Mateo 6:19-24
En el día de hoy comenzamos nuestra campaña de administración financiera El privilegio de dar. La meta de esta campaña es que podamos adquirir herramientas para manejar nuestras finanzas y así invertir nuestro dinero en aquellas cosas que valen la pena (como ayudar a quienes están en necesidad y a que más personas sean transformadas por el poder de Cristo). Esta campaña comenzó el martes, cuando dimos respuestas a la siguiente pregunta: ¿Es necesario dialogar en la iglesia sobre el uso que le damos al dinero? El consenso entre los que estábamos el martes fue que es necesario dialogar sobre el uso que le damos al dinero porque pudiéramos estar administrando nuestro dinero en formas que no van a la par con lo que Dios espera de nosotros. La pregunta entonces sería, ¿Cómo Dios espera que administre y gaste mi dinero? En el día de hoy, al utilizar el pasaje de Mateo 6:19-24, veremos que Dios espera que veamos el dinero como un medio (y no como un fin), y que nos comprometamos a utilizarlo para bendecir a otras personas y construir un mundo mejor. Dios espera que usemos el dinero con propósito.
El tema del dinero y las riquezas es frecuente en la Biblia. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo se habla de que hay una relación directa entre nuestras creencias y cómo administramos nuestras posesiones y riquezas. En el AT Jehová invitó al pueblo a dar ofrendas para a ayudar a las viudas, los pobres y los extranjeros, y Jesús nos dijo que la forma en que gastamos nuestro dinero refleja nuestras prioridades en la vida. Jesús dijo: “No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corroen, y donde los ladrones minan y hurtan. 20 Por el contrario, acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corroen, y donde los ladrones no minan ni hurtan. 21 Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. 24 Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas”, Mateo 6:19-21,24.
Es muy interesante el contexto en que Jesús dice estas palabras, porque yo creo que ese contexto no ha cambiado mucho al día de hoy. En aquella época la gente era juzgada por la cantidad de sus posesiones y riquezas. Las posesiones y riquezas eran símbolo de la bendición de Dios. Tu valor como persona estaba directamente relacionado con tus posesiones y riquezas. Si tenías mucho, eras mucho; si tenías poco, eras poco. Era común entonces que la gente quisiera adquirir riquezas, para adquirir un mejor estatus social. Bajo este contexto, Jesús les quiso decir varias cosas. En primer lugar, no debían darse valor como personas por la cantidad de posesiones y riquezas que tenían, porque en cualquier momento las podían perder. El verso 19 dice “No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corroen, y donde los ladrones minan y hurtan”. Lo que la polilla y el óxido corroían en aquella época era la ropa y la comida. Jesús entonces les invita a no acumular ropa ni comida, porque lo podían perder fácilmente. Además, Jesús les dice que si la polilla y el óxido no les dañaban sus posesiones, un ladrón podía robárselas. Jesús les dice que darse valor por sus posesiones era un riesgo, porque bajo esa forma de pensar su valor cambiaría al momento de cambiar sus riquezas.
En segundo lugar, Jesús les dice que la gente podía juzgarles por las posesiones y riquezas que pudieran tener, pero que él les juzgaría por lo que hicieron con esas posesiones y riquezas. El verso 20 dice: “Por el contrario, acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corroen, y donde los ladrones no minan ni hurtan.” Jesús les dijo que sus posesiones y riquezas no eran un fin en sí mismas, sino un medio para lograr propósitos particulares. El dinero podía usarse para hacer tesoros en la tierra o para hacer tesoros en cielo. Con esto les quiso decir que el dinero podía usarse para construir o para destruir, para adelantar el Reino de Dios o atrasarlo, para el beneficio propio o para el beneficio de los demás. Además, terminó diciéndoles que la forma en que usaran el dinero reflejaría si su prioridad era su beneficio propio o el beneficio de los demás: “Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (v.21).
En tercer lugar, Jesús les dice que si decidían hacer tesoros en la tierra (usar el dinero para beneficio propio), estarían adorando sus riquezas y no a Dios, pero si decidían hacer tesoros en el cielo (usar el dinero para beneficio de los demás) estarían adorando a Dios con sus riquezas. Es decir, podían adorar sus riquezas o adorar a Dios con sus riquezas. El verso 24 dice: “Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas”. La palabra utilizada en esta ocasión para riquezas en el texto original es mammon, que significa riquezas, y Jesús la utiliza para hablar de las riquezas como un ídolo o dios al podemos adorar.
¿Tendrán las palabras de Jesús pertinencia y relevancia para nosotros hoy? No hay duda. Hoy día la polilla y óxido (moho), siguen dañándolo todo. Con la misma facilidad con que la gente de la época de Jesús podía perderlo todo, hoy día nosotros podemos perderlo todo en un segundo. Nunca olvidaré el huracán George que pasó por Puerto Rico en el 1998. Muchas personas lo perdieron todo, y en particular aquellas personas dedicadas a la agricultura. Perder nuestras riquezas y posesiones es una posibilidad real, y nuestro valor y seguridad como personas no puede estar en nuestras riquezas y posesiones, sino en Dios. Jesús dijo en Lucas 12:15: “Manténganse atentos y cuídense de toda avaricia, porque la vida del hombre no depende de los muchos bienes que posea”.
Si las riquezas las podemos perder en cualquier momento, por lo que el valor del ser humano y su seguridad están en Dios, ¿para qué sirven las riquezas? Las riquezas no son un fin en sí mismas, sino un medio para suplir nuestras necesidades y las de los demás. Las riquezas no tienen un propósito particular en sí mismas, nosotros somos los que damos propósito a nuestras riquezas. Dios no nos va a juzgar por la cantidad de nuestras riquezas, sino por el propósito que le dimos a las mismas. ¿Qué propósito Dios desea que le demos a nuestras riquezas? Dios espera que usemos nuestro dinero para hacer tesoros en el cielo. ¿Qué significa hacer tesoros en el cielo? Jesús resumió el evangelio en dos cosas: amar a Dios y amar al prójimo. Hacemos tesoros en el cielo cuando usamos el dinero para glorificar a Dios y servir a los que están en necesidad. Hacemos tesoros cuando usamos nuestro dinero para que otras personas conozcan, amen y sirvan a Dios y se conviertan así en discípulos de Cristo. Hacemos tesoros en el cielo cuando usamos nuestro dinero para que más vidas sean transformadas por el evangelio de Jesús.
Jesús dijo al muy importante acerca de cómo usamos nuestro dinero: Si no hacemos tesoros en el cielo (glorificar a Dios y servir a quienes están en necesidad), estamos haciendo tesoros en la tierra; porque no podemos servir a Dios y a las riquezas a la misma vez. Esto implica que el ser humano no tan solo está llamado a hacer tesoros en el cielo, sino a dejar de hacer tesoros en la tierra, porque no podemos hacer las dos cosas a la vez. Este es el reto que nos trae Jesús: invertir nuestro dinero para glorificar a Dios y servir a los que están en necesidad, y dejar de invertir en aquellos asuntos que no glorifican a Dios ni sirven a los que están en necesidad. Jesús nos reta a establecer prioridades a la hora de gastar nuestro dinero. Sin prioridades, nuestro dinero puede invertirse muy fácilmente en hacer tesoros en la tierra, y nos quedamos entonces sin la oportunidad de hacer tesoros en la tierra, porque simplemente ya no tenemos dinero.
Les doy un ejemplo. Mi reto no tan solo es sacar una cantidad de mi dinero para aportar a la misión de la iglesia y a organizaciones sin fines de lucro alrededor del mundo que sirven a quienes están en necesidad; mi reto es dejar de invertir en ropa, comida cara y artículos electrónicos que no necesito. Los anuncios y las tiendas continuamente me hacen creer que me hace falta algo, y cuando voy al centro comercial me veo en la tentación de comprar cosas que no necesito. Yo quiero aportar a la misión de la iglesia y a organizaciones que sirven al necesitado, pero tengo que establecer prioridades y estar pendiente de no gastar mi dinero en ropa, comida y electrónicos que no necesito para entonces tener dinero para invertir en la misión de la iglesia y en servir a los demás. Esta es la lucha que tengo: dejar de invertir en aquellas cosas menos importantes, para tener dinero para invertir en lo que vale la pena: glorificar a Dios y servir al necesitado. ¿Cuántos se sienten identificados conmigo? La vida cristiana es una continua lucha entre invertir en asuntos que sacian nuestras “necesidades” e invertir en asuntos que glorifiquen a Dios y ayuden al necesitado. Luchamos con darle al dinero un propósito mucho más importante que nosotros mismos.
Algunas recomendaciones para administrar nuestro dinero, de tal forma que tenga el propósito de glorificar a Dios y servir al necesitado: 1) Practiquemos la generosidad: Separemos mensualmente una cantidad de dinero para diezmar (10%) y ayudar a personas en necesidad (2%). 2) Digamos no al deseo constante de tener más; por el contrario, contemos tus bendiciones. “El mundo tiene suficientes montañas y tierras, cielos espectaculares y lagos serenos. Tiene suficientes bosques exuberantes, terrenos florecidos y playas arenosas. Tiene suficientes estrellas y la promesa de un nuevo amanecer y anochecer cada día. Lo que el mundo necesita es más personas que lo aprecien y disfruten.” –Michael Josephson. 3) Gastemos menos de lo que tenemos; acostumbrémonos a vivir con menos. 4) Establezcamos prioridades y hagamos un plan financiero (presupuesto) que vaya a la par con estas prioridades. 5) Ahorremos para emergencias, tu retiro y vacaciones. 6) Usemos las tarjetas de crédito solo cuando sea necesario.
“Los que aman el dinero nunca tendrán suficiente. ¡Qué absurdo es pensar que las riquezas traen verdadera felicidad! 11 Cuanto más tengas, más se te acercará la gente para ayudarte a gastarlo. Por lo tanto, ¿de qué sirven las riquezas? ¡Quizás sólo para ver cómo se escapan de las manos! 12 La gente trabajadora siempre duerme bien, coma mucho o coma poco; pero los ricos rara vez tienen una buena noche de descanso. 13 He notado otro gran problema bajo el sol: acaparar riquezas perjudica al que ahorra. 14 Se invierte dinero en negocios arriesgados que fracasan, y entonces todo se pierde. A fin de cuentas, no queda nada para dejarles a los hijos. 15 Todos llegamos al final de nuestra vida tal como estábamos el día que nacimos: desnudos y con las manos vacías. No podemos llevarnos las riquezas al morir.” Eclesiastés 5
“Enséñales a los ricos de este mundo que no sean orgullosos ni que confíen en su dinero, el cual es tan inestable. Deberían depositar su confianza en Dios, quien nos da en abundancia todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos. 18 Diles que usen su dinero para hacer el bien. Deberían ser ricos en buenas acciones, generosos con los que pasan necesidad y estar siempre dispuestos a compartir con otros. 19 De esa manera, al hacer esto, acumularán su tesoro como un buen fundamento para el futuro, a fin de poder experimentar lo que es la vida verdadera.” 1 Timoteo 6:17-19
La vida no se trata de la abundancia de nuestras posesiones, sino en cómo invertimos nuestras posesiones en lo que vale la pena: glorificar a Dios y ayudar al necesitado. ¿Cómo inviertes tu dinero actualmente? ¿Cuáles son tus prioridades? ¿Ropa, comida, carro, casa, deportes, vicios, Dios, la iglesia, los necesitados? Hoy te invito a hacer tesoros en el cielo y usar tu dinero con propósito.
Pertinente mensaje. DLB