1 Timoteo 4:1-16
La pasada semana compartimos con ustedes el tema que hemos escogido como iglesia para este año: ¡Un Jesucristo para tod@s! Nuestro Consejo del Pacto estableció que la meta principal para el año 2015 es guiar a la iglesia a usar sus capacidades e invertir sus energías, tiempo y dinero en evangelizar y servir a todas las generaciones de nuestra comunidad, dando énfasis a la niñez y juventud. Como texto base escogimos al Salmo 89:1 “¡Siempre cantaré acerca del amor inagotable del SEÑOR! Jóvenes y ancianos oirán de tu fidelidad.” La meta principal para este año es que Jesucristo y la iglesia puedan ser una opción real para todas las generaciones, pero en especial para la niñez y la juventud. Para lograr esta meta necesitamos entender las necesidades que tienen las diferentes generaciones de nuestra comunidad, para buscar la forma de suplirlas. Durante los próximos cuatro domingos estaré hablando de las necesidades de las diferentes generaciones de nuestra comunidad, comenzando hoy con la juventud.
El primer paso para entender las necesidades de la juventud, es entender la esencia de lo que es la etapa de la juventud. Según las Naciones Unidas, la juventud es la edad que se sitúa entre la infancia y la edad adulta, y comprende las edades entre los 10 y los 28 años. En esencia, la juventud es una etapa de transición entre la niñez y la adultez. En la juventud ya no somos niños, pero tampoco somos adultos. La palabra adolescencia significa crecimiento o desarrollo. Ser joven es estar en el proceso de adquirir las herramientas para enfrentar la vida. La juventud se caracteriza por una palabra muy importante: autonomía. Al llegar a la juventud, las personas nos encontramos con que tenemos mayor capacidad para entender el mundo (que cuando éramos niños) y buscamos tener mayor autonomía para tomar decisiones por nuestra propia cuenta. Por eso es que la adolescencia es una etapa difícil para el joven como para los padres, porque hay un desapego de parte de los jóvenes de sus padres, buscando mayor autonomía. Es en este proceso de transición que la juventud necesita la presencia de personas adultas que les lideren o tengan influencia sobre sus vidas, de tal forma que aprendan a tomar buenas decisiones.
Debido al proceso de transición en que se encuentra la juventud, los jóvenes siempre buscarán (consciente e inconscientemente) a personas que se conviertan en sus líderes: personas con presencia e influencia en sus vidas. Estos líderes pueden ser personas tan cercanas como sus padres, abuelos, amistades, vecinos, maestras, coordinadores de jóvenes de la iglesia, o sus pastores; o personas lejanas que debido a la tecnología pueden tener presencia e influencia en sus vidas como los artistas, escritores y líderes mundiales. La juventud siempre buscará líderes que le enseñen el camino, porque están sufriendo una continua transformación: se están convirtiendo en adultos. Por lo tanto, en la juventud el asunto no es si tendrán personas con influencia y presencia, porque los tendrán; o si habrá una transformación, porque la habrá. Las preguntas importantes en la juventud son las siguientes: ¿Quién guía a este joven? ¿En qué dirección va la transformación? ¿En qué tipo de adulto se está convirtiendo este joven?
Con toda esta información, podemos entender que la necesidad más importante que tiene un joven es ser guiado y liderado en medio de su transformación. ¿En cuál dirección debe ir esa transformación? Nuestra misión como iglesia nos da la respuesta: necesitamos guiar a la juventud de nuestra iglesia y de nuestra comunidad, de manera que se transformen en adultos que puedan conocer, amar y servir a Dios. Como iglesia soñamos con jóvenes transformados por el amor de Dios.
1 Timoteo 4 es un ejemplo extraordinario de cómo la iglesia puede guiar y pastorear a la juventud de nuestra iglesia y nuestra comunidad, de manera que se transformen en adultos que puedan conocer, amar y servir a Dios. En este pasaje se presenta a Pablo pastoreando a uno de sus colaboradores más importantes: el joven Timoteo. Por medio de la carta podemos ver a Pablo ejerciendo un rol de mentor o guía para Timoteo, en su nueva encomienda de pastorear y dirigir la iglesia. Pablo guía a Timoteo a mantenerse en la sana doctrina y perseverar en la fe cristiana que ha heredado de su familia. Veamos el pasaje:
“6 Si enseñas esto a los hermanos, serás un buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. 7 Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; 8 porque el ejercicio corporal es poco provechoso, pero la piedad es provechosa para todo, pues cuenta con promesa para esta vida presente, y para la venidera. 9 Esta palabra es fiel, y digna de ser recibida por todos. 10 Y por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, y mayormente de los que creen. 11 Esto manda y enseña. 12 Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 13 Mientras llego, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. 14 No descuides el don que hay en ti, y que recibiste mediante profecía, cuando se te impusieron las manos del presbiterio. 15 Ocúpate en estas cosas, y permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea evidente a todos. 16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello. Si haces esto, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen.”
En este pasaje Pablo le hace varias exhortaciones a Timoteo, el nuevo líder de la comunidad cristiana; consejos que me gustaría que la juventud pudiera recibir en esta mañana de parte de Dios y de su pastor que les ama, como parte de mi rol de guiarles y pastorearles. En primer lugar: Ejercítate para la piedad. Con esto Pablo le invita a nutrir su vida espiritual, porque no podía ser un líder espiritual sin una espiritualidad saludable y fuerte. En segundo lugar: Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo. Mientras Timoteo fuera un modelo para la comunidad, sería tomado en serio como líder, a pesar de su edad. En tercer lugar: No descuides el don que hay en ti. Sobre todas las cosas, Timoteo necesitaba mantener vivo el llamado que Dios le había hecho mediante la imposición de manos (ritual para ordenar a los líderes de la comunidad cristiana: presbíteros). Timoteo necesitaba estar claro y apasionado por su propósito como joven. En resumen, Pablo invitó a Timoteo a buscar a Dios, a ser ejemplo y a mantenerse enfocado en su propósito. Esos son los mismos consejos que yo le doy como pastor a toda la juventud de esta iglesia en este nuevo año.
Ahora bien, ¿cómo debemos guiar a la juventud de manera que se transformen en adultos que puedan conocer, amar y servir a Dios? Les invito a tener estas palabras en mente mientras guiamos a la juventud de nuestra iglesia y nuestra comunidad: AMOR, APERTURA, AUTENTICIDAD y AUTOESTIMA. En primer lugar, es importante amar incondicionalmente a la juventud; sus fracasos o errores no son razón para dejar de amar o alejarnos de ellos. Amémosle no importa su apariencia, y no les juzguemos por lo que vemos en su exterior. Conozcamos su corazón. En segundo lugar, es importante escucharles y buscar entenderles. No creamos que porque son jóvenes no saben nada. La juventud es inteligente y sabe cómo y dónde buscar la información. Antes de guiarlos, escuchemos lo que tienen que decir. Incluso, tengamos la apertura de aprender de ellos y con ellos. En tercer lugar, seamos auténticos con ellos. La juventud está cansada de la corrupción, hipocresía y falsedad en el mundo y en la iglesia. La juventud sabe identificar cuando alguien verdaderamente ama a Dios sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismo. La juventud necesita a personas que les modelen la fe cristiana con sus palabras y acciones, viviendo en integridad. Además, la juventud no quiere que le enseñemos a ir a la iglesia, quiere que le enseñemos a ser la iglesia de Cristo en el mundo.
En relación a la autoestima, esta semana salió un artículo sobre la juventud en Puerto Rico. El artículo citaba a Eduardo Lugo Hernández, psicólogo clínico comunitario y catedrático auxiliar de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, diciendo: “La investigación ha visto a nivel mundial que políticas públicas y programas que se desarrollan con el insumo de jóvenes son más efectivos y los usan más porque se sienten apropiados de ellos. A veces al decir que son el futuro de Puerto Rico les negamos el presente.” Al guiar a la juventud necesitamos creer en ellos e involucrarlos en todo, porque ellos aprenderán mientras hacen. Es mejor guiarles, creer en ellos e involucrarlos en todo, aunque cometan errores, que esperar a que lo hagan todo bien para involucrarlos y darles oportunidades. Para ser más específico, en la iglesia la juventud necesita involucrarse en todo y ser parte de las decisiones y actividades de la iglesia. Eso hará que la juventud se sienta parte de la iglesia y aprenda a amarla; además de que les ayudaremos a creer en ellos mismos y a fortalecer su autoestima. Esto traerá un efecto en la juventud de la comunidad, porque quienes nos visitan podrán ver a una juventud activa en la iglesia, podrán identificarse con ellos y no tendrán que irse a otra iglesia “en donde haya más jóvenes”.
La juventud siempre buscará líderes que le enseñen el camino, porque están sufriendo una continua transformación: se están convirtiendo en adultos. ¿Queremos que se transformen en adultos que conozcan, amen y sirvan a Dios? Necesitamos enseñarles con nuestra vida y con nuestras palabras la sana doctrina y el verdadero mensaje de Jesús. Esta guianza deberá caracterizarse por amarles incondicionalmente, escucharles y entenderles, ser auténticos en nuestra fe, creer en ellos e involucrarles en todo. Por su parte, la juventud debe comprometerse a buscar a Dios, ser ejemplo y mantenerse enfocada en su propósito. De esta forma no tendremos en poco a la juventud.