciones de nuestra comunidad, dando énfasis a la niñez y juventud. Como texto base escogimos al Salmo 89:1 “¡Siempre cantaré acerca del amor inagotable del SEÑOR! Jóvenes y ancianos oirán de tu fidelidad.” La meta principal para este año es que Jesucristo y la iglesia puedan ser una opción real para todas las generaciones, pero en especial para la niñez y la juventud. Para lograr esta meta necesitamos entender las necesidades que tienen las diferentes generaciones de nuestra comunidad, para buscar la forma de suplirlas. La pasada semana estudiamos las necesidades de la juventud (Nadie tenga en poco tu juventud); hoy estaremos analizando las necesidades de la niñez.
Se entiende por niño o niña aquella persona que aún no ha alcanzado un grado de madurez suficiente para tener autonomía. La niñez es una etapa decisiva en el ser humano en donde se desarrollan capacidades físicas, afectivas e intelectuales esenciales para la vida adulta. Además, es también la etapa más vulnerable del crecimiento porque es la etapa en la que los humanos mostramos gran dependencia. Si la juventud se caracteriza por la autonomía, la niñez se caracteriza por la dependencia: necesitamos de personas que puedan suplir nuestras necesidades físicas, afectivas e intelectuales. Las estadísticas nos dicen que una gran parte de la niñez del mundo no llega a satisfacer sus necesidades elementales para dar lugar a una vida adulta saludable, como consecuencia de deficiencias afectivas, nutricionales, sanitarias y de otra índole.
Según el Dr. Harley Rotbart, profesor del Children’s Hospital en Colorado, la niñez tiene ocho necesidades básicas: 1) seguridad: esto incluye suplir las necesidades básicas para su sobrevivencia (casa, comida, ropa, atención médica y protección del peligro), 2) relaciones estables: proveer relaciones estables con sus padres y encargados evita la ansiedad y trae salud mental, 3) consistencia: los padres y encargados necesitan enseñarle valores y ser consistentes en ellos, 4) afirmación o apoyo emocional: palabras que les afirmen y les fortalezcan su autoestima, 5) amor: el amor incondicional hacia un niño aunque hayan desobedecido o errado les hace ver que se le acepta no importa su conducta; lo que le enseñará a amarse a sí mismo incondicionalmente; 6) educación: esto incluye la escuela, pero se refiere a un continuo proceso de enseñanza sobre la vida; esto incluye leerles y dialogar con ellos, 7) modelos positivos: personas que modelen lo que queremos que ellos hagan, 8) estructura: establecer reglas y límites; sin éstas la niñez es forzada a ser adultos antes de tiempo. En mi estudio de las necesidades de la niñez vi que hay otras muy importantes que podemos añadir a la lista: jugar y divertirse, e involucrarse en la música.
Ahora bien, una de las necesidades (sino la más importante) que todo niño y niña tiene, y que los adultos necesitamos suplir, es la oportunidad de conocer, amar y servir a Dios. Como comunidad cristiana creemos firmemente que cuando Jesucristo entra en la vida de un ser humano y le llena con su amor incondicional, los vacíos más profundos del ser humano son llenos. Con Cristo encontramos paz porque ya no es necesario buscar nada en ningún lugar, su amor transforma las áreas más oscuras de nuestra vida y su Espíritu Santo nos guía hacia una vida caracterizada por el servicio y la generosidad. Cristo trae paz, transformación y propósito a la vida del ser humano. ¿Hay alguien que tenga duda de que la niñez de nuestra comunidad y de nuestra iglesia necesita a Cristo? Creo que todos estamos de acuerdo con que nuestra niñez necesita a Cristo. La pregunta importante es, ¿Cómo logramos ofrecerle a Cristo a nuestra niñez? ¿A la niñez de la comunidad? Marcos 10:13-16 nos enseña cómo es que la niñez puede encontrarse con Cristo, y encontrar paz, transformación y propósito:
“Cierto día, algunos padres llevaron a sus niños a Jesús para que los tocara y los bendijera, pero los discípulos regañaron a los padres por molestarlo. 14 Cuando Jesús vio lo que sucedía, se enojó con sus discípulos y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino de Dios pertenece a los que son como estos niños. 15 Les digo la verdad, el que no reciba el reino de Dios como un niño nunca entrará en él». 16 Entonces tomó a los niños en sus brazos y después de poner sus manos sobre la cabeza de ellos, los bendijo.”
En este pasaje vemos cómo los padres trajeron a sus niños hasta Jesús para recibir una bendición. Era costumbre recibir bendiciones por parte de personas santas que tocaran a otras personas o hicieran el acto de bendecir abiertamente a otra persona. Jesús era una persona famosa por sus milagros, y los padres llegaban hasta Jesús para que bendijera sus hijos/as. Lo interesante es que los mismos discípulos impiden que la niñez llegue hasta Jesús, ¿por qué? Es importante recordar que la niñez en la época de Jesús no tenía importancia ni estatus social, eran “no personas”. Al ser “no personas”, es probable que los discípulos rechazaran a la niñez porque estaban enfocados en cómo la niñez podía afectar negativamente la imagen pública de Jesús, ya que veían a Jesús como un líder político y social (la niñez le dañaba la foto para el periódico…). Ante este error, Jesús se molesta, y solicita que dejen a la niñez llegar hasta Él.
Luego de recibir a la niñez, Jesús aprovecha para explicar que el Reino de Dios era de las personas que eran como la niñez. Algunos pensamos que Jesús pudo referirse a la inocencia de la niñez como característica para recibir el Reino de Dios, pero Jesús muy probablemente se está refiriendo a que la niñez recibe todo como un regalo, porque dependen completamente de los adultos. Esta característica de la dependencia era importante para Jesús, porque mucha gente buscaba ganarse el Reino de Dios con sus actos o posición social. La niñez, por otro lado, representaba la carencia de poder para ganar o alcanzar algo; lo que lleva a Jesús a utilizar la niñez para explicar que el Reino de Dios no podía ganarse, solo recibirse, tal y como la niñez recibía todo como un regalo. La escena que más me cautiva de este pasaje es el último verso que dice que Jesús “tomó a los niños en sus brazos y después de poner sus manos sobre la cabeza de ellos, los bendijo”. Jesús no solo le dio importancia a la niñez, sino que le dio afecto y les bendijo. Esta es la única ocasión en los cuatro Evangelios en que aparece la palabra kateulogei, o el acto de bendecir. Jesús tocó a las “no personas” de la sociedad y les dio de su poder. Con este acto, Jesús tomó en serio a la niñez cuando la sociedad no lo hacía, y afirmó su dependencia de los adultos como una característica esencial para recibir el Reino de Dios.
Uno de los grandes problemas que ha enfrentado el mundo a lo largo de la historia es subestimar las necesidades de la niñez, y por el contrario, esperar que las necesidades de la niñez se suplan por sí mismas. Durante siglos y en muchas culturas la niñez no ha tenido un lugar en la sociedad, y son considerados “no personas”. Se ha perdido de perspectiva que si los encargados de la niñez no satisfacen sus necesidades, su desarrollo físico, intelectual y afectivo se afectará negativamente. Hemos perdido de perspectiva que una niñez bien atendida se convertirá en adultos saludables física, intelectual y afectivamente. Por lo tanto, la necesidad más importante de la niñez, según la definición de la niñez y lo que nos enseña el texto bíblico, es la de valorizar a la niñez y suplir sus necesidades esenciales. En el caso de la iglesia, somos llamados a atender su necesidad de conocer, amar y servir a Dios junto a su familia.
¿Cómo podemos valorizar a la niñez y suplir su necesidad de conocer, amar y servir a Dios junto a su familia? Les ofrezco tres alternativas: 1) Teniendo un plan: valorizar a la niñez es tener un plan de cómo enseñamos a la niñez a conocer, amar y servir a Dios junto a su familia. Tener un plan es lo contrario a improvisar. La improvisación es el peor enemigo de los ministerios de la niñez. Cada vez que improvisamos estamos diciendo que la niñez son “no personas”, y que no merecen un trato de calidad. Como iglesia necesitamos establecer el propósito de nuestro ministerio para la niñez, el sueño que tenemos y cómo lo vamos a alcanzar. 2) Funcionando como equipo: La iglesia es un instrumento para formar la vida espiritual de la niñez, pero el escenario principal para esta formación es el hogar. Marcos 10:13 nos dice que fueron los padres quienes trajeron a la niñez a Jesús. La iglesia necesita hacer un equipo con la familia de cada niño/a y juntos guiar a la niñez hacia la formación que deseamos. 3) Dejando a la niñez ser niños y niñas: Para la niñez es importante jugar, divertirse, disfrutar, hacer amistades y aprender de formas creativas. Para lograr esto, necesitamos formar la vida espiritual de la niñez en un ambiente creativo y divertido que fomente el compañerismo.
La niñez es una etapa en donde dependemos completamente de personas que puedan suplir todas las necesidades físicas, intelectuales y afectivas que tenemos. Una de las necesidades (sino la más importante) que todo niño y niña tiene, y que los adultos necesitamos suplir, es la oportunidad de conocer, amar y servir a Dios. Para lograr suplir esta necesidad, necesitamos valorizar a la niñez teniendo un plan para formar su vida espiritual, funcionando como equipo con la familia y dejando a la niñez ser niños y niñas. De esta forma seremos una opción real para las familias de la comunidad que buscan que sus niños y niñas tengan la oportunidad de conocer, amar y servir a Dios. La niñez de nuestra comunidad nos necesita.
Hola, parece que tocas un tema importante como el de la educación, por tal motivo te invito a que conozcas un poco acerca de la Fundación Jaff, fundada en junio de 2013 por Hanna Jaff Bosdet, su fundadora, inició una incansable labor para impulsar apoyos encaminados a mejorar la educación de muchos mexicanos, poniendo énfasis en la enseñanza y el aprendizaje del idioma inglés:
Sensible a la realidad de millones de mexicanos, la Fundación Jaff determinó ampliar sus apoyos a la población más desprovista de satisfactores. Es así como Hanna Jaff expandió su ámbito de acción y procedió a la promoción de actividades deportivas, entrega de libros y de becas, envío de víveres para afectados por fenómenos naturales en los estados de Guerrero y Baja California.
La Fundación ha brindado ayuda también a jóvenes emprendedores, promueve acciones para eliminar la violencia contra la mujer, entrega juguetes a niños de familias con bajos recursos económicos e impulsa la participación de los jóvenes en actividades deportivas y culturales.