Levítico 27:30-34 / Lucas 12:13-21
Hoy culminamos nuestra campaña de administración financiera El privilegio de dar. La meta de esta campaña ha sido que podamos adquirir herramientas para manejar nuestras finanzas y así invertir nuestro dinero en aquellas cosas que valen la pena. En la pasada predicación, Un dinero con propósito, pudimos afirmar que la vida no se trata de la abundancia de nuestras posesiones, sino en cómo invertimos nuestras posesiones para glorificar a Dios y ayudar al necesitado. Dios no nos va a juzgar por la cantidad de nuestras riquezas, sino por el propósito que le dimos a las mismas. 1 Timoteo 6:18 nos dice: “Diles que usen su dinero para hacer el bien.” Hoy veremos que una de las formas en que podemos usar nuestro dinero para hacer el bien es diezmando. Afirmaremos que el diezmo es un medio para darle propósito a nuestro dinero, aprender a depender de Dios y no de nuestro dinero, y practicar la generosidad que transforma vidas.
Para hablar del diezmo, es importante entender el contexto del Antiguo Testamento. Cuando Dios se revela al pueblo de Israel, Jehová deseaba tener una relación exclusiva con el pueblo; en donde Él fuera el único Dios. Israel tenía que adorar y depender completamente de Jehová. Jehová se encargaría de sostenerlos (espiritual y económicamente) mientras el pueblo cumpliera con su pacto de tener a Jehová como único Dios. Jehová los libertaría de su esclavitud en Egipto y serían llevados a un lugar donde experimentarían libertad y abundancia. A lo largo de esta relación entre Jehová e Israel, Jehová dio al pueblo unas instrucciones que el pueblo debía seguir con el propósito de demostrar a Jehová su adoración exclusiva y su completa dependencia a Él; una de ellas fue el diezmo: dar el diez por ciento de sus posesiones en sacrificio a Dios. ¿Cuál era el propósito del diezmo?
En aquella época la agricultura era la forma de vida. La gente vivía de los frutos de la tierra y de sus animales. Darle a Jehová los mejores frutos y animales era un sacrificio económico extraordinario para el pueblo, porque literalmente vivían de eso. Al pedirle que sacrificaran lo más importante que tenían, Jehová les hacía entender que Él era el único Dios y que su seguridad como seres humanos no estaba en sus posesiones sino en Él. Levítico 27:30-34 dice: “El diezmo de la tierra es del Señor, lo mismo de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles. Se trata de una ofrenda consagrada al Señor. Si alguien quiere rescatar algo del diezmo, deberá para ello añadir la quinta parte de su valor. El diezmo de las vacas o de las ovejas, es decir, de todos los animales que pasan bajo la vara, será consagrado al Señor.” El pueblo luchaba con la tentación de adorar otros dioses y depender de sus posesiones. El diezmo era una forma de dar exclusiva adoración a Jehová y de depender de su provisión.
¿Cuáles eran los principios que estaban detrás de esta ley del diezmo? En primer lugar: Jehová era el dueño de todo; el pueblo solo era administrador de lo que tenía. En segundo lugar: Dios proveería según sus necesidades, así que no había que tener temor de sacrificar la décima parte de lo mejor que tuvieran. En tercer lugar: sus posesiones no eran solo para su propio beneficio, sino para el bienestar de la comunidad; porque la vida humana era más importante que las posesiones. Este tercer principio no aparece tan abiertamente en estos versos de Levítico, pero Deuteronomio 10:17-18 dice: “Pues el Señor tu Dios es Dios de dioses y Señor de señores. Él es el gran Dios, poderoso e imponente, que no muestra parcialidad y no acepta sobornos. 18 Se asegura que los huérfanos y las viudas reciban justicia. Les demuestra amor a los extranjeros que viven en medio de ti y les da ropa y alimentos.”
No hay duda de que el diezmo era parte esencial de la vida del pueblo de Israel. La pregunta importante sería la siguiente: Si ya no vivimos bajo el antiguo pacto (la ley) en que vivió el pueblo de Israel, ¿debe un cristiano diezmar? ¿Jesús y el Nuevo Testamento nos invitan a diezmar? Para comenzar a hablar de Jesús y el diezmo, necesitamos entender en primer lugar la relación que tuvo Jesús con “la ley”. El capítulo 5 de Mateo arroja mucha luz sobre este asunto: “No malinterpreten la razón por la cual he venido. No vine para abolir la ley de Moisés o los escritos de los profetas. Al contrario, vine para cumplir sus propósitos” v.17. Luego sigue diciendo: “Han oído que a nuestros antepasados se les dijo: ‘No asesines. Si cometes asesinato quedarás sujeto a juicio’. 22 Pero yo digo: aun si te enojas con alguien, ¡quedarás sujeto a juicio!” “Han oído el mandamiento que dice: “No cometas adulterio’. 28 Pero yo digo que el que mira con pasión sexual a una mujer, ya ha cometido adulterio con ella en el corazón”. “Han oído la ley que dice que el castigo debe ser acorde a la gravedad del daño: ‘Ojo por ojo, y diente por diente’. 39 Pero yo digo: no resistas a la persona mala. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la otra mejilla”. “Han oído la ley que dice: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo’. 44 Pero yo digo: ¡ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen!” Jesús no vino a eliminar la ley, sino a cumplirla y mejorarla. Para Jesús la ley no era un fin en sí misma, sino un medio para amar a Dios y al prójimo.
En cuanto al diezmo, Jesús no habló directamente acerca del mismo, pero esto no significa que Jesús estuviera en contra del diezmo o que no tuviera una postura frente al tema de las riquezas. En Marcos 10:21 Jesús le dijo a un joven rico: “Anda y vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo.” En Lucas 21 se nos dice que “Jesús estaba observando a los ricos que depositaban sus ofrendas en el arca del templo, 2 y vio que una viuda muy pobre depositaba allí dos moneditas de poco valor. 3 Entonces dijo: «En verdad les digo, que esta viuda pobre ha echado más que todos. 4 Porque todos aquellos ofrendaron a Dios de lo que les sobra, pero ella puso, en su pobreza, todo lo que tenía para su sustento”. En Lucas 12:33 dice “Vendan sus posesiones y den a los que pasan necesidad. ¡Eso almacenará tesoros para ustedes en el cielo!” En Lucas 16:13 nos dice “Ningún siervo puede servir a dos señores, porque a uno lo odiará y al otro lo amará. O bien, estimará a uno y menospreciará al otro. Así que ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.”
¿Estuvo Jesús en contra de los principios que estaban detrás del diezmo? ¿Estuvo en contra de que Jehová era el dueño de todo y que el pueblo solo era administrador de lo que tenía? ¿Estuvo en contra de que Dios proveería según sus necesidades? ¿Estuvo en contra de que las posesiones no eran solo para su propio beneficio, sino para el bienestar de la comunidad; porque la vida humana era más importante que las posesiones? Jesús no estuvo en contra de ninguno de estos principios. Todo lo contrario, los afirmó. Jesús habló de la parábola de los talentos para afirmar que solo somos administradores, habló de que no se preocuparan por lo que comerían o vestirían porque Dios proveería y habló de vender todo lo que tenían para darlo a los pobres. Jesús no estuvo en contra del diezmo. Al igual que hizo con las otras leyes que he mencionado, Jesús mejoró la ley del diezmo. Ya no era suficiente dar el diezmo, sino que todas las finanzas de un ser humano tenían que adorar a Dios. Ya no era suficiente dar el diezmo y acumular el resto de las riquezas, sino que había que desprenderse de todas las riquezas si estas se convertían en un obstáculo para amar a Dios y al prójimo. Para Jesús el diezmo era el punto de partida para glorificar a Dios y servir al necesitado por medio de las riquezas.
En el Nuevo Testamento se nos presentan ejemplos de comunidades cristianas que entendieron lo que Jesús quiso decir acerca de las riquezas. Hechos 2:44-45 dice: “Todos los creyentes se reunían en un mismo lugar y compartían todo lo que tenían. 45 Vendían sus propiedades y posesiones y compartían el dinero con aquellos en necesidad.” Hechos 4:32-35 dice: “32 Todos los creyentes estaban unidos de corazón y en espíritu. Consideraban que sus posesiones no eran propias, así que compartían todo lo que tenían. 33 Los apóstoles daban testimonio con poder de la resurrección del Señor Jesús y la gran bendición de Dios estaba sobre todos ellos. 34 No había necesitados entre ellos, porque los que tenían terrenos o casas los vendían 35 y llevaban el dinero a los apóstoles para que ellos lo dieran a los que pasaban necesidad.” Si somos el pueblo del nuevo pacto, ¿qué podemos aprender de Jesús y las comunidades cristianas del primer siglo acerca del diezmo? El diezmo no es un fin en sí mismo, sino un medio para amar a Dios y al prójimo a través de nuestras riquezas; y es el punto de partida porque en ocasiones hay que dar más del diezmo para glorificar a Dios y servir al que tiene necesidad.
¿Por qué diezmar hoy en el siglo 21? El diezmo es un medio para: 1) darle propósito a nuestro dinero, 2) aprender a depender de Dios y no de nuestro dinero, y 3) practicar la generosidad que transforma vidas. En primer lugar, es casi imposible diezmar si no se tiene una buena administración financiera. Diezmar es el resultado de una buena administración que incluye contar nuestras bendiciones, gastar menos de lo que tenemos, hacer presupuestos, establecer prioridades, controlar gastos y ahorrar, para así tener dinero para practicar la generosidad a través del diezmo. Muchas personas no diezman porque no tienen una buena administración, y por consiguiente, no tienen dinero para diezmar. Diezmar nos lleva a ser buenos administradores, y nos da la oportunidad de darle propósito al dinero.
En segundo lugar, diezmar también es una oportunidad para aprender a depender de Dios y no de nuestro dinero. Diezmar es un acto de fe en donde poco a poco vamos dependiendo más y más de Dios, y menos de nuestras riquezas y posesiones. Al diezmar, el miedo que tenemos a no tener suficiente para nuestras necesidades va siendo reemplazado por la confianza de que Dios suplirá todo lo que necesitemos. Muchas personas no diezman porque tienen miedo a la escasez. Lucas 12: “No se inquieten por lo que van a comer o lo que van a beber. No se preocupen por esas cosas. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos en todo el mundo, pero su Padre ya conoce sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás, y él les dará todo lo que necesiten.” Diezmar es una invitación a confiar en Dios, y no en nuestras riquezas.
Por último, diezmar es una oportunidad de ser parte de un proyecto más grande que nosotros mismos. Es una oportunidad para practicar la generosidad que transforma la vida de otras personas. Cada vez que diezmamos apoyamos la misión de esta iglesia de crear una comunidad cristiana en donde personas cristianas y no cristianas puedan conocer, amar y servir a Dios, para convertirse así en discípulos de Cristo, y la visión de vidas transformadas, una iglesia transformada y una comunidad transformada. Muchas personas no diezman porque creen que el diezmo se usa solo para sostener económicamente al pastor, para pagar las utilidades y dar mantenimiento al templo; y no ven la conexión entre su diezmo y la misión de la iglesia. Diezmar es ser parte del mejor proyecto que existe en el mundo: transformar vidas para Cristo. ¿Cómo la iglesia transforma vidas para Cristo? Les quiero dar algunos de los proyectos que tenemos en nuestro plan de trabajo para el 2015 que se harán realidad a través de nuestros diezmos:
- Fondo de ayudas a la comunidad
- Centro de tutorías para la niñez de la comunidad
- Ministerio para acompañar a los viejos y personas solas en la comunidad
- Escuela de Música Verano 2015
- Iluminación y decoración del altar
- Fondo para becas para eventos de crecimiento espiritual
- Directorio impreso para la congregación
- Remodelación de los baños
- Guía de meditaciones Móntate en la OLA
Si quieres ser parte de estos proyectos que transforman vidas te invito a que comiences a diezmar o que aumentes las aportaciones económicas que realizas, teniendo el diezmo como la meta. ¿Cómo comenzamos a diezmar o a tener el diezmo como meta? 1) Ora a Dios y preséntale tu deseo de diezmar. 2) Analiza tus finanzas, establece prioridades y haz un presupuesto que incluya lo que sería tu diezmo (10% de tus ingresos). 3) Comienza a diezmar. Si no puedes diezmar de entrada, haz un plan en donde puedas comenzar dando el 3, 5 o 7% de tu ingreso, e ir aumentando poco a poco hasta llegar al diezmo. Si actualmente diezmas, te invito a superarlo; el diezmo es el punto de partida. 4) Usa los sobres amarillos para entregar tus diezmos cada semana, quincena o mes durante el momento de las ofrendas.
“Den en proporción a lo que tienen. Todo lo que den es bien recibido si lo dan con entusiasmo.”
2 Corintios 8:11-12
Prueben a Dios diezmando y verán como el Señor provee para sus necesidades. Malaquias 3:10 lo promete. Doy testimonio de ello. Tremendo mensaje Pastor. DTB.